viernes, 30 de mayo de 2008

Quince Mordiscos #3

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Resulta patético llorar mientras escucho Heart in a cage, de los Strokes. Me veo caer bajo al beber el último trago de café, que se ha quedado frío, y a veces me sobresalta el ruido de la nevera o el crujir de estas viejas paredes. En realidad, lo que realmente me asusta es el gemido. Ese gemir que no cesa, ese sollozo agónico que se escucha cada noche desde mi habitación, que me obliga a levantarme de la cama para encontrarme después con la imagen de un bebé al que se lo engullen dos ancianos. Están los tres en el salón, en el hueco que hay entre el sofá y el piano. No distingo los colores, sólo veo el dolor, sólo escucho ese gemido chirriante y helador. ¿Soy yo acaso ese bebé? Es ese el reflejo de mi impotencia, de mi insignific­ancia.
Me siento tan mayor. Mi rostro ya no tiene expresión, no veo un mañana. Hace tiempo que olvidé lo que es la felicidad. Hace tiempo que camino en círculos... y aún sigo perdiéndome.. Morí hace un año, cuando Vega huyó de mí. He ido muriendo, mejor dicho, apuñalándome cada vez que me preguntaba por qué se había ido. Qué hice para que me dejara así. Si no soy capaz de cuidar lo que quiero, ¿qué me queda?

Canción: Heart in a cage
Intérprete: The Strokes
álbum: First impressions of earth. 2006

Quince Mordiscos #2

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Ilyena me saluda siempre que me ve, al otro lado de la carretera. Su sonrisa dice que envidia mi suerte, mis ojos a veces quieren verme desde fuera, con la vida de ese ruso maniquí. Ella no sabe quién soy, así como yo no sé quién es ella, pero nos conocemos mejor de lo que nos ha llegado a conocer cualquiera. Compartimos el miedo y la melancolía, aunque yo no sé a qué teme, y ella no conoce mis anhelos.
- ¿Por qué no cruzas? – Me pregunta. Porque no tengo iniciativa ni ganas de terminar en tu casa, decorada de forma pobre y hortera. Seguro que las paredes de su habitación son moradas o estridentes. Me imagino sus paredes recubiertas de pósteres o fotos de lo que algún día dejó de ser. Una despensa repleta de botellas de vodka y ginebra, como la mía.
Porque no quiero caer en la tentación de pagar por ti, o de convertirme en algo como tú. No quiero volver a ser víctima de una infección de personalidad. Y no respondo a su pregunta porque mi voz se fue con Vega.Después regreso a casa, a beber y ahogarme en el humo de mi propio tabaco, y llorar mientras veo porno casero en algún canal autonómico de bajo presupuesto. Otras veces imagino a Ilyena sentada a mi lado, otras veces es Vega la que está sentada en este sillón. Quizá sean la misma persona.

Canción: L.E.S artistes
Intérprete: Santogold
álbum: Santogold. 2008

jueves, 29 de mayo de 2008

Quince Mordiscos #1

Las notas del piano repiquetearon contra la ventana del salón. Vega, sentada sobre el radiador, fumando un cigarrillo con tranquilidad, vio cómo el hombrecillo verde del semáforo se movía al ritmo lento y tenso de la canción, cómo el viento susurraba su melodía a los árboles, que respondían con sugerentes movimientos de hojas, y cómo las gotas de lluvia morían contra el cristal atraídas por el melancólico sonido de aquel instrumento.
Cuando terminé la interpretación y el muñeco del semáforo se tornó rojo y estático, Vega apagó su cigarrillo, suspiró abatidamente y dijo “Dejémoslo”.
- Tus canciones me recuerdan cosas que no quiero recordar. Me estás quitando la
vida con tanta tristeza.
Más vale que la beses o te vayas, me dijo la conciencia. Pero ni la besé ni me fui, así que ella cogió sus cosas, su pequeño bolso de Louis Vuitton, y cerró la puerta desde fuera.
Como si la muerte fuera una molestia para quienes están alrededor, como si al morir se convirtiera en un estorbo, mi perrita decidió quitarse de en medio, irse de mi casa aquella tarde de principios de abril. Desde entonces no puedo evitar preguntarme en qué lugar decidió dejar su cuerpecito de color canela.
He caminado por las calles de esta ciudad muchas veces, de incógnito, como un insignificante individuo más, mordiéndome los labios para evitar llorar frente a un escaparate. He caminado en equilibrio sobre el borde de la acera y he mirado a los ojos de los hombres que observan a los niños en los parques. He tropezado con baldosas rencorosas, he fotografiado cosas que me parecieron bonitas en la fugaz memoria de mi retina y he apretado los puños dentro de los bolsillos del abrigo cuando me he visto con ganas de gritar. Pero no he encontrado a mi canela. Quizá nunca estuvo conmigo.

****
acabo de recibir la siguiente noticia: Debido a la gran expectación que ha despertado la pizarra de Daniel Tudelilla, los responsables del proyecto han decidido dejarla expuesta una semana ma´s. Parece que no soy la única que no quiere borrarla... O, al menos, no tan pronto. Ya la podrían dejar permanentemente...

Anaïs Nin dijo...


Escucha, no creo que sea yo sola la que cree que estamos viviendo algo nuevo porque sea algo nuevo para mí. No veo en tus escritos ninguno de los sentimientos que me has demostrado, ni ninguna de las frases que has usado. Al leer tus escritos, me pregunté: «¿Cuál de los episodios vamos a repetir?»

Tú tienes tu propia visión y yo la mía, y se han entremezclado. Si a veces veo el mundo tal como tú lo ves (amo las putas porque son las putas de Henry), tú lo verás en otras como yo.

Henry y June.

Anaïs Nin.

lunes, 26 de mayo de 2008

La Pizarra de Tudel

Daniel Tudelilla dibuja para el proyecto Pizarras Bizarras de la Escuela de arte y superior de diseño de Logroño; un innovador proyecto que emplea la pizarra como soporte artístico.
Esta es su (magnífica) aportación:


Si queréis ver esta obra de arte sólo tenéis esta semana, ya que pasados siete días el siguiente artista la borrará para realizar la suya. Y ahí radica la magia de este proyecto: su carácter efímero.
Aunque... yo no me opongo a la idea de robar la pizarra. ¿Qué decís?

Para ver más fotos (y ma´s grandes), información y los bocetos previos, entrad en el blog de Daniel: http://tudel.blogspot.com/

Mordisco (otro)

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Los domingos se caracterizan por su fuente cuasi-inagotable de aburrimiento.
Son las seis de la tarde y hace un maravilloso día impropio de un veinticinco de enero. Mi apartamento está iluminado por una naranja luz de domingo. No sé porqué, pero los domingos tienen esta peculiar luz a media tarde. No, no es una luz como la de un lunes, un jueves o un sábado. La luz mediatardista del domingo es completamente diferente. Es una luz casi espiritual, anaranjada. Una luz triste, intensa pero suave a la vez, es una luz que parece de oro. Es la luz del “mañana es lunes”, la luz que hay que aprovechar intensamente hasta su extinción pues no volverá hasta pasados siete días de trabajo.
Esta es la luz de las despedidas, de las lágrimas que se escapan sin saber a santo de qué.
La luz del recuerdo, la melancolía. La luz del no hay nada abierto, debería salir a dar un paseo...
L­a carretera está desierta y apenas se oye el cantar de un pájaro.
Esta es la luz del silencio.

Pincha aquí para ver otro pequeño mordisco.

viernes, 23 de mayo de 2008

decepción, autocomplacencia, desorden...

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Anoche mi sueño se hizo realidad. Me refiero al sueño del otro día, al del barranco.
Anoche terminé emparedada, pero no entre tierra sino entre personas, y no se me comieron las arañas, pero sí los nervios. Y la inseguridad.
Fui a buscar a Sara y Paula a la prestigiosa residencia universitaria que me acogió en su seno hace un año. Pensé que Judith también bajaría, ya que me dijo que hablaría con Sara para venir, pero se le debió pasar y a nosotras se nos pasó recordárselo. De todas formas no creo que se hubiera divertido.
Sara y Paula no lo hicieron.
Llegamos a La Curva a eso de las nueve y cinco y ya estaba lleno de gente (y eso que la Lectura no comenzaba hasta y media), por lo que nos quedamos cerca de la puerta. Me resultó tan incómodo ver la cara de qué hacemos aquí de Sara y Paula. Me daba la sensación de haberlas sacado de la residencia en contra de su voluntad, de ver en sus ojos esa expresión de no encajamos aquí. Y no fue sólo cosa mía esta sensación paranoica de que nos señalan y se ríen.
Llevaba todo el día a tabaco y frutos secos (nada más). Nerviosa e incómoda. Eso sobre todo, incómoda.
Incómoda porque tenía la esperanza de que no iba a llover. Por eso fui a la peluquería por la mañana y me alisé el pelo. Por eso me puse los pantalones negros y las manoletinas.
Luego llovió, se me ahuecó el pelo y me calé el bajo de los pantalones.
Creo que ese grupo de ahí se están riendo de nosotras, me dice Paula. Intento no hacerle mucho caso, aunque yo también me estoy volviendo paranoica. Les veo a todos allí arriba, mirándome, diciéndome que soy una inútil, que es fácil trepar y salir de esa tumba.
Pero llega Christian y me pisotea la poca seguridad que había quedado en mí:
- ¿Cuánto me das por matar a tu peluquero?
Bueno, no te queda tan mal, dice después. No puedo salir a leer. Ni a leer ni a ascender hacia la superficie. Sólo quiero quedarme detrás, tomarme tranquilamente la caña con mis amigas. Sentirme cobijada entre las dos paredes de tierra, aunque se me estén comiendo los nervios.
Nos acercamos a la barra y Paula pide tres plaquettes.
- ¿Qué es eso?
- Eso que vale cincuenta céntimos.
- ¡ ah! Vale.
Dime si no es penoso.
Pero las paredes se van estrechando más y más y me estoy ahogando. Sin embargo, en lugar de ascender, me cuelo por una rendija del suelo y salgo del bar.
- ¿El que ha escrito “Tarde” es del Opus? – Me pregunta Paula mientras lee su texto
- Tía, pero lee, que a ti también te han publicado. Que eres del cosmos.
- COLMO.
Si no vas a leer no sé para que hemos venido. No sé si me lo dijeron así, literalmente, pero así lo entendí. Y yo no podía, no quería irme sin escuchar a mis compañeros leer sus poemas. No podía irme de allí porque había ido principalmente por la presentación. Que fuera o no a leer yo era secundario. Además ya me había hecho a la idea de que no me iba a atrever a leer algo mío en público. Es superior a mí.
Allí, en la puerta del bar, en la calle pero resguardada de la lluvia, había una chica que se metió en nuestra patética conversación de tienes que leer, no puedo hacerlo.
- ¡Lee! – Me dice. – Que he venido a verte, a veros. Así que ya estás leyendo.
- Ya no puedo, les he dicho que no.
- Pero aún no ha empezado, ¿no? Venga, entra y lee.
Lo que empezó siendo una simpática conversación con una desconocida terminó siendo agobiante. Podría haber sido como en las películas, cuando aparece un personaje que da al protagonista el empujoncito que le falta, pero terminó siendo todo lo contrario. Tenía que haberme bebido la botella de agua con tequila que Paula llevaba en el bolso.
Entramos al bar y a las diez comenzó la lectura. Desde nuestra posición no se veía nada. Oírse, que era lo importante, se oía, pero no puede decirse que lo hiciera perfectamente.
- Nos vamos a tener que ir en seguida, que a las once nos cierran la resi.
- Me mareo. - Murmulla Sara.
Y Sara salió fuera, y Paula con ella, y yo dentro, con sentimiento de culpa. No tenía que haberles hecho pasar por esto.
Por qué será que me siento tan mal cuando estoy sola en un sitio lleno de gente.
Tía, es que estaba fatal. En un bar tan pequeño, tanta gente... ni se veía ni oía nada. Ya habrá otras veces. Y yo tengo la impresión de que definitivamente me he quedado abajo, para siempre.

Al llegar a casa recibo un mensaje de Judith:
“Niña, lo siento, se me ha pasado por completo lo tuyo... Perdón!! Qué tal ha ido? Besos (perdón, perdón)”

Drying up in conversation, you will be the one who cannot talk. All your insides fall to pieces, you just sit there wishing you could still make love They're the ones who'll hate you when you think you've got the world all sussed out They're the ones who'll spit at you. You will be the one screaming out.
* * *Cambiando de tema:Esta mañana, en clase, con lo primero que me encontré fue, como de costumbre, con dibujos y tonterías que dibuja y escribe el alumno de primero que por las tardes se sienta en el mismo sitio que yo.
Pero esta vez era bastante más curioso que de costumbre: había hecho un dibujo realmente cutre y vulgar de una tía con las piernas abiertas diciendo “lléname”. A continuación, bajo un “Awixumayita” que escribí el otro día, había escrito:
“Hola rubia rizosa, estas muy buena. He visto tu blog. Muacks”
Para empezar no soy rubia, mi pelo es castaño cobrizo, a ver si nos entendemos.

Borré el dibujo y me quedé con “estás muy buena”, para que me subiera la autoestima.


jueves, 22 de mayo de 2008

Reformas


Reacio a lamer el sobre, como si de una condena a muerte se tratara, mirando el resto de pancartas. Todas estarían apiladas contra su ventana, esperando volver a estar expuestas, ante alguien dispuesto a leerlas, como putas en un escaparate del Barrio Rojo.


Reacio a cerrar el sobre, como si la carta contuviera un arma nuclear o un clavo oxidado. Aún no se decide, el tiempo corre y las cortinas siguen manchadas del mismo olor a rancio. Igual que hace años, en el mismo sitio, pero con una tonalidad diferente, más transparente. Igual que él, igual de arcaico, pero superviviente.



En el cristal corren angostas las gotas de lluvia, como un pequeño afluente de penurias atrasadas. Todo lo que no lloraron entonces se convierte hoy en un charco sobre el alféizar. Las moscas muertas sobre el parqué, que hoy cruje, que se deshace bajo el polvo y corroe la carcoma que de él se apoderó hace un tiempo.



Todo resuelto con una carta, con palabras, con retórica entumecida, cobarde, tardía.

miércoles, 21 de mayo de 2008

el oculto poder de lo endeble

Anoche me llamó mi madre.
- ¿Estás viendo la tele?
- No...
- Pues pon Tele Cinco, que van a cantar una de NIRVANA Manu y Reke.
Me quedé un momento en silencio. No porque fueran a interpretar un tema de NIRVANA en ese Operación Triunfo, sino porque me lo estaba diciendo mi madre. Y se sabía hasta los nombres.

Hicieron de Smells like teen spirit un espectáculo dantesco.

Me quedé helada frente al televisor, miré con cara de circunstancia al póster de Kurt Cobain que tengo en el salón, como diciéndole: Perdónales, porque no saben lo que hacen, y apagué el televisor para seguir viendo La Pianista, de Haneke.

Después, por la noche, soñé que vivía en un barranco.
Al principio era amplio y yo intentaba fregar la tierra. Viendo que no conseguía limpiarlo, derramaba con desesperación agua sobre el terreno.
Al poco tiempo aparecía gente que me ayudaba arrojando cubos de agua. Más agua, más barro. Piedras, y todo se fue estrechando... y yo me quedaba abajo.
Emparedada en un pasillo de paredes terrosas.
Con miedo de que se me comieran las arañas.

Y ellos arriba, diciéndome que era fácil trepar hacia el exterior. Y yo allí abajo, como una inútil. Enterrada viva sin ataúd.

lunes, 19 de mayo de 2008

Curvas y Letras

La semana pasada descubrí el blog Literatura en Murcia. Es un blog creado por Yolanda Martínez Salmerón (filóloga), Raúl Masa Pacheco (documentarista) y Tamara Martínez Almeida (diplomada en turismo) a partir de un proyecto informativo en la asignatura de Tecnología de la Información en la Universidad de Murcia. Pero bueno, que esto nos importa más bien poco, la verdad. Lo curioso de este blog es que cada semana convocan un concurso de micro-relatos al cual se presenta bastante gente, a pesar de que el premio para el ganador es siempre simbólico.
Más que el blog en sí lo importante son los comentarios, que no son comentarios sino micro-relatos de cien palabras. Y ahí está lo interesante: cómo tres personas han conseguido fomentar la escritura desde un simple blog... cuyo diseño es el llamado “Quran” dentro de la modalidad “Religion” en finalsense.com.

El último concurso que convocaron, cuyo plazo de presentación finaliza hoy mismo, tenía por título “¿Qué vale más, una imagen o cien palabras?”, y su objetivo era que los concursantes escribieran un micro-relato a partir de una de las dos imágenes que se propusieron.
Esta es mi aportación y la fotografía que me sirvió de referencia:

Pulsiones
De madrugada, a escasos metros de la zona de marcha, la vi sentada en un banco, con la melena despeinada y el rimel corrido. No era pronto, pero tampoco tarde para volver a casa. Estaba allí, sola, borracha, tan vulnerable que quise follármela. Despertó mi deseo ese vestido tan corto. Sentada con las piernas abiertas y la mirada perdida. Quizá fue entonces cuando me di cuenta de quién era yo y en qué se había convertido ella. Huí con intención de cortarme la lengua, por no cortarme las venas. Por querer anular el deseo de quererme follar a mi hija.

Es una pena que sólo entren en concurso quienes tienen una cuenta Blogger.


Por otro lado, esta semana los del COLMO estamos de celebración. Si bien es cierto que apenas he ido a cuatro o cinco reuniones, los integrantes de este colectivo literario de Valladolid no vieron inconveniente en publicarme un texto en la Plaquette que presentamos este jueves a las 21.00h en el bar La Curva (José Mª Lacort, núm. 30, Valladolid) y que lleva por título Poemas de la Chica de la Curva.
Si queréis ir haciéndoos un
a idea de qué os vais a encontrar en la plaquette, os sugiero entrar en los blogs de algunos "colmillos": Eva Villavieja, Rut Sanz, Marina de Luna, Christian Supiot, José Luis Merino...
La idea es que cada uno de nosotros lea un poema, ya que con nuestra presentación daremos comienzo a las lecturas Curvilíneas , que tendrán lugar cada jueves en el ya citado bar.
Aún no sé si leeré o no, porque me supera la timidez, así que tendré que beber algo antes...
o necesitaré algo más que apoyo moral.

Espero veros por allí.

viernes, 16 de mayo de 2008

orgasmos de plástico

Vestida de negro se encaminó hacia un sex-shop. Era uno de esos que ya no se estilan y el dependiente la miró desafiante.
Ella sólo quería un “algo” que satisficiera y endulzara su solitaria vida de soltera recién y con pocas posibilidades.
Él pensó cuán grande sería su decisión; más grande que la suya, quizás. Hubiera querido follarla sin quitarle las bragas.
Pero más que una fresca parecía una melancólica caracola de roto caparazón.
Él sabía cómo se las gastaban aquellas, o eso creía él, o eso quería creer. Lesbiana reprimida. Bollera femenina de orgasmo fácil.
- Veintiocho con noventa.
- Las puntitas circuncisas parecen corazones, ¿verdcd?
No, no era una lesbiana reprimida de fácil orgasmo. Era una chupapollas; ninfómana insaciable.
Ella le miró sonriendo y bajó la mirada.
- Sí, son puro amor. – Intentó inútilmente hacer una gracia tardía.
- Tampoco nos pasemos.
Un trozo de plástico con pilas no podía darle amor, por muchos orgasmos que sus vibraciones le causaran.
Katriuska era sólo una princesa de medias rotas con síndrome de asperger. En su anterior barrio la llamaban despectivamente “autista ninfómana”. Cómo puede gritar tanto, se preguntaban, si apenas habla y cuando lo hace sólo emite murmullos inaudibles.
El placer, diría ella con su inaudiblemente erótica voz, nada tiene que ver con la sociabilidad.
El placer, ¿ha de estar vinculado a la empatía?
El problema sólo aparecía inmediatamente después de morir, aunque a veces hubiera agradecido algo de cariño. Pero ¿qué cariño se merece una mujer sumida en el silencio y la apatía?
- ¿Quieres que te enseñe a usarlo? – Se aventuró a preguntar el triste dependiente fan de Ok Go.
- Ok, go.
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Dedicado especialmente a Marta.

martes, 13 de mayo de 2008

Te follaré hasta que me ames

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Huele a limón. Este maldito local huele a limón avinagrado, y las paredes verde lima hacen daño a la vista.
No te preocupes, nena, voy a sacarte de aquí... dentro de un tiempo.
Cuando me ames. Dejaré de hacerlo cuando me ames. Hasta entonces derramaré mi semen sobre tu almohada, para que tus sueños vuelen recostados sobre mi placer extinto.
Plasmaré con bofetadas mi rabia contra tu pecho y seguiré... recogiendo manzanas el día de los enamorados para que sepas lo que es en verdad el pecado original.
Lloré las primeras noches. Lloré al principio, hasta que logré aprender a huir de mí misma. Fue pronto, y aprendí también a amarte, pero no te lo dije porque si me sacabas de este limón avinagrado...
Si me sacabas de aquí, si me despojabas de mis costumbres debería amoldarme a algo nuevo. Y no estaba por la labor.
No fuiste capaz de entenderme en tanto tiempo.
No entendías por qué te saqué los dientes con alicates y luego te besé para beber la sangre.
No entendiste por qué hube de introducir agujas entre tus uñas.
No entendiste por qué a pesar de todo no te decía “te amo”. No entiendo porqué aún me amabas tú a mí, después de rociar tu pelo con lejía.
La masoquista siempre fui yo.
Pero cuánto disfruté el día que decidí cambiar de papel.

Un zapato de tacón me ha llamado perra. Perra travesti, más exactamente.
En el espejo de la habitación no me he reflejado yo sino un monstruo. Quién sabe, lo mismo fuimos el mismo y el cristal no lo quiso decir. Últimamente el muy cabrón está demasiado callado.
Hace un año no dejaba de insultarme.
Ahora el silencio se ha hecho insoportable.
Me pregunto si volverán las golondrinas a picarme fervientemente al estar dormida. Una vez intentaron sacarme los ojos, pero el verde destello de mi tristeza las repelió.
Pero no es que esté triste, es que tengo la expresión seria.

Es común en esta época del año que vengan a visitarme los cuervos clandestinamente: quieren hacerme daño cada vez que a la mañana por aquí paseo en cueros.
Creen que están a salvo de mí porque no tienen dientes. Y yo no entiendo nada porque ha llegado el verano y sigo sin sandalias.

sábado, 10 de mayo de 2008

Yo qué sé

Estoy en casa, son mas de las dos. En teoría no es tarde, sigo borracha (bastante) y en la radio suena una de mis canciones favoritas de hace unos cuantos años: Just like a pill, de Pink. Y me descubro cantándola, porque aún me acuerdo de la letra y el recuerdo de aquellos años me impide no ser sentimental. Y me emociono con esta puta canción de Pink.
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Estoy borracha y a mi lado hay un bocadillo, pero no me lo quiero comer. Será que sigo siendo igual de estúpida y no soy capaz de obedecer mis propias normas.
Será que cuando estoy borracha temo perder los ojos o quedarme sin encías. Dios quiera que nunca me torturen.

Podría escribir una tesis sobre qué sienten las mujeres cuando tienen un orgasmo, pero ni siquiera yo sabría describirlo en mis propias carnes. Qué siento, si lo siento diferente dependiendo del momento. Porque a veces creo que me encuentro inconsciente. O puede que, definitivamente, sea una inconsciente. Alguien, no hace más de una semana o quince dias, me dijo que la gente no cambia. Que pueden mejorar o empeorar, pero no cambiar la esencia. No sé si es una tontería, si al los ojos de la gente con el tiempo parecemos diferentes. Yo qué sé, si al fin y al cabo no dejo de ser una puta bipolar. Creo que la gente, ni los más allegados, no me conocen. Ni siquiera sé yo quién soy. Lo mismo soy la encarnación de algo, de un Bob sentimental. Bob es algo de Twin Peaks. Estas cosas me pasan porque amo demasiado a David Lynch. Pobre Mark Frost, pienso a veces, pero es Lynch quien me tormentó y poseyó hace seis años con Mulholland Drive... o tal vez fue todo cosa de Laura Elena Harring. Ni siquiera sé cómo puedo llegar a recordar nombres propios o escribir con la cantidad de vodka que alberga mi cuerpo. No sé...

Quizá no me emborracho al beber, quizá sea al beber cuando estoy cuerda, cuando dejo de ser esa puta niña autista que no sabe abrir la boca o mirar a los ojos. No sé ni siquiera cómo alguien pudo alguna vez enamorarse de mí. No sé cómo pude estar borracha aquella noche de abril en el dos mil cuatro. Ni siquiera sé cómo puedo recordar algo de lo que no me acuerdo. No sé porqué sigo atormentándome. Lo único que me hizo sentir deseada por primera vez ocurrió una noche de febrero en dos mil seis. O dos mil cinco, no lo sé . Ya no importa lo más mínimo, ya no soy aquella Jenni-Gótica e inmadura gilipollas. O no sé, ¿lo soy? ¿Por qué aborrezco a los emos si un día fui su antecesora más significativa? Aquella idiota, aquella solitaria suicida, esa autista ninfómana.

Por qué me escapo de los sitios. No he durado más de cuatro años en el mismo sitio. Fui nómada desde el momento en qué nací. Ni siquiera sé si sé echar de menos y me sorprende que la gente me recuerde.

Necesito cambiarme el color del pelo. Necesito gritar.... Necesito gritar.

No sé si te necesito... porque a veces sienta tan bien sentirse triste. Qué asco, qué puta emo egoísta de veinte años. ¿Es que no voy a madurar nunca? ¿Es que nunca voy a poder descifrar aquello que se dice entre líneas?

Idiota, pretendes que los demás sí te entiendan a ti, maldita niñata con síndrome de hija única.

A veces me pregunto qué hubiera ocurrido si no me hubiera ido de tu pueblo, abuela. A veces me preguntó cuán diferente hubiera sido todo habiéndome quedado contigo. Por qué no lloré el día de tu entierro ni el día de tu muerte. Por qué me sigue persiguiendo tu recuerdo, porqué no tuve a la gente que quise apoyándome aquel día en el cementerio.

Ojalá pudiera creer que hay algo después y que me leas desde algún sitio. Qué pudieras comprender todo lo que estoy haciendo, y que no te avergüences de mí. Ojalá pudiera darte un beso, porque siento que no te he querido lo suficiente. Pero... es que... Es que te quiero. Y me corroe la rabia y no puedo gritar. Porqué tuve que empeñarme en seguir ticando bonos de solarium aquella tarde.

Joder. No puedo cambiar después de veinte años de silencio.

Pero intentaré ser mejor y no cagarla a la mínima, como tantas veces. Las Jennys y los emos se merecen mi más sincero respeto.

Porque, al fin y al cabo, todos somos unos gilipollas.
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