martes, 30 de diciembre de 2008

Sirena del Viento


Estoy en el limbo de las dudas,

flotando entre opciones,

arañando mi retina

con el vidrio de la culpa.

Estoy como una sirena desterrada, desarmada,

aprendiendo a caminar con la punta de mis alas.

Si antes lo era del viento,

hoy soy el espíritu de tu aliento,

hoy seré tuya,

haré del delirio mi alimento.

Caminaré sobre mis miedos,

sobre tus prejuicios,

hasta demolerlos por completo.

Rasgaré las cortinas con mis uñas

para que entre la luz

y yo pueda salir,

volver a volar.

Y nunca arrepentirme.



- Este poema ha sido publicado en el número 0 de Hebe Magazine.

Próximamente...

lunes, 29 de diciembre de 2008

Las críticas durísimas son las que más agradezco


http://www.larioja.com/20081228/cultura/criticas-durisimas-agradezco-20081228.html

* En la entrevista se dice que estoy trabajando en el primer número de Jamais Vu! pero, como ya sabéis, el fanzine ya esta´ en la calle desde hace una semana. Esta errata se debe a que estaba previsto que la susodicha saliera antes pero, finalmente, no se ha podido publicar hasta hoy.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Un regalito

Estoy espesa y sin ideas, embolsando al vacío fanzines Jamais Vu!, intentando estudiar filosofía del lenguaje e inscribiéndome en ofertas de empleo de infojobs, azafatasypromotoras.com, y otras tantas webs de ofertas laborales...
Y en los ratos libres escucho música, y repito las canciones que me gustan. Sobre todo esta, y porque me apetece compartirla, aquí la dejo, para quien le quiera dar al play.

Un abrazo y felices fiestas.

martes, 23 de diciembre de 2008

La hija de Dalila


Luisa nació un catorce de diciembre, entre nieve y niebla, y desde entonces siempre ha estado fría. Fría como la habitación de aquel albergue, fría como el modo en que fue concebida. Sin luz eléctrica, por impago, sin ser buscada. Desde entonces siempre está perdida.
Dalila, su madre, era toda una artista de variedades. Bailaba en un bar donde no había hombres, sino clientes, y las copas, a ella, siempre le salían gratis. Lo que pagaba eran otras cosas mucho más fuertes, capaz de darle vitalidad, que no vida, a cambio de esperma esparcido por su barbilla.
Era de esperar que aquel ambiente fuera su jardín de infancia, la ludoteca de Luisa, la bastarda dividida.
Dividida en dos mitades que rodaban como ovillos de lana de un lado a otro de la barra. Mitades que convergían en intervalos de quince días.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Esto es lo que leo, lo que quiero

El jueves tenía que entrar a trabajar a las seis y media. Mi último día (hasta nueva orden) en

Mundo Dulce. En mi bolso había un aviso de Correos y ya eran las seis, pero no me importaba llegar tarde. Podía permitírmelo. Ya había firmado la baja y cobrado el finiquito. Me dirigí a la oficina de Correos y esperé, y esperé.

Dos colas muy largas, donde unos esperaban para enviar y otros para recibir, y entre medio, dando saltos, un niño pequeño que pensaba que estaba allí para enviar la carta a los Reyes Magos o recibir un regalo anticipado de Papa’ Noel. Era lo menos deprimente que había allí. El resto, caras de frío, de impaciencia. Miré el reloj, cómo las agujas estaban cada vez más cerca, en el seis, y me daba igual. No me iba a ir sin el libro.

El libro que empecé a leer la mañana siguiente, en el autobús que me trajo a Logroño, al lado de una señora mayor que olía realmente mal y miraba con desdén la portada, como si tuviera algún derecho a opinar qué debo y no debo leer.

Un vejestorio desdentado se me acerca sigilosamente. Va tan mamado que apenas puede enfocar la vista. Su sexto sentido le dice que soy del sexo femenino. Eso es todo lo que necesita saber. Me pregunta cortés, tímida y patéticamente si me gustaría bailar. Por pura perversidad, le digo que sí. Me pone una mano peluda y sudorosa en la cadera. Pongo una mano, casi sin tocarlo, sobre su hombro. Esta´ empapado de residuos tóxicos. Se pone a tararear en voz baja la canción mientras unas lágrimas mudas le riegan la sucia cara, surcando profundas grietas, pústulas hundidas que infestan sus mejillas. Me imagino que es Bukowski. No andaba muy lejos. Por lo que sé, también él tiene una extensa recopilación de reflexiones de viejo amargado, que guarda en una carpeta ajada en el hotel de paso que posiblemente llamaba su hogar, al otro lado de la calle, cerca del puesto de perritos calientes Nathan’s Famous. Huele a años de comer mal, a alcohol y a sexo solitario. Siento cierta perversa compasión por él. Me doy cuenta de que la única diferencia entre él y yo esta´ en un mal paso de más. Un pago de alquiler menos. Quedarse sin trabajo demasiado pronto. Un desengaño amoroso de más. Y demasiada priva. Casi me entran ganas de acompañarlo a casa. Invitarme yo misma. Limpiar su viejo cuerpo estropeado. Cortarle el pelo, darle un afeitado. Hacerle la manicura. Prepararle el desayuno. Masajear sus pies llenos de agujeros. Se termina la canción. Desisto de mi demente fantasía, me disculpo y me meto en los lavabos de señoras. El revulsivo que necesitaba para acabar de disipar los últimos vestigios de mis ilusiones de ser la Madre Teresa: el único retrete que hay en aquel tugurio esta´ todo embadurnado de vómitos y mierda resecos.

Lydia Lunch.

Paradoxia. Diario de una depredadora.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Muchísimas gracias a todos...

Homenaje y agradecimiento a todos los que han colaborado en el primer número del fanzine independiente Jamais Vu! editado por Daniel Tudelilla y Javier Triviño.

Música: I just wanna have something to do, versionada por Garbage

sábado, 20 de diciembre de 2008

Ya pasó todo...

Soy tan tímida que me doy un poco de asco, pero sobreviví, me lo pasé genial (aunque todo, siempre, se puede mejorar) y me acabé emborrachando a base de vodka con lima y cantando canciones de Barricada en el Galicia, que ya iba siendo hora. Joder, tanto tiempo sin venir a Logroño...
Logroño, este año con menos luces de navidad. Ni siquiera hay en la calle San Antón. Y no es que me importe demasiado, sólo me extraña, la siento extraña, a Logroño, y me siento extraña aquí. Ya no lo veo como mío. Pero qué tontería: nunca lo fue, por eso me fui. A veces tiendo a olvidar las cosas.

Muchas gracias a todos los que vinisteis a la presentación. Y quienes no pudistéis venir, si queréis un Jamais Vu!, enviadnos un mail con vuestra dirección de correo a jamaisvufanzine@gmail.com

Espero que os haya gustado el fanzine.

martes, 16 de diciembre de 2008

Cambio de última hora...


La fiesta de presentación del fanzine Jamais Vu! sera´

el viernes 19

a las 20:30h

en el café La Luna
(C/Bretón de los Herreros, 56, Logroño)

Espero que este cambio de última hora no os impida venir.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Muerte de una Diosa

cálculos renales


Me partieron en dos con poco cuidado, para llevárseme cada uno por su lado. El resto, las migajas, se quedaron por aquí y ahora corretean y buscan como andróginos. Se retuercen a fuego lento y se apochan entre cebollas, sumergidas en aceite. Mis migajas se entretienen rodando por el suelo, penetrando entre tus uñas, pegándose en tus ojos. Mis migajas, lo que soy, sólo son tus legañas, las legañas de tu resaca, las legañas que cierran tus ojos cada mañana. Yo, ahora, soy tu super glue 300 aunque te folles a mi media mitad, lo que te tocó llevarte en esa rifa. Yo, hoy, soy, el premio de la tómbola. El perrito piloto que suele sollisparse en poliespán.
Mis códigos son cifras de cuatro en cuatro, de seis en seis, de cinco en cinco. Precios bajos, porciones de cariño en papel morado.
Tus posturas son serruchos oxidados que me parten. Tu sierra son enjambres de telefonía, cables negros, cables blancos, lucecitas de colores enroscados en metacrilato. Tus jugadas a tres manos son la cofradía de las bajas pasiones procesando por la línea alba, bajando por mi vientre. Mi monte de venus es una parte de esa cordillera que ya no tiene piedras, sino cálculos renales.
Y mentimos, nos mentimos, y forramos los cortes con tiritas preescolares.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

mis Musas, mis Putas (Dedicado a Vara)


Paola superpone circunferencias entre la línea de sus ojos.
Negra.
Se entretiene posponiendo compromisos
que la puedan alejar de su vida palaciega.
Paola engaña, seduce y traduce
a sus intereses todo aquello que le suene a represalia.
Se pinta los ojos, los labios
y hasta las uñas de los pies,
porque incluso en invierno tiene suficiente calor
como para calzar sandalias. De tacón.
Paola carece de intuición, porque ni siquiera es femenina,
aunque alguna vez la educaron para serlo.
Por lo menos, mujer.
Desparpajo no le falta
aunque no tiene, para nada,
sentido del humor. Pero tiene
un par de tetas que centran
en ella toda la atención.



Raquel moja sus labios en café,
reduce los imperativos a condicionales
y se arranca con fruición los pelos que le sobran.
De su vergüenza.
Es menuda y simple como un yoyó,
y da tantas vueltas que siempre termina
en el mismo rincón.
Raquel pretende beber vinagre
para machacar a la competencia del este,
sin saber que así sólo logra
menguar, empequeñecer, ser cada vez más
transparente.

Amanda rompe a llorar
porque no le quedan la´grimas.
Se corta las puntas del pelo
aunque se lo vuelve a quemar
con tanto tinte. Ha sido rubia,
morena, pelirroja, pero siempre,
siempre, igual de sinsustancia.
Sus labios son tan finos que parecen blancos,
como la piel de Raquel,
y el lunar del que presume sólo es
un tumor en ciernes.

Loreto
se derrite
cada vez que viene a verla el ex novio de Paola.
Le promete muchas cosas
y prepara baños de leche de cabra,
como a las reinas. Como todas, sueña
con la palidez, aunque Paola suele
hundirse en miel.
Loreto es una escalinata estrecha,
un poste eléctrico sin luz, una enredadera
de metal impenetrable.
Suele subir a lo más alto
para volver a caer.
Y volver a subir. Y caer.


Sylvana
perdió un zapato
el día de su veinte cumpleaños.
En su lugar encontró un billete a España
y ahora es compañera de Amanda
en un burdel.
Aquí no hay corsés ni lencería fina como en los años
veinte
Sólo condones baratos y ropa de Pimkie.
Sylvana suena como un cascabel que ha perdido el aire, se restriega como las gatas contra los muebles de madera. Sólo quiere arder, como cualquier otra.
Se despierta entre pelo púbico que no es suyo y se esconde tras una botella de vodka de marca desconocida. Como los condones.
Se retrotrae de frío hasta convertirse en un jirón y se arranca mechones de pelo si la dejan insatisfecha.


Erika
no sabe que como a Amanda, le sobran planes a su poco tiempo.

Erika sustituye su sangre por absenta, por semen su saliva
y logra descambiar cada noche sus pensamientos
por un poco de cocaína.
Erika fue siempre vieja, incluso antes de llegar ya había caducado.
Erika se quiebra siempre que la besan.
Erika muere si Amanda ha llorado.


Ilyena
es virginal cuanto más puta se vuelve.
Pierde la cordura si viste de blanco,
Si fuma negro recupera la cordura, aunque no por mucho tiempo.
Se deja comer por fuera, por dentro,
Todos los sentidos,
Si aún le queda alguno.
Ilyena es dómina cuanto más sumisa se vuelve.
Alguien le cambió el alma en el momento oportuno
Por un puñado de dinero.
Ilyena sólo tiene espíritu cuando viste de blanco.


Elena
busca un padre en cada cliente.
Busca un protector, un educador,
Un confidente.
Busca un abrazo, un apoyo,
Alguien que la valore.
Pero ninguno le da eso.
Ellos sólo buscan sexo.
Se aburre, se cansa de decir “no” a ciertas cosas,
Los abandona.
Cada vez se siente más sola, más desprotegida,
Menos querida.
Hasta que vuelve otro con una carta de amor
Y una sonrisa.


Cristina
se recoge el pelo con mil horquillas
Que parecen tirar de su mente,
De su cerebro,
hasta provocarle aneurisma.
Cristina aspira a ser contorsionista,
Aspira a poder plegar su cuerpo
hasta poder esconderse y estar
al acecho. Cristina, como Erika, fue mayor
de edad
mucho antes de que practicar sexo con ella
entrara dentro de la legalidad.



Lucía
corrompe su pelo en mil envidias,
Sus ojos en mil rencores
Se tiñen de rojo, como cada hebra de su pelo.
Sus labios, también carmín,
Son la ira más pura, siendo ella
Siempre
La más puta
De las que habitan el burdel.


Mercedes
tuvo lo que quiso
Cuando vivía en Ecuador,
Pero un día el narcotráfico no jugó a su favor.
Mercedes es una pelota de pimpón.
Los clientes son palas, sólo causan dolor.
Mercedes tuvo lo que quiso,
Ahora lo que tiene es para consumo propio.
Su cuerpo un instrumento de intercambio,
Una moneda que ha perdido su troquelado.



Valeria
es, sin duda,
La única que merece la pena.
Tuvo un novio porque la compró.
La quiso tanto que un día ella
Escapó.
Decidió flotar como un fantasma,
A lo largo de toda la avenida,
Poco a poco fue perdiendo fuerza, hasta rozar sus pies contra la acera y estigmatizarse como una santa.
Frente, cuello,
Pies y manos.
Valeria no necesitaba,
Como lo necesitaba Ilyena,
Travestir su alma de blanco.
Ni como Merecedes, fumar cocaína
Para recuperar su vida.

Valeria también perdió un zapato, fue alambre de espino y ahora es un rosal silvestre,
Cubierto de pájaros.
Valeria nació para ser poetisa
Leía versos de Lorca
Aunque sus clientes no lo pedían.
Valeria no tragaba el humo al fumar,
Y sus ojos se alimentaban de sal,
Y sus labios,
de polla rancia.

Valeria era niña, cuanto más se lo pedían.
Valeria era la calma,
La efervescencia en un vaso de agua,
Valeria era pureza cuanto más se enjuagaba
De agua bendita en cada baño de hostal.
Como si fuera un acetre
Actualiza su alma
En sucios retretes.

La puta a la que quise,
La que se fue,
La que compré,
La que lloré
Y aún lloro

La puta a quien por quererla mandé al infierno.

martes, 9 de diciembre de 2008

Fuera de lugar (Mandy goes to med school...)



Cuando éramos jóvenes, mucho más que ahora, si es que ahora lo seguimos siendo, encontramos un gato muerto en el patio del colegio. Su estado se asemejaba al que mi gato tendría si, en lugar de hacer caso a mi abuela, le hubiera tenido en brazos mucho tiempo cuando era pequeño. Entecado, eso es. El estado de aquel gato muerto. Su hocico, tan seco, deforme y arrugado como un chicle de fresa, como aquellos malísimos chicles de fresa que venían envueltos en pegatinas de Compañeros, los Pokemon o alguna película de la época como Anastasia o Titanic. Esos chicles tan duros, tan rosas, que costaban cinco pesetas y que la Mari nos solía fiar. Me debes cinco pesetas, decía la muy tacaña. La Mari tenía una tienda, que se llamaba “Mari”, en frente del colegio. En el letrero ponía “Librería Mari”, pero la verdad es que aquella mujer vendía de todo menos libros. Vendía, sobre todo, peonzas, tiras, chicles y meones. El hocico de aquel gato era así, como uno de aquellos chicles que plagaban el suelo del porche donde nos apretábamos cuando llovía, donde un día encontramos un preservativo (profiláctico, condón) usado. Recuerdo aún, como si fuera ayer, llegar muy pronto una tarde, a propósito, para sentarme en los escalones del porche y estar con Adrián, que me llevaba tres años y siempre iba pronto porque no le aguantaban en casa. Adrián me dijo: hay un condón ahí. Yo no tenía edad para saber de su existencia y cuando lo vi, ahí tirado, lleno de una sustancia asquerosamente pegajosa le miré y me reí, y aunque no tuviera edad de saber muchas cosas, pensé, como haría hasta hace relativamente pocos años: por qué coño no me besas. Y él me dijo: Eso es lefa, pero no le digas a nadie que te lo he dicho yo. Y me quedé mirando aquel trozo de goma ennegrecida, putrefacta y aquel contenido pringoso cuyo nombre me había sido desvelado como un secreto.
Seguro, dijo Paula, que lo ha matado Adrián. Metió sus manos de niña en la bolsa de risketos sin quitar la vista del gato muerto, y se tiñó las uñas de un naranja radiactivo, como las mías. El gato, que en su día debió de ser pardo pero ahora apenas tenía pelo y la carne que dejaba ver era de un tono tan pálido como la plastilina morada cuando se seca, tenía los ojos abiertos hacia el poste de la luz donde Paula, Sara, Lidia y yo escribimos nuestros nombres con boli bic, y por su boca desdentada entraba un sarmiento que salía por un orificio rosado y prominente. El sarmiento, como parte del animal, como un rabo rígido, manchado de coágulos de sangre. Y su rabo, el natural, sin pelo, desollado, partido en dos. Bajo él mala hierba. La mala hierba de siempre, reseca, amarilla a veces, embarrada casi siempre; sobre la cual jugaban al fútbol los chicos, que siempre nos decían quitaros de en medio cuando nosotras pintábamos en el poste, ignorando que el único fuera de lugar en aquel patio era ese: el poste de la luz donde, seguro, aún siguen impolutos nuestros nombres.

domingo, 7 de diciembre de 2008

GRaN FIESTa DE PRESENTaCIÓN JaMaIS VU!


aviso importante:

fiesta de presentación del fanzine independiente Jamais Vu!


Café Maltés (Bretón de los Herreros, 62 Logroño)

19.12.08 a las 21:30 horas.




Sobra decir que esta´is todos invitados/obligados a venir...

viernes, 5 de diciembre de 2008

Entre líneas

Veo mis dos líneas amarillas deslizarse…

Ella me gusta ahí sentada con su pelo aloque despeinado,

porque me está mirando a la espera de entrar en el baño.

Y desaparece tras mis líneas amarillas, dedicándome una sonrisa.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Generación Bloguer es...

...la Primera Generación de Poetas a caballo entre los medios impresos en papel y las herramientas digitales de Internet.

La manera de recogerse el pelo. Generación Bloguer

Antología de David González, donde recoge 13 poemas de 13 poetisas españolas contemporáneas y que será editada el año que viene por Bartleby Editores.


Soy la primera en gritar que estoy harta (hartísima) de tanta antología de poetisas, de literatura escrita por mujeres. Que si las pandoras, las rusas... Como si nos tuvieran que dar de comer aparte. Míralas que monas, que escriben. Bueno, pues lo dicho, que estaba harta y así lo hice constar en el blog de Xen.
Pero... qué ilusión me ha hecho encontrarme esta mañana con esto:

lunes, 1 de diciembre de 2008

Russian Red, One little plane y Choke...

Viernes: One Little Plane y Russian Red en Sala Borja (Valladolid).

Muchos flequillos a un lado, corbatas, gorros y gafas de pasta… Es la fiesta de los maniquíes.

Lo único auténtico ahí dentro fueron Russian Red y One Little Plane y la actitud tímida y natural de las cantantes.

Creo que estoy exagerando y generalizando demasiado. Volvamos a empezar…


One little plane no interpretaron canciones: crearon un ambiente casi onírico con su música. Un sueño al que nos adentramos desde Rise. Y cuando Kathryn se equivocó en una canción, dio pataditas en el suelo como una niña y volvió a empezar colorada, me enamoró.

Y qué decir de la actuación de Russian Red…

Cuando logró ponernos la piel de gallina al versionar el tema “Llorando” (aunque ella lo interpretó en inglés). Sí, “Llorando”, la canción de una de las escenas más perturbadoras e inquietantes del cine.

Cuando se ruborizó por no acordarse de la letra y el soplapollas de turno encendió de pronto todas las luces, dejando ver el rostro sonrojado de Lourdes, que literalmente salió corriendo del escenario como si con las luces una fuerza superior hubiera gritado SILENCIO y todo aquel sueño se hubiera roto por completo (como en Mulholland Drive), todos volvimos a la realidad, el vello dejó de estar tenso y salimos a la calle para descubrir que seguía siendo noviembre y no había dejado de llover.

Sábado: Asfixia.

Para una (amante) lectora de Palahniuk como yo, la adaptación cinematográfica de Asfixia resulta bastante light, pero no por ello floja ni mediocre. La verdad es que la película de Clark Gregg es fresca, divertida y cuenta con las destacables interpretaciones de Sam Rockwell y Anjelica Huston.

Sí son mediocres, todo hay que decirlo, los flashbacks. En la novela de Palahniuk la infancia del protagonista se presenta como una historia paralela a la trama principal, siendo bastante importante para entender la forma de ser y actuar de Victor. Pero en la película el pasado queda bastante desdibujado, convertido en simples flashbacks que se abren y se cierran de una forma bastante cutrecilla.

La única conclusión que puedo sacar es que fui con los prejuicios propios de quien se espera una adaptación cien por cien fidedigna de uno de sus libros favoritos. Esos prejuicios que a lo largo de la hora y media que dura el film hacen que te preguntes por qué han desechado ciertas partes, por qué han incluido otras y por qué han suavizado tanto el final. ¿”Metedura de mano” del productor? Seguramente.

Pero bueno, la verdad es que salí bastante contenta del cine. Tal vez tuvo que ver que en la escena final sonara Reckoner (¿y cuándo no dejan buen sabor de boca Radiohead?)

Sólo os digo una cosa: Si no os habéis leído el libro, hacedlo después de ver la película. Os gustará mucho más. Y digo mucho más porque, al menos en mi caso, me gustó bastante, y creo que a todo aquel que se ha leído el libro también va a parecerle buena, sobre todo si deja los prejuicios y el recuerdo de las grandes descripciones de Palahniuk en la puerta del cine.

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