Johnny es un joven que vuelve de la I Guerra Mundial convertido en el contenedor de su propia mente.
La película comienza con una voz en off que va diciendo lo siguiente mientras el personal sanitario ingresa en el hospital a un individuo totalmente cubierto:
Aunque el cerebelo sigue permitiendo movimientos físicos limitados, tales movimientos no significan nada. Si los actos corporales son violentos y se repiten de forma persistente, deberán tratarse como espasmos musculares reflejos, es decir, con tranquilizantes.
El cerebro ha sufrido lesiones graves e irreparables. De no estar seguro de esto no le hubiera permitido seguir viviendo.
Su existencia no tiene justificación si no es como estudio para ayudar a otros. Cuídenle como si él se enterase de lo que le están haciendo y sintiera el dolor.
El personal sanitario debe recordar que la atención médica prohíbe permitirse toda debilidad sentimental respecto al paciente. Eviten tal debilidad recordando que a un individuo sin cerebro le es imposible tener dolor, placer, recuerdos, sueños o pensamientos de ningún género. Por tanto este joven estará tan carente de emociones y de ideas como lo están los muertos hasta el día que se reúna con ellos.
Pero Johnny sí piensa y recuerda.
En su libro Filosofía de la psicología, Volker Gadenne dice que la diferencia principal que hay entre las personas y el resto de seres, es que las primeras tienen la propiedad de sentirse de alguna manera y de poder referirse mentalmente a otra cosa fuera de sí mismas.
Johnny se crea su propio mundo, compuesto de recuerdos y sueños. Sin brazos, sin piernas, sin rostro, es incapaz de comunicarse con los demás. No puede desahogarse gritando, porque carece de lengua (y de mandíbula), no puede comunicarse con la mirada porque la guerra le ha despojado de ojos.
La angustia de Johnny se acentúa más aún cuando descubre que al hacer la única acción que su estado le permite: mover la cabeza, los médicos le inyectan tranquilizantes pues interpretan tales movimientos como impulsos musculares.
Ilustración: Tudel.
Creo que había algo parecido. No lo he mirado, pero creo que se llama "Síndrome del hombre prisionero". Creo que era algo parecido a lo de Johny, una conciencia encerrada en un cuerpo totalmente inútil. No dejan de pensar, de tener consciencia, pero no pueden hacer nada. Debe ser como una condena al Infierno en vida, algo así como ese maleficio del folclore que convertía a las personas en árboles. Debe de ser terrible.
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