lunes, 27 de septiembre de 2010

Conciertazo Doble en Café Teatro

by Óscar R. Cardeñosa
Marta Tchai en todo su esplendor con unos tacones estupendos.


Podéis escuchar a Marta Tchai aquí: http://www.myspace.com/martatchai Atención a Taxi Dorado.

A Sharon Bates, here: http://www.myspace.com/sharonbates Atención a la Tercera Guerra Mundial. Lalalalalala....

Muah!




Green Tea After Lunch

Para cuando vuelvo del baño, Elena ya le ha echado canela al batido de vainilla. Ver a Elena tomarse un batido de vainilla con canela me devuelve a la realidad. Que veintidós años sí son años y fumar ni siquiera tiene ya ningún aquel. La lima en el vodka sin marca, para qué. Por no mencionar las noches recopilando céntimos hasta del suelo para entrar al puto Concept. Leti espera una beca para irse a Italia. Me dice, “Capulla, tú te vas a Iowa, sí o sí”. Me obliga a irme. Me pregunta su padre si sigo por Salamanca y le respondo que sí. Valladolid, papa, apunta ella. Da igual. Marta mece a Gracia, ésta sonríe. Me habla de cosas que se me escapan. La última oferta en el Eroski de pañales. La ropa en Zara niños no es tan barata como parece. Leti mete la última maleta al coche. Cada vez que te vas es como si te fueras de casa, le dice su madre. Los antiguos amigos que nos encontramos por la calle son tan desconocidos que me da apuro hasta levantar la mirada para saludar.

Elena y yo, en otros tiempos, con un montón de gente de la que no me acuerdo ni de la mitad, semitiradas por el suelo.

Las fiestas ya no me gustan. Veo pasar a las peñas y me lleno de tristeza. Suena con eco el Paquito Chocolatero desde lejos. Barón Rojo en la plaza del Ayuntamiento. La Laurel a tope, como siempre. Alguien se pregunta por qué la gente sólo toma esa actitud en fiestas y no la extiende hacia el resto del año. No me parece nada tan diferente, en realidad. Hace seis años también estábamos en las escaleras del portal de Leti. Entraban, saludaban, salían y se despedían exactamente los mismos vecinos.  

Leti visiblemente decepcionada por lo que le regalamos en su 16 cumpleaños.

Nosotras ya somos viejas, dice Elena riéndose. Gracia se ha quedado dormida, Marta puede tomarse el café más tranquila. En la mesa de al lado hay una chica que me recuerda a Elisa, una antiquísima amiga de la infancia. Estoy tan segura de que es ella que hasta me da miedo levantar la mirada. Me avergüenza lo que soy. En la pared de la cocina he apuntado: Green Tea After Lunch. Té verde después de cada comida, para matar a esas perras desde dentro. Pero como siempre, no he cumplido mi promesa porque a mí nunca me he hecho ningún caso. Tenía una incipiente muela del juicio en la parte inferior izquierda de la boca. Un piquito blanco de nada que asomaba tratando de llevarse bien conmigo. Cada cierto tiempo sin dar señales de vida, me dolía un poco. Nada comparable a las historias para no dormir que me han contado sobre las muelas del juicio. La semana pasada fui al dentista y me la saqué aunque aún no se vislumbraba de ella más que un mísero punto blanco. Al ver cómo pasaban el hilo, me acordé de una escena horrorosa de la peli no menos horrorosa de los zombis nazis o los nazis zombis. También me acordé un poco de Jeppers Creepers, o como se escriba, y me temblaron las piernas como a una gilipollas. Un amigo me envía una solicitud para que me una a un grupo del Facebook: NECESITAMOS 50.000 FIRMAS CONTRA EL ABORTO PARA LA ONU. Y pienso que no podría habérmelo enviado en un momento más oportuno


viernes, 24 de septiembre de 2010

despropósito cadáver

A continuación un engendro realizado por Aitor Cuervo Taboada y una servidora. Se trata de un diálogo delirante en rima asonante nacido en los muros del Tuenti.


Me dices que fornicando yo nací
mas engendrome por un fornicio
será que mi gemelo murió al salir
y yo nací virgen y sin oficio.

Pasaron los años y deprisa crecí
me amarré al mástil del pecado y del vicio
será que en los ojos de la noche me perdí
y del niño que fui no queda resquicio
.

En un purgatorio de alcohol yo me vi
en brazos de hombres sin deseos limpios
que sacaron siempre lo peor de mí.

De las mujeres lo mismo no puedo decir
me dejaron cumplir sueños impíos
me quisieron y dieron calor a mis fríos.






Salto


A Pat, que recuperó estas palabras de mi moleskine.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Prólogo para el Ego Pervertum de José Manuel Vara

Lewis Carroll con Alicia. Extraído de aquí.



Ey, Alicia, ¿por qué huyes? ¿Qué crees que encontrarás a través del espejo? No creas que puedes escapar de los recuerdos. Recuerda que soy capaz de ver a través de la piel y desde aquí aún puedo ver en tus ojos el color del miedo. Tu cuerpo repleto de monstruos. Se te pegan como sanguijuelas. ¿Sientes cómo absorben tu vida?

Ey, Alicia, ¿sabes cómo llamo yo a tu trastorno? Carcoma emocional. Escucha bien dentro de tu cabeza. ¿La oyes roer? Ávida de recuerdos vergonzosos te corroe. ¿Crees que podrás huir de lo que fuiste? Por mucho que corras tu conciencia gritará “Soy culpable”. Tu alma ya está demasiado sucia como para poder sobrevivir con dignidad a la muerte. Ey, Alicia, sabes bien qué ocurrirá cuando termines. Despertarás en un charco de podredumbre. Te mirarás al otro lado del espejo y lo comprenderás por fin:  que el demonio eres tú y el sueño de ser Erika habrá terminado.

Bajo la luz naranja del eterno domingo de resurrección te verás desnuda y sola, condenada por tu deseo. Torturada por los recuerdos, aún, a pesar de todo. Ansiando desde lo más profundo de tu ser volver a ser carne para disfrutar del sexo más violento.
Ego pervertum. Tú. Alicia. Verás pasar al conejo con su enorme reloj, y en tu angustia sin final sabrás que el tiempo ya no tiene sentido.

La luz naranja se apagará, y, en las sombras, demonio inmoral, te ocultarás pariendo cientos de los tuyos. Cientos de demonios interiores que habrán de torturarte por siempre jamás sin que tú puedas repudiarlos. Porque ante todo aún temes la soledad tanto como a ti misma.
Ey, Alicia, date la vuelta y ven conmigo.
No temas.
Papá cuidará de ti.

Adriana Bañares.  

martes, 21 de septiembre de 2010

En esta noche de clara luna, los poetas por mí...

Publicado en el número 9 de Groenlandia.
http://www.scribd.com/doc/37866479/Groenlandia-Nueve-Final






Y siento que el asco me condiciona / me siento como una traidora, una ramera mentirosa
No quiero nunca más volver a veros / sois la viva estampa del deseo, que se ha vuelto un embustero
Carlos Ann.

En esta noche de clara luna, los poetas por mí que se den a la tuna.

¿Hoy tampoco vas a preguntarme qué tal me ha ido el día? Ni siquiera te lo preguntarás. Ya ni te acuerdas. No, no pasa nada. Voy a quedarme esta noche también, aunque hoy no voy a solicitar la ayuda de la televisión ni de Internet para mantenerme despierta. Hoy voy a quedarme sola con los remordimientos, y te escribiré – te escribo – para contarte qué he hecho. Lo que no tengo muy claro aún es si seré capaz de enviarte esta carta. Ya me conoces. Les he dejado solos. Solos y lejos. Donde no puedas encontrarlos jamás. Aunque, ya sabes, conmigo estas cosas… quizá antes de terminar esta carta o este año me dé por confesártelo, aunque no es ese el objetivo principal. Pero ante todo quiero que me entiendas. Me aburrían demasiado. Estaba sometida a una presión terrible. Con ellos era todo muy complicado, o demasiado sencillo. Para mí los términos que utilicemos ya no tienen el menor sentido porque ya no sé diferenciar lo falaz de lo cierto. ¿Entiendes a qué me refiero? Seguro que sí, siempre has sido muy listo. Yo no era muy de llevar cuadernos en el bolso. Me parecía de una pedantería suprema llevar con uno mismo un barato cuaderno del bazar chino y mostrarlo al resto como si fuese un catálogo del artista que se supone que cada cual lleva dentro. No sé si me explico. La cuestión: pedantería. Estaba muy harta de encontrármelos en todos los bares, mostrando rimas, versos matematizados con calzador, dibujos fríos, tantas páginas inexpresivas y todos chupándose las pollas mutuamente. Muchas veces me distraía mirando puntos estratégicos del bar en cuestión y pidiendo más y más cañas. Muchas veces, la mayoría de ellas, para ser sincera, dejaba que me invitara alguno de esos poetas. Ya me conoces, siempre he tenido un deje meretricio. Aunque ambos sabemos cuantísimo repudio el contacto físico. Pero eso ellos no lo saben, así que a callar y al tema. Cuando me han pedido dedicarles algún texto, he callado y he dedicado. Con cariño para Equis. Otras veces me han dejado ellos sus cuadernos y han manchado el mío con sus estúpidos versos y sus simplísimos dibujos. Estética naif dicen. Que les den por saco. Hasta un niño podría dibujarlos. Yo, a escribir y a callar. Posmoderna, distante y fría, clavando en sus hojas palabras, versos, frases, lo que fuere, sin pensar ni dándole la más mínima importancia, a un texto que prevalecerá el tiempo que él estime oportuno, en su moleskine, donde guarda sus poemas estratégicamente pasados a limpio con el deje, la puntillita, la mota de polvo exacta que haga parecer que están escritos ahí directamente. Tonterías aparte, de mi texto mi mente no guardara´ estela alguna de recuerdo.

Mis prosas, mis versos, mis dibujos. Nada de lo que yo haga es ni será mejor ni peor que lo de ellos. Pero alguien alguna vez diría que lo mío es diferente, visceral, realmente bueno. Eso basta para que el mundo literario caiga rendido a los pies de uno. Eso no está tan mal si sabes manejarlo. Pero yo soy débil, ya me conoces. Me dices que me estoy mareando y me mareo. Me dices que te quiero y lo abandono todo por ti. Me dices que escribo bien y me creo mejor que toda esta cuadrilla de escritores malditos de las mismísimas pelotas.
Lo que me ha pasado es que he terminado muy harta ya. Desde fuera no sé qué parece. Puede que parezcamos amigos y confidentes, pero en realidad no somos nada de eso. Nos envidiamos tanto. Todos queremos escribir como el otro, dibujar como el otro, hablar, cantar, hasta el color y el corte de pelo… todo causa estragos en nuestro ego. Somos enemigos en potencia y sucios competidores en acto. Pero lo que realmente quieren esos poetas, ya lo sabrás bien, - siempre te has considerado uno de ellos - es follarnos. Todos los poetas que he conocido a lo largo de mi vida. Ellos, ellas, todos. Han venido a contarme estupideces. Todos me han citado a no sé quién. El mundo se divide en dos: los que han amado de verdad y los que no. Todos me han confesado ser sensibles y románticos. Todos han sido atentos. Me han querido prometer el cielo y la tierra. Pero a la hora de verdad, cuando descubren por dónde me paso sus versos, sus trazos, su música, sus cortos, etc. si te he visto no me acuerdo. A los artistas no les hurgues en el ego, que les duele. Al final resulta asqueroso. El sexo con poetas siempre duele.

Empecé mintiendo. Como siempre, ya me conoces. Al final opté por poner la tele. Te parecerá estúpido, pero he pasado miedo. Me pareció escuchar sus gritos. Ya sabes cómo es esta casa: el pasillo es demasiado largo y estrecho. Intenté subir el volumen de la música, pero eso no hizo sino empeorar las cosas. Espera que me ría nerviosamente. Ya está. 

sábado, 18 de septiembre de 2010

Piense en su vecino: él no lo haría

Lo que soy según los otros.
Palabra del rumor.
Te rogamos, óyenos. 


 Abolir el suicidio. Abolir el suicidio. Votos a favor de abolir el suicidio. Por favor, voten en contra. Opóngase al sucio oficio de morir antes de tiempo. A quién le importa la vida de uno más que a los demás. No me venga a hablar del derecho de uno mismo. Usted no es dueño de su cuerpo. La vida de los otros es la suya propia y la que tiene dentro sólo son desgracias llamadas a ser
nuestro mejor entretenimiento.

martes, 14 de septiembre de 2010

Symmetry Of Empty Space




Valladolid es una ciudad desoladora. Supongo que, llegado un momento, todas las ciudades lo son. El primer año que viví en Logroño me llamaba la atención que no se viera a nadie en la calle a partir de las diez de la noche. Con el tiempo se aprende a mirar y se descubren personas con maletas de madrugada, yendo o viniendo de la estación de autobuses.

El domingo fui a casa de Pat, porque ya no vivimos juntas, aunque sí cerca, y vimos “Los Mundos de Coraline” porque “¡no me puedo creer que no la hayas visto!”. Algo así me dijo el año pasado antes de ver “Corre Lola, Corre”. Pensé en la desolación después, de vuelta a casa. La desolación iba más allá. Se habían terminado las fiestas. Unas fiestas de las que, como todos los años, no he sido muy consciente. La razón que me lleva a estar en Valladolid en septiembre no es otra que los exámenes. Septiembre es tierra de nadie, una ciudad pasada la semana de fiestas. Una nueva habitación o un nuevo piso. Y, como siempre, las decisiones a última hora. Salimos cualquier día. Periodo de entreguerras entre examen y examen y por la calle alguien grita que son días de fiesta. Un pincho, una caña, en cualquier caseta. Pero los temas de conversación no tienen que ver con ningún tipo de celebración. Incomodidad. Hablar de trabajo, estudios, becas, proyectos. Stop.

Volver a casa y el silencio. En las calles y en mi piso. Los propósitos para el nuevo curso. ¿Adelgazar? No fumar, no beber, ser constante, ir a clase to-dos-los-dí-as. Acudir a las tutorías, a ese tú a tú forzado del explíquemelo otra vez. Tócala otra vez, Sam. A ese no sé cómo decirte ya que estoy hasta la polla de Descartes, Kant y su puta madre. Pero sobre todo harta de Popper, Kuhn, Frege, Russell y aún más de todos los medievales. A ese quiero terminar de una puta vez pero se me hace interminable. Así que barajamos las opciones. Todo esto sin haber mirado una sola nota. Manías. Alargar la agonía de la incertidumbre hasta el día en que se abra el plazo de matrícula. Para no tener ya nada que hacer. Para no tener que suplicar un medio o un punto entero más, ni tener que admitir que fue un error elegir esta carrera. Tener que admitirlo otra vez. Tener que decir que pese a lo poco o nada que me puede interesar la lógica, y lo muchísimo menos que me puede llegar a gustar tener que volver a cursar, otra vez, las mismas clases de filosofía medieval y moderna, con sus mismos profesores, sus mismas caras, sus mismos gestos, y los mismos pero con otras caras alumnos que levantan la mano y preguntan y responden y replican tontamente y citan a multitud de autores, y aburren hasta hartar, una y otra vez, una y otra vez, las mismas historias, desde bachillerato y hasta el infinito, siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo, San Agustín, Santo Tomás, Abelardo, Escoto, blah, blah blah. Siempre lo mismo pero peor, con menos ganas, con la motivación de primero deprimida y por los suelos. Harta de estudiar Filosofía y sin mirar siquiera las notas de este septiembre intento decidir, con el miedo aún en el cuerpo —lo mucho que me aterran las muñecas de trapo— en la desolación de una ciudad a la que se le ha acabado el tiempo de recreo, en qué matricularme este año. ¿Me matriculo en quinto o me dedico a limpiar el primer ciclo?

Oigo latir en el bolso “El Sofá de los Valientes”, de Bolo, y me acuerdo del pasado 10 de septiembre en el sur del sur de Madrid, como me dijo Nacho. De cualquier manera, pensar en Valladolid como un espacio vacío me remonta a Madrid, y por un momento creo que sé qué quiero pero no puedo moverme de aquí. Es lo que hay. Valladolid es esa estación de mis últimos sueños. Esa estación a la que nunca llego a tiempo o donde no me quieren vender billete a ningún sitio. Todas las noches entro a un vagón de tren que se cierra antes de tiempo. Nadie de los que están a bordo sabe cuál es el destino. Todas las mañanas despierto con miedo. El miedo a no poder salir. El miedo a tener que volver cada vez de nuevo a casa. El miedo a volver a repetir los mismos patrones. Una y otra, y otra, y otra vez. A la oscuridad, al eventual “se ha detectado una amenaza” del antivirus de turno. El antivirus, el retroviral, la droguita de turno que nos da seguridad ante el peligro. Qué divertido. A sentarme, otra vez, ante los mismos apuntes de junio, pero con muchísimas menos ganas, para el último examen de la temporada. ¿Me matriculo en quinto o me dedico a limpiar el primer ciclo? Limpiar el primer ciclo. Qué bien suena, qué apropiado. Limpiar. Dejarlo todo limpio antes de marchar. A otra carrera, a otra ciudad, a otro país. Pero no volver ni quedarse esperando.
Este año tiene que ser el último. Anótalo como propósito —como único propósito— de nuevo curso. 
Este va–a–ser–el–último.

P.D.: El jueves tengo una entrevista de trabajo.


martes, 7 de septiembre de 2010

Poesía en el Borde



Pues eso. Empieza el curso, empieza la vida. Después de dos meses estudiando y tocándome el haba a partes iguales, volveeeeemos a los bares


La próxima cita sera´ el 10 de Septiembre con Baco, Voltios, BoloAntonio Díez, Martaerre Sobrecueva y Jofre en Fuenlabrada

:)
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