miércoles, 31 de diciembre de 2014

Bye-bye 2014

January Git by Gilbert O'Sullivan on Grooveshark

Pues porque se tiene que terminar, y punto. No nos vayamos a volver locos ahora. 

Vuelvo al blog esta noche porque me siento un poco en la obligación moral (¿en serio he dicho esto?) de volver antes de que se acabe el año. Como volver a casa por navidad. Como tener que escribir una despedida, como tener que hacer recuento y propósitos para lo que viene. Pues ya ves. Para mí es un poco absurdo, la verdad, verme aquí, en esta tesitura. Sí, porque para mí está claro que los ciclos empiezan y terminan en septiembre. Está clarísimo. Pero en septiembre no se celebra nada. O, bueno, igual sí. Quiero decir. En Logroño se celebra San Mateo en septiembre. Y tal vez por eso tiendo a vivir esas fiestas con una tristeza inusual, entre bares llenos y fuegos artificiales. En especial este año. Qué tristeza tan enorme en septiembre. Pero es lo que tiene el final del verano también y el principio del frío. Es como un anochecer en letargo, y bueno, los anocheceres y las tardes de domingo. ¿Sabes lo que quiero decir? Ese naranja. Que me da toda la rabia citar a estas alturas a Foster Wallace. Ahora que a nadie le gusta, que está tan mal visto. Como si digo que me gustan (aún, a dónde vas, ¿no?) Vetusta Morla. Qué insensatez, y tú te haces llamar poeta, y etcétera. Pero sí, bueno, decía él en La broma infinita que... un momento, no. No, lo que él decía es que los sentimientos profundos son de un vago rosado. Vale, entonces me libro de citar a Foster Wallace, claro, porque para mí la nostalgia, la resaca y los finales son naranjas, como las tardes de domingo. Ahora sí que soy poeta, claro, ahora que me cito a mí misma. 

La ansiedad también me parece naranja. Va un poco con eso la cosa de las tardes de domingo. Siempre que digo "tarde de domingo" me viene a la cabeza una imagen. Somos tres amigas en el patio del colegio de Baños. Como en Baños no había parque, entrábamos al patio del colegio los fines de semana. Y estábamos en la parte donde aparcaban los coches los profesores. Llamarlo aparcamiento me parece excesivo. Pero claro, los domingos no había coches. Era una pequeña explanada de cemento, sin más. Y ahí nos quedábamos, jugando a alguna tontería, o haciendo de los juegos una tontería mientras nos hacíamos mayores y aparcábamos la goma de saltar para hablar de tonterías propias de la edad. Y era domingo, a lo que iba, y estábamos ahí mientras el cielo se iba poniendo naranja y sabíamos que ya estaba. Ya está, tenemos que volver a casa, para volver mañana aquí. Era una tristeza rara, era una tristeza hermosa.

Septiembre es naranja por completo, y el número siete es verde Spotify. Digo verde Spotify porque veo el logo en la pantalla y es el verde que me parece que mejor le va al número siete. Pero me estoy saliendo de foco. Un momento.

La cosa es que no sé muy bien qué termina ahora. Se termina mi contrato en el curro donde estoy ahora, por ejemplo, dentro de diez días. Me preocupa quedarme sin dinero y tener que volver a casa, claro, pero confío —y sé, porque lo sé y lo quiero— en encontrar otro trabajo para poder quedarme aquí en Madrid. Porque aquí soy feliz, y eso es una cosa muy seria.

¿Sabes cómo empecé el 2014?
No, da igual. Olvida esta pregunta. Lo importante es cómo lo termino. He cerrado la tienda online de La Plaquette.

Si no sabes de qué te hablo, no te preocupes: te lo voy a contar igual.

Empecé el 2014 en casa de Adriá, porque Adriá estaba enfermo y no iba a salir. Así que fui a su casa después de cenar con mi madre y nos pusimos a ver vídeos tontos de Youtube hasta que se hizo tarde y volví a casa. La gente aún seguía de fiesta, claro. Así es la vida. Tú te vas, y la gente sigue. Me desvío, perdona.

La cosa es que yo en enero tenía una librería que abrí en noviembre. El 3 de enero ya tenía organizado un evento en la librería, y se llenó, en serio. Presentamos Deshielo y ascensión, de Álvaro Cortina Urdampilleta a mediodía. Cuando estaba preparando la presentación, me sorprendió alguien con un regalo: mi perfume favorito de todos los tiempos: Hugo Deep Red. Por la tarde, esa misma persona me escribió un mensaje súper largo por Facebook, que no leí porque me dio la risa sabiendo lo que me estaba diciendo. Mi respuesta fue: Ok, chao :) 
Me río porque me da risa cuando se trata de terminar algo que no ha empezado. ¿A qué viene el drama cuando no han habido sentimientos? Es absurdo. Cuando no ha habido nada, quiero decir. Si una cosa no ha empezado, no puede terminar, pero más absurdo aún es tratar de dotar de un fingido sentimentalismo esa despedida. Es una mera interpretación, ¿sabes lo que te quiero decir? No siento nada, pero quiero sentir. Quiero forzarme a sentir. Quiero que esto sea real, y por eso lo pongo por escrito. Y si es posible hacerte daño, para hacerlo más real. Pero conmigo eso no funciona porque soy incapaz de tomarme nada en serio cuando no estoy enamorada. 

Y ahí estaba yo. Había montado una librería en Logroño, organizaba eventos todas las semanas, pedía libros, los devolvía, vendía algo, yo qué sé. Lo que viene siendo un negocio pequeño. Salir de casa con vestidos cortos, botas altas, boina, el MP3 a tope, abrir, subir la persiana, sentirme a salvo: Joder, esta es mi casa, esto es mío porque yo lo he construido. Joder. Y si no funciona, se cierra. Y no hay drama. Porque las cosas se acaban y se tienen que acabar. Ponía el disco Himself de Gilbert O'Sullivan y nadie me podía tocar. Te lo prometo.

Te lo juro, siempre he vivido de alquiler.

Y ahora qué hacemos. Lloraba a veces, claro, y escribía mequieromorir por todos los papeles, porque aún estaba enamorada (ay, amigo, claro que estaba enamorada). Y así llegó febrero y volvió el amor después de un bloqueo emocional de cinco meses. Ey, sí, habéis contado bien: desde septiembre. 

En junio decidí cerrar la librería. 

¿Por qué cerraste la librería?

La parte terrenal: no se vendía tanto como para afrontar los gastos del alquiler, de la cuota de autónomos, de la declaración trimestral, y pagar a las distribuidoras, las editoriales y los gins tonics. No me daba. 

La parte emocional: estaba cansada de organizar eventos para que no viniera nadie. Estaba cansada de buscar en Logroño algo que me motivara a seguir haciendo algo por esa ciudad. Soy una hija de puta hablando así, lo sé. Pero estaba cansada de forzar esa relación con Logroño. Ah, amigo, sí, vuelvo a lo mismo de antes. Es una relación estéril, pero quieres forzarla para que sea real. Ponerlo por escrito o hacer carteles y ponerlos por ahí. Para hacerlo real. Para decir: Logroño, confío en ti y te amo, estamos juntos en esto. 

Pero yo no me despedí de Logroño. Simplemente tenía que salir de allí. 

Porque no tengo paciencia. Podría haber aguantado el año, como todo el mundo me decía. Quizá sí. Podría haber considerado las deudas como parte del negocio y no como una vergüenza absoluta. Podría haber insistido más en nuestra relación. Coño, Logroño, mira qué buen rollito con el bueno de Gilbert en el plato, con Pshychedelic Furs y con Fleetwood Mac, por supuesto, porque aún seguía latente la fiebre American Horror Story: Coven entre las jovencitas seguidoras de la serie y fans de Escandar Algeet, Elvira Sastre e Irene X. Oh, yes, darlings.

Pero yo no tengo paciencia. Y si las cosas no funcionan, digo hasta luego, como Cher en Sirenas. Y saldo las deudas, recojo y cierro con la misma determinación (¿y podemos decir aquí valentía?) con la que abrí. 

Así que, veamos. 2014, qué rápido y qué intenso has sido. Tantas cosas en tan pocos meses, ¿verdad?
Y no solo por la librería, claro. Ya ves tú. Que también hubo tiempo para el ego y para los círculos. Ay, sí.

Fíjate, que yo en enero de 2014 aparecí en Radio 3, en Hoy empieza todo con Marta Echeverría, hablando de Erosionados. Y, aún es más, y aquí el círculo: en enero de 2014 bajé a Madrid para presentar la antología en La Central de Callao.

Y luego llegó marzo, te mueres, y aparecí en el telediario de TVE en un reportaje sobre blogueras.
Y fuimos a Barcelona (ay, ¡Barcelona!), y estuve muy bien recitando en Pequod. Qué bien, de verdad. Recuerdo ese viaje con tanto cariño. Y cuando volvimos, que yo iba leyendo el libro de Astur en el bus, y no paré de llorar de Calahorra a Logroño.

Y, ojo cuidao, que 2014 termina como EL AÑO EN EL QUE APARECÍ EN INTERVIÚ. Allá por mayo, que era por mayo, cuando hace la caló. 

Posando en La Plaquette, además.




Y qué más. Pues eso, que fue un verano amargo. Un verano de devolver libros, de mover la tienda online por las redes al tiempo que me hartaba más y más y más de las putas redes, de Facebook, del mundillo, de yo
qué
sé.

Y mi miedo y mi ansiedad: a no hacer nada. A decir: volvemos a estar igual que antes, colega. En Logroño, en casa de tu madre, sin trabajo, sin inspiración, además. Porque desde que volví a Logroño en agosto de 2012 me costaba horrores ponerme a escribir algo decente. Mi puta vida.

Y esa tristeza irracional que se me había instalado de una manera tan brutal. ¿Pero de dónde salía toda esa tristeza, por favor? Me ponía a llorar y solo podía preguntarme cuándo
va
a
terminar
esta
tristeza.

En agosto ya estaba triste. Bajé a Madrid a hacer algo. Patty, hagamos algo. Bajo a Madrid y grabo este vídeo con Patty y La Chica Metáfora:




Un viaje exprés de esos que me montaba yo. Y los viajes exprés tienen eso de volver pronto. De volver. Y vuelvo. Es agosto y la tristeza sigue ahí. Intengo volver a emitir Fosfatina, pero no hay nadie que escuche, o eso creo, y además Spreaker va fatal en el portátil viejo, y en el nuevo no hay salida de micro (aloha? ya) y pf, que no estoy motiva y ya está. Óscar Sejas me invita a un evento en un pueblo cerca de Valladolid, y está bien, porque así salgo, leo mis mierdas y paso unos días con Dre en Valladolid. Pero qué tristeza más tonta.

Imagínate. Es agosto y estoy rígida como una tabla. Volvemos a Madrid a finales de mes. Quiero estar bien, pero estoy tensa, y no soy capaz ni de hablar con nadie. Volvemos y tengo cosas que hacer. Demian me va hacer una fotografía para su proyecto Perdidos y esa misma noche recito en el Aleatorio y después J. pincha. Pero yo después de recitar soy un desastre. Me dan ganas de llorar o de vomitar o de morirme. En ese plan, cómo voy a integrarme en la vida de nadie. Cómo me van a querer con esta tristeza absurda y brutal que me atenaza los músculos. Quién.

Para colmo, al día siguiente me encuentro en La Central un ejemplar de la primera tirada de Ánima esquiva y. Bueno, de eso ya hablé aquí: No longer stocked.

La cuestión es que termina agosto y terminan muy mal las cosas con la editorial Origami, con quien saqué mis últimos dos libros y para quienes coordiné la antología Erosionados

El 1 de septiembre, bajé a Madrid (otra vez, cuántas veces en poco tiempo) por una entrevista de trabajo. Después de la entrevista, de la cual salí muy contenta aunque, yo qué sé, luego me fue entrando la inseguridad a medida que me iba acercando a Logroño, Dre me comentó que al parecer Origami me había descatalogado.

Esa misma semana tuve otra entrevista de trabajo en Logroño. Un curro que estaba hecho para mí y por el que parecía que irían a pagarme bastante bien.

J. me preguntó: ¿Y si te cogen en los dos... te quedas en Logroño o te vas a Madrid?

El contrato que me ofrecían para el curro de Madrid era solo de tres meses con pocas prácticamente nulas posibilidades de que se fuera a alargar. El del trabajo de Logroño me aseguraba al menos nueve meses.

Estaba claro que iba a bajar a Madrid porque lo que menos me importaban eran las condiciones. Yo solo necesitaba salir de allí.

Pero, aquí la impaciencia otra vez. No me llamaban. Se me acumuló un dolor en la espalda que me quería morir. Solo era ansiedad, pero no me podía mover a no ser que me tomara un Lexatin. Así que, estaba claro, era el momento perfecto para maquetar La Fanzine #11: El futuro. El futuro, nada menos. Que es la cosa en la que menos he pensado en la vida. Y a ratos bien, muy bien, y a ratos con los nervios que me tiro de los pelos mientras busco curro y descartan todas mis candidaturas. Así que Dre me salva la vida un poco más y me ofrece quedarme unos días en Valladolid. Y fijaos qué impaciencia la mía. Os lo juro, ahora que lo pongo todo por escrito y veo las fechas. Sigue siendo septiembre, joder. Sigue siendo septiembre, hice la entrevista el día 1, y me escriben el 29 para decirme que empiezo a currar el 30. Os juro que septiembre se me hizo más largo que todo el 2014 entero. Así que con la misma maleta con la que bajé a Valladolid, me despido de Dre en la estación y me voy a Madrid, con Patty, con Nares, con Mayte. Todo rodado: tienes que estar en Casa Deliciosa. Y aquí estoy.

Esa es la cuestión.

Y que si septiembre pasó como un año entero sin que apenas pasara nada, estos tres meses en Madrid se han pasado como un suspiro, pero joder qué suspiro. Joder.
Toda la gente que he conocido, la vida que me he hecho aquí, esta felicidad que no me la quita nadie salvo por ese miedo a tener que volver otra vez. 

Que qué me ha hecho Logroño. Nada. No me ha hecho nada. No he tenido ninguna movida, nadie me ha hecho daño. Sencillamente porque nada me duele en Logroño. Es como si estuviera muerta. Las cosas me pasan por encima en Logroño. Nadie me ve en Logroño. No existo. Es una sensación extraña. Ya me tomaré el tiempo algún día de pensar en ello. De dónde viene toda esa tristeza. De dónde viene todo ese rechazo. Lo único que puedo decir es que no puedo estar allí porque no soy feliz allí. Soy feliz aquí.

Aquí, joder, en Madrid. Aquí sí. 


Y es aquí donde me voy a quedar. 




Ah, y eso. Que he cerrado la tienda online de La Plaquette, porque sí, porque se tenía que terminar ya, y punto. A otra cosa.



Feliz 2015.



PD: Sí. Me llamaron para el trabajo en Logroño, al poco de llegar a Madrid. Sí, sí. Y dije no.



miércoles, 17 de diciembre de 2014

Mañana recito


¿Pero habéis visto qué cartel más bonito se ha currado Sylvia Fdez para el evento de mañana?

What is It. 

Se pre-presenta el fanzine El ciudadano del desierto, y allí que estaremos unos cuantos recitando y celebrando el nacimiento. Batania, Paco Sevilla, Sergio Escribano, Javier Gonzalo, Álvaro Lorite y yo, como bien habréis intuido al ver que hablo en primera personal del plural.

Después habrá jam para que te subas y se lo digas al micro. 









Os espero, queridas. Va a ser una gran noche.

martes, 16 de diciembre de 2014

Ánima esquiva ya a la venta

Aloha, queridas. Como ya adelantaba hace unas semanas, la editorial Excodra ha reeditado mi librín Ánima esquiva.

Ahora está disponible para comprar la versión digital, pero en marzo saldrá en papel.

Dice Rubén Darío, editor de Excodra, en la página:

¿Qué es lo que sentimos cuando la vida y el cariño arden? ¿Qué es lo que sentimos cuando el amor quema, porque se fuera, porque está pero no nos colma, porque nunca estuvo, porque nunca fue como deseamos o porque nos hicieran —a base de infancia extraña— incapaces de sentirlo a pleno pulmón siendo conscientes de este sesgo, de esta carencia? Lo que sea el amor o su carencia es un jodido misterio, que aunque sea bien conocido desconocemos, y aquí, entre sus palabras, sus sentimientos y prosa como viento fuerte, Adriana Bañares, en su Ánima esquiva, a mitad de camino entre la poesía y la narrativa, nos muestra su hermosa —y rabiosa— visión sobre el sentir cariño y no tenerlo. Como si el frío añorara el abrazo tierno de lo cálido, esta ánima esquiva hecha palabra, busca el abrazo de la mirada. La vuestra.


 Pues nada, eso. Nueva edición, con ilustración de Alejandra K. Curtis, y más contenta que unas castañuelas.





Si quieres el libro, puedes comprarlo pinchando aquí



Amor.



lunes, 8 de diciembre de 2014

Espíritu de Hartshorn

"Quiero una de esas máquinas" es la frase propuesta por Viruete.

Hey ho, let's go.


En otro orden de cosas, va a llegar el 2015 y nadie me ha regalado aún una palomitera como la que sale en este vídeo y que llevo deseando desde el 2011



Strict Machine by Goldfrapp on Grooveshark






D escribe a mano. Todavía tiene la costumbre de escribir un diario. Todos los años escribe una lista de deseos. Como una lista de propósitos para el año nuevo, podría decirse. Escribe: quiero una de esas máquinas. 

La máquina que quiere D es una máquina que no está en venta. D busca algo que le permita vivir bien sin necesidad de dormir. Porque dormir es indigno, dice D. Dormir es de débiles. D odia perder el tiempo, pero siempre pierde la batalla contra su cuerpo débil que se cansa. Ese cuerpo débil que se desconecta por horas y le hace caer. 

D se cae un ratito y cuando se levanta dice: quiero una de esas máquinas.

Porque D tiene muchas cosas que hacer. D tiene que ir a su trabajo y tiene que llamar a su hermano, y tiene que limpiar el piso. Y sacar la basura. Y comprar café, lejía y amoniaco.

Su hermano se compadece. D, ¿por qué no buscas una actividad que te motive? Le pregunta. ¿Por qué no haces amigos, por qué no tratas de conocer a alguien

Pero D no dice nada. No cambia la expresión de su rostro por nada. Es una máquina estricta. Escribe listas de deseos que no va a cumplir, cumple sus horarios, y frota el suelo del piso hasta dejarlo impecable. Todos los días. 

D no cambia la expresión de su rostro por nada. Son las tres de la madrugada. Los gatos están despiertos ahora y no hay nadie en el parque. Se mete el bote de amoniaco en el bolso, y baja a darles de comer. 







martes, 2 de diciembre de 2014

Entrar llorando al Meetic


Breakfast at Tiffany's. Blake Edwards, 1961



Sujeto X, mujer, rango de edad comprendido entre los treinta y cinco y los cuarenta. ¿Quieres iniciar sesión con Facebook?

No.

Y te voy a decir por qué no: porque no quiero a nadie conocido en mi vida. 

Sujeto X, mujer, no escribe su nombre real cuando abre la cuenta en Meetic. Se maquilla frente al espejo del baño, y apenas calcula bien la sombra, porque se ha fundido una de las luces del espejo y, bueno. Esto es un desastre. Su cara es un desastre de claroscuros. Se le marcan arrugas que no tiene. Su sonrisa parece una grieta. Tan finos sus labios. Brillo de labios para disimular la falta de carne, pero el rosa es muy suave. Parece una niña con piel madura. Parece que esté tratando de aparentar algo que no es. El pelo. Espuma, difusor, volumen. Otro desastre. Parece agresiva. Se alisa el rizo, se deja caer algo de pelo ante la cara. Todo es un desastre. No se ve bien. Se habla sola y en voz alta. ¿Qué tal me iría este color? ¿Qué gusta a los hombres?

Qué les gusta a los hombres que quiero conocer. 

Los hombres que ya conoce le han visto con el pelo despeinado y sin maquillaje. Esos hombres que le han querido ya antes, con todas las consecuencias, y que ahora no están con ella, que ya no le conocen. 

El bebé de los vecinos llora. Entra el llanto al baño y se magnifica. Suena la música alta de los vecinos de arriba. Entra la fiesta al baño y se magnifica. 

Estoy sola, se dice mirándose a los ojos. Estoy sola en el mundo. Internet de banda ancha, quinientos amigos en Facebook. Ahora empieza a agregar a gente que no conoce. Pide amistad, literalmente. El muro de inicio como su casa, y todos los invitados le cuentan cosas. Da likes como abrazos. El chat siempre abierto, por si alguien quiere hablar.

Hola.

Pero no se atreve. Menos aún con los que sí son o fueron sus amigos. Qué será de sus vidas. Por qué nunca quedan conmigo. Por qué no me invitan a sus fiestas. Por qué doy likes a las fotos de sus fiestas, a las fotos de sus vidas.

Mi vida, estoy sola. ¿Por qué no me escribes una canción? ¿Por qué no me dedicas un poema?

Mira mi foto de perfil, estoy aquí, podría ser así como me muestro y estoy sola. 

Podría ser así como me muestro en Facebook, pero estoy sola. No voy a romper mi imagen de Facebook. Soy independiente y muy sociable, según mi Facebook.

No voy a iniciar sesión con Facebook.

Para buscar el amor es necesario no mentir. Así que todo será verdad ahora, salvo mi propio nombre. Porque igual estás tú aquí también, buscando la cura a de la soledad, y no querrías compartirla conmigo. Así que seré esa otra a quien quieres conocer. Seré yo, a la que una vez quisiste, pero con otro nombre.

Seré yo ahora, con el rímel corrido, porque el llanto del bebé entró muy fuerte y lo ha dejado todo perdido. Porque me he encerrado en el baño de la fiesta. La música taponada, los gritos, las conversaciones, las risas, ajenas a mí, detrás de la puerta. Cómo podría salir ahora de aquí. Todos verán que he llorado y se acercarán a preguntar si estoy bien.

Todos se acercarán a ver si estoy bien. 

Me lo repito. Va en serio. Todos volverán a mí, y como buenos amigos tratarán de hacerme sentir bien. Tratarán de cuidarme. Y quizá estés tú también ahí, y me recojas de la mano. Salgamos fuera de esta fiesta, y vamos a otro sitio más tranquilo, donde pueda limpiarte la cara, donde pueda peinarte. 

Donde pueda curarte de esta vida tan sola.

Sujeto X, mujer, rango de edad comprendido entre los treinta y cinco y los cuarenta, vuelve. Sale del baño y cambia el espejo por la webcam.

Rímel corrido, los labios finos como una grieta. 

Establecer imagen como foto de perfil. 








domingo, 30 de noviembre de 2014

Madrid 2

Vamos a rodearnos de gente bonita, Adri. Solo de gente que nos aporte cosas bonitas. 


Esto me lo dijo C. hace un año, más o menos. C. me decía que éramos muy sensibles, y eso me gustaba. 

Estoy rodeada de gente bonita ahora. Me siento tan bien en Madrid, me siento tan bien en Casa Deliciosa. Vivo rodeada de arte, de creación, de poesía. Y decir "vivo rodeada de poesía" suena tan cursi, lo sé, pero no. Esto no es cursi para nada. Siento que soy joven. En Logroño sentía que ya llegaba tarde a todo. Era tarde para salir. Era tarde para hablar de amor. Era tarde para fanzinear y para, yo qué sé, era muy tarde ya. 

Ahora abrimos los cajones del salón y nos encontramos cosas de los antiguos inquilinos. Nos reímos. Encontramos gafas de plástico. Seis pares de gafas de pega que nos ponemos mientras redecoramos el salón con fotogramas de películas antiguas y la letra de Patty de Frutos diciendo: Casa deliciosa somos todos nosotros. Y vamos al metro hacia Lavapiés y todos nos miran como si tuviéramos las mismas gafas y estuviéramos locos por eso. 

Soy feliz.

Y soy feliz por una cosa muy simple. Soy feliz porque me siento a gusto. Vaya donde vaya, no me siento extraña ni fuera de lugar. 

No me quiero ir de aquí.

Pau me dice que no me voy a ir. Que ya era hora de que viviera en una ciudad de verdad, y el chino me vende un mechero con un siete. Como si mi vida fuera un juego de azar. Me lo creo.

La vida rima, dice Patty cuando le hablo de coincidencias. Hombre, pues claro, Adri, es que la vida rima. 

Me lo creo.


La vida rima y todo empieza encajar. Me fui de Logroño con una conversación por teléfono muy amarga con el editor de Origami. 

Nadie apostó por ti más que yo, como diciendo: nadie apostará más por ti. Ánima esquiva descatalogado y vuelta a empezar con todo. Me sentía como si todo lo que había conseguido hasta ahora no sirviera para nada. Enfrentarme al rechazo de editoriales, no volver a publicar nunca. Volver al blog, que después ha sido toda una liberación y lo agradezco, pero en un principio me parecía un retroceso. Volver aquí, a escribir para nadie. Dejar de ser joven pero actuar como si lo fuera. Enfrentarme al rechazo. Ser anónima con mi propio nombre.

Sin embargo, se rompe la maldición y se reconstruye el puzle. Primero Excodra decide reeditar Ánima esquiva, y después aparece otra editorial interesada en publicar Ave que no vuela muere. 

En fin, que la cosa fluye. Que 2014 se está despidiendo muy bien y que el 2015 no puede traer nada malo.

Vamos, digo yo. Y lo dice mi mechero.





martes, 25 de noviembre de 2014

Cortar el agua

Os comento. Desde hace unos días pido por FB (oh, sí, he vuelto, y más adicta que antes, incluso) que la gente me dé frases para escribir algo. Así, "mucha guerra solo vale para la guerra" que utilicé en Lucky Pup, me la dio Hamed Enoichi, y "y llegó el agrimensor" de Poner puertas al campo, fue cosa de Eva Monogatari. 
Esta noche, Diego Lebedinsky me propone "Cae la lluvia en mis zapatos" y Javi Gomis, tira por el verso: "La sed se vuelve espejo/ y tú/ bebes". Hey, ho, let's go.



El colibrí es capaz de mover sus alas 55 veces por segundo mientras está quieto.
 Fuente: El increíble aleteo del colibrí, a cámara súper lenta.
 

La fille sur le pont. Patrice Leconte, 1999.




Ante todo, que no llueva esta noche. Hemos puesto a tender ya toda la ropa y solo nos queda lo puesto sobre la mesa. Tú el cuchillo, yo el espejo. 

Introduces el cuchillo muy suave, sin llegar a tocar el plato. No haces ruido cuando comes. Me mantienes en silencio. La espalda recta, los hombros quietos. No como para no romper la estática. Somos una foto que miraremos con nostalgia. Y esta foto

tiene su contrario en mi espejo. 

Este espejo que muestra un perfil inverso, nos tiene respirando en un abrazo. Hay un humo que lo envuelve. La mandíbula se abre para aspirar del cigarrillo y susurrarte una canción al oído. Se mueve el disco en el plato y calma tu sed la lluvia que dejamos entrar por la ventana, que dejamos mojar toda la ropa.

Pero en la foto, la lluvia solo se intuye en mis zapatos. Nunca sabrás que dejé caer el vaso. Nunca verás el agua bajo la mesa. Pero te llevarás el vaso a la boca y encontrarás la sed. 

Mi sed, en el espejo. La tuya, en el vaso. 

Me meto en el espejo como el animal que lame el agua, pero es el agua en este caso quien me traga a mí. 

Tú te elevas y te asustas y tiras el vaso sin soltar el cuchillo. 

Empiezan a escucharse las primeras gotas contra la ventana y tratas de introducir el cuchillo en el espejo. Pero el espejo es líquido y bajo el agua no podrás mantenerte en un punto, como en el aire el pájaro aletea para quedarse. 

Paso las horas buscándonos en el espejo de esta foto, pero solo me veo a mí, con el rostro inexpresivo mientras tú cortas la carne. 


No te diste cuenta. 

No viste venir la lluvia. 

No supiste calmar la sed. 





domingo, 23 de noviembre de 2014

No te comerás al animal impuro



Häxan.  Benjamin Christensen, 1922.


Todos los insectos con alas que caminan por el suelo son ceremonialmente impuros para ti y no los comerás. 
Deuteronomio 14:19




No dejaré que tus manos se manchen de tierra. No dejaré que pierdas tu tacto suave. No dejaré que pierdas el punto de tu mirada tímida. No dejaré que manches tus ojos de sal ni que te mueras de sed. No dejaré que tus manos se manchen de sangre. No dejaré que vengas a caer en mi tristeza. No dejaré que te caigas en mí. No te dejaré caer conmigo. No dejaré que te seduzca mi tristeza. No dejaré que tus alas se manchen de tierra. No dejaré que tus alas se mojen y se replieguen bajo la ropa. No dejaré que te manches con mi abrazo. No dejaré que te seduzca el olor a refugio de mi coraza. No dejaré que te quedes conmigo. 

Porque yo ya estoy bajo la tierra y no consigo levantar el vuelo sin dejarlo todo abajo. No tengo fuerza para llevarte y dejaría que me llevaras tú. Pero.

No dejaré que me lleves. No dejaré que te manches las manos de tierra. No dejaré que pierdas tu tacto suave seducido por un leve olor a limpio y el encanto de una tristeza menor. No dejaré que tu vuelo planee bajo hacia una caída segura. No te dejaré permitirme reptar por ti. No te dejaré permitirme agarrarme a ti ni dejaré que me tomes tú. Porque tiendo a la asimetría y camino en equilibrio. Porque busco el agua bajo la tierra y el aire en la piel, y no consigo saciar ni el hambre ni la huida. Porque no tengo más que una mirada esquiva que a veces llora para ofrecerte. Porque no tengo nada salvo un cuerpo de tierra estéril para darte.


Porque soy impura
no me comerás. 




viernes, 21 de noviembre de 2014

Poner puertas al campo

Hunger Of The Pine by alt-J on Grooveshark





Y llegó el agrimensor y yo seguía esperando en el coche. 

Las voces de mi padre y sus compañeros se oían desde el coche como si estuvieran hablando debajo del agua. Miraba el paisaje tan seco y tan amplio, como si la tierra no se acabara nunca. 

Los compañeros de mi padre no saben de niñas, y me hablan como si fuera más pequeña de lo que soy, aunque también hablan de cosas que no debería escuchar nunca.

Me hablan desde fuera, y dan golpecitos en la ventanilla. 

Tengo una muñeca que escondo para que no vean lo infantil que soy. El coche es una pecera. 

Y llegó el agrimensor y abrió la puerta del coche. Tomé aire, y estaba frío. Hemos venido a poner límites


Miré la explanada infinita y negué: es un deseo imposible cercar la tierra.

Es un deseo imposible mantener al pez vivo fuera del agua. 







jueves, 20 de noviembre de 2014

Lucky pup


Mucha guerra solo vale para la guerra.

Canned Gaines Dog Food Horse Meat
Original 1956 Vintage Print Ad 




Me estoy quedando sin carne donde morder.
Me estoy quedando sin carne donde morder.

Vienen los hambrientos a mí: sácate la sangre, tenemos sed
y me desprendo.

Pero me estoy quedando sin carne donde morder y me rugen
como perros.

Vienen los perros callejeros a mí: quítate la ropa, tenemos frío
y me desprendo.

Buscan el cobijo bajo mi piel cuando cae la tela y sacan de mí
el valor que les falta para la guerra.

Vienen los soldados a mí. Campo estéril para la batalla y carne tibia
para la violencia.

Pero me estoy quedando sin fuerza para golpear y dejo caer las manos.

Sácate la sangre, tenemos sed
y me desprendo.

Beben de mí. Me dan un bocado de mí. Así me devuelven
a la vida y así devuelvo yo los golpes
tan prudente. Doy las gracias.

No quieren mancharse los animales de sangre. Las balas limpias,
mi cuerpo limpio.

Agradezco la atención que depositan en mí y me conservo
bajo la tierra.


No quieren los hambrientos perturbar la carne.

No quieren los cobardes regresar al campo de batalla.



miércoles, 19 de noviembre de 2014

As de guía por conexión

Weird Fishes/Arpeggi by Radiohead on Grooveshark


—Eres una niña caprichosa y tonta.
—Sí.
—¿Y qué más cosas eres?
—Guapa.

Magical Girl. Carlos Vermut, 2014.



Soy una niña tonta. Las niñas tontas lloran. Las niñas tontas no saben contenerse, se derraman. Soy una niña que se derrama y se disuelve. Soy una niña tonta que cae y deriva. Soy una niña, en definitiva, que se esconde.

La expresión de mi rostro es rígida y fría, porque soy una niña tonta y con miedo. Pero porque soy niña es también infantil mi rostro, y se puede tocar y romper. Y me rompo a llorar y derivo en huida. Me voy, pero a dónde vas a ir, niña tonta, a dónde vas a ir, si te vas a perder y a romper, porque vienes quebrada ya, que lo veo. Lo ves. Ves
la grieta en mi rostro
cómo tiembla y amenaza con tirar todas mis cartas. 

Las niñas tontas se tapan los ojos para esconderse. Si no te veo, no estoy. Por eso oculto el rostro para desaparecer mientras me atraes de nuevo a tu orilla. Así se sostienen los desconocidos, con ases de guía corredizos.

Así se queda la niña tonta, quieta. Contenida con un lazo firme que se desata fácilmente. Yo me rompo aquí, como que me quedo aquí con mi muñeca en tu mano,

nudo firme y guía para desviar el agua y contenerla. Mírame a mí,
que también derivo en huida y me rompo.

Esta niña tonta. Ingenua, imprudente, arrojada niña tonta, guía por conexión2
tu descenso contenido
hacia sus brazos


y sonríe, 

mientras el nudo se va deshaciendo 
tan 
fácil.







1El as de guía corredizo es uno de los pocos nudos corredizos utilizados por los marineros. Su principal utilidad es para la recuperación de objetos que hayan caído por la borda o en maniobras de aparejo.
2El as de guía por conexión es otra forma de realizar el as de guía. Se utiliza normalmente cuando se necesita sujetar una línea a un objeto fijo. Algunas cuerdas sintéticas no son demasiado fiables, por lo que es aconsejable asegurar el chicote con un medio nudo, o bien asegurarlo por debajo del firme.
Fuente: Nudos.org

martes, 18 de noviembre de 2014

Cómo es tu dolor

Mgmt by El Columpio Asesino on Grooveshark


El taxista de esta noche no tiene la radio puesta. Miro la ciudad por la ventanilla. 

—Qué buena eres —me dice de repente—. He tenido que mirar para ver si seguías ahí o estaba conduciendo solo.

Sonrío. 

—Tienes un piercing

—Hace tanto que lo tengo, que ya no me acuerdo de que lo llevo —esto es un pensamiento en voz alta.

—¿No te dolió?

No me acuerdo del pinchazo, pero aun así le digo que no. En cualquier caso, el dolor no se recuerda. 

El dolor no se recuerda. El taxista sigue hablando de piercings y de dolor. Es un chico joven, y dice que le gustan los piercings, pero que nunca se pondría uno por el dolor. 

—Yo hace tiempo que quiero tatuarme, pero no lo hago por el dolor. El piercing es diferente. Es solo un pinchazo.

Es solo un pinchazo. El taxista habla ahora de tatuajes. Que le gustan, dice, pero verlos; no para él. Y me pregunta si tengo frío, si estoy bien, si mañana no trabajo.

—Hoy es mi viernes.

Hoy es mi viernes, y Madrid está muerto. Me lo dice el taxista: Madrid es un pueblo fantasma. Y es verdad. Me parece increíble, pero las calles están completamente vacías. 

Pienso en un vídeo que vi hace tiempo. Unos bomberos intentando rescatar a un gato de un árbol. Todo un espectáculo para bajar al gato, y cuando ya llegan hacia él, el gato salta. Pienso que nos parecemos, ese gato y yo. 

El dolor no se recuerda. El placer tampoco.

No sé cómo es tu dolor, le tendría que haber dicho al taxista. Es que, ¿sabes?, yo no siento nada. Cuando las niñas se pelean, se tiran del pelo. A mí nunca me dolía. Les llamaba mucho la atención a todos. Me hacía moscas en el dorso de la mano. ¿Sabes lo que es hacerse una mosca? Se trata de pasarse el dedo húmedo hasta levantar la piel. Es una tontería. Siempre estoy tratando de hacerme daño, pero nunca llego. 

Mis sensaciones son platónicas. Me enamoro por admiración, me hago pequeña.

—Te estás haciendo pequeñita, ¿no? —me pregunta el taxista—. Te estás haciendo pequeñita ahí detrás. 

—Totalmente. 

Te estás haciendo pequeñita como Madrid esta noche, completamente vacía. Como Madrid esta noche, representas una naturaleza muerta. 


Nature Morte. Sophia Magdalena Koegl








lunes, 17 de noviembre de 2014

Equilibrio de rotación


\sum_{i=1}^{n} \vec{M}_{i}=0 \,

Un sólido rígido está en equilibrio de rotación,
si la suma de momentos sobre el cuerpo es cero.
Wikipedia.
  



Anne Bancroft en The Pumpkin Eater. Jack Clayton, 1964.





Deja que te cuente una postal.

Es otoño y llueve. En el centro de la imagen hay un mujer sin equilibrio. Como los peces
pierden el equilibrio cuando van a morir.

Detrás de la mujer, en un segundo plano, arriba, a la derecha de la imagen, se ven cuatro piernas. Cuatro piernas muy blancas, cuatro piernas gordas y en corto con dos manos entrelazadas en el centro.

Ese gesto le quita toda la carga dramática a la postal. Nadie debería fijarse en esa pareja cortada. Ni siquiera el fotógrafo se percató de su presencia cuando disparó, pero ya es tarde. Lo hemos visto. 

Ese gesto mantiene en línea las cuatro piernas y da un equilibrio al paseo de la pareja, pero desestabiliza todo lo que hay a su alrededor. 

La mujer sin equilibrio ya no es la protagonista de la foto. Ya no vemos la lluvia. La mujer sin equilibrio tuerce la boca y mira de reojo. Se da cuenta de que ha dejado de llover.

La pareja, sin embargo, no ha hecho amago de moverse. 

La mujer sin equilibrio tropieza y comienza a girar sobre su propio eje. Fíjate bien. Toma la postal entre tus manos. Verás que no la estás viendo completa, que está doblada. 

Desplegamos la tarjeta por arriba y aparece la pareja, y el cielo, y una música aguda que recuerda a las primeras notas de No Surprises empieza a sonar en bucle mientras comienza a nevar. 

La pareja empieza a cubrirse de blanco y la mujer sin equilibrio sigue girando en lo que parece un círculo eterno. 

El final de la calle está atrapado en una niebla tan blanca que parece que la foto está quemada. Nos hace gracia esta expresión, claro, porque mientras observamos la postal, la nieve lo cubre todo de frío. 

Bajo las piernas de la mujer sin equilibrio, un círculo perfecto se ha salvado de la nieve. 



Es lo que vengo a ofrecerte: 
un refugio para el frío a cambio de un punto estable.







Excodra rescata al ánima esquiva


Próximamente. 






lustración de la portada: Alejandra K. Curtis

jueves, 13 de noviembre de 2014

Pero si a mí esto dejó de gustarme en 2010






El animal comete. Quiero decir; el hombre, el hombre comete dos veces el mismo error. Bla bla. 

He vuelto a borrar Facebook. [¡Hala, pesada, si vas a volver, de qué vas, boba!]. No, no, ya está. No pienso volver. Volví —no os cabreéis tan pronto— porque sabía que el único modo de estar al tanto de los saraos poéticos de Madrid, era a través de Facebook. Y mi idea era simple: utilizar FB solo como agenda. Agregar a gente conocida o de Madrid. No agregar a nadie de Logroño para que no me generara frustración o ansiedad [jajaja, exagerada de mierda] y, sobre todo, no volver a cometer los mismos errores de antes, tales como: hablar de mi vida, aceptar Sujetos X, y, por supuesto, no frustrarme por el éxito [¿en serio te atreves a hablar de "éxito"? ¿En la poesía, en serio?] de los demás. 


No quiero escribir poesía. No quiero formar parte de este mundo. ¿Qué os parece? Por supuesto, no lo voy a cumplir. No puedo no escribir. Pero tengo que dejar de tomarme todo tan en serio. La otra noche, logré escribir dos párrafos [oh, sí, Adriana, te vamos a dar un pin por tremendo esfuerzo] de mi novela. Que ya el mero hecho de llamarla novela me parece pedante y pretencioso. Da igual, lo que sea. Y me agobié tanto. Me entró tal ansiedad. Me acuerdo de mi médico, cuando me dijo: tómate un Lexatin en cuanto te venga el bajón. Y ahí estaba el Lexatin, al lado del portátil, sonriendo. Pero, en lugar de eso, llamé a Pat.

—¿Qué pasa, pimpolla?

—Nada, ¿te puedo robar dos minutos? Es que estoy muy agobiada. Solo necesito hablar con alguien un momento y se me pasa.

Y Pat hace algo que no puede hacer un Lexatin, que es recordarme quién soy y por qué hago lo que hago. Me dice: tú nunca has escrito para los demás. Tú escribes como desahogo. En el momento en que ya no te sirve como desahogo, ¿de qué te sirve? ¿Qué haces ahora? Esto me lo digo yo: ¿Qué haces ahora que no gritas? ¿Sangras?

Entro a Facebook. Todos son poetas. El muro de inicio lleno de poemas. Y nóminas de autores en antologías y revistas para las que dejé de ser interesante cuando cumplí los veintitrés. Que es como decir: has dejado de ser interesante cuando has cumplido la mayoría de edad. Me dice Dre: fíjate, hay hasta muertos, pero no estás tú. No sé si reírme o matarlo. Si estuviera aquí, seguramente le daría un abrazo. 

Una persona a la que no conozco, se toma la licencia de ofenderse porque no le voy a agregar y comparte mi perfil con este comentario:




Y lo veo ahí, como amigo común de gente interesante, de gente que aprecio, de gente que admiro, y digo: venga, hasta aquí. 


Cerrar sesión.


martes, 28 de octubre de 2014

Claustrofobia


Royal Academy of Arts - London
Raquel Sanz




Busco la limpieza en cada acto. Desinfecto la herida y me cubro. Busco el marco aséptico y me dejo caer.

La locura fue estar entre cuatro paredes y sentirnos morir sin habernos llegado a conocer.

Es fácil no ser nadie.


Hay culpa en esta sangre que derramo. Estoy abierta y trato de cerrarme. Pero limpiar la herida y hacerte partícipe de la culpa no me hará más libre.


Esta habitación tiene las esquinas curvas. Por eso este encierro no termina nunca.

jueves, 23 de octubre de 2014

Arritmia



Beatriz Barriuso
http://yourheartonatray.blogspot.com.es/



Su manera de ocultarse y escapar es un baile. Pasa inadvertida a pesar del vestido rojo y la melena oscura, los rasgos marcados, la belleza agresiva. Pasa inadvertida porque se mueve rápido y en silencio. Ninguna otra mujer de la celda se atreve a hablarle porque todas han caído en la superstición y no se relacionan con fantasmas.

Hay una guerra fuera de estos muros y los soldados somos cualquiera. No sabemos quién nos ha elegido pero sí que juegan con nosotros. Hay un destello en la noche que nos demuestra que la guerra viene de aún más lejos. Los escépticos aún no creen en vida inteligente fuera de las fronteras esta noche.

Hay un tablao flamenco y alguna silla de madera se mantiene en pie. Siempre hay público y vino tinto para un espectáculo lamentable: no llega la electricidad al entarimado y las chicas han perdido el ritmo.

La celadora abre y no hay manera de esconderse. Se desliza entre las sábanas y se coloca la primera en la fila con la intención de ser la primera en salir. La lista que la celadora lleva en sus manos indica que la primera se llama Calaverita y que tiene aspecto de muerte. Basta verla a ella para saber que no es, pero con un gesto teatral mira a la bailarina y mira la foto de la calaverita y marca con el dedo índice de la mano derecha las diferencias.

No habrá baile que le salve esta noche y fuera los soldados nos besamos. Hay un viso de amor en esta noche en la que todos interpretamos un papel. Siempre hay público para un espectáculo lamentable.




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