El taxista de esta noche no tiene la radio puesta. Miro la ciudad por la ventanilla.
—Qué buena eres —me dice de repente—. He tenido que mirar para ver si seguías ahí o estaba conduciendo solo.
Sonrío.
—Tienes un piercing.
—Hace tanto que lo tengo, que ya no me acuerdo de que lo llevo —esto es un pensamiento en voz alta.
—¿No te dolió?
No me acuerdo del pinchazo, pero aun así le digo que no. En cualquier caso, el dolor no se recuerda.
El dolor no se recuerda. El taxista sigue hablando de piercings y de dolor. Es un chico joven, y dice que le gustan los piercings, pero que nunca se pondría uno por el dolor.
—Yo hace tiempo que quiero tatuarme, pero no lo hago por el dolor. El piercing es diferente. Es solo un pinchazo.
Es solo un pinchazo. El taxista habla ahora de tatuajes. Que le gustan, dice, pero verlos; no para él. Y me pregunta si tengo frío, si estoy bien, si mañana no trabajo.
—Hoy es mi viernes.
Hoy es mi viernes, y Madrid está muerto. Me lo dice el taxista: Madrid es un pueblo fantasma. Y es verdad. Me parece increíble, pero las calles están completamente vacías.
Pienso en un vídeo que vi hace tiempo. Unos bomberos intentando rescatar a un gato de un árbol. Todo un espectáculo para bajar al gato, y cuando ya llegan hacia él, el gato salta. Pienso que nos parecemos, ese gato y yo.
El dolor no se recuerda. El placer tampoco.
No sé cómo es tu dolor, le tendría que haber dicho al taxista. Es que, ¿sabes?, yo no siento nada. Cuando las niñas se pelean, se tiran del pelo. A mí nunca me dolía. Les llamaba mucho la atención a todos. Me hacía moscas en el dorso de la mano. ¿Sabes lo que es hacerse una mosca? Se trata de pasarse el dedo húmedo hasta levantar la piel. Es una tontería. Siempre estoy tratando de hacerme daño, pero nunca llego.
Mis sensaciones son platónicas. Me enamoro por admiración, me hago pequeña.
—Te estás haciendo pequeñita, ¿no? —me pregunta el taxista—. Te estás haciendo pequeñita ahí detrás.
—Totalmente.
Te estás haciendo pequeñita como Madrid esta noche, completamente vacía. Como Madrid esta noche, representas una naturaleza muerta.
Nature Morte. Sophia Magdalena Koegl |
Ya lo decía Dámaso Alonso: "Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)". Añádele dos millones más, y eso es Madrid ahora.
ResponderEliminarMe fascina la capacidad pra estremecer. La capacidad para hacer empatizar hasta con esa Alicia pequeñita en la que eres capaz de transformarte. Madrid es una ciudad de mentira, meros decorados en los que a veces la gente representa su papel. Madrid existe en los taxis, en las ventanasde las cocinas con su blanco fluorescente. Puñetero Madrid, encantador de serpientes.
ResponderEliminarMadrid muere y resucita a la vez, es todo un ciclo vital.
ResponderEliminarBesos.
asco de talento! muá!
ResponderEliminar