DESCUARTIZAMIENTO
El
descuartizamiento en siete, catorce, veintiuna o más partes, siempre
múltiplos de siete, es equivalmente jeroglífico del principio
cabalista que separa las letras del alfabeto hebreo y la Cábala
misma. Osiris, por ejemplo, fue despedazado en catorce parte, como la
Coyolxauhqui, diosa lunar azteca. Soñar con la visión de personas o
animales despedazados implica siempre la necesidad de destruir algo
para rehacerlo mejor y por regla general alude a la propia vida de
quien sueña, en el sentido de que debe renunciar a muchas cosas que
considera esenciales en su vida a fin de poder esperar algo positivo
de ella. Es otra de las formas en que los sueños indican al
durmiente la conveniencia de una actitud de borrón y cuenta nueva1.
Prólogo a Diario de un adolescente de pelo raro, de Jorge
Heras "Baptiste Bleu".
Sal
conmigo bajo la lluvia.
Yo
he sido yo por unos ratitos. Cuando no he estado aquí. He sido yo de
camino a casa
por Wittelsbacherring a bajo cero comiendo patatas fritas y
escuchando Klaus & Kinski. No ahora. Trataba de ubicarme, perdón.
Hola Jorge. He leído y releído Diario
de un adolescente de pelo raro y
todavía trato de centrarme. Hacía tiempo que no leía algo así. Ya
sabes cómo están las cosas. La gente pide cosas claras y directas,
y el aquí y el ahora, y bueno, no voy a ir por ahí, no me gusta
comparar, solo diré que he disfrutado mucho de este viaje, como si
hubiera sido un sueño lúcido. Diría pesadilla incluso, y esto no
es peyorativo sino todo lo contrario. Esta noche víspera de día de
fiesta no salí. El insomnio es siempre muy solitario, pero cuando
sabes que la mayoría de la gente también está en vigilia, pero
fuera de sus casas, como que se hace más patente, no sé si me
explico. El caso es que esta noche me estoy sintiendo especialmente
sola. He leído de nuevo tu poemario, he soñado con él lo que no
puedo porque no duermo, y me he acordado de la primera semana que
pasé en Bayreuth.
La primera semana que pasé en Bayreuth,
y todas las que siguieron, la verdad, pas(e)aba mucho sola. Se hacía
de noche pronto (o de pronto anochecía). Llovía.
Llovía.
Y fue el sonido de la carretera mojada lo único que me recordó al
resto de lugares en los que he estado en la vida. Tú mencionas la
lluvia siete veces en el poemario y esta noche llueve. Es
el mayo más inestable de la (mi) historia, y el frío parece
patentar la soledad. Dices: mi
soledad de piscina en invierno.
Espera, quiero parar un momento.
Hacemos un corte.
Leo
en mi
Enciclopedia de los Sueños2
que el siete es el número de la
feminidad cósmica que determina y actúa en cada mujer
y que sus múltiplos
señalan las diversas etapas de la vida: niñez hasta los 7 años,
adolescencia hasta los 14, jueventud hasta los 21, integración hasta
los 28, plenitud hasta los 35, dominio hasta los 42, meseta hasta los
49, madurez hasta los 56, mundología hasta los 63 y recolección
durante tres sietes más, hasta los 84 años.
Hacemos
un corte, así, sin venir a cuento. Trato de hacerlo limpio, sin
embargo, porque las letras no sangran, pero el resultado es tan
inquietante como podría haberlo sido de haber derramado sangre. La
verdad es que me duele.
Paseo
a rastras sin cuerpo bajo esta lluvia sacada de contexto. Como mi
cuerpo, que también está fuera de. Me balanceo en los columpios de
estos parques sin niños. De estas ferias en las que ya no hay nada
que celebrar, solo dar vueltas con este corazón que se
hizo similar a la noria.
Hacemos
un corte, otro más. Porque Diario
de un adolescente de pelo raro tiene
muchas mutilaciones. Ya no sé si estoy hablando con Jorge o contigo;
solo soy una cabeza rodante, o una mujer sin pomo ni gozne. Pero
sigue lloviendo. Y la calle no pertenece a ningún sitio -es la calle
como yo-, sino la palma de una mano con la línea de la vida
demasiado corta.
Este poemario se vive en cuarenta y
cinco minutos, como un sueño lúcido. Se interpreta a gusto del
consumidor. ¿Es dolor, infancia, desamor o un estado de sitio?
Yo te cojo de la mano al final, eso sí,
para pedirte que salgas conmigo bajo la
lluvia.
Dónde
queden nuestros cuerpos quiénes seamos o dónde estemos será lo de
menos.
Clica en la imagen para leerlo |
1Armando
Carranza. Enciclopedia de los Sueños. Barcelona,
Planeta, 1996.
2ibíd
Muchas gracias, Adriana!
ResponderEliminarNo hay de qué :)
ResponderEliminarme encantó el poemario