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jueves, 3 de septiembre de 2009

Ontología Teratológica




En su artículo El monstruo y su ser, Héctor Santiesteban diferencia dos tipos de monstruos: Reales e imaginarios. Dentro de los primeros, se encuentran aquellos seres que nacen desfigurados, y que son tangibles y reales. Dentro de los imaginarios, estarían los monstruos que son producto de la mente y el imaginario social.



El monstruo y su ser.


En la Edad Media, la idea de monstruo estaba ligada al desorden y lo extraño. El monstruo como la personificación de los deseos y temores inconscientes del hombre. En consecuencia: con el mal. Por lo tanto lo monstruoso era concebido como algo tan peligroso para el ser humano (y la sociedad) como lo es el deseo.


Por otro lado, lo monstruoso se entiende siempre como algo lejano a la vida civilizada. Los monstruos se encuentran en la selva, en el desierto… en los confines del mundo. Con esta idea se está excluyendo lo malo de la civilización, pero también haciéndolo patente (esta´ lejos, pero existe) con el fin de recordar al hombre sus deseos y sus miedos, su parte más incómoda y negativa, que ha de expulsar.


Como es obvio, si hablamos de deseos y temores del ser humano, no podemos olvidar la sexualidad y, por ende, el tabú del sexo, tan extendido a lo largo de la historia, en las diversas culturas y tradiciones (en especial en el Medievo, época a la que me refiero especialmente: el acto carnal en esta época es concupiscencia siempre que no se realice con fines de procreación).


No es difícil entender por tanto, que siendo la nuestra una sociedad patriarcal, muchos seres monstruosos sean figuras femeninas.


Un ejemplo sería La Mulánima:


Este monstruo, híbrido de mujer y mula, según el mito, fue en principio mujer, pero por cometer pecados contra el pudor, fue condenada a la monstruosidad:


La condena pesa sobre la capacidad reproductiva de un cuerpo que ha violado el tabú.


Este ser tiene muchas connotaciones simbólicas que merecen ser tenidas en cuenta. Para empezar se caracteriza por expulsar fuego por los ojos, la boca y el ano. El fuego, de acuerdo a la tradición cristiana, hacer referencia a los fuegos infernales, pero también podría ser tomado en cuenta como arquetipo de la líbido y la fecundidad, lo cual sería contradictorio, teniendo en cuenta que la mula es un animal que no puede tener descendencia.


La mulánima es un ser detenido en un estado de indefinición perpetua: no es bestia ni humano, no es alma ni es cuerpo, ni es mujer ni es mula. Pierre d’ Ailly (geógrafo y teólogo del s. XV), la situaría, como a todos los monstruos, entre el reino humano y el animal, mientras que Cristóbal Colón defendería un tercer reino: el monstruoso.


La concepción del monstruo como ser mixto es antigua, pero no me iré tan lejos en el tiempo para hablar de ello. Hace treinta y cuatro años, Michel Foucault, llegaría a la siguiente conclusión: El monstruo sería un algo indiscriminado y amorfo, que pertenece a dos grupos y por esto es difícil de conocer y analizar. En el saco de la monstruosidad se incluiría de este modo a los hermafroditas (no se sabe si se cuantifican como mujeres o como hombres) y los deformes, que no se sabe si son humanos o animales.


“Es la mixtura de dos especies (…) es la mixtura de dos sexos: quien es a la vez hombre y mujer es un monstruo. Es una mixtura de vida y muerte: el feto que nace con una
morfología tal que no puede vivir, pero no obstante logra subsistir durante algunos minutos o algunos días, es un monstruo.”


Foucault.


Poco más de seiscientos años antes, Juan de Mandaville - explorador del s.XIV – relataba en su Libro de las maravillas del mundo, la siguiente descripción, refiriéndose a unos seres andróginos:



“Hay en otra isla unos hombres y mujeres que se tienen en uno pegados, y no tienen más de una teta. E tienen miembros de hombre y de mujer cada uno dellos; y usan de aquel que quieren, y el que para como mujer, aquel se empreña y pare hijos.”



La naturaleza femenina también alberga en el imaginario social una dualidad. Por un lado se identifica con la materia en una relación de carácter trascendental. A parte, tiene la capacidad de conocer a partir de la intuición, los sentidos y la vivencia erótica. Atributos que permitirían a la mujer el acceso a lo irracional.


Para Bataille, la capacidad femenina de reproducir la materia se asimila a la naturaleza percibida como un derroche de energía viva. Estaríamos hablando de un paralelismo reproducción – muerte: la mujer como una fuerza capaz de crear vida pero también de arrastrar al caos y al aniquilamiento.


Tenemos por tanto a la mujer como un ser cuanto menos misterioso (y temido por el hombre) que ha de ser vigilado para preservar el orden social. Es un monstruo, terrible y fascinante, concebido como una inversión del orden regular de la naturaleza, al estar ligada al erotismo y la intuición.



Transcribo a continuación otro pasaje del Libro de las maravillas del mundo, donde Mandaville hace una clara referencia a esta dualidad fertilidad-muerte:


“Partimos de aquesta tierra y llegamos a una provincia, la cual era muy abundosa y muy fértil de muchos árboles y de muchas maneras de frutales, modernos a nosotros, en la cual todas las mujeres tienen barba, como si fuesen hombres, y no tienen cabello en la cabeza.


Un doctor llamado Sigón, y otro que dicen Menforodo, escriben que en África hay mujeres barbudas, las cuales saben tantas artes diabólicas que hacen secar los árboles y matan los niños de ojo.”



Estas mujeres actúan como brujas, entendiendo “bruja” en su sentido medieval: relacionada con la adoración satánica, la destrucción, el poder y el asesinato de niños. Son pues el prototipo de lo antisocial.


En su artículo Lo Monstruoso Medieval (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa), Lillian Von Der Walde Moheno, habla del temor masculino de ser castrado, absorbido, devorado por ese otro sexo al que tiende, y Diderot, en boca de su personaje Bordeau, diría lo siguiente: el hombre no es quizá más que el monstruo de la mujer o la mujer el monstruo del hombre.


Al fin y al cabo, ¿no es el monstruo, como diría Foucault, el gran modelo de todas las pequeñas diferencias? ¿Y qué es sino esto la mujer para el hombre y viceversa?


Hay, pues, un temor intersexual que radica de la atracción que tanto los hombres como las mujeres sienten por sus contrarios, y esto, según Lillian Von Der Walde Moheno, los vuelve quebrantables. La atracción es una debilidad, y este miedo hacia el deseo ha dado lugar a representaciones iconográficas como la vagina dentada, que no es más que una monstruosidad que refleja el temor masculino a ser devorado por el ser al que desea. Por su parte, las mujeres, en relación al falo, se sienten simbólicamente dominadas y “penetradas”.


No es extraño entonces que muchos monstruos posean implicaciones sexuales y que muchos de ellos sean figuras femeninas, como por ejemplo la sirena, que simboliza la tentación y la lujuria.


No obstante, monstruos como la sirena o la Melusina (mujer-serpiente), se alejan de la definición de monstruo, en el sentido que, lejos de ser seres repulsivos caracterizados por su fealdad, son seres bellos. Cómo si no podrían despertar en el hombre el deseo y, en el caso de la Melusina, la curiosidad.


Lejos de la mitología, también nos encontramos en la realidad con seres ambiguos y bellos, como son los hermafroditas.




Hermafroditismo e Intersexualidad


Es igualmente monstruoso el ser que tiene dos sexos y sobre el que no se sabe, por consiguiente, si hay que tratarlo como un varón o como una niña; si hay que autorizarlo a no casarse y con quién; si puede llegar a ser titular de beneficios eclesiásticos; si puede recibir órdenes religiosas, etcétera.


Foucalt.


El hermafroditismo y la intersexualidad suelen confundirse o entenderse del mismo modo, pero en realidad son dos cosas diferentes: en el hermafroditismo, la persona nace con genitales externos de ambos sexos, mientras que en la intersexualidad sólo hay “vestigios o partes de los dos órganos”. En el ámbito de la neonatología a este diagnóstico se le conoce como genitalia ambigua, concepto que etiqueta a los bebés cuyos genitales no son característicos de un sexo en particular.


En el artículo Entre la Deidad y la Monstruosidad se enumeran tres momentos históricos antes de hablar de la intersexualidad:


- En la Antigüedad, cuando para la humanidad lo inexplicable solía ser divino, todo aquello que no fuera conocido o comprensible según los hombres era cosa de Dioses, así los diferentes y diversos se consideraban deidades, dignas de admiración y reverencia.


- Avanzando apresuradamente en la historia del mundo occidental, se observa cómo aparecen leyes y unidades de medidas que buscan conocer y comprender todo lo existente, y así la realidad es antropocéntricamente evaluada y categorizada. Es la época en la cual lo extraño será lo raro, lo distinto, lo anormal.


- Hoy en día, ante el auge de los derechos y la pluralidad, se postula el respeto por las individualidades, y al compás de propuestas de inclusión se invita a la participación de todos y todas; sin embargo la herencia moderna se hace vigente a través de los vestigios en el imaginario colectivo de los criterios de clasificación, que establecen parámetros de aceptabilidad y rangos de normalidad.


Haciendo un breve recorrido histórico, vemos que en el siglo XVIII los hermafroditas eran considerados como monstruos y ejecutados por ello. Sin embargo, en el siglo XIV, el hermafrodita podía no ser ejecutado, siempre y cuando encubriera su “anormalidad”, teniendo para esto escoger previamente su sexo y usar la ropa correspondiente. En otras palabras: siempre y cuando no alterara el orden social.


En el siglo XIX no se habla entonces de mezcla de sexos, sino de rarezas, especies de imperfecciones, deslices de la naturaleza, de modo que la monstruosidad es vista como una irregularidad, pero que hace posible algo la monstruosidad de la naturaleza.



El monstruo como error de la naturaleza.


Esta premisa nos lleva directamente a un problema teológico. Si el monstruo es fruto de un desliz de la naturaleza, estamos aceptando que la naturaleza puede equivocarse. Luego, ¿es posible que Dios cometa errores y que, por tanto, no sea perfecto?


A lo largo de la biblia, vemos que la inefabilidad de Dios y la naturaleza es apriorística, y, por ende, se considera que la naturaleza de cada ser esta´ determinada por su fin específico.


Otras teorías, como la de David Hume, proponen que el mundo en que vivimos (con sus errores) sea la creación inacabada de un dios inferior. En este caso, el monstruo alcanzaría cierta grandeza al ser el ser abyecto de un mundo abyecto.


De todas formas, la ciencia ha avanzado tanto (y aunque no lo hubiera hecho), que el hombre se puede permitir en cierta manera, corregir los errores de la naturaleza. Prueba de ello serían las operaciones que se realizan para “corregir” la intersexualidad.


Esta acción (moral, de decisión) de los médicos es, no obstante, un deje muy humano:


Es propio del hombre querer encontrar una explicación a todo aquello que se le escapa de las manos y de la “normalidad”. Es el afán de dominar una cosa conociéndola.



En el Sistema de Clasificación Internacional de las enfermedades (CIE), aparece la intersexualidad como anomalía:


• Intersexualidad 46, XX: la persona tiene los cromosomas de una mujer, los ovarios de una mujer, pero los genitales externos con apariencia masculina
• Intersexualidad 46, XY: la persona tiene los cromosomas de un hombre, pero los genitales externos no se han formado completamente, son ambiguos o claramente femeninos. Internamente, los testículos pueden ser normales, estar malformados o ausentes.
• Intersexualidad gonadal verdadera: aquí la persona debe tener tanto tejido ovárico como testicular. Esto podría ser en la misma gónada (un ovotestículo) o la persona podría tener un ovario y un testículo. La persona puede tener cromosomas XX, cromosomas XY o ambos. Los genitales externos pueden ser ambiguos o pueden tener apariencia masculina o femenina, solía llamarse hermafroditismo verdadero.
• Intersexualidad compleja o indeterminada: muchas configuraciones de cromosomas distintos a las combinaciones simples 46, XX ó 46, XY pueden ocasionar trastornos del desarrollo sexual y abarcan, entre otros, 45, XO (solamente un cromosoma X) y 47 XXY, 47, XXX: ambos casos tienen un cromosoma sexual adicional, sea un X o un Y.



Esto conlleva a que se pueda decidir por el bebé, y asignarle un sexo basándose sólo en el tamaño de sus genitales. Es decir: si el tamaño se considera pequeño, se amputa el pene asignándole arbitrariamente un sexo femenino al bebé.


Estas operaciones no tienen el menor sentido, porque estar dotado de dos sexos no es perjudicial para la vida del bebé. Simplemente es un ejemplo de cómo la ciencia asume haber descubierto “el secreto de la felicidad humana”, relacionada a un cuerpo lo más “perfecto”, o, en otras palabras: lo menos monstruoso posible. En este mundo que nos ha tocado vivir, de la falsa moral, de la reticencia a admitir modos de vida, formas de amar y experimentar el deseo sexual, que nos impone cánones de belleza imposibles, se justifica mutilar un cuerpo y crear una ficción con capacidades operativas pero sin explicaciones existenciales.



Transcribo a continuación el caso de Emma, incluido en el artículo “Los cinco sexos. Por qué no son suficientes macho y hembra”, de la genetista Anne Fausto-Sterling:


Emma tenía tanto un clítoris del tamaño de un pene como una vagina, lo que le hacía posible tener sexo heterosexual “normal” tanto con hombres como con mujeres. En su adolescencia Emma había tenido sexo con un cierto número de muchachas a las que había estado profundamente atraída; pero a la edad de 19 años se había casado con un hombre. Desafortunadamente, el marido le había dado a Emma poco placer sexual (aunque él no había tenido nada de qué quejarse), así que a lo largo de este matrimonio, así como de otros matrimonios siguientes, Emma había tenido paralelamente sus “amiguitas”… Emma ocasionalmente le confió su deseo de ser un hombre, circunstancia que sería relativamente fácil provocar. Pero la réplica de Emma es un decidido voto a favor del propio interés: “¿Tendría usted que sacar esta vagina? Eso no me gustaría, porque es mi vale de comida. Si usted hiciera eso, yo tendría que dejar a mi marido e irme a trabajar, así que creo que la conservaré y seguiré siendo como soy. Mi marido me mantiene bien, y aunque no tengo ningún placer sexual con él, tengo muchísimo con mis amigas.”




Ella es un claro ejemplo de que se puede vivir con dos sexos, y que esto no la ha convertido en un ser desgraciado infeliz. ¿Qué decisión habrían tomado los médicos cuando nació? ¿La hubieran desprovisto de pene, condenándola a una vida sin satisfacción sexual? ¿O hubieran decidido despojarla de vagina, condicionándola a una vida masculina pero sintiéndose mujer?


Anne Fausto-Sterling sostiene que: “la división de la especie humana en dos grupos sexuales no es un hecho natural”.


A los diablos – como a algunos monstruos - les acontece una crisis del ser que los difumina, que los convierte a la nada, ya que no podrían ser nada, porque no son ni bellos ni verdaderos ni reales.


Héctor Santiesteban



Siguiendo con el ejemplo de la decisión más moral que médica sobre la sexualidad de bebés intersexuales, podemos plantearnos algo que ya deja caer Héctor Santiesteban en su artículo El Monstruo y su Ser:


El monstruo depende del hombre que, como sujeto, juzga al monstruo como objeto.


Antes hemos podido ver cómo ha evolucionado la situación del hermafrodita en la sociedad. Con esto se demuestra la sentencia de Santiesteban: al monstruo lo crea la humanidad; la mente transforma y conforma a los monstruos.



Por otro lado, Lillian von der Walde Moheno y Héctor Santiesteban coinciden en que el monstruo es espejo del hombre.


Los monstruos, diría Moheno, son tan reales como lo son nuestros deseos, como lo son nuestros miedos.


La humanidad, a lo largo de la historia, siempre, en cada cultura, religión, pueblo, ha subordinado a la mujer y a aquellos que se alejaban del “orden social”, para imponer una “normalización”. Como hemos visto a lo largo de este texto, para mantener ese orden/normalización, se ha optado siempre por la represión del deseo. Afortunadamente, siempre ha habido personas como John Stuart Mill, que han manifestado abiertamente aborrecer la “normalización” que impone arbitrariamente la sociedad, y afirmar que lo mejor está en lo distinto, en lo diferente, en lo raro, en lo único.




Bibliografía:


- El monstruo y su ser. Héctor Santiesteban. Relaciones 81, Invierno 2000, Vol. XXI. Universidad autónoma de Baja California.


- Lo monstruoso medieval. Lillian Von Der Walde Moheno. Universidad autónoma metropolitana. Unidad Iztapalapa.


- Diderot y el problema del cambio. Henri Coulet.


- Feminidad y monstruosidad en el imaginario social: una lectura y dos textos. María Eduarda Mirande. Cuadernos, Diciembre, número 19. Universidad de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Secretaría de Ciencia y Técnica y Estudios Regionales. San Salvador de Jujuy, Argentina.


- Cinco sexos: La intersexualidad. Luis Christian Rivas Salazar. http://actualidadesintersexuales.blogspot.com


- Entre la Deidad y la Monstruosidad. CiberFeminismo.org

viernes, 6 de febrero de 2009

Monstruo. La atracción humana hacia lo irracional.


El morbo.


Desde siempre el hombre ha sentido rechazo hacia lo diferente. O, más bien, una convergencia de sentimientos contradictorios: rechazo y atracción; repugnancia y fascinación.

Sentimos una atracción casi enfermiza por las malformaciones, las manchas en la piel, la sangre y todo lo visceral. Tal vez porque nos hace sentir realmente conscientes de lo que somos y, en consecuencia, más vivos. Dan cuenta de ello parafilias como la abasiofilia, la excitación sexual por personas minusválidas, o la acrotomifilia: atracción sexual por gente con miembros amputados.

Sin olvidar los Freak Shows (circos de fenómenos), tan populares en Europa y Norteamérica a finales del siglo XIX. Circos donde el espectáculo no lo daban payasos, equilibristas o magos, sino personas con malformaciones físicas como siameses, enanos, mujeres con barba, etc.

¿Quién no conoce la historia de Joseph Merrick, el hombre elefante? Sobre todo después de que David Lynch adaptara su historia al cine. Joseph Merrick (Leicester, 1862 - Londres, 1890) padeció durante toda su vida, desde los dieciocho meses, malformaciones prácticamente por todo su cuerpo. Cuando tenía aproximadamente cinco años, los huesos de sus extremidades y su cráneo se desarrollaron de forma increíble. Estas malformaciones fueron en aumento, y aunque su madre, Mary Jane, deseaba que su hijo fuera al colegio, llegó un momento en el que el mero hecho de ir era una pesadilla para el niño, alrededor del cual se apiñaba la gente para observarle. Su madre, tenaz, le protegía, llevándole y trayéndole del colegio, pero cuando Joseph contaba once años, Mary Jane murió de bronconeumonía. Este hecho, según palabras textuales de Jospeh Merrick, fue el peor suceso de su vida, ya que su madre fue la única persona que le había cuidado y demostrado amor.

Su padre, que nunca llegó a tratarle como a un hijo, volvió a casarse con una mujer que tenía dos hijos. Con la llegada de ellos comenzaría la peor etapa de la vida de Merick, ya que nunca le aceptaron, llegando incluso a humillarle, privándole de comida y maltratarle físicamente. Para colmo, a los quince años su mandíbula estaba muy deformada y sobre la boca tenía un enorme tumor que le impedía vocalizar bien. La gente de Leicester, de todas las edades, le rodeaban para gritarle e insultarle. Pese a estas dificultades, y viendo que la convivencia con su nueva familia era insostenible, decidió irse de casa a los quince años. A partir de entonces, trabajó en la Leicester Union WorkHouse, y, más adelante, en ferias ambulantes exhibiéndose. Sin embargo, por aquellos años los Freak Shows estaban comenzando a ser prohibidos, y en especial el espectáculo que ofrecía el físico de Merrick solía ser un problema porque las autoridades lo consideraban indecente. Así, llegó un momento en que el mundo de la farándula se acabó para Joseph.

Fue entonces cuando decidió visitar al doctor Treves, quien ya se había mostrado interés por el caso de Joseph un par de años antes. Soportando las vejaciones, la morbosa curiosidad de la gente, los acosos (en la estación de Londres incluso sufrió un ataque de locura), al fin consiguió llegar al London Hospital, donde fue atendido por Treves y pasó la última y mejor época de su vida. Al fin pudo dedicar su tiempo a leer y escribir. También recibía visitas (incluso de la Princesa de Gales) de personas que siempre quedaban maravilladas por su educación, su cultura y su sensibilidad. Una mañana de abril, cuando tenía veintisiete años, Joseph fue encontrado muerto en su habitación. Murió de asfixia al quedarse dormido debido al peso de su enorme cabeza, que le había comprimido la tráquea.

La historia de Joseph Merrick es un gran ejemplo de lo que venía contando al principio. Desde niño fue acosado por las miradas, los insultos, la ávida curiosidad del ser humano, a quien todo lo que se escapa de su normalidad cotidiana le aterra y le seduce.

Hace unos años, y hasta hace poco, surgió un boom mediático en torno al bullying, conocido de toda vida como “acoso escolar”. Como todos los booms, nació, se reprodujo y murió, aunque en realidad sigue latiendo en cada colegio. Quién no se acuerda del gordo de la clase, del cuatro ojos, de la rarita, del violento, de la flaca, de la hija de madre soltera, del gitano, de la empollona… La única diferencia es que antes los insultos, las humillaciones y las agresiones no se grababan con el móvil.

Astenolagnia: Atracción sexual por la humildad, la humillación o la debilidad ajena.

El año pasado, una noticia nos conmovió a todos a través de la televisión, aunque en el momento en que se produjo la acción fue el morbo el que apoderó la situación desde cada ventana.
Sucedió en Ermua, en febrero de 2008, donde una niña de quince años fue agredida brutalmente por doce de sus compañeros de clase.
Parece que nos preocupan las cosas, esa es la imagen que queremos dar siempre, pero cuando agreden a una niña de quince años, cuando le queman el pelo, orinan sobre ella, pasan sobre sus rodillas con una moto, cuando le destrozan la cara y la dignidad, nos asomamos a la ventana y contemplamos. Contemplamos igual que contemplaban en los circos romanos, disfrutamos del morbo que propinan los autos de fe.

Cuando una niña de quince años vuelve a casa sola, con el pelo quemado, coágulos de sangre que emanan de sus ojos, las rodillas destrozadas y apestando a orín, al encontrárnosla cruzamos de acera. Qué pintas tiene la niña, que hedor tan insoportable.

Ermua tiene 16331 habitantes, y ninguno de ellos movió un dedo. Los suficiente para llamar a la ertzaintza y evitar que la agresión hubiera llegado a esos límites.

Pero nos gusta más el circo, así de alejados estamos siempre de la realidad.
Un año antes, en 2007, veinte tanzanos fueron asesinados por, (palabras textuales extraídas de la prensa) superstición e ignorancia.

Se trataba de negros albinos, personas de raza negra que tienen la tez blanca y el vello claro. Debido a su afección genética, sufren problemas ópticos y el sol africano les produce ulceraciones y quemaduras. De hecho, muchos mueren jóvenes por cáncer de piel.

La diferencia. Explicar la diferencia. Joseph Merrick escribió quela deformidad que exhibo ahora se debe a que un elefante asustó a mi madre; ella caminaba por la calle mientras desfilaba una procesión de animales. Se juntó una enorme multitud para verlos, y desafortunadamente empujaron a mi madre bajo las patas de un elefante. Ella se asustó mucho. Estaba embarazada de mí, y este infortunio fue la causa de mi deformidad; los pueblos rurales de Tanzania achacan la falta de pigmentación del albino a una maldición sobre la familia. Es por esta cuestión que los albinos son marginados socialmente. En el colegio, incluso por sus propios padres (quienes suelen abandonarlos, a ellos y a sus madres), en el trabajo (siendo prácticamente imposible que accedan a un puesto laboral) y en la vida en general.

Pero muchas veces no sólo se trata de marginación, sino que estas supersticiones dan lugar a episodios realmente violentos donde entran en juego el asesinato y la mutilación.

Se tratan de asesinatos rituales, ya que se suele acusar a las madres de haber mantenido relaciones sexuales extramaritales con blancos o con tokoloshes (espíritus malignos).

Por otro lado, no siempre se trata de ingenuidad y superstición, sino de puro fetichismo.
De hecho, en Tanzania lo que buscan sus asesinos son partes de sus cuerpos (principalmente dedos, órganos sexuales, lengua y pelo), principalmente por el atractivo estético que suponen escudándose en la falsa creencia de que dan suerte a la hora de evitar la muerte.

Se han dado caso terribles, de madres que matan a sus propios hijos y maridos que venden a sus mujeres albinas para este macabro contrabando alimentado por le fetichismo y la superstición.
Sin ir más lejos, el pasado mes de noviembre una niña de seis años fue decapitada y desmembrada ante sus padres en Burundi; en Tanzania dos madres fueron atacadas con machetes porque se negaron a entregar a sus hijos y un hombre fue detenido por tratar de vender a su esposa a dos hombres de negocios congoleños por dos mil euros.

Afortunadamente, existen asociaciones como TAS (asociación de albinos de Tanzania) y ADD (acción en discapacitación y desarrollo) que luchan contra estos ataques contra los albinos y trabajan para que se reconozca el albismo como una minusvalía. No obstante, el albismo no es una enfermedad o una anomalía, forma parte de la variedad natural:
En los individuos no-albinos, el cuerpo transforma un aminoácido llamado tirosina en la sustancia conocida como melanina. Para que se produzca la melanina tiene que ocurrir una serie de reacciones enzimáticas (ruta metabólica) por las cuales se produce la transformación del aminoácido Y (tyr) en melanina por acción de la enzima tirosinasa. Los individuos albinos, tienen esta ruta metabólica interrumpida ya que su enzima tirosinasa no presenta actividad alguna o muy poca (tan poca que es insuficiente) de este modo no se produce la transformación y estos individuos no presentarán pigmentación. La melanina se distribuye por todo el cuerpo dando color y protección a la piel, el cabello y el iris del ojo. Cuando el cuerpo es incapaz de producir esta sustancia o de distribuirla se produce la hipopigmentación, conocida como albinismo.
http://cienciasiesbi.wordpress.com/2008/05/07/albinos-mueren-en-africa/

Según Mwalongo, de ADD, la combinación de condiciones terrible de trabajo, pobreza, desesperación e ignorancia en las minas y en el sector pesquero, es la causante de los asesinatos. Pero ¿realmente puede achacarse todo a la superstición y la ignorancia? ¿Puede llegar a tal punto la fe en una creencia que ni siquiera se llegue a tener en cuenta la vida humana? Estamos hablando de asesinatos y mutilaciones a personas inocentes de cualquier edad. ¿Tanta fuerza puede llegar a tener una creencia o ésta sólo es la excusa tras la cual respaldarse para poder ejecutar las acciones más perversas, los deseos más sádicos y las fantasías más aterradoras?

Esta pregunta me ha hecho recordar a Samira Ahmed Jassim. Esta mujer, originaria de Bagdad, era conocida como “Madre Sangre” por la labor que desempeñaba: mandaba violar niñas para que luego se inmolaran en ataques terroristas.
Las convencía de que el único modo de limpiar su vergüenza era inmolarse en un ataque suicida.
Esta mujer, que pertenece al grupo insurgente “ansar al suna” (seguidores de la tradición del profeta Mahoma), según el general de división Kassim al-Mussai, fue artífice del reclutamiento de más de ochenta mujeres y reconoció haber planeado veintiocho atentados suicidas en diversas zonas.

El ser humano es sádico. Se deleita con el dolor. Además de esto, el ser humano es vulnerable a las órdenes, aún cuando éstas son contrarias a su conciencia.



El experimento de Milgram. Los peligros de la obediencia (Stanley Milgram, 1974).


Fue un experimento de psicología social organizado por Stanley Milgram, cuyo fin era medir la voluntad del participante a obedecer las órdenes de una autoridad aunque estas órdenes fueran contrarias a su conciencia personal.

Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio
Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974)

La política social no escrita. La política social de los colegios, de nuestras calles, de los pueblos, el miedo a sentirnos rechazados nos lleva a seguir una serie de normas de convivencia, e incluso de interpretación, para sobrevivir en el medio. Somos como borregos, y como tales nos movemos en grupo hiriendo al descarriado y en el fondo queriendo ser como él.

En los últimos años internet se ha convertido en el refugio donde poder ser quiénes somos, gritar y encontrar a otros como nosotros. A otros Joseph Merrick.
A otros monstruos. Y así, Airmin Meiwes, conoció Bernd Brandes.

Airmin Meiwes era un chico educado que vivió desde el final de su pubertad y hasta mil novecientos noventa y nueve con su madre, quien le sometía a una estrica disciplina. De los episodios de su vida cabe destacar que fue al ejército (donde desctacaba por su disciplina) y que después trabajó como técnico informático.

Tras la muerte de su madre, en mil novecientos noventa y nueve, Meiwes se quedó sólo e inició una nueva vida. A través de internet observaba fotos de crímenes , cuerpos abiertos, etc. Algo que tampoco nos debería sorprender mucho teniendo en cuenta la cantidad de visitas diarias que tiene la página web http://www.malrollo.com/. Y así, entre foros de internet y páginas de este estilo, Meiwes conoce a su contrario: Bernard Brandes, cuya mayor fantasía era que se le amputara el pene para comérselo después.
De modo que quedaron, porque juntos podrían satisfacer sus más ansiadas fantasías.

Algofilia: exitación producida por el dolor.

Armin manifestó que no entendía el sentimiento de felicidad que Bernd experimentaba. Meiwes no tenía previsto matarlo, pero el estado de Bernd era agónico: se desagraba y caía inconsciente repetidas veces, una de ellas más prologada. De modo que Meiwes decidió asesinar a su víctima en la mesa de descuartizar. Descuartizó el cuerpo y conservó la carne. Después de dos días, Armin vio cumplido su deseo de comer carne humana. Según las declaraciones a la policía, la carne humana tiene un sabor parecido a la carne de cerdo.
Todo, absolutamente todo, quedó grabado.

Llegados a este punto me pregunto cuál es el significado de la palabra Monstruo.
José Antonio Pérez Roja define monstruoso como ser de configuración contraria al orden regular de la naturaleza y como símbolo de la fuerza cósmica en estado todavía embrionario o caótico. Es decir, en estado de potencia formal. Desde esta perspectiva, el munstruo se asocia a lo irracional y prelógico; al ámbito de lo pulsional.

De todas formas, lo que sí es irrefutable, es que el hombre esta´ sometido a dos impulsos:
-El impulso del terror.
-El impulso de la atracción.

El primer impulso tiene que ver con el sentimiento que experimentamos como mortales hacia la finalidad de la vida: el terror y su consecuente náusea. Ambas reacciones se vinculan de manera paradójica con un movimiento de sentimiento contrario: la atracción fundamental por la muerte y por la fusión erótica.
Ambos procesos (la muerte y la sexualidad) conducen hacia la indistinción, hacia la confusión de entidades diferentes, derivando en un sentimiento de continuidad que permite intuir (aunque de forma fugaz) la eternidad.

El ser humano, como mortal, sintiéndose encerrado, circunscripto a los límites de su propio cuerpo, busca fundirse en la continuidad que le permitirá proyectarse en la permanencia de un flujo de continuidad que liga a todos los seres.

Como ya he dicho, las vías que nos permiten experimentar este contacto con lo permanente son el erotismo (que implica una disolución de las formas constituidas y fundamentan el orden discontinuo de los seres que somos. Bataille) y la muerte.

Y, ante estos dos extremos, experimentamos dos pulsiones de sentido contrario: una irresistible atracción frente a la violencia que los devuelve a su continuidad original, y un sentimiento de terror frente a lo que amenaza su discontinuidad elemental de seres limitados.

Sin embargo, en toda tradición, vemos que tanto el sexo y la muerte son de alguna forma prohibidos. En la cultura cristiana encontramos los mandamientos quinto y sexto (no matarás y no cometerás actos impuros, respectivamente). Sus consecuentes tabúes dan lugar a la sostenibilidad de un mundo tranquilo y razonable, aunque también establecen una convivencia – necesaria - con las transgresiones que funcionan como vías de acceso hacia el ámbito del caos y la irracionalidad.

De este modo concluimos que hombre es aquel que ha logrado ese equlibrio entre el tabú y la transgresión. En cambio el monstruo, según palabras de Elena Bossi, no es un ser en reposo que ha logrado la síntesis, sino un ser inestable en proceso permanente, una forma marcada por la inestablilidad de dos o más seres, dos aspectos en pugna. La compexión del ser es violenta porque no establece un punto de articulación entre las distintas naturalezas; no hay lugar para el monstruo, él es el lugar de representación de la lucha, el eje mismo de lo tensivo. El monstruo, visto de este modo, nos enfrenta a nuestras propias tensiones pulsionales, dejándolas al descubierto. Es cuando estamos frente a ellos cuando regresamos al estado salvaje, animal… y verdaderamente monstruoso, tal como lo entendemos en el lenguaje común.

El monstruo es un modo de dar forma a la angustia en un intento por superarla.



Bibliografía:

- Feminidad y monstruosidad en el imaginario social: una lectura y dos textos. María Eduarda Mirande. Cuadernos, Diciembre, número 19. Universidad de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Secretaría de Ciencia y Técnica y Estudios Regionales. San Salvador de Jujuy, Argentina.


-http://cienciasiesbi.wordpress.com/2008/05/07/albinos-mueren-en-africa/


-El comercio.
http://www.elcomercio.com.pe/noticia/240818/detienen-supuesta-terrorista-reclutar-80-mujeres-suicidas-iraq


-Armin Meiwes. El "Caníbal de Rotemburgo"
http://www.jluis37.com/2004mar/canibal.htm


-http://mondomedico.wordpress.com/2008/12/18/los-negros-albinos-%C2%BFalguien-ha-pensado-en-ellos/


-Wikipedia.


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