jueves, 4 de noviembre de 2010

Ciber Punk



No puede haber nada personal dentro. Seguro que no. Él siempre ha cuidado de mantener al margen su vida “profesional” de todo lo demás. Pensando así parece mucho más fácil desgarrar con la llave del buzón el sobre. Týchi̱ extrae de su interior un folio en cuya parte superior puede leerse Αποδόμηση της αισθητικής. El resto está en blanco. Hay más papeles. Trozos más o menos pequeños. Todos en blanco. Gracias por tu gran aportación a la galería, gilipollas. Piensa Týchi̱ en voz alta. Se enciende un cigarrillo aún frente a los buzones. Nunca le resulta fácil con los guantes, pero son costumbres que no va a cambiar. No se los quitará hasta llegar a la intimidad de su casa. Una vecina mayor que acaba de entrar le suelta la misma retahíla de todos los días. No se puede fumar aquí. Por lo menos apágalo antes de meterte al ascensor. Bueno días, señora, le responde ella, con la sonrisa cínica y desgastada de quien está de vuelta de todo.
Týchi̱ se queda un rato más en el portal, aunque el tabaco hace tiempo que sólo le proporciona arcadas. En el fondo quiere más. No se va a conformar con un catálogo en blanco. Una serie sobre la deconstrucción de la estética. Definitivamente el arte contemporáneo es una mierda. Rebusca con sus dedos enfundados en tela negra. De otra forma no podría. Los guantes, el tabaco, la sonrisa, son sus salvavidas. Rebusca entre los papeles, vuelca el sobre, y, ahí está. Pillada por el pliegue del sobre, en el fondo, una fotografía. Y ahí está él. Y ahí está ella. En el centro de la imagen, la mujer que siempre le pareció simple, aparece con el gesto triste de aquella Marilyn de Arnold Newman. A su derecha, en el extremo superior izquierdo de la foto, el espejo retrovisor enmarca la mirada fija de un hombre que parece haber perdido todo atisbo de emoción, humanidad, identidad. Detrás de ella, a través de la luna, parece distinguirse un paisaje de cemento mojado. Tan gris y desprotegido como un edificio en construcción. Aunque la fotografía no permite ver quién está al volante, Týchi̱ se siente aliviada al comprobar que no es ninguno de los dos. No entiende, sin embargo, la frialdad de uno y la tristeza de otra. Semejante hieratismo parece más propio de quien lleva las riendas o tiene claro a dónde se dirige. Pero él está en el asiento de atrás, como el niño al que los padres no informan del destino ni del tiempo que les queda para llegar. Con el cigarro, Týchi̱ abre un pequeño agujero en la luna del coche. Éste se extiende, manteniendo siempre un círculo perfecto, hasta hacerse más grande que la propia foto. Týchi̱ aprovecha el hueco para entrar y llega al edificio en construcción. Gira la cabeza, esperando encontrarse con el coche, pero no hay nada. Absolutamente nada. Como si la fotografía fuera un agujero negro. El punto final de una historia y/o el comienzo de una nueva. Con paso decidido marca territorio con sus tacones por el punto medio. Todo está mojado. El espacio, una simple explanada de cemento bordeada por paredes de ladrillo a su izquierda y a su derecha, pero sin techo ni entrada ni salida, se encuentra entre un campo de mala hierba y barro, a su vez delimitado por unas vallas oxidadas y con agujeros pequeños por donde pueden colarse niños y gatos. Týchi̱ reconoce en seguida que se encuentra en el patio del colegio donde estudió cuando era niña. A ambos lados, Týchi̱ reconoce a todas las personas que pasaron por su vida. Se escucha la mezcla de varias músicas que suenan de diferentes radiocasetes. Flotan los humos de diferentes cigarros y los gritos de diferentes dolores. Se encuentra en el polideportivo que estaban construyendo cuando ella dejó la ciudad.
Llega al centro y pregunta a una joven si reconoce a la chica de la foto. Ella no le hace caso y continúa pintando las líneas del campo de baloncesto con mostaza. Cuando se le termina el bote, abre uno de Ketchup, observa la fotografía, mira fijamente a Týchi̱ y le dice: “Él ya no está con ella, está conmigo”. Týchi̱ se reconoce en los ojos de la joven y le responde que eso no es posible. “Tú no podrías aportarle nada”. “¿Porque no me parezco a ella o porque me parezco a ti?”. Su cuerpo comienza a llenarse de cables que surgen de sus oídos. El resto de personas comienza a sufrir la misma transformación y el lugar se llena de un silencio insoportable. “¿Dónde puedo encontrar a esta mujer?” Pero no obtiene respuesta. Nadie puede escucharla. La joven, una vez terminado el bote de Ketchup, comienza a dibujar las líneas del campo con mariquitas y escarabajos que corren en procesión formando rectas rojas y amarillas. Son tantos que más que correr parece que ruedan muertos, emitiendo un sonido similar al de las canicas. Týchi̱ intenta huir, pero al llevar su cigarro a la fotografía éste se apaga, se reblandece, se hace negro, se transforma en cable y se introduce entre el índice y el corazón. Nota cómo recorre todo su brazo derecho, cómo llega al hombro, dibuja sus clavículas y sube por su cuello, su cráneo y sale bifurcado por ambos oídos. Al principio siente miedo. Después cree que no le va tan mal y empieza a alejarse hacia delante. Pasa el polideportivo, la hierba y el barro, la valla oxidada, los primeros años de adolescencia, el bachillerato, el primer amor, los primeros años de universidad, los proyectos, las canciones, la subvención, la inauguración de su galería, y todo el daño sufrido hasta ahora. Týchi̱ camina y coqueta oscila los cables que le cubren. Son parte de ella. Como el maquillaje, las braguitas y los empastes. Semáforo en rojo –que te la coj…- y sus botas levantando el polvo de la acera como un dibujo animado acelerado. Stop. A su derecha una muñeca robotizada con la mirada perdida se contonea. Týchi̱ la envidia y la mira un poco. Muy poco. Tan poco que el cielo empieza a oscurecerse demasiado pronto. Tan poco que el semáforo cambia de color y la muñeca empieza a cruzar. Tan poco que el semáforo vuelve al rojo . Tan poco que la muñeca dobla la esquina de la calle de en frente y la pierde. Tan poco que Týchi̱ pierde el color de su maquillaje, el aleteo jovial de sus cables, algunos dientes y el último autobús –eléctrico- que cruza la calle. Cruza la línea espacio – tiempo. Cruza la cara con un golpe de realidad a nuestra heroína y aún dolorida se recompone pero sin ser la misma. Se ha agotado la batería, la belleza y la vida. El semáforo vuelve al verde y vuelven a Týchi̱ todos los dientes, el maquillaje y la señora del portal que aún sostiene la puerta del ascensor. “Si tiras esa mierda te espero para subir”. Y Týchi̱ se pregunta si se refiere al cigarro o a la foto.


Carl Sandburg y
Marilyn Monroe por Arnold Newman




8 comentarios:

  1. Muy buen cuento, más punk que ciber. Creo que es la primera vez en mucho tiempo que me da pena no dirigir revistas: te habría pedido un cuento ipso facto. :-)

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  2. Te sigo desde hace tiempo. Precisamente ayer he creado mi blog y lo primero que hago es hablar de Marilyn.

    http://laplantadejara.wordpress.com/2010/11/04/fragmentos/

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  3. Muy bueno, me ha encantado... Si he de ponerle un pero (un perito más bien)... ay, ay, esas vallas oxidadas...

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  4. Awiii. Me a gustado tu cuento.¿De dónde te has sacado el nombre del personaje? jajaja. Tú y los nombres extraños.

    Tengo muchas ganas de leer tu nuevo libro! Por cierto me he cambiado la dirección del blog y he cambiado todas las entradas, que lo que había es parte del pasado. Se me han borrado los seguidores así que si te sigue gustando ya sabes. un besoo

    http://poesiadetuvoz.blogspot.com

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  5. jeje, gracias Juanma, si algún día te animas a dirigir una, ya sabes, yo te envío un cuento encantada.

    Gracias Jindra por la corrección... en qué estaría yo pensando...

    ¡¡Sasu!! týchi es la transcripción fonética de τύχη: "fortuna" en griego. Si te pilla por Logroño el 12 de noviembre, pa´sate por la Gota a las 20h, que presentaré el libro. Tengo ganas de verte e irnos de copazos por ahí. Un besazo y suerte con tu nuevo proyecto bloguero.

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  6. nadie como tú para crear una situación inquietante-desesperante a partir de un encuentro trivial.. y dejar rastros-íntimos-brillos como en un video clip.. genial

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  7. Genial. Un viaje que me ha atrapado, conducido y devuelto a la realidad, creo que de forma parecida a la protagonista.

    Un beso.

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