Estoy debajo de mi casa,
a diez metros -más o menos- del portal. La luz de mi habitación
está encendida. Me quedo mirando, con el cuello inclinado a cuarenta
y cinco grados hacia atrás, el séptimo piso. Esperando. Quiero
saber qué voy a hacer.
Pero no salgo. Durante
diez minutos la luz sigue encendida pero no hay rastro de mí en la
ventana. Noto la humedad y el frío y la tristeza inmensa en los
pelos sintéticos de mi abrigo de las rebajas del 2004. Parte de mi
parte -esa parte- adolescente que se empeña en sobrevivir, quizá lo
haga porque se mantiene en mi ropa. Qué absurda y patética es esta
yo vigilante. Esta yo espía. Esta yo que se
mantiene a sesenta metros de distancia de lo que voy a hacer.
Grande Awi: "Durante diez minutos la luz sigue encendida pero no hay rastro de mí en la ventana. Noto la humedad y el frío y la tristeza inmensa en los pelos sintéticos de mi abrigo de las rebajas del 2004."
ResponderEliminarMe ha gustado mucho... Ese yo espía nos persigue a todos, creo yo ;)
ResponderEliminarUn yo escindido en toda regla. Neo romanticismo con pelos sintéticos.
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