domingo, 25 de diciembre de 2011

Escrito a mano de resaca en un autobús Alsa León-Logroño

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Fotografías realizadas por Óscar R. Cardeñosa.


Anoche no era yo.

Hoy no me he sentido mejor, aunque crearme un personaje me evita situaciones desagradables como llorar o vomitar después de cada recital. Pero no me siento bien aun así. Las cervezas no paraban de llegar y bebí, aunque me prometí no repetir -ni acercarme (ni de lejos)- la actuación que dí hace poco más de un año también en León.

El resultado de aquella, en el Espacio Vías, apenas lo recuerdo. Sé que no fui capaz de leer las letras de algunos poemas y tuve que inventármelos sobre la marcha. Esa clase de poderes -y creatividad- que nos da el alcohol. Y sé que aquella noche terminé llorando, en parte por el bajón de la borrachera, en parte porque se me había metido en la cabeza que iba a morir en marzo de 2011. Como ves, mis expectativas no se cumplieron. Brindemos.

No estoy contenta con mi actuación de aquella vez, aunque mi enajenación alcohólica debió caer simpática a quienes compraron después mi libro (vendí todos los ejemplares que llevé de La Niña de las Naranjas.
Inaudito). Pero nada logró hacerme olvidar que algo muy fuerte me gritaba desde las entrañas con gran convicción que no llegaría viva a marzo.

Sé que me quedé dormida en el autobús (un Alsa que llegó con una hora de retraso, en la fría madrugada de León a finales de Octubre), con mi cabeza apoyada en Óscar, mientras escuchaba Arcade Fire. 

Yo no quería terminar así la noche del 23 de Diciembre de 2011.
No quería terminar así porque iba a compartir escenario con gente a la que admiro desde un cariño que creo ellos no comprenden. Pero para mí Alfonso Xen Rabanal -como José Manuel Vara- y más tarde Vicente Muñoz Álvarez, fueron quienes me descubrieron e hicieron que confiara en lo que hago. Porque yo no sabía que escribía poesía hasta que Xen comentó en 240 y posteriormente lo colgó en su Niebla. Era 2007 y desde entonces ha pasado, literalmente, una eternidad. Y es por ellos por quienes sé que existe el género visceral, más allá del realismo sucio. Por ellos consideré la resaca material artístico-elemento creativo.

Así que para mí era muy importante compartir escenario con ellos. Ser parte de la tripulación Vinalia en el último viaje a bordo de la nave donde prácticamente surgió todo. CCAN. Y hacerlo también con Silvia D. Chica, Felipe Zapico Alonso, el ChocheVelpister, Carlos Salcedo -integrantes del grupo de Facebook Escritores Sucios, donde tan a gusto me siento-, a quienes no conocía en persona; Julio César Álvarez, director de esa maravilla subterránea: Azul Eléctrico, y a quien conocí en el Espacio Vías pero de quien sólo conservaba un vago recuerdo y multitud de visitas a su blog, y e-mails, su libro El tiempo nos va desnudando (de lo mejor que leí en 2010), y un proyecto pendiente; Raquel Lanseros, poeta ante la incertidumbre y contra el desalojo del CCAN; amigos como Jorge Pascual y Rafael Saravia (y sus chalecos); Abel Aparicio, con quien ya coincidí en 2010, en el Destroyer de Esquivias; Jorge Molinero, Óscar R. Cardeñosa (el (mi) chico del sombrero); Julia D. Velázquez, tan encantadora tan genial, y otros tantos poetas que no conocía y que me encantó escuchar.

Pero yo estaba borracha. Traicionando mis promesas, y terriblemente nerviosa y acomplejada. Y si esta gente realmente no quería que viniera, por qué estamos tan distantes, soy patética, soy como la cantante de Dover después de adelgazar, ahora que he vuelto a hacerlo yo y por eso me he atrevido a ponerme el vestido que me regaló Marta (gracias) y he vuelto al tacón de aguja. Que mí no hay quien me quiera. Me siento tan patética. Tan tonta. Disfrazada de fuera hacia dentro, mostrándome yo graciosilla sin gracia (esa bis cómica ridícula que da el alcohol) que habla y va de diva sobre unos botines de plástico de 12 euros y un vestido regalado. Esta diva de mierda que publica porque deja que las editoriales se rían de su puto trabajo que no es trabajo ni es hobby, que es, joder, la vida, y nadie lo entiende. Por qué escribo. En el bus hacia León (una gran odisea que merece otra entrada) coincidí con mi amigo Aitor Cuervo, y hablamos sobre esto. Pero creo que él no comprendió que escribir, para mí, sea una necesidad vital, sin exagerar. Nada de un hobby. Yo no voy a vivir de la poesía en el sentido de que no voy a ganar dinero por escribirla, pero no puedo vivir sin escribir. Esto no es un hobby. A lo mejor tengo devaluado el concepto de "hobby", pero según lo entiendo ahora, no podría encajar ahí lo que para mí significa escribir. Sé que me repito con este tema, pero es importante para mí. Lo siento.

Por Felipe Zapico


Esta diva de rebajas, sin gracia, que pierde el hilo de lo que dice cuando nota que le están prestando atención. Esta inútil tímida, negada integral para las relaciones sociales, de tinte rojo y pánico escénico, se bebe las cañas a puñados y se "desnuda" artificialmente para soltar una descarga real, a través de mis poemas, que son partes tan profundas de sí que tiembla.

Por Julia D. Velázquez
"Vulgarizar mi cuerpo para poder reconocerlo hermoso después"


Se entristece a la hora de la verdad, cuando tiene que mostrarse tal y como es pero no le salen las palabras y sólo le queda la continua jaqueca del alcohol y la paranoia, y busca el abrazo de Óscar antes de ser capaz de salir corriendo -avergonzada- sin despedirse. 


Gracias.
A Aitor. Por hacerme más llevadero aquel viaje eterno en autobús Logroño-Burgos-León. Sólo él sabe que estuve a punto de matar al conductor de Alsa. Lo hubiera hecho. Revolución.

A Óscar. Por estar siempre. Por quererme así como me quieres y entender mis tonterías, y aguantar el frío por mí. Te quiero.

Óscar por Julia D. Velázquez 


A todos los poetas. Fue una experiencia brutal. Me encantó.

Al público, a todos. Por apoyar al CCAN, a la cultura, a la poesía. Emocionante.

A Velpister. Por su reliquia Cola para genocidio. Muchas, muchas gracias.

Joooooder. Gracias por darme en la vida noches así: momentos por los que merece la pena vivir. Ay, ya, tú lo llamarás cursilería, pero no sabéis lo existencial que estoy últimamente. Sólo notarme dolor, sangre, cuerpo, me desespera. Odio la vida por ser mortal, odio todo lo que me hace sentirme cuerpo por hacerme sentir caduca. Me aterra la eternidad y me aterra aún más tener la certeza de que no seré nada por los siglos de los siglos amén. Ya, amén, más quisiera poder creer en Dios y bastarme con ser buena y soñarme merecedora de una vida eterna entre arpas y angelitos, pero sólo creo en la corrupción de la materia.





En definitiva. Hemos vivido un momento histórico dentro de la cultura contemporánea de León. Así como te lo cuento, darling.



Besitos.



8 comentarios:

  1. me parece que eres un poco egocéntrica, pero sin ser interesante. leerte es más o menos como leer lo que escribe la clase de gente que lee libros de autoayuda

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  2. Enhorabuena por ti.Por esas dos noches. Por la compañía de la que has disfrutado.

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  3. awi,tenerte aquí ha sido un placer, el ccan y todos y yo te damos las gracias, genial la noche.

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  4. demasiada retórica etílica nena y por cierto... ese tipo de vestidos hay que llevarlos con elegancia

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  5. ¿Pero por qué escribís como anónimos, si la primera que hace autocrítica aquí soy yo?

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  6. Pues porque es navidad y todos los mediocres buscan una razón, por estúpida que sea, para no suicidarse. Porque este año tampoco han hecho nada y saben que les da lo mismo vivir cien años, que nunca serán nada.

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  7. feliz navidad, anónimos cabrones.

    adri, espectacular con tus tacones y tus dudas existenciales y todo.

    muchos besos.

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  8. feliz navidad, anónimos cabrones.

    adri, espectacular con tus tacones y tus dudas existenciales y todo.

    muchos besos.

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