Paola superpone circunferencias entre la línea de sus ojos.
Negra.
Se entretiene posponiendo compromisos
que la puedan alejar de su vida palaciega.
Paola engaña, seduce y traduce
a sus intereses todo aquello que le suene a represalia.
Se pinta los ojos, los labios
y hasta las uñas de los pies,
porque incluso en invierno tiene suficiente calor
como para calzar sandalias. De tacón.
Paola carece de intuición, porque ni siquiera es femenina,
aunque alguna vez la educaron para serlo.
Por lo menos, mujer.
Desparpajo no le falta
aunque no tiene, para nada,
sentido del humor. Pero tiene
un par de tetas que centran
en ella toda la atención.
Negra.
Se entretiene posponiendo compromisos
que la puedan alejar de su vida palaciega.
Paola engaña, seduce y traduce
a sus intereses todo aquello que le suene a represalia.
Se pinta los ojos, los labios
y hasta las uñas de los pies,
porque incluso en invierno tiene suficiente calor
como para calzar sandalias. De tacón.
Paola carece de intuición, porque ni siquiera es femenina,
aunque alguna vez la educaron para serlo.
Por lo menos, mujer.
Desparpajo no le falta
aunque no tiene, para nada,
sentido del humor. Pero tiene
un par de tetas que centran
en ella toda la atención.
Raquel moja sus labios en café,
reduce los imperativos a condicionales
y se arranca con fruición los pelos que le sobran.
De su vergüenza.
Es menuda y simple como un yoyó,
y da tantas vueltas que siempre termina
en el mismo rincón.
Raquel pretende beber vinagre
para machacar a la competencia del este,
sin saber que así sólo logra
menguar, empequeñecer, ser cada vez más
transparente.
Amanda rompe a llorar
porque no le quedan la´grimas.
Se corta las puntas del pelo
aunque se lo vuelve a quemar
con tanto tinte. Ha sido rubia,
morena, pelirroja, pero siempre,
siempre, igual de sinsustancia.
Sus labios son tan finos que parecen blancos,
como la piel de Raquel,
y el lunar del que presume sólo es
un tumor en ciernes.
Loreto se derrite
cada vez que viene a verla el ex novio de Paola.
Le promete muchas cosas
y prepara baños de leche de cabra,
como a las reinas. Como todas, sueña
con la palidez, aunque Paola suele
hundirse en miel.
Loreto es una escalinata estrecha,
un poste eléctrico sin luz, una enredadera
de metal impenetrable.
Suele subir a lo más alto
para volver a caer.
Y volver a subir. Y caer.
Sylvana perdió un zapato
el día de su veinte cumpleaños.
En su lugar encontró un billete a España
y ahora es compañera de Amanda
en un burdel.
Aquí no hay corsés ni lencería fina como en los años
veinte
Sólo condones baratos y ropa de Pimkie.
Sylvana suena como un cascabel que ha perdido el aire, se restriega como las gatas contra los muebles de madera. Sólo quiere arder, como cualquier otra.
Se despierta entre pelo púbico que no es suyo y se esconde tras una botella de vodka de marca desconocida. Como los condones.
Se retrotrae de frío hasta convertirse en un jirón y se arranca mechones de pelo si la dejan insatisfecha.
Erika no sabe que como a Amanda, le sobran planes a su poco tiempo.
Erika sustituye su sangre por absenta, por semen su saliva
y logra descambiar cada noche sus pensamientos
por un poco de cocaína.
Erika fue siempre vieja, incluso antes de llegar ya había caducado.
Erika se quiebra siempre que la besan.
Erika muere si Amanda ha llorado.
Ilyena es virginal cuanto más puta se vuelve.
Pierde la cordura si viste de blanco,
Si fuma negro recupera la cordura, aunque no por mucho tiempo.
Se deja comer por fuera, por dentro,
Todos los sentidos,
Si aún le queda alguno.
Ilyena es dómina cuanto más sumisa se vuelve.
Alguien le cambió el alma en el momento oportuno
Por un puñado de dinero.
Ilyena sólo tiene espíritu cuando viste de blanco.
Elena busca un padre en cada cliente.
Busca un protector, un educador,
Un confidente.
Busca un abrazo, un apoyo,
Alguien que la valore.
Pero ninguno le da eso.
Ellos sólo buscan sexo.
Se aburre, se cansa de decir “no” a ciertas cosas,
Los abandona.
Cada vez se siente más sola, más desprotegida,
Menos querida.
Hasta que vuelve otro con una carta de amor
Y una sonrisa.
Cristina se recoge el pelo con mil horquillas
Que parecen tirar de su mente,
De su cerebro,
hasta provocarle aneurisma.
Cristina aspira a ser contorsionista,
Aspira a poder plegar su cuerpo
hasta poder esconderse y estar
al acecho. Cristina, como Erika, fue mayor
de edad
mucho antes de que practicar sexo con ella
entrara dentro de la legalidad.
Lucía corrompe su pelo en mil envidias,
Sus ojos en mil rencores
Se tiñen de rojo, como cada hebra de su pelo.
Sus labios, también carmín,
Son la ira más pura, siendo ella
Siempre
La más puta
De las que habitan el burdel.
Mercedes tuvo lo que quiso
Cuando vivía en Ecuador,
Pero un día el narcotráfico no jugó a su favor.
Mercedes es una pelota de pimpón.
Los clientes son palas, sólo causan dolor.
Mercedes tuvo lo que quiso,
Ahora lo que tiene es para consumo propio.
Su cuerpo un instrumento de intercambio,
Una moneda que ha perdido su troquelado.
Valeria es, sin duda,
La única que merece la pena.
Tuvo un novio porque la compró.
La quiso tanto que un día ella
Escapó.
Decidió flotar como un fantasma,
A lo largo de toda la avenida,
Poco a poco fue perdiendo fuerza, hasta rozar sus pies contra la acera y estigmatizarse como una santa.
Frente, cuello,
Pies y manos.
Valeria no necesitaba,
Como lo necesitaba Ilyena,
Travestir su alma de blanco.
Ni como Merecedes, fumar cocaína
Para recuperar su vida.
Valeria también perdió un zapato, fue alambre de espino y ahora es un rosal silvestre,
Cubierto de pájaros.
Valeria nació para ser poetisa
Leía versos de Lorca
Aunque sus clientes no lo pedían.
Valeria no tragaba el humo al fumar,
Y sus ojos se alimentaban de sal,
Y sus labios,
de polla rancia.
Valeria era niña, cuanto más se lo pedían.
Valeria era la calma,
La efervescencia en un vaso de agua,
Valeria era pureza cuanto más se enjuagaba
De agua bendita en cada baño de hostal.
Como si fuera un acetre
Actualiza su alma
En sucios retretes.
La puta a la que quise,
La que se fue,
La que compré,
La que lloré
Y aún lloro
La puta a quien por quererla mandé al infierno.
reduce los imperativos a condicionales
y se arranca con fruición los pelos que le sobran.
De su vergüenza.
Es menuda y simple como un yoyó,
y da tantas vueltas que siempre termina
en el mismo rincón.
Raquel pretende beber vinagre
para machacar a la competencia del este,
sin saber que así sólo logra
menguar, empequeñecer, ser cada vez más
transparente.
Amanda rompe a llorar
porque no le quedan la´grimas.
Se corta las puntas del pelo
aunque se lo vuelve a quemar
con tanto tinte. Ha sido rubia,
morena, pelirroja, pero siempre,
siempre, igual de sinsustancia.
Sus labios son tan finos que parecen blancos,
como la piel de Raquel,
y el lunar del que presume sólo es
un tumor en ciernes.
Loreto se derrite
cada vez que viene a verla el ex novio de Paola.
Le promete muchas cosas
y prepara baños de leche de cabra,
como a las reinas. Como todas, sueña
con la palidez, aunque Paola suele
hundirse en miel.
Loreto es una escalinata estrecha,
un poste eléctrico sin luz, una enredadera
de metal impenetrable.
Suele subir a lo más alto
para volver a caer.
Y volver a subir. Y caer.
Sylvana perdió un zapato
el día de su veinte cumpleaños.
En su lugar encontró un billete a España
y ahora es compañera de Amanda
en un burdel.
Aquí no hay corsés ni lencería fina como en los años
veinte
Sólo condones baratos y ropa de Pimkie.
Sylvana suena como un cascabel que ha perdido el aire, se restriega como las gatas contra los muebles de madera. Sólo quiere arder, como cualquier otra.
Se despierta entre pelo púbico que no es suyo y se esconde tras una botella de vodka de marca desconocida. Como los condones.
Se retrotrae de frío hasta convertirse en un jirón y se arranca mechones de pelo si la dejan insatisfecha.
Erika no sabe que como a Amanda, le sobran planes a su poco tiempo.
Erika sustituye su sangre por absenta, por semen su saliva
y logra descambiar cada noche sus pensamientos
por un poco de cocaína.
Erika fue siempre vieja, incluso antes de llegar ya había caducado.
Erika se quiebra siempre que la besan.
Erika muere si Amanda ha llorado.
Ilyena es virginal cuanto más puta se vuelve.
Pierde la cordura si viste de blanco,
Si fuma negro recupera la cordura, aunque no por mucho tiempo.
Se deja comer por fuera, por dentro,
Todos los sentidos,
Si aún le queda alguno.
Ilyena es dómina cuanto más sumisa se vuelve.
Alguien le cambió el alma en el momento oportuno
Por un puñado de dinero.
Ilyena sólo tiene espíritu cuando viste de blanco.
Elena busca un padre en cada cliente.
Busca un protector, un educador,
Un confidente.
Busca un abrazo, un apoyo,
Alguien que la valore.
Pero ninguno le da eso.
Ellos sólo buscan sexo.
Se aburre, se cansa de decir “no” a ciertas cosas,
Los abandona.
Cada vez se siente más sola, más desprotegida,
Menos querida.
Hasta que vuelve otro con una carta de amor
Y una sonrisa.
Cristina se recoge el pelo con mil horquillas
Que parecen tirar de su mente,
De su cerebro,
hasta provocarle aneurisma.
Cristina aspira a ser contorsionista,
Aspira a poder plegar su cuerpo
hasta poder esconderse y estar
al acecho. Cristina, como Erika, fue mayor
de edad
mucho antes de que practicar sexo con ella
entrara dentro de la legalidad.
Lucía corrompe su pelo en mil envidias,
Sus ojos en mil rencores
Se tiñen de rojo, como cada hebra de su pelo.
Sus labios, también carmín,
Son la ira más pura, siendo ella
Siempre
La más puta
De las que habitan el burdel.
Mercedes tuvo lo que quiso
Cuando vivía en Ecuador,
Pero un día el narcotráfico no jugó a su favor.
Mercedes es una pelota de pimpón.
Los clientes son palas, sólo causan dolor.
Mercedes tuvo lo que quiso,
Ahora lo que tiene es para consumo propio.
Su cuerpo un instrumento de intercambio,
Una moneda que ha perdido su troquelado.
Valeria es, sin duda,
La única que merece la pena.
Tuvo un novio porque la compró.
La quiso tanto que un día ella
Escapó.
Decidió flotar como un fantasma,
A lo largo de toda la avenida,
Poco a poco fue perdiendo fuerza, hasta rozar sus pies contra la acera y estigmatizarse como una santa.
Frente, cuello,
Pies y manos.
Valeria no necesitaba,
Como lo necesitaba Ilyena,
Travestir su alma de blanco.
Ni como Merecedes, fumar cocaína
Para recuperar su vida.
Valeria también perdió un zapato, fue alambre de espino y ahora es un rosal silvestre,
Cubierto de pájaros.
Valeria nació para ser poetisa
Leía versos de Lorca
Aunque sus clientes no lo pedían.
Valeria no tragaba el humo al fumar,
Y sus ojos se alimentaban de sal,
Y sus labios,
de polla rancia.
Valeria era niña, cuanto más se lo pedían.
Valeria era la calma,
La efervescencia en un vaso de agua,
Valeria era pureza cuanto más se enjuagaba
De agua bendita en cada baño de hostal.
Como si fuera un acetre
Actualiza su alma
En sucios retretes.
La puta a la que quise,
La que se fue,
La que compré,
La que lloré
Y aún lloro
La puta a quien por quererla mandé al infierno.
excelente descripcion mi kerida nina de las naranjas, ya la extranaba, y mucho.
ResponderEliminarbesos desde el otro lado de la luna
Ejercicio fascinante.
ResponderEliminarMe encantaria aprobecharme de tu sensibilidad y sutileza.
Un beso
wow
ResponderEliminargracias
ResponderEliminarVara
bueno, yo no quiero ser anonima... me encanto toda esta descripcion, casi pude fotografiarlas a cada una en mi cabeza,todas en una, una en todas... extraño... seguire visitandote.
ResponderEliminarmis saludos
Todas somos una, una somos todas ( y no son las tres mosqueteras ;-P)
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