lunes, 16 de agosto de 2010

Convocatoria a los poetas riojanos

Extraído del blog del KB. 



SÁBADO 21 DE AGOSTO DE 2010 | 20.30 H.
CENTRO DE LA EMIGRACIÓN | TORRECILLA EN CAMEROS


LOS POETAS RIOJANOS LEEN A MIGUEL HERNÁNDEZ
El Centenario del nacimiento de Miguel Hernández en el presente año 2010 supone una oportunidad irrepetible de mostrar la riqueza de su legado, Ediciones del 4 de Agosto invita a los poetas riojanos a leer la obra del inmortal vate oriolano en el marco del Centro de la Emigración Riojana de Torrecilla en Cameros, la pretensión no es otra que rendir un humilde y sentido homenaje al poeta con una lectura pública que permita acercar su importante legado a todos aquellos que se acerquen al acto.
Si deseas participar, escribe a 4deagosto@gmail.com.
Muchas gracias.

Miguel Hernández (España, 1910-1942) Poeta y dramaturgo español nacido en Orihuela (Alicante). Manifiesta en sus obras un hondo sentido de la tragedia y una sensibilidad muy propia del siglo XX, empleando para ello las formas líricas españolas tradicionales. La poesía de Miguel Hernández se caracteriza por su intenso lirismo, tanto en su primera colección de poemas, sumamente elaborados, Perito en lunas (1933), como en los sonetos de corte clásico de El rayo que no cesa. Sus poemas tratan principalmente del amor, la muerte, la guerra y la injusticia, temas que conoció y experimentó con intensidad. Comunista desde los 26 años, luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil española. Fue condenado a muerte por los fascistas victoriosos, pero, tras las airadas protestas que provocó esta condena, se le conmutó la sentencia por cadena perpetua. Durante su estancia en prisión escribió Cancionero y romancero de ausencias (1958), una serie de poemas dedicados a su esposa, que vivía en condiciones miserables. Murió en prisión a la edad de 31 años.
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Organiza:

Colaboran:
Restaurante La Mejillonera




Yo quiero ir, si 
alguien se 
anim
a podemos mont
arnos un
a excursión :)

1 comentario:

  1. Amarte, como yo te he amado,
    era una forma de amarte tal vez ingenua y algo torpe,
    como corresponde al amor supongo,
    difícil de expresar de cualquier manera
    en el preciso lenguaje matemático de la trigonometría,
    y no porque fuera este precisamente un amor sin tamaño,
    un amor sin medida,
    sino porque es más dado el amor
    a medirse en unidades más propias de la alquimia que practica,
    en cuerdas de palabras sin mayor rigor que la metáfora,
    la analogía de la cosa que es de la cosa pretendida…
    Así yo podría decir sin miedo a equivocarme que te he amado
    como ama el pubescente a la meretriz,
    un amor de un día, un amor virginal,
    el día que le desvirga
    como ama la ternera lechal a la ubre,
    un amor animal, el amor de una bestia,
    en la leche caliente, que la alimenta
    como ama el indigente a la calderilla limosnera,
    un amor decadente, un amor hambriento,
    cuando cae en su taza de hojalata
    un amor inmediato, un amor de un instante,
    era otra forma de desconsuelo, me imagino dentro de la calamidad que es la vida,
    al fin y al cabo el amor es un sentimiento triste
    como es de naturaleza insaciable,
    yo así, te amaba con hambre, con el rigor del apetito
    diariamente, sin vocación, sin ceremonia, sin arte
    como se ama el aire, la comida, el agua, la temperatura del cuerpo
    con necesidad, con urgencia, tal vez en un lenguaje demasiado básico,
    sí, tal vez nunca he sabido expresarme, la elocuencia nunca fue una de mis virtudes,
    y tal vez es así que se nos ciñe el amor a la carne,
    como se ciñen los harapos al indigente, en palabras de dientes careados,
    es cierto, me dirás quizás que no parece un sentimiento demasiado bello
    pero quién dice que ha de serlo, el amor.
    En cualquier caso qué importa,
    cuando se ha ido este sentimiento pasajero y caprichoso como el vuelo de un insecto,
    qué queda en el organismo que nos satisfaga,
    tal vez la melancolía
    como una molécula de azúcar vertida en una tonelada de agua,
    que nos permita recordar
    en el sufrimiento de esas partículas expandiéndose disueltas en un océano tan vasto
    que hubo un día en que pudimos creer en la felicidad,
    ¡qué ilusos!,
    será hasta que probemos de ese contenedor un vaso de agua
    y comprobemos que de toda la dulzura
    tan sólo queda el sabor a agua,
    que todo es mentira...

    Hoy ya toda certeza de tu memoria la guardo en el sexo de tus palabras más obscenas...

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