Eh, Adriana, te has decidido a publicar la entrada anterior, ¿eh?
Sí, porque ya estoy otra vez arriba. Y nerviosa a morir, claro. ¿Te cuento un poco mi día de hoy? Pues claro que sí.
Lo primero que hice fue ir a la copistería Celeste, que es la copistería a la que íbamos Pat y yo a fotocopiar ejemplares de La Fanzine. Con Celeste es fácil, rápido y económico. A mí es que me encanta. No quiero que esto se convierta en un espacio publicitario, pero la semana pasada fui a hacer ejemplares de La Fanzine a Escala (Logroño) y pretendían cobrarme 4€ por cada uno. Hablamos de un juego de fotocopias en b/n con una grapa. Celeste cobra 22,16€ por 20 ejemplares. Es decir, 1,10€/ejemplar.
Así que, lo dicho, fui a recoger los veinte ejemplares a Celeste y luego fui a Correos para enviar unos cuantos a Supercoño Fanzine, para el festival de fanzines que organizan este sábado, 4 de octubre, en Madrid.
También envié fanzines a alguno de nuestros queridos mecenas. El caso, que entre las fotocopias y los envíos me quedé sin dinero (otra vez: la historia de mi puta vida), y me vine abajo porque quería un café y no tenía con qué pagarlo.
Lo que hice después fue acercarme a A Pie de Página, librería de la que ya he hablado por aquí antes, creo. Bueno, fui a A Pie de Página y dejé algunos ejemplares de Eis. Están a 8€.
Qué tal te va la vida después de la librería. Pues bah, mal, bah, triste, hecha una mierda, muy bluf, he desaparecido de Facebook porque bluf, y ahora quiero irme de Logroño también, así que he venido a pasar una temporadita por Valladolid, a ver si sale algo, porque, bueno, ya sé que en todos sitios está todo mal, pero en Logroño ya es imposible encontrar algo, y cómo es que la librería te fue mal, con la de gente que te conoce en Logroño, pues igual por eso mismo (me río, o sonrío), no sé ya qué pensar, me estoy volviendo un poco paranoica, y estoy un poco (hago un gesto con la mano, como si estuviera bajando algo) después de lo de Origami también, y tal, bueno, yo si sé de algo te lo comento, mucho ánimo, muchas gracias.
Odio estar triste.
Ya sé, joder, menuda obviedad acabo de soltar. Pero no me soporto. Nadie puede soportar a alguien así. Yo antes no era tan gris, ¿no? ¿siempre he dado tanta pena, en serio?
Así que vuelvo a casa, que no es mi casa, claro, es la casa de un amigo que me ha hecho este grandísimo favor, y enciendo el portátil. Tengo un mail nuevo y es la mejor noticia que podía recibir ahora mismo:
Tengo trabajo. En Madrid. Empiezo mañana. No soy capaz ni de dar saltos de alegría porque no me lo creo, pero es cierto. Me voy a Madrid.
Os voy a comer a besitos.
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