Pues nada, aquí estamos. POR FIN.
Como ya conté hace unos días (y borré, aunque ya sé que varios ya lo vieron, porque a lo tonto se ve que aún hay seguidores de este blog, y que ahora he vuelto a publicar, porque yo qué sé), he conseguido trabajo en Madrid. Algo temporal, pero que llega en el momento perfecto para escaparme de la rutina de Logroño.
Estoy sin dinero pero con muy buen humor y rodeada de gente estupendísima que me ha acogido u ofrecido su ayuda para buscar alojamiento sin pensárselo dos veces. Estoy que no me puedo ni creer cómo ha podido cambiar de esta manera mi suerte.
Estoy sin dinero, y me dice Javier: mira, el año pasado abriste una librería sin tener dinero y ahora te vas a Madrid sin tener dinero. Pues así las cosas. No tener dinero me deprime. No tener trabajo ni sentirme creativa, mucho más. Si no trabajo, y además no escribo, me hundo. Es obvio, claro. A ver quién está bien sintiéndose un inútil. No tener dinero me deprime, pero precisamente por eso no me para. Y que tengo unos amigos maravillosos, eso también, que me han ayudado estos últimos días tanto. Es que me muero de amor, os lo prometo.
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