No me gustan los pueblos, los montes, la tierrilla y los insectos. Me gustan los apartamentos en el centro, las habitaciones con vistas a la carretera, el sonido de ambulancias, semáforos y los gritos de la gente que se encuentra por la calle. Me gusta ver los coches por la noche, desde la ventana, mientras escucho a Walkabouts y me fumo un cigarrillo. No me gusta el silencio. Me pone muy nerviosa. No me gusta pasar la noche en la casa de mi abuela. Ni cuando vivía ni ahora. No me gusta el silencio, no me deja dormir.
No me gustan los planes a largo plazo ni las sorpresas inminentes. Y ayer era mi noveno día sin fumar. Y anoche había una movida en el cielo con Marte y la Luna.
Para las doce de la noche ya me había puesto mona, aunque mi instinto me hizo cambiar a última hora los tacones por sandalias planas.
Y mi cara de estupefacción cuando ya en el coche, sin escapatoria, Marty me dice que nos vamos al Cortijo (un pueblo cercano a Logroño) con sus amigos a ver la movida de la Luna y su santa madre.
Y entonces me pongo nerviosa. Pero nerviosa que no sabe Dios ni la virgen, aunque no se me nota mucho porque soy una chica silenciosa y reservada, tal y como me enseñó la sección femenina de la falange.
- A ver, Marty, no puedo ir al Cortijo. No tengo ni tabaco ni alcohol.
- ¿Pero para qué te quieres emborrachar hoy, si sólo vamos a ver las estrellas con los amigos?
- Porque me voy a raspar, Marty, sin alcohol me voy a raspar, y te voy a raspar, y voy a estar margi y amargada en un puto pueblo sin poder irme. En serio, necesito alcohol. O pasamos por un chino o me dejas en casa.
- Que no te vas a raspar, chiqui, que estás conmigo.
- Que no, Marty, que necesito alcohol. ¿No tienes una botella de whiskey en casa?
- No.
Silencio.
Suena mi móvil. Marta y Álvaro.
- Marta, tía, que voy camino del Cortijo con Marty.
- Ey, pues que vamos Álvaro y yo.
- ¿Tenéis alcohol y tabaco?
- ¡¡SÍ!!
Y así fue cómo Adriana estuvo anoche en no sé exactamente qué parte del Cortijo, bebiendo cervezas, disfrutando de la nicotina, mientras del coche de Álvaro salían canciones como Nintendo de Súper Puta y algún tema Clap Your Hands Say Yeah!, y Marty y sus amigos veían las estrellas encima de una furgoneta.
Y Álvaro repitiéndome aquello de: A éste quiérelo bien...
a mí me pasa igual (los montes, los pueblos, la tierrilla y los insectos me ponen más nerviosa que ni sé)
ResponderEliminarel siencio de los pueblos
ResponderEliminargrita que somos pequeños
y la tierra huele más a muerte que en ninguna otra parte,
sin embargo logra
que toquemos el cielo.
A mí me encanta ese tipo de cosas, pero mejoran mucho con una cervezas y amigos.
ResponderEliminarDe silencio nada de nada. Acabo de pasar diez días en uno y los tapones para los oidos para la noche se hacían imprescindibles.Motivo: Concierto de grillos, pájaros, reptantes y demás alimañas nocturnas que no paran de hacer sus cositas mientras tu intentas dormir en una maldita tienda de campaña.
ResponderEliminar¡Y hay que joderse! ¡Tú te comes la luna doble sin querer y yo no pude queriendo porque esa fue la única jodida noche en la que se nubló todo!
Genila apologia a la adiccion al alcohol, cuando comiences a vomitar en seco por no tener un trago por las mañanas, a quedarte sin amigos por no poder verlos si no es detras de un wiskhey con agua, no poder salir a al calle si no es flotando en los grados de una botella de vodka, mezcles el alcohol de las heridas con agua para poder sentir un poco esa sensacion de placer, me cuentas lo divertido que es todo esto...
ResponderEliminarVenga, por favor... no dramatices...
ResponderEliminarGracias por comentar, babies.