lunes, 20 de diciembre de 2010

A la memoria de los peces. Fragmento.



facultad de filosofía y letras de Alicante. 10.12.10





Da igual que el cadáver siga ahí. A veces lleva incluso semanas.

Todos tenemos una tendencia –casi- obscena a mantenernos con vida. Muchos se ocultan bajo las plantas de plástico. Tendrá algo de digno morir bajo el agua y no a flote. No lo sé.  A veces se ocultan tan bien. 


Los entierros no son fáciles de aceptar. El grito de las viudas,
los desmayos de las madres,

el llanto helador de todos
los que lo hacen en silencio. Todo ese carácter de irreversibilidad, de realidad, en el primer sonido de la tierra
contra el ataúd.

Ese llanto que ahora se aferra a ti frente al cristal de nuestra cárcel.

A veces el cadáver se mantiene durante semanas. Da igual que siga ahí, siempre habrá uno encargado de limpiar con sus labios la suciedad del fondo. Nadie notará su ausencia. Para ti 


todos somos iguales.

Ese llanto que ahora se aferra a nosotros desde ti contra el cristal.

Para mí durante tres segundos perdurará la sensación de permanencia.
Para otros esta característica estúpida les parecerá una metáfora
de libertad. 

3 comentarios:

  1. No escuché bien la explicacción del principio.

    Bueno supongo que ahí está la diferencia entre una persona con gran sensibilidad -aunque no existan las verdades aboslutas- y otra que ese tipo de detalles les parece una chorrada como un piano. Una de las cosas que más me 'apasiona' de los escritores es imaginar qué les llevó a escribir lo que han escrito, su forma de observar, de crear a partir de un hecho en principio banal. Te imagino a ti -o al que ha escrito eso, que no escuché bien tu explicación del principio-, mirando la pecera, luego a la nada, luego enfrentándose al papel blanco...

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  2. Hola Invisible :)

    El poema es mío. Lo que digo al principio viene a ser lo siguiente:

    Mi novio tiene un acuario. Suelo ir a su casa todos los fines de semana y me gusta observar los peces. En especial me encariñé con uno rojo que nadaba muy cerca de la superficie. Mi chico me dijo que se estaba muriendo. Yo, que soy así de idiota, le dije que no, que sólo era un pez diferente. La semana siguiente, el pez estaba nadando por el fondo, entre las plantas de plástico y la arena. Le dije a mi novio ¿Ves? no se ha muerto. Y él me respondió: se va a morir... los peces pierden el equilibrio cuando se van a morir. La semana siguiente, el pez estaba debajo de una planta de plástico cubierto de moho o algo por el estilo. Muerto. Me llamó la atención el hecho de que los peces, cuando están próximos a la muerte, pierden el equilibrio, y cómo, a la vez, se empeñan en mantenerse en el fondo. aquella noche me quedé despierta escribiendo un poemario, a la memoria de los peces, entre el que se encuentra éste. Próximamente lo subiré entero.


    Un besote.

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  3. Pues gracias por la aclaración, Adriana.

    Cuando iba a párvulos, teníamos en clase una pecera, y cada cierto tiempo cada uno de nosotros teníamos que alimentar a los peces que había en el interior. Recuerdo que el pez que nos llamaba más la atención era el menos "agraciado", el más diferente y el que tenía cara de cabreado y que siempre estaba en el fondo, sin "sociabilizar" con el resto. Le llamabamos con el poco halagüeño nombre de "Pez Basura" porque nos decían que se alimentaba de la basura de la pecera. En fin...

    Otro beso para ti.

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