A Óscar R. Cardeñosa, que pasó un fin de semana de traca en Melilla mientras se preparaba las oposiciones. O algo así.
(Este relato nació en el bar Les Paul después de un concierto de Sharon Bates. En el momento creí que estaba bien, y hasta Óscar me dijo que le gustó, pero a ver hoy con la resaca cómo lo vemos toooooooooó.)
Aquí todo, TODO, es barato. Nos dice el dueño del bar tras la barra. Miramos el ganado que nos ofrece: todas feas. Feas como un dolor. Feas como un moratón al tercer día. Me fijo sobre todo en una morena que hay al fondo: la primera que me brindó un guiño coqueto al pedir la caña. La primera. La primera caña: un euro. Todo barato, nos repite. Enciendo un cigarrillo mientras pienso en toda la droga que puedo encontrar en Melilla a buen precio. El sexo ahora es lo más secundario y por muy morena que esté y esos ojos semi cerrados que me observan ofreciendo una rebaja para menores de treinta años, le pido al camarero que nos surte, que nos surte a cervezas: veinte por veinte euros. La experiencia no es lo más convincente en estos casos. Me despido con un triste guiño a la morena, antes de entrar por última vez al baño a por mi dosis diaria de este fin de semana en Melilla y luego a otro bar a por más: En busca de amor gratis de una noche… antes de ponerme (de nuevo) a estudiar.
Gracias señorita, si me sale alguna sustitución traeré nuevas historias.
ResponderEliminarUn besin.
Yo la invito una copa...
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