domingo, 30 de mayo de 2010

Publicada en el número 44 de Nevando en la Guinea


Ésto es lo que me han publicado:




ESCRITOS DE LA NIÑA DE LAS NARANJAS
POR ADRIANA BAÑARES



  1. I.      Cucarachas
Por amor. Por amor a sí misma y por miedo. Ese miedo típico de las que nacen flower power  y se convierten en mujer florero. Ese miedo de la dependiente, ese miedo típico a la soledad que las convierte en patéticas esclavas de la superficie, del mainstream, del bótox, del miedo a reencontrarse consigo mismas en el espejo. A Nilda no le gustan sus ojos sin maquillar. Sus ojos sin maquillaje: los ojos, iguales a los de su padre. Idénticos, los mismos, sin cambiar ni un ápice, los mismos ojos con los que nació. Esa mirada, esa retina, que no ha podido cambiar la cirugía, ni la inflamación de los parpados ni la oquedad bajo sus ojos rematadas con corrector de ojeras cada mañana desde hace veinte años. Nada ha podido extirpar de su rostro los ojos de su padre ni todas las cosas que han pasado ante ellos. Nada ha podido borrar todas sus miserias, todos sus anhelos, la soledad detrás del plástico, las ratas, la cochambre, los insectos, la bajeza de tener que recurrir al reflejo de su juventud perdida para mantenerse a salvo, aunque sea viviendo un falso ideal de compañía.
Una a una se va recolocando las horquillas. Sesenta horquillas como sesenta promesas dichas al aire. Religiosamente las va colocando sobre su cabeza sin dejar de mirarse fijamente a los ojos en el espejo. Diez avemarías. No me dejes sola. Diez avemarías y un viacrucis por su cabellera.
Por debajo de la puerta, por los grifos, por las rejillas, por el inodoro, la bañera, van entrando cucarachas.  Nilda mira fijamente su reflejo y espera.
En la otra habitación Alejandro ronca  y a Leo se le han dormido las piernas. Tirada en el suelo observa a las cucarachas de cerca. Están al mismo nivel. Las ve venir, y espera.
***
SÓLO COMPRA COMIDA LIGHT

Sólo compra comida light. Su marido está en la cocina preparando una salsa carbonara con extra de nata en la cocina. Regalo de San Valentín. Entre velas y música hortera. Unchained Melody. Sobre la mesa la pasta y en su cabeza retumbando “no me gusta esta situación”. Entre los labios de él una sonrisa de satisfacción. ¿Te gusta cari?  Entre los dos, y por toda la habitación, una tensión que supera a toda la instalación eléctrica de los apenas cuarenta y cinco metros que ocupa el apartamento a unos trescientos escalones de altura desde el portal. Subir andando, dicen por ahí, ayuda a reducir-elevar-endurecer los glúteos.  Entre sus labios un porro de hachís y en la pantalla del portátil una partida del Solitario sin terminar. Ella hace amago de pasarle el porro pero él niega. Para lo que queda no me des. Si hubieras querido me lo hubieras pasado antes. No me gusta esta situación, responde ella. No me gusta esta situación. No me gusta esta situación, y como la grasa de sus caderas en menos de quince días probando la última revolución en productos adelgazantes del nature house su novio se desvanece. Sobre la silla todos los planes de futuro y las ganas y los te quiero que salían sin querer en aquellas madrugadas del principio, cuando el objetivo  a corto plazo más importante para ambos era enamorarse y ante todo, que no les pillaran en plena manifestación de su amor cuando lo hacían en casa de alguno de sus padres.

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También han publicado en este número: 
Lucila Soria, Antonio Orihuela, Cecilio Olivero Muñoz y Juan A. Herrero Díez

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