<< ... Es h
A medida que hablaba, su voz se iba haciendo cada vez más tensa. Las últimas palabras las formuló en una especie de trance. Yo había dejado de acariciarla. Su vocabulario clínico me ponía malo.
<< ¿Qué pasa?>>, preguntó. << ¿Por qué me sueltas?>>
<< ¿Por qué haces siempre lo mismo? Acabo de hacerte el amor. ¿No es bastante? ¿Tienes que iniciar una operación, una autopsia? ¡Sexual, destilar, íntimos… Dios! ¡Prefiero no sabérmelo todo de memoria! Prefiero ser sorprendido de vez en cuando. ¿Dónde vas?>>
Se irguió ante mí. La luz del candelabro dibujaba su boca con un duro gesto de rabia.
<< ¡Sorprendido! Eres idiota. Como la docena de hombres con los que he estado. Que querían hacer el amor en la oscuridad, en silencio, con los ojos cerrados, con los oídos tapados. Hombres que se cansaron de mí y yo de ellos. Y tú te subes a la parra, porque quiero algo diferente para nosotros. No conoces la diferencia entre creación y masturbación. Y hay diferencia. No has comprendido una palabra de lo que he dicho. >>
ay omá que buena pinta tiene...
ResponderEliminarsi esque a mí me han dado ganas de decirselo a más de uno, aí de clinicamente jajaja,
lo pillaréeee
Gracias naranjita!!
Es una novela altamente recomendable
ResponderEliminarOlé.
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