lunes, 20 de abril de 2009

disfraz

Autorretrato con máscaras (1889), de James Ensor
El martes de Carnaval, a plena luz del día, mi vientre desprende sangre y juego con la herida a través de la camisa, encharcando mis dedos en granate y disfrutando de ese dolor que me hace apretar los dientes.
Camino por una calle que no se me hace tan familiar cuando es de día, con la cabeza gacha, absorta en la sangre. Todos están felices y disfrazados, acaparando todos los recodos de la calle Sagasta.
Bonito disfraz me dicen, muy original. Y sin levantar la mirada, aún jugando con la sangre, que ahora sale en abundancia, les digo que no es disfraz, que me han herido de verdad.
Me han clavado un cuchillo.
Pero no estás muerta. Me dicen. No estás muerta, ¿de qué te quejas?
Es cierto, tenéis razón, no tengo derecho. Sólo ha sido un leve pinchazo.
Y lo digo mientras me levanto la camisa y veo que la herida está abultada e infecta.

4 comentarios:

  1. Bueno, eso se cura con dos cucharadas diarias de la medicina correcta. Además es barata xDD

    Luego te paso la receta.

    Si, ya se que estamos hablando de un sueño, pero yo ya me entiendo.
    Deja de mirarme así, leñe xD

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  2. Que desasosiego. Sin embargo, desprende una belleza extraña y turbadora que me atrapa hasta el tuétano.

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  3. Gracias a los dos por comentar. BuLhaNuL, tú te entiendes, yo te entiendo, no hay problema. :)

    Pepe!! Me alegro muchísimo de que te haya... no sé si gustado, pero por lo menos haberte hecho sentir algo. :)


    un abrazo!!

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  4. eso me recuerda lo freak qe somos y a veces se nos olvida, bueno en mi caso y al personaje del cuento

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