miércoles, 1 de abril de 2009

La Cosecha


Porque el tiempo no tiene importancia si tenemos un parche para curar las heridas. No importa el tiempo si la caída hacia el vacío se hace en compañía. Porque las vestiduras se desgarran con dardos de metal que desvían su camino hacia el ras, del ras, del ras, del ras, y sólo quedan heridas. Heridas que sangran, pero que no duelen. Heridas limpias, como líneas, difíciles de trazar y de seguir con la vista. Heridas que se desdibujan hacia el centro y se funden en blanco como el final de un espacio de tiempo. Se funden como muertes, como el agua dulce llega al mar. Se funden. Y se confunden con dolor, pero sólo es rabia. Y se confunde con dolor, pero sólo es melancolía. Y se confunden con sangre, pero sólo hay blanco. Tan claro, tan limpio, tan amargo, tan primigenio. Sólo son semillas esparcidas por los surcos de nuestra impaciencia. Sólo son etapas pasadas esclarecidas por la gestación de nuevas semillas.

5 comentarios:

  1. Las caídas. Es verdad. Aunque no es posible caer con alguien. Las caídas siempre son a solas, íntimamente, así al rededor no haya más que seres cayendo. Y el blanco. Y el blanco y el tiempo. Ah. Eso sí que fue luz de tu parte, una iluminación para momentos ensombrecidos. Mercí.

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  2. Porque las heridas no tendrían importancia si tuvieramos un parche que curara el tiempo. Para todo lo demás: Mastercard.

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  3. Es el puto primer comentario que leo en este blog que dice algo medianamente coherente y sincero de verdad y no solo chorradas que bien escribes uuiui como molas uuiuiu y demás gilipolleces.

    En fin... que triste xd

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  4. Mario (¿te importa que te llame Mario?) gracias por tu sinceridad.
    Reitero lo dicho cuando dije, joder, me acabaré enamorando de ti sin haberte conocido.

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  5. Pues que curiosa forma de encontrar un chivo expiatorio para tu rabia. Me parece que para dar la razón a algo o a alguien es necesario un dispositivo más complejo que poner señuelos para los idiotas. Tal vez en el fondo creas que la tienes (la razón) y en cuanto así parece confirmarlo un comentario, incluso cuando es sólo eso y nada más, acaso tal vez una burla velada, sacas tu verborrea de esconderte en tu cuarto a escribir. ¡Qué pataleta de escritora maldita! Que bueno que te encierres, harías bien. Pero si apenas te das cuenta de que sólo tú misma puedes validar lo que escribes, y de que el humo de hachís y de que los comentarios, y todo gracias a que quizás te sientes un poco demasiado frustrada contigo misma y por extensión también con tu escritura, en buena hora, has tenido una revelación tardía.

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