Barbie en el jardín.
Rompí sus ligamentos
Al doblar las extremidades
Para meterla en un bote de Eko.
Y entró, y abrí la tierra para darle de comer.
Y me comió a mí.
Bajo la tierra se escondió mi infancia
Y bajo mis uñas puso huevos
Una hormiga roja. Y llovió,
Y la tierra se deshizo, y yo
Me metí dentro.
Y tras un año, en otra lluvia,
La tierra se abrió, y
Aquella muñeca
Tarada seguía ahí, igual,
Protegida. Y yo,
Desarmada, como la vida,
Brutal
Y corta.
Hay quien no crece
Lo eran de estos
De los que no crecen.
Adolescentes hasta la muerte
De un año a otro
Se pegan al cristal
Para lamer las gotas
En noviembre.
Las beben y saben
A metálico
Y no crecen, y les miman.
Les tienen en palmitas
Porque les interesa
Tener jóvenes promesas.
Y nunca suben, ni descienden
Después de un año, por ejemplo,
Aquí siguen lamiendo
La lluvia en el cristal.
Por mucho que intentemos enterrar nuestra infancia, afortunadamente sigue vivo el niño que llevamos dentro, para recordarnos que cada día podemos descubrir la vida con sólo no ignorarle, amiga. Besos inocentes,
ResponderEliminarV.
Con la boca abierta y algún ligamento roto me has dejado...
ResponderEliminarVolveré.