jueves, 18 de junio de 2009

agua bendita




Y entonces se cubrió de barro y esperó a que se solidificara.





Cuando era niña solía entrar a las iglesias para mojarse las manos en agua bendita. Pensaba que por cada vez que lo hiciera ganaría un año de vida, y es que con ocho años no había nada que deseara más que vencer a la mortalidad.


Ella sabía que la vida después de la muerte de la que hablaban en clase de religión NO existía. Se lo había mostrado una mosca. O un insecticida. O ambos.


Sucedió un domingo en el salón. Nada nuevo: las grandes revelaciones suceden los domingos, dentro de esa atmósfera triste anaranjada. Se confundieron al afirmar que la tristeza es azul. Aquel gato no estaba triste y azul: aquel gato era naranja y vivía en el patio de una vieja.


La mosca revoloteaba absurdamente a dos centímetros de la ventana, chocandose contra el cristal, repitiendo incansable aquel zumbido cosquilleante. Julia podía sentirlo en sus propios labios.


Quizá fue por eso que cogió el insecticida y disparó contra el miserable y reo animal hasta cubrirlo de una espesa capa blanca. Julia se quedó mirándolo, con el aerosol aún en la mano y un picor caliente en la yema del índice derecho. Bajo la capa blanca no había nada en absoluto. Ni zumbido. Ni mosca. Nada.

- Se ha evaporado.

- ¿Qué dices, Julia? – Preguntó lo que parecía ser su madre desde la cocina.


Pero ella no respondió, sólo subió los párpados a la máxima potencia y pensó:


Yo no he nacido para ser nada.



Desde entonces cada día, lo dicho, agua bendita.






Publicado en el número 9 de la revista literaria Portales.






5 comentarios:

  1. Por algún motivo que desconozco, el final de este relato aparece ligeramente cambiado en la revista, cosa que en su momento me enervó y que ahora, con distancia, hasta me hace gracia.

    ResponderEliminar
  2. No sé, pero las moscas siempre evocan mi infancia. Muchos de los recuerdos de esa época están acompañados de cientos de moscas. Tendré que hacérmelo mirar…
    Me sigue gustando (y mucho) lo que escribes.
    abrazo

    ResponderEliminar
  3. Es la primera vez que un desliz editorial resulta en algo gracioso después de mucho tiempo.

    Bello relato.

    A mi no me gustaba el agua bendita, olía feo.

    ResponderEliminar
  4. me gusta, pero joder, de donde sacas esas fotos tan asquerosas!

    ResponderEliminar
  5. Yo sólo puse "mosca muerta" en google... jajaja

    ResponderEliminar

Entradas y Comentarios