- ¿Recuerdas la noche que se llevaron a mi padre?
- Sí, Paula, claro que la recuerdo. – Dije, sin cambiar de posición: me encantaba que Paula tocara mi cara.
- Quería que fueras feliz, Malena, perdóname. Quería que fueras feliz y te destruí la infancia. Lo nuestro no era felicidad. Lo nuestro era algo... indefinible, sin más. Pero no era felicidad. Te he destrozado la vida, Malena. No entiendo cómo has seguido a mi lado todos estos años.
- Paula, hoy pisé un perro. No me di cuenta: iba caminando por la calle, pensando en dios sabe qué cuando me di cuenta de que había pisado algo. Era un perro, de esos pequeños que no valen una mierda. Le hubiera dado una patada sino fuera porque vi que llevaba una correa. Y ¿sabes lo que hizo el puto animal? Se me subió a la pierna. No pude averiguar si quería jugar o morderme. Si quería morderme, la verdad, el perro era aún más estúpido de lo que pensaba. Quizá estuviera jugando. La dueña se disculpó: Gracias por intentar matar a mi perro, zorra. Hice daño al perro, y no me importó. Es comprensible que quisiera jugar conmigo: el dolor y la indiferencia ponen cachondo a cualquiera.
- Sí, Paula, claro que la recuerdo. – Dije, sin cambiar de posición: me encantaba que Paula tocara mi cara.
- Quería que fueras feliz, Malena, perdóname. Quería que fueras feliz y te destruí la infancia. Lo nuestro no era felicidad. Lo nuestro era algo... indefinible, sin más. Pero no era felicidad. Te he destrozado la vida, Malena. No entiendo cómo has seguido a mi lado todos estos años.
- Paula, hoy pisé un perro. No me di cuenta: iba caminando por la calle, pensando en dios sabe qué cuando me di cuenta de que había pisado algo. Era un perro, de esos pequeños que no valen una mierda. Le hubiera dado una patada sino fuera porque vi que llevaba una correa. Y ¿sabes lo que hizo el puto animal? Se me subió a la pierna. No pude averiguar si quería jugar o morderme. Si quería morderme, la verdad, el perro era aún más estúpido de lo que pensaba. Quizá estuviera jugando. La dueña se disculpó: Gracias por intentar matar a mi perro, zorra. Hice daño al perro, y no me importó. Es comprensible que quisiera jugar conmigo: el dolor y la indiferencia ponen cachondo a cualquiera.
esta historia es cada vez más profunda, pero nada comparado con el capítulo anterior ;)
ResponderEliminarun besito nena
Esto me gusta más :). Esa historia del perro sin venir a cuento. Y el sarcasmo final. Me encanta.
ResponderEliminarno got
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