Las miradas se habían convertido en su idioma. Un idioma donde las palabras sobraban. Sólo los gestos podían significar algo.
En la habitación de Rodrigo podía ocurrir cualquier cosa, pero nunca entraron a la habitación de Paula.
- También me follé a tu amiga.
- ¿A Malena? – Preguntó Paula, mientras dejaba que aquel hombre la follara a cuatro patas. La embestía de forma poco sutil y nada formidable, acariciando sus pechos y apoyando la cara en su espalda. Era un amante pésimo. Se cansaba con facilidad.
Como siempre, terminó y se fue.
Ella no se despedía, sólo se quedaba tumbada en la cama y no se levantaba hasta haber escuchado el sonido de la puerta cerrándose desde fuera.
La puerta se cierra, Paula cierra los ojos, susurra: diez, nueve, ocho... abre los ojos, sonríe y se incorpora para meterse en la ducha.
Quiere gritar, pero llora. Se tira al suelo, las baldosas del baño están frías. Ha dejado correr el agua de la ducha, al máximo. Al caer el suelo, el tubo gira alocadamente, provocando una fuente improvisada que empapa todo el cuarto. Todo su pelo.
Todo el suelo.
Grita, desnuda, tirada en el suelo. En el suelo encharcado. Se levanta, resbala, cae, sigue llorando. El agua sigue corriendo.
Entre sus piernas un reguero de semen pegajoso bajaba hacia los muslos. Estaba llena de semen. Semen por todas partes.
El filo de la cuchilla brilla a contraluz. Sesga su piel. Sangre y semen nadan en el gran charco de agua que no deja de crecer en el suelo del baño.
Hay una serpiente enajenada escupiendo agua, retorciéndose y separando la sangre que flota en la charca.
Paula ahora es una sirena atrapada en sus fauces. La serpiente crece. Ahora es enorme, y Paula quiere luchar contra ella, pero no tiene fuerza.
Hay una princesa desnuda y sucia luchando contra un dragón. Un dragón que la quema con su fuego.
El agua arde, las heridas sangran.
-¿Rodrigo?
-¡Te he dicho mil veces que no me llames al trabajo!
-Es Paula.
Indiferencia era el segundo nombre de Malena. Sentada en el sofá, fumando un cigarrillo, mirando hacia la televisión.
- No soy su madre. Estoy harta de estos numeritos.
- No son numeritos. Paula está enferma. Pero todo saldrá bien.
- Paula no está enferma. Es una drogadicta. Deberías llevártela: yo no puedo convivir con una persona así.
- ¿Insinúas que debo internarla?
- Yo no insinúo nada. Sólo digo que te la lleves, ¿dónde? Me da igual.
Hasta más ver, niños míos.
Que incómodo se me hace escribir en esta sala...
En este ordenador...
¿Cuánto aguantaré con el cable desenchufado?
En la habitación de Rodrigo podía ocurrir cualquier cosa, pero nunca entraron a la habitación de Paula.
- También me follé a tu amiga.
- ¿A Malena? – Preguntó Paula, mientras dejaba que aquel hombre la follara a cuatro patas. La embestía de forma poco sutil y nada formidable, acariciando sus pechos y apoyando la cara en su espalda. Era un amante pésimo. Se cansaba con facilidad.
Como siempre, terminó y se fue.
Ella no se despedía, sólo se quedaba tumbada en la cama y no se levantaba hasta haber escuchado el sonido de la puerta cerrándose desde fuera.
La puerta se cierra, Paula cierra los ojos, susurra: diez, nueve, ocho... abre los ojos, sonríe y se incorpora para meterse en la ducha.
Quiere gritar, pero llora. Se tira al suelo, las baldosas del baño están frías. Ha dejado correr el agua de la ducha, al máximo. Al caer el suelo, el tubo gira alocadamente, provocando una fuente improvisada que empapa todo el cuarto. Todo su pelo.
Todo el suelo.
Grita, desnuda, tirada en el suelo. En el suelo encharcado. Se levanta, resbala, cae, sigue llorando. El agua sigue corriendo.
Entre sus piernas un reguero de semen pegajoso bajaba hacia los muslos. Estaba llena de semen. Semen por todas partes.
El filo de la cuchilla brilla a contraluz. Sesga su piel. Sangre y semen nadan en el gran charco de agua que no deja de crecer en el suelo del baño.
Hay una serpiente enajenada escupiendo agua, retorciéndose y separando la sangre que flota en la charca.
Paula ahora es una sirena atrapada en sus fauces. La serpiente crece. Ahora es enorme, y Paula quiere luchar contra ella, pero no tiene fuerza.
Hay una princesa desnuda y sucia luchando contra un dragón. Un dragón que la quema con su fuego.
El agua arde, las heridas sangran.
-¿Rodrigo?
-¡Te he dicho mil veces que no me llames al trabajo!
-Es Paula.
Indiferencia era el segundo nombre de Malena. Sentada en el sofá, fumando un cigarrillo, mirando hacia la televisión.
- No soy su madre. Estoy harta de estos numeritos.
- No son numeritos. Paula está enferma. Pero todo saldrá bien.
- Paula no está enferma. Es una drogadicta. Deberías llevártela: yo no puedo convivir con una persona así.
- ¿Insinúas que debo internarla?
- Yo no insinúo nada. Sólo digo que te la lleves, ¿dónde? Me da igual.
Hasta más ver, niños míos.
Que incómodo se me hace escribir en esta sala...
En este ordenador...
¿Cuánto aguantaré con el cable desenchufado?
Si tú me vienes hablando de amor,
ResponderEliminarque dura la vida, cual caballo me guía
permíteme que te de mi opinión.
Mira imbécil que te den por culo.
Me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra
Eh, oh, ah, ah
Ay ay ay ay ay
¡Tú cabrón!
Prefiero masturbarme, yo sola en mi cama,
antes que acostarme con quien me hable del mañana.
Prefiero joder con ejecutivos,
que te dan la pasta y luego vas al olvido.
Me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra
Eh, oh, ah, ah
Ay ay ay ay ay
¡Tú cabrón!
Dejando ahora mi profesión,
te pido un deseo de corazón,
quiero meter un pico en la polla
a un cerdo carroza llamado Lou Reed.
Me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra
me gusta ser una zorra…
Comento pero no me gustando nada esta historia. Demasiado sexo, incoherencia, no sé ... Continúa, seguiré leyendo...
ResponderEliminarY que tengas suerte en los exámenes.
Saludos.
la verdad que no es una historia muy agradable y no estoy deacuerdo con tratar a una drogadicta casi como si fuera una puta, pero con una diferencia, que no cobra. lo pones muy trágico, el final es muy desafortunado, parece la tipica historia de que todas la chicas drogadictas acaban tirandose a kualquiera o que estan tan hundidas que se ocultan tras el sexo para evadirse de su realidad. es una vision muy macabra. no se lo que hace que escribas cosas asi pero si Freud levantara la cabeza!! jeje
ResponderEliminarsaludos desde el Belardes.
Bueno...
ResponderEliminarCreo que me corresponde decir: Yo también te odio. Joder, porque yo te envidio, que paradójico.
Yo al contrario que tu, soy una superdotada de 16 años que aparenta 19, vaya, algo más en común que tenemos.
No, no voy al Sagasta, pertenezco al maravilloso mundo del Tomás Mingot, cuna de poetas, en fin...
En cuanto a mi, yo me doy miedo a mi misma también, no se si estaré un poco obsesionada o "ida de la flepa" como algunos ignorantes optan por decirme.
Me alegro de que te guste, porque sinceramete la primera vez que te leí, dije, joder, k tia mas buena, ojala pudiera ser como ella. Bueno, una de mis conclusiones es que nunca nos conformamos con lo que tenemos, siempre queremos lo de los demas, es lo k tiene.
Para profunda tu, sabes sacarle su puntilla a todo...
En cuanto a Malena, se miró al espejo, vio a una chica con la mirada vidriosa que le amenazaba desde el otro lado del cristal. Esa chica era un monstruo, tenia los ojos rojos, los dientes afilados y cada vez se acercaba mas. Le gritaba, le dolía la cabeza, quería chillar, se tiraba del pelo mientras golpeaba a ese ser paralelo. Sangre, solo podía ver sangre, sangre confundida con un demonio, rojo, cubierto de sangre, sangre y cristales rotos...
Un besito.
Pasate cuantas veces kieras por mis cronicas y comenta por favor, me gusta mucho.
Por cierto, una buena sesión de psicoanálisis juntas no me vendria mal.
Te odio tambien.
En realidad la que está odiándose en el baño es Patrica.
ResponderEliminarPatricia?
ResponderEliminar¡¡Paula!!
La que esta odiandose en el baño es la modestia, por haber sido encerrada por la autoproclamada, Hija de Freud, quien nos demuestra una vez mas su "superioridad" a nosotros, los inferiores "ignorantes". Oh! supremo aire divino, creador de esta chica-mujer-deidad Que, en su infinita modestia envidia a chicas como tu, Adriana, por ser una "simple" humana, como ella misma dice:
ResponderEliminar-Yo al contrario que tu, soy una superdotada de 16 años que
aparenta 19.
Al igual que Paris Hilton, el estar por encima de lo terrenal le supone una dura carga e incomprension social.
-En cuanto a mi, yo me doy miedo a mi misma también, no se si estaré un poco obsesionada o "ida de la flepa" como algunos ignorantes optan por decirme.
No me extraña que te des miedo, bonita, ese potencial algun dia explotara y acabara con todos nosotros. Yo no creo que estes loca, aunque si soy uno de esos ignorantes pues no soy un superdotado (y me ahorro chistes de "ignorante"). Me gustaria leer tus cronicas, y tambien me gustaria que te defendieses por este comentario.
No es personal, pero hablar de si misma sin motivo, y de esa forma no es nada digno de una SUPERDOTADA.
Espero que no te ahoges en tu propio EGO.
Besos de "el que siempre critica".
Es algo q se siente, q corre por tus venas, tanta soledad tanto patetismo... cómo se puede llegar a convertir uno en algo q no llega ni a la décima parte de lo q anteriormente fuiste. Pero eso no m pasará nunca, yo no soy ni kiero ser como vosotros, oh tristes marionetas de una sociedad baldía y asqueada.
ResponderEliminarExcitante a la vez que cruel, que mezcla de sentimientos, muy tuyo no?
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