… yo no quise esta lucha a muerte conmigo mismo… recogiendo miradas vacías en los retrovisores que doblan los espejismos de la artificial conciencia…
Yo no quise la sangre que mana entre las piernas decoradas de esta ciudad que se retira…. Ya no busco las estaciones de los espejos a donde peregrináis para veros desaparecer… Nadie sabe cuán grande es la distancia que separa la carne del decorado, el de tus labios de pega sobre mi sexo que te huye… No… no me busques cuando te miras a los ojos, es tu huida, ya no figuro en ninguno de tus cruces de caminos… ni decoro la tristeza del sepulcro blanqueado de tu gesto, esquiva esfinge, que se mutila ante el espejo… Tienes todo el derecho a llorar tus lágrimas, te asiste la virtualidad del amanecer entre sombras, las mismas que me acompañan cuando tu alma se calienta y recojo del asfalto, entre mi semen perdido, tus lágrimas de sal y silicona con la que sello la cerradura de tu recuerdo…
Extraído de La Cámara de Niebla.
Xen, eres la polla.
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