Ella está fría como un témpano, acurrucada en el sofá, como una niña pequeña.
Ya no me quiere, lo sé. Y si alguna vez me quiso tampoco pretendió demostrarlo. Quisiera contarle un cuento y esperar a que se duerma.
A veces olvido que yo soy el pequeño.
En ocasiones así, viéndola tan débil, observando desde tan cerca el movimiento de su pecho, en mi mente se dibujan pensamientos que tal vez fueran deseos... actos que no puedo cometer.
Solamente porque no soy capaz.
No estoy seguro de si alguna vez fue consciente del daño que me hacía. Yo tengo la impresión de saber en todo momento cómo se siente ella.
Tal vez disfrutara con ello. Con mi dolor.
Por alguna razón ha querido verme siempre inferior a ella, hasta el punto de verme arrastrado a sus pies, pidiéndole que terminara con este juego.
Está enredada de nuevo entre hiedra. Está de nuevo intentando luchar, pero esta vez no podrá conseguir defenderse de su conciencia.
Quiero verla llorar, quiero que sufra, quiero que grite.
- Rodrigo, estás aquí.
Se ha despertado, rompiendo en un instante mis crueles intenciones. Y no sé si la deseo o me da asco. Quién sabe si sea el deseo lo que me repugne, cada vez más. Y que por amarla desee torturarla, acabar con este juego que hace tiempo debió concluir.
Ya no me quiere, lo sé. Y si alguna vez me quiso tampoco pretendió demostrarlo. Quisiera contarle un cuento y esperar a que se duerma.
A veces olvido que yo soy el pequeño.
En ocasiones así, viéndola tan débil, observando desde tan cerca el movimiento de su pecho, en mi mente se dibujan pensamientos que tal vez fueran deseos... actos que no puedo cometer.
Solamente porque no soy capaz.
No estoy seguro de si alguna vez fue consciente del daño que me hacía. Yo tengo la impresión de saber en todo momento cómo se siente ella.
Tal vez disfrutara con ello. Con mi dolor.
Por alguna razón ha querido verme siempre inferior a ella, hasta el punto de verme arrastrado a sus pies, pidiéndole que terminara con este juego.
Está enredada de nuevo entre hiedra. Está de nuevo intentando luchar, pero esta vez no podrá conseguir defenderse de su conciencia.
Quiero verla llorar, quiero que sufra, quiero que grite.
- Rodrigo, estás aquí.
Se ha despertado, rompiendo en un instante mis crueles intenciones. Y no sé si la deseo o me da asco. Quién sabe si sea el deseo lo que me repugne, cada vez más. Y que por amarla desee torturarla, acabar con este juego que hace tiempo debió concluir.
¿Quién es ella: Paula o Malena?
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