En una colina
(arriba, arriba)
sentada en una piedra
hay una pequeña ardilla.
TODO está LLENO DE PIEDRaS.
La hierba que poblara esta yerma tierra se ha esfumado...
¿será culpa del tiempo?
De su paso; el paso del tiempo.
Cómo ha quebrado todos aquellos sentimientos, cómo ha borrado la memoria, una historia.
Así es como funciona, así es como termina.
Ser mortal a veces no duele tanto. O al menos no debería.
No me gusta cómo van yendo las cosas.
No es justo que pese a todo siga feliz. No es justo que tenga tanto. No es justo ahora. Ahora no merezco esto...
No puedo creer que esto esté sucediendo, empezando por la muerte de mi abuela...
Si hace apenas un mes que ingresó en el hospital, cuando me sentaba junto a ella con un café y los apuntes de historia de la filosofía.
“Quédate conmigo sólo si vas a estar estudiando”.
Porque a su lado era muy pequeña, porque soy su nieta; la más mayor... pero sigo siendo la nena.
Con la guerra que nos has dado, abuela, ¡con ese carácter...! Que parecía que nada podría contigo.
Todo lo que hemos discutido, y todo lo que nos hemos querido...
ojalá pudieras recuperarte, para llevarte a Valladolid y vieras el micro-apartamento o mi facultad.
... yo qué sé.
No puedo creer que esa casa haya quedado vacía.
Son etapas.
Cambios que marcan un principio y un final. Pero, para bien o para mal, siempre es difícil asimilarlos...
Quién abrira´ esa puerta.
No sé llorar cuando hace falta, no sé controlar la situación. O tal vez sí, y por eso no me sale ni una sola la´grima cuando no estoy sola.
Que no me doy cuenta de lo que pasa hasta tenerlo delante de las narices.
Pero que no puedo, no puedo entenderlo aún.
Sigo siendo una nena para muchas cosas.
Que no puedo, abuela, que no sé qué te ha ocurrido realmente.
Cómo has podido ser tan fuerte, capaz de poner por delante de tu dolor el de tu nieta más pequeña o el de tu hermana mayor.
Abuela, no creo lo que está ocurriendo.
Aún, y no sé hasta cuando. No lo sé, no sé qué está pasando.