Menuda semana movidita fue la pasada, madre mía. El sábado actuamos en El Espolón dentro del festival Fair Saturday Julen Gossíp y yo, y el domingo fui al vermut poético que organiza Daniel Etéreo el la Casa de Zitas (Zaragoza). La Casa de Zitas siempre es casa (sic) y el Etéreo es una de esas personas maravillosas que he conocido gracias al Slam.
El pasado lunes, 21 de noviembre, Julen Gossíp y yo estrenamos un proyecto que estamos abordando con mucha ilusión: un espectáculo de poesía y guitarra eléctrica en torno a Urbe capensis.
Lo hicimos en un escenario de lujo: el teatro Doga de Nájera, dentro del festival Santa Cecilia 2022 que organiza el Ayuntamiento de Nájera.
Fotos de Luis Miguel Oraá.
Repetiremos la actuación el sábado, 26 de noviembre, a las 18:00h en el escenario del Espolón del festival Fair Saturday. La actuación apoyará a FARO - Asociación riojana de familiares y amigos de niños con cáncer.
Estoy muy contenta. Ha sido un fin de semana fantástico. Nos acogió el arcoíris al entrar en el Bierzo, Pat y yo nos abrazamos muy fuerte después de tres años sin vernos y en León viví una de las experiencias más bonitas que me ha regalado esta carrera de fondo que es la poesía.
Gracias inmensas a Magalí, Manuel, a todo el equipo del Urogallo, por haberme invitado y por habernos tratado tan bien.
Recité en el bar El Colibrín, que recomiendo muy mucho, sobre todo si eres vegetariano como aquí la amiga. ¡Todas las tapas son vegetarianas! Es un fantasía y existe, en serio.
Me daba un poco de miedo recitar completo Urbe capensis en un bar y estaba especialmente nerviosa. De hecho, por ahí veréis que me trabo varias veces. Pero vamos, que muy guay. La gente en silencio y sin salir despavorida del bar. Estoy muy contenta, de verdad. Contenta contentísima y súper agradecida.
Además, gracias al festival pude ver actuar a Olaia Pazos, que siempre es un regalo.
Mi lectura estaba programada para el domingo, el última día de la feria, a las 11h. El peor momento posible. No había nadie. Pedí que me pusieran el soporte del micro debajo del escenario, empecé a recitar, empezó a acercarse la gente y fue muy emocionante ver que no se iban. Sirva esto de lección para la vida. Hay que seguir hacia adelante y listo.
Un inmenso honor haber estado en un festival por el que han pasado referentes como Chus Pato, María Ángeles Pérez López y Yolanda Castaño.
Este domingo, 7 de agosto, nos vemos en Expoesía Soria 💕 Estaré recitando «Urbe capensis» a las 11h en Pista Alameda. El libro, publicado por las Prensas de la Universidad de Zaragoza, se puede conseguir en la caseta en la librería Piccolo. 🐜🌧️💕📚
El próximo 7 de agosto, domingo, estaré en el festival de poesía Expoesía recitando Urbe capensis. Será a las 11:00h en la Alameda.
Si estás por Soria, sería estupendo que vinieras. Y, si quieres un ejemplar de Urbe capensis, lo encontrarás en la librería Piccolo y en su caseta en la feria.
Muchísimas gracias a la organización de Expoesía y a la implicación de Piccolo para invitarme.
¿Sabías que podrían verse con tanta
claridad los pedazos que conformarán qué?
La luna tiene una dimensión inmensa y
apenas está anocheciendo,
apenas unos días más para la luna llena.
Dices que esto parece un paisaje lunar y
entiendo entonces que aquello de allí arriba es otra cosa.
Así se verá la tierra desde otra tierra
así se verá incompleta.
En ese pedacito que no vemos, qué.
La cola del vestido de novia arrastra
gravilla y levanta un polvo gris que parece una metáfora de algo. ¿Ves esto?
¿Ves la increíble soledad que planea
sobre toda este escenario que se ha construido para qué?
Las hermanas lloran en el altar dando una
bienvenida orquestada y la única autenticidad de todo esto está en la mención
de la ausencia. La pared de la iglesia está repleta de pequeñas moscas que se
alejan muy poco, imantadas al cemento, se alejan muy poco y regresan a la
piedra, cuando paso mis dedos cerca.
Estamos todos llorando qué.
La cola del vestido de la novia arrastra
gravilla y levanta un polvo gris que parece una metáfora de esto.
Los ojos se posan en lo evidente y
olvidamos el agua estancada en medio de la nada. El reflejo de la luna que
parece acercarse, el camión que transporta qué.
El novio dice fíjate en mis manos
acariciándole la espalda y la mano
se mueve mecánica como un insecto
imantado al cemento de la iglesia, se mueve por la tela blanca sin ninguna
fluidez y yo
me pregunto: ¿por qué no subes hacia la
espalda abierta? ¿Por qué no le tocas la piel? Y lo pienso y no lo digo en voz
alta porque ese no es mi trabajo y qué hago yo aquí. Observo el paisaje lunar.
La cerveza caliente. Me he dejado la pegatina con el precio en la suela de mis
zapatos y no voy a hacer por arrancarla. El agua del depósito tan tensa. ¿Has
visto
que no hay animales cerca?
Te esperé ayer en un parque mientras
fotografiabas otra naturaleza muerta. ¿Lo percibes así? ¿Sabéis quienes miráis
cuánta soledad alberga la piedra?
En el parque, en la hierba, en la sombra,
una abubilla sin cabeza, una abubilla completamente hueca. Multitud de insectos
salían de su interior. Multitud.
Las plumas intactas. Un despliegue de
color en todo esto. También vi la luna tan inmensa entonces. Parecía acercarse.
El vestido de la novia arrastra gravilla
y levanta un polvo gris.
Se recogerá la cola para bailar. Una
cuerda al final de la espalda del vestido sirve para eso.
Durante su eónica existencia, #LaLiBéLuLaR3 de Radio 3 ha sobrevivido a tantos eventos en los que otros seres desaparecieron, a tantos desastres abocados a la extinción casi total, que los apocalipsis se han convertido para ella en otro elemento más de los ciclos naturales. Por eso no le causan terror y ve nuestras pesadillas catastrofistas con la mirada desapasionada de los peces que nadan en el muro de agua del tsunami. Sólo llega a estremecerse cuando estos fenómenos se le presentan bajo una envoltura diferente, y es eso lo que hoy traemos ante su mirada multifacetada: un poemario titulado Urbe Capensis que publica Prensas de la Universidad de Zaragoza y firma la logroñesa Adriana Bañares. En sus páginas “Una densa y espesa lluvia negra cubre las calles y devora insectos y animales pequeños, como una inmensa planta carnívora.” Hoy os haremos llegar algunos fragmentos en la voz de Juan Suárez. En su labor de ilustrador musical, #DjπTito pinchará canciones y composiciones de En Un Lugar Solitario, María Arnal i Marcel Bagés, Lanuca, Miss Gi y La Pájara.
Estos son los temas que van a sonar:
Lluvia - En Un Lugar Solitario - En Un Lugar Solitario
El gran silencio - María Arnal i Marcel Bagés - Clamor
Besos tormenta - Lanuca - Tibia Turbia
La tormenta - Miss Gi - (II)
Papel en Blanco (feat. Ensamble MusicActual) - La Pájara - La Pájara (Orquestada)
El pasado 17 de junio participé en la semifinal de la zona norte del IV Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica, que se celebró en El Corte Inglés de Santander. Lo hice con un fragmento de Urbe capensis.
El ganador de la zona norte, Coke Martínez, participará en la final el próximo 10 de septiembre en Madrid.
¡Nos vemos en la feria!El sábado estaré firmando con los amigos de Zoográfico, que me han invitado aunque no soy autora de su catálogo. Estaremos en la caseta 11, la de la Fundación Anselmo Lorenzo, a partir de las 12h. Llevaremos vermú y mucha poesía.💓
El pasado 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía, estrenamos uno de los proyectos que más ilusión me han hecho desde hace tiempo: Prosa escueta.
Prosa escuetaes un podcast de poesía (a mi manera; no, a mi manera) producido por Ediciones Deliciosas (que no os lleve a engaño su nombre: es mucho más que una editorial) y que conducimos Nares Montero, Lola Nieto y yo.
Un auténtico sueño años después de aquella Fosfatina.
Por Prosa escueta ya han pasado María Ángeles Pérez López, Chus Pato y Begoña Callejón, poetas maravillosas, referentes, a quienes no solo hemos entrevistado, sino que se han implicado en cada programa hablando sobre el tema que proponemos para cada episodio y recomendando libros.
Estoy muy feliz con este podcast, muy orgullosa, ¡henchida estoy!, y me encantaría que le dieras al play y disfrutaras de la escucha tanto como nosotras disfrutamos cuando grabamos.
También nos vendría muy bien un poco de feedback, ya que somos nuevas en esto y queremos aprender y mejorar.
Pincha en la imagen para verla más grande. También puedes leer el artículo aquí.
Muchísimas gracias.
Ayer recité completo Urbe capensis en Casa del Libro Logroño. Tengo que recuperar el aire aún. Fue un viaje. Muchísimas gracias a todos los que me acompañasteis. Fue mágico. Muchas gracias.
El pasado 28 de marzo fui invitada al IES Aixerrota de Getxo por la Subdirección General de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas del Ministerio de Cultura y Deporte, y ahora los alumnos con los que estuve charlando suben los trabajos que han realizado sobre mis poemas a un perfil de Instagram dedicado exclusivamente a esto: @naranja_mecanica_2022
Entrar a Instagram se ha convertido en una experiencia increíble desde entonces. Ver cómo han interpretado mis poemas, el tiempo que le han dedicado a la lectura, los montajes, los vídeos... Una alumna ha hecho incluso un cómic basado en un poema mío 😍.
Lo que más me sorprende es que no se han limitado a los poemarios que trataron en clase: «Engaño progresivo» (2012) y «Recaya» (2019), sino que se han molestado en leer también poemas de otros libros e incluso, como el caso de este que enlazo aquí, poemas que han recuperado del blog o de antologías en las que he participado. La lectura de este poema es increíble. La sorpresa ha sido, además, que habla del poema con el que participo en la antología «Naturaleza poética» (La Imprenta, 2022) y del poemario «Ave que no vuela muere» (Oblicuas, 2015).
Un nuevo fenómeno meteorológico se manifiesta sobre una ciudad unas semanas antes de Navidad. El resultado de este fenómeno es una densa y espesa lluvia negra que cubre las calles y devora insectos y animales pequeños, como una inmensa planta carnívora. En medio de este paisaje desconcertante y terrible, una niña dibuja un mural de color en su ventana y una mujer cree encontrar su propia infancia bajo el mucílago negro.
Resulta que pensaba que tenía ansiedad nivel dios por un dolor persistente, opresivo, insoportable en el pecho. Pero no es ansiedad. Es costocondritis. Siempre se aprende una palabra nueva. Enantyum para soportar el dolor y paciencia. Se irá solo. Se irá el dolor.
Esto da bastante igual, realmente. Quería escribir la palabra para no olvidarla y nombrar el origen del dolor. No es ansiedad, es otra cosa.
Busco siempre que todo sea mejor. Me invitan como poeta a la gira de la Biblioteca Activa y me quejo. Preferiría ir a recitar a otro sitio. ¿Qué es ese hotel café-teatro que hay en no sé qué pueblo? ¿Por qué no me invitan allí? En su lugar, recito para cuatro personas en Albelda, en plenas fiestas de Quintos. Mientras mis compañeros y yo recitamos o hablamos de poesía, se escucha de fondo la charanga de Makoki. El siguiente pueblo en la ruta es Lardero. Es un día especial: es abril y está nevando. No aparece nadie. Mis compañeras me dicen que no me frustre, que estamos sembrando. Que me frustro porque soy muy joven, que estas cosas pasan.
Llevo mucho tiempo siendo joven, me parece.
Tengo treinta y cuatro años, un hijo de casi tres, unas piernas cansadísimas con dolor constante, llevo unas medias de compresión ocho horas al día, y no puedo coger al niño en brazos porque tengo un dolor constante en el pecho que ya se irá. Y esta sensación de frustración constante aunque las cosas parezcan seguir fluyendo en esto de la poesía. Sigo en ruta, seguimos recitando por ahí, coordino el slam de Logroño y hemos conseguido entrar en el circuito nacional, hago un pódcast de poesía con Nares Montero y Lola Nieto, va a salir un poemario mío pronto, ayer o anteayer me enviaron las pruebas y está de lujo maquetado, que lloro de emoción, ya volveré a esto más adelante. Pasan cosas buenas pero parece que me pasan por encima o que le pasan a otra persona.
El pasado 28 de marzo estuve en un instituto de Getxo hablando de mi poesía, mi trayectoria y mis movidas a chavales de 2º de Bachillerato. Chavales que nacieron en 2004. Y yo hablando de cuando yo hice el bachillerato en la Escuela de Arte como si fuera anteayer. Que un recuerdo de aquella época me sobreviene cada dos por tres sin venir a cuento y me mata de vergüenza. Maldito recuerdo, ¿por qué vuelves? Lo escribo y lo traigo de nuevo a mi cabeza y me muero de vergüenza y de asco y pasó hace tanto tiempo y es como si lo viviera a diario. Qué castigo más absurdo. Qué ridículo ando haciendo siempre. Fue muy bonito. Fue un logro absoluto aquello y un reconocimiento que no hubiera imaginado ni en mil vidas pero ahí sigo, frustrada. Qué pobre fracasada soy. Estúpida.
Hablo del blog. De este mismo blog, pero parece que fuera otro. El blog que empecé en 2007, cuando estaba en la universidad. Hablo de este blog, del libro que salió a raíz de él, un libro que nunca tuvo ningún sentido o quizá tuvo todo el sentido del mundo. La casualidad hace el libro llegue a la librería en la que trabajo al día siguiente. Vuelvo a la librería y ahí está. Mira lo que ha llegado, Adriana, me dicen las compañeras. Soy yo. Aquella era yo. La de la portada. La que escribía así. Aquella joven promesa. Joven entonces, sí. No ahora, no me jodas. Joven entonces.
Están pasando cosas buenas, pero qué esperaba yo de la vida. Qué esperaba yo que iba a ser la vida. ¿Se puede seguir esperando algo ahora?
Participo en la antología descomunal Naturaleza poética (La Imprenta, 2022), un libro en el que participamos más de setenta autores. Encuentro una reseña del poemario en El Periòdic y entro. Me sorprendo inmensamente cuando veo que las primeras líneas, buena parte de la reseña, guau, mucha parte incluso de la reseña, está dedicada a mi poema. Ángel Padilla desgrana «Madre ciudad acuna a un hijo hambriento» con un respeto y una generosidad inmensas, como solo podría hacerlo un buen lector de poesía que ha leído con atención y respeto un poema. Me emociono. Setenta y cinco poetas en el libro y Ángel se detiene de esa manera en el mío. Es precisamente el poema que abre la antología. Eso facilita las cosas. Pero qué responsabilidad ser la primera, ojo. Qué responsabilidad ser la anfitriona. Saboreo esta reseña como un gran logro y un gran reconocimiento. Vale, soy muy egoísta. Soy muy narcisista. Necesitaba reconocimiento. Necesitaba que se supiera que sigo aquí, que sigo viva, que sigo escribiendo, que lo sigo intentando aún, que no me olvidéis por favor, y aparece esta reseña.
¿Pero qué me pasa?
¿Por qué todo queda eclipsado por el reconocimiento que no encuentro en mi casa, en La Rioja, en Logroño, por qué? ¿Realmente existe esa falta de reconocimiento aquí? ¿Qué espero de La Rioja, de Logroño? ¿Realmente es tan importante?
Visito un instituto de Getxo y el recibimiento por parte de las profesoras de lengua, de la directora del instituto y de los propios alumnos, es increíble.
Se habla increíblemente bien de un poema mío en un medio valenciano.
Tronca, quédate con esto, por favor. Pero no me quedo con esto. Me quedo con el recital para cuatro personas en Albelda con la charanga de Makoki de fondo, con el vacío absoluto en la biblioteca de Lardero. Hace falta ser imbécil.
Hay más cosas buenas.
El martes recibí las primeras pruebas maquetadas de Urbe capensis. Es muy probable que salga a tiempo para el 23 de abril. La maquetación es una gozada. Abrí el PDF en casa de mi madre y no dejaba de decir: «¡Madre mía, qué maravilla de maquetación. Buf. ¡No se queda ni un verso descolgado! ¡¡Esto lo han maquetado con muchísimo cariño!! Mira, esta página se puede leer como un poema solo. Esta también. ¡¡Esta también!! ¡Qué bien han cortado en cada página. Esto está increíble». Mi madre, que es mi fan número uno, me decía: «¡Está bien porque es muy bueno! ¡Lo has escrito tú así de bien!». Y yo: «Que no, que no. Que no hablo de eso. Es la maquetación. Esto lo ha hecho alguien que se lo ha leído muy, muy bien».
Todo lo que ha rodeado la edición de Urbe capensis ha estado lleno de lectura y respeto. Desde el momento en que me llamó el director de la colección, que yo no caía en quién era ni de qué me hablaba, porque había dado por perdida toda esperanza. Era en plenas fiestas navideñas. Carlos estaba confinado por el covid y Óliver y yo pasamos las navidades en casa de mi madre. Estábamos por la calle, tarde de noche cerrada absoluta, muy de invierno muy de navidad, Óliver con un coche nuevo y mi madre hablando con algún conocido en la calle, creo. No sé, me pilló todo muy de sorpresa en la calle donde vivimos ahora. Nos mudamos en febrero. Hay muchas cosas nuevas. Bueno, aquella llamada. Cómo me habló de Urbe capensis. «Es un poemario espléndido», me dijo. Bueno, lloro. Después, cuando me enviaron la carta oficial para publicarlo, también fue emocionante. Es emocionante cuando las cosas se hacen tan bien. A mí me gusta mucho lo underground, ya sabéis, pero la pulcritud de las instituciones me vuelve loca. Todo este proceso me ha recordado mucho a la edición de Engaño progresivo en la colección de poesía de la Fundación Jorge Guillén. En 2012. Ha llovido también, ¿eh?
¿Soportaba mejor el dolor cuando no le ponía nombre o pensaba en él como otra cosa?
Veremos si dejan de pasarme las cosas por encima como si nada. Veremos si se va pasando el dolor. Veremos.
Comparto el vídeo de Christine and the Queens porque me encanta Christine, me encanta la canción y en el videoclip aparece hecha mierda por un pueblo, que es bastante cómo me siento gracias a mis traumas de niña de pueblo inadaptada. Que, por cierto, la ruta interboinas de Biblioteca Activa comenzó en Baños de Río Tobía. Prueba de fuego. Nos trataron muy bien y vino bastante gente. Gente que conocía a mi madre. Mis amigas de la infancia huyeron todas del pueblo como yo, imagino. Tampoco esperaba que viniera alguna de ellas. Pienso mucho en las amigas que he perdido o que he abandonado o que me me dejaron a mí. Pienso mucho. No consigo poner una barrera entre mi adolescencia y el ahora. Lo que pasó hace tanto tiempo no deja de venir a mí como si hubiera pasado ayer mismo. Es una puta maldición recordar con tanta nitidez todo lo que quiero olvidar.
El pasado viernes, 18 de febrero, estuve en recitando en Zaragoza. Fue en La Bóveda, dentro del ciclo Poesía para perdidos que organizan Belén Mateos, Fran Picón y Fernando Sarría.
Os dejo un par de vídeos con mis intervenciones. En la primera, recité el comienzo de Urbe capensis. En la segunda, tres poemas de Recaya. Fue emocionante. De las mejores experiencias que he vivido delante de un micro. En serio. Gracias. Gracias. Gracias.
El pasado 29 de enero, sábado, estuve en el Aleatorio con María Goñi «Cocinelle» y Raquel Villar, en un recital al que llamamosInvasión riojana. Yo recité el comienzo de Urbe capensis, un poema río que escribí a lo largo del mes de noviembre.
Si te apetece comentar algo, no te cortes. Siempre hace ilusión.
Volvemos a las andadas. 2022 se presenta muy bien (¡ay, por favor, sí! ¡Este año tiene que ir bien!) y con muy buena compañía.
Para empezar, nos vemos este jueves, 20 de enero, en Sala Negra. Como algunos sabréis, desde el pasado mes de octubre coordino el Poetry Slam de Logroño. Es una locura que estoy disfrutando muchísimo y que me está enseñando a vivir la poesía de un modo distinto al que estaba habituada. Para esta edición contaremos con la presencia de Nares Montero.
Gracias al programa Biblioteca Activa, recorreré La Rioja con mis compañeros de la Asociación Riojana de Escritores Sonia Andújar, Alterio Luna y María José Marrodán. Las dos próximas citas serán en Nájera y en Calahorra, los días 21 de enero y 4 de febrero respectivamente.
¡Y el 18 de febrero nos vemos en Zaragoza! Será en La Bóveda, dentro del ciclo Poesía para perdidos que coordinan los poetas Fran Picón, Fernando Sarría y Belén Mateos. Recitaremos Sonia Andújar,Felicidad González y yo, y actuará también el músico Rubén Chico Raro.