Esto me lo dijo C. hace un año, más o menos. C. me decía que éramos muy sensibles, y eso me gustaba.
Estoy rodeada de gente bonita ahora. Me siento tan bien en Madrid, me siento tan bien en Casa Deliciosa. Vivo rodeada de arte, de creación, de poesía. Y decir "vivo rodeada de poesía" suena tan cursi, lo sé, pero no. Esto no es cursi para nada. Siento que soy joven. En Logroño sentía que ya llegaba tarde a todo. Era tarde para salir. Era tarde para hablar de amor. Era tarde para fanzinear y para, yo qué sé, era muy tarde ya.
Ahora abrimos los cajones del salón y nos encontramos cosas de los antiguos inquilinos. Nos reímos. Encontramos gafas de plástico. Seis pares de gafas de pega que nos ponemos mientras redecoramos el salón con fotogramas de películas antiguas y la letra de Patty de Frutos diciendo: Casa deliciosa somos todos nosotros. Y vamos al metro hacia Lavapiés y todos nos miran como si tuviéramos las mismas gafas y estuviéramos locos por eso.
Soy feliz.
Y soy feliz por una cosa muy simple. Soy feliz porque me siento a gusto. Vaya donde vaya, no me siento extraña ni fuera de lugar.
No me quiero ir de aquí.
Pau me dice que no me voy a ir. Que ya era hora de que viviera en una ciudad de verdad, y el chino me vende un mechero con un siete. Como si mi vida fuera un juego de azar. Me lo creo.
La vida rima, dice Patty cuando le hablo de coincidencias. Hombre, pues claro, Adri, es que la vida rima.
Me lo creo.
La vida rima y todo empieza encajar. Me fui de Logroño con una conversación por teléfono muy amarga con el editor de Origami.
Nadie apostó por ti más que yo, como diciendo: nadie apostará más por ti. Ánima esquiva descatalogado y vuelta a empezar con todo. Me sentía como si todo lo que había conseguido hasta ahora no sirviera para nada. Enfrentarme al rechazo de editoriales, no volver a publicar nunca. Volver al blog, que después ha sido toda una liberación y lo agradezco, pero en un principio me parecía un retroceso. Volver aquí, a escribir para nadie. Dejar de ser joven pero actuar como si lo fuera. Enfrentarme al rechazo. Ser anónima con mi propio nombre.
Sin embargo, se rompe la maldición y se reconstruye el puzle. Primero Excodra decide reeditar Ánima esquiva, y después aparece otra editorial interesada en publicar Ave que no vuela muere.
En fin, que la cosa fluye. Que 2014 se está despidiendo muy bien y que el 2015 no puede traer nada malo.
Vamos, digo yo. Y lo dice mi mechero.