Paula Yanguas |
I
vienen a parar aquí los hombres buenos
todos las buenas personas que se portaron mal y se redimen en la huida
deambula con total libertad por la casa el ratón en una bola de plástico
como ellos ruedan por las vías
aquí esconden sus rostros los hombres buenos
que se redimen en la huida
II
No seré feliz en el paraíso
porque para entonces me habré acostumbrado
demasiado a la culpa
A llorar por mis pecados
como los hombres buenos que vienen a parar
a esta cápsula.
Aquí han de venir
los hombres buenos
que se redimen la huida.
Duermen.
Recuestan sus cabezas sobre el hombro
del compañero de viaje y así
como vivimos: durmiendo con desconocidos.
Durmiendo con fantasmas que desaparecerán
al despertar en la estación más próxima.
Próxima estación: parada limbo antes de continuar viaje.
Pero quién podría permitirse parar
a ser humano.
Los hombres buenos bajan a mear
y a comer
y a tomar cafés en compañía de desconocidos.
No hay nada más sucio que vivir.
Escúchame: tengo agua en los pulmones y aire en las piernas.
He bajado a tierra firme para arrastrarme.
Mi huida es un desierto.
Lloro porque no tengo más
nadie va a liberarme de esta parada de servicio
de esta ciudad de paso
tan límite tan lenta tan limbo
Lo sé. No seré feliz en el paraíso.