miércoles, 29 de abril de 2009

Pin Up Me

Nunca me he propuesto ser modelo, aunque siempre he estado bastante encantada de haberme conocido.

Bien, después de reírme con lo que acabo de escribir, me sobrepongo.

Como bien sabéis aquellos que seguís este blog desde, por lo menos, el pasado verano, he estado buscando trabajo sin éxito. Salvo los dos meses que estuve trabajando en una tienda de dulces que me daba lo justo para pagar el alquiler.

Después de Navidad, con las cosas todavía más chungas que antes (porque, entre otras cosas, ya no tenía el curro de la tienda), me puse a buscar otra vez. Sin éxito, porque ocurren situaciones tan graciosas como la que sigue:

- Para “aprendiz/auxiliar de dependienta” descartan a las mayores de diecinueve años.
- Para “dependienta” descartan a las que tienen menos de un año de experiencia.
Y, bueno, yo estuve currando como dependienta en Cortefiel, pero sólo dos meses, así que, figúrense, muchachos.

Total, que lejos de optar por la prostitución, decidí posar como modelo de fotografía.

Un trabajo eventual del que guardo muy buenos recuerdos y que me ayudó bastante a salir del paso. Y, nada, que hoy he recibido el book resultante de aquellas sesiones y, a parte de subírseme el ego hasta el infinito, estoy más feliz que unas castañuelas y contentísima con el resultado.



El fotógrafo es Alberto Sánchez, a quien estoy muy agradecida.

domingo, 26 de abril de 2009

In Treatment

Hace cosa de un año me enganché a esta serie, y ahora estoy a punto de volverlo a hacer porque ya he visto que han subido capítulos de la segunda temporada a Series Yonkis.

La cuestión es que me ha dado por volver a ver el primer capítulo de la primera temporada y, como me gusta tanto... me ha apetecido compartirlo con vosotros.



Que lo disfruten.

sábado, 25 de abril de 2009

Fría


Entró a tientas en la habitación, que estaba en la más completa oscuridad, y al llegar a la cama notó humedad en las sábanas revueltas, pero no le dio importancia, pensando que una noche más ella habría estado bebiendo cervezas hasta caer rendida, mientras él salía hasta tarde con quién sabe quién. Pero aquella noche iba a ser la última, murmuraba mientras besaba el ombligo de su mujer. Ahora se había dado cuenta de muchas cosas y no quería seguir haciéndole daño. Ahora todo va a ser distinto, murmuraba mientras notaba sobre sus labios la frialdad de su mujer. Y deslizando sus labios por la línea alba, pensó en todas las tonterías que había cometido, todo el dinero que había perdido en prostíbulos de carretera, en transexuales mal operadas que le dieran por culo. Y le dijo, mientras bordeaba sus pezones, que todo iba a cambiar. Pero sus pezones no cambiaban, ni notaba el ritmo de su respiración. La única respuesta que obtenía era el mórbido frío de su piel, y la humedad metálica que descendía por su cuello.


Este relato ha sido publicado en el libro Microrrelatos /09 BardeBlás



viernes, 24 de abril de 2009

Por mí y por todos mis compañeros



Por dejarme comprar con canciones francesas, vino espumoso y cajas de bombones. Por querer dinero. Por querer dinero. Por querer dinero. Por olvidarme de lo que significan las cosas. Por eliminar a la gente creando mis propios holocaustos privados. Por fumar y decir siempre éste es el último. Por no beber sola. Por hacerlo a escondidas. Por esconderme en moteles donde ni yo misma me encuentro. Por encontrar fantasmas en las carreteras. Por no tener miedo. Por olvidarme del significado de las cosas. Por decirme ahora me pongo y no ponerme nunca. Por quejarme sin saber, sin estar, sin enterarme. Por comprarme un corsé aun no teniendo dinero. Por seguir gastando lo que no me gasto en comida en teñirme el pelo. Por buscar y que me manden buscar en otros sitios. Por mandarlo todo a la mierda. Por empeñar mis poros y desmoronarme. Por descubrir nuevos motes, nuevas metas, nuevas propuestas. Por desentenderme de alguien, por entenderme con alguno. Por ahogarme precisamente ahora que tengo aire. Por envidiar lo que fui antes. Por recostar la cabeza en mi vientre hasta alcanzarme. Por convertirme en espiral y volver siempre al principio. Por regenerarme aun teniendo atravesada la piel en mil caminos. Por hundirme en humo y decir siempre que éste será el último.
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*La foto la he pillado de aquí.

jueves, 23 de abril de 2009

teenagers de mierda


antes cerraba los ojos al beber, como si besara.

Luego me di cuenta de que los besos no valen tanto...

y las copas son demasiado caras como para ser respetadas.

martes, 21 de abril de 2009

Preferencias


Morning, 1884
Edvard Munch.



Su padre se ahorcó un día de febrero. Ella llora porque este acontecimiento la dejará sin regalos de San Valentín. Él, en el cementerio, acusa a su padre de todo por lo que ha tenido que pasar y en lo que se ha convertido. Por ser un inútil incapaz de ver más allá de la pantalla del televisor. Por haber tenido que ser marido de su madre y padre de su hermana. Por no querer a nadie que lleve falda. Ella se sienta en el borde de la cama, calentándose los pies con un pequeño calefactor que no consigue dar calor, sólo evaporar lo poco que le queda de esperanza.

lunes, 20 de abril de 2009

Recital

Poetry Reading , de Irene Sheri.




Hoy (20 de abril),
a las 19:00 en la
Biblioteca Municipal de Arroyo-la Flecha,
los chicos y chicas del COLMO
leeremos para todos aquellos que nos quieran escuchar.

disfraz

Autorretrato con máscaras (1889), de James Ensor
El martes de Carnaval, a plena luz del día, mi vientre desprende sangre y juego con la herida a través de la camisa, encharcando mis dedos en granate y disfrutando de ese dolor que me hace apretar los dientes.
Camino por una calle que no se me hace tan familiar cuando es de día, con la cabeza gacha, absorta en la sangre. Todos están felices y disfrazados, acaparando todos los recodos de la calle Sagasta.
Bonito disfraz me dicen, muy original. Y sin levantar la mirada, aún jugando con la sangre, que ahora sale en abundancia, les digo que no es disfraz, que me han herido de verdad.
Me han clavado un cuchillo.
Pero no estás muerta. Me dicen. No estás muerta, ¿de qué te quejas?
Es cierto, tenéis razón, no tengo derecho. Sólo ha sido un leve pinchazo.
Y lo digo mientras me levanto la camisa y veo que la herida está abultada e infecta.

sábado, 18 de abril de 2009

Batahola sincrónica


Te veo feliz, ausente y mirando a la pared, mientras el resto de tus nuevos amigos se apiña en el sofá como en una foto de familia.


Me duele esa confianza que te tomas con ellos, me duele que se haya perdido entre nosotros. Me duele que ahora no esté ella como creo que es pero sí como si fuera otra, la mujer perfecta, pero igual de simple.


Como todos los del sofá, orgullosos de sus limitaciones, y de un lugar donde el frío y el nulo criterio son los protagonistas.


Brindando por la facilidad, que es el pan de cada día. Brindando por los días que transcurren iguales desde hace tres años.


Lo fácil de ganar, de olvidar, de resucitar a los muertos.


En un lugar que me resulta tan familiar, y no es el sitio en el que ellos creen estar.


Es el enorme salón del convento que las monjas antes cedían en mi pueblo para impartir clases de baile.


Un lugar donde el frío y el sudor eran los protagonistas. Las mallas negras y el maillot rosa, las zapatillas de bailarina, la cantidad de chorradas que se decían y la cantidad de tonterías que tenía que tragar por querer ser parte del medio con tan sólo nueve años.


Ahora que se levantan del sofá, tan borrachos, quieren bailar. Y lo hacen sincronizados, pero arrítmicos. Para amortiguar su inutilidad, ella juega con su mejor baza, que no son más que las tetas, y se desnuda. Y me recuerdo en los dibujos que me hacía, siempre con las tetas más grandes de lo que las tengo, y tal cual eran sus pechos: perfectos para él.


Me los ha robado.


Bailando con multitud de niños sin brazos, preocupados por seguir en equilibrio y combatir al frío. Porque la música ahora es lo de menos, aunque en silencio la tristeza duela más y sea más difícil deshacerse de todos los recuerdos.


Estoy tan atrapada en la nostalgia que os aparecéis en partes de mi vida a las que fuisteis totalmente ajenos.

¿Cuándo va a terminar todo esto?
La foto la he pillado de aquí.

viernes, 17 de abril de 2009

incompatibilidad




No nos ha salido bien la jugada. Nuestros cuerpos no encajan. Aunque me tengas tan cerca no puedes encontrarme y yo no disfruto para nada. Sólo quiero que me beses. Y lo intentas, y te frustras, y yo pienso que es por mi culpa. Lo intuyes y me dices que lo hago muy bien. Yo creo, simplemente, que no puede salir nada productivo de un día en que ambos nos sentimos invisibles.

jueves, 16 de abril de 2009

Os propongo recordar...

Después de leer los "meacuerdos" de Jesús Carrasco se me ha ocurrido colgar los que hice para una práctica de Composición Literaria.

¿Os animáis a dejarme vuestros recuerdos en los comentarios de esta entrada?

Los terminaré colgando...




Me acuerdo de haberme escapado del colegio, en preescolar, con mi amiga Amaya para coger caracolas de colores.

Me acuerdo de un día de verano del noventa y tres, mirando por la ventana del piso de Miranda con plastilina entre las manos, a punto de llorar, y la dueña del piso diciendo: Pero aquí vas a estar mejor, hay más niños que en Castañares.

Me acuerdo
de haber cantado canciones de Laura Pausini en numerosos karaokes cuando era niña y tenía seguridad en mí misma.

Me acuerdo del cuatro de mayo de mil novecientos noventa y siete, cuando mis padres se besaron en la calle por última vez antes de divorciarse.

Recuerdo los besos con Ana detrás de un contenedor de papel cuando teníamos nueve años.

Me acuerdo de la primera vez que bebí alcohol. Estaba en el merendero de Laura con muchas amigas, tendríamos unos doce años y yo terminé bailando canciones de Venga Boys en ropa interior encima de una mesa.

Me acuerdo de ir con el teclado electrónico apoyado en el hueso de la cadera hacia la peluquería de Julián para que me enseñara a tocar el piano.

Me acuerdo de haber perdido el cuaderno donde dibujaba mis sueños en una apuesta absurda. Supongo que realmente quería que Cristina se quedara con él.

Recuerdo que a los quince años me vi más guapa que en toda mi vida, con una minifalda vaquera y unas medias fucsias, pero todas mis amigas dejaron de hablarme a partir de ese día.

Recuerdo el dos mil tres, mi primer año viviendo en Logroño, como si hubiera vuelto a nacer.

Recuerdo no acordarme de qué pasó realmente aquella noche de abril de dos mil cuatro en un portal.

Recuerdo el primer año en la Escuela de arte de Logroño como el mejor año de mi vida.

Me acuerdo del parque San Miguel, las cervezas y el calimocho con café.

Me acuerdo del camarero de un bar punk de Logroño diciéndome “Ya te tengo calada: vienes aquí a poner cachondos a los punkarras”.

Me acuerdo de un punki que me daba gajitos de mandarina mientras sonaba Mars Volta y veíamos vídeos de violencia extrema.

Recuerdo haberme quedado inconsciente en un orgasmo.

Me acuerdo de lo último que me dijo mi abuela antes de morir: “abre una botella de champagne”. Después de morir, en un sueño, gritaba: “no me saquéis de aquí”.

Recuerdo a mucha gente a lo largo de mi vida preguntándome por qué soy tan callada.

Derizado Permanete

Hace dos semanas o así, iba en el autobús urbano y se me acercó un niño gitano de algún país del este; me pareció... pongamos... rumano. La cuestión, que se me acercó con un folio y luego se volvió con la madre. No tardé en caer en la cuenta de que se trataba de un auténtico rr.pp*

Os muestro el papel en sí, bueno en sí no, tal que un poco lo que viene siendo una foto, a ver qué os parece.

* relaciones públicas.

miércoles, 15 de abril de 2009

El Peso del Cambio. Un texto de Raquel Martínez Soto.

El peso del cambio.

Voy perdiendo mis formas, me estoy convirtiendo en un cuadro abstracto de esos que puedes interpretar como te dé la real gana.

Yo, a pesar de parecer un ser humano y de tener un título: Raquel, Raquel en el campo, Raquel enfadada, Raquel desayunando, Raquel bosteza junto al supermercado turco...a pesar de ello ya no puedes verme. No eres capaz de verme como me veías antes. Lo sé, no es tu culpa. Si no me ves bostezar, callar, amar, sonreír, saborear, llorar, palpar, merodear como antes no te culpes.

A menudo intento achacarme a mí todo ese peso, el peso del cambio, del no ser nunca lo que ya se ha sido, pero me doy cuenta de que tampoco es cuestión de machacarse ni de intentar amoldarse a lo de antes.




-Ya no quepo ahí ¿sabes?




Mis brazos han crecido, los ojos se me escapan entre los pequeños huecos del molde y casi tengo atrofiados los músculos. Creo que no merecen la pena los lloros. Lo entenderás cuando se quede pequeña tu caja de los juguetes...

-estoy segura de que lo entenderás.

No hay culpas, yo creo. Ya no soy yo, ya no se me distingue.




Puedes seguir a Raquel en su blog El Último Noviembre De L0s Años Ochenta.

la mirada de una virgen

Antes de nada quiero aclarar que no tengo nada en contra de las "bajitas". Es que he vuelto a mirar la hornada de comentarios que se dejaron en la entrada de Le Punk y me lo he flipado un poco. Las bajitas molan (Christina Richi, Najwa Nimri, Dita Von Teese, Juliette Lewis, María Patiño...), y me molan, pero no más que las altas. Jajaja. Bueno, no quiero entrar en gilipolleces, porque lo próximo qué será, ¿rubias o morenas?
Pues ya está, aclarado este tema, pasemos a otra cosa...
Hablando de más o menos pardillas, ayer mismo me reencontré con mis quince años. Un amigo y antiguo compañero de instituto me pasó unas cuantas fotos de un viaje que realizamos a Toulousse en 3ºE.S.O. La verdad es que me lo flipé bastante viéndome (no quiero ni pensar qué pensaré cuando vea fotos de ahora a los cuarenta).
Si retrocediera en el tiempo, al lugar de esas fotos, daría dos hostias a esa pardilla, quemaría su ropa, la llevaría de compras y le pintaría los ojos con un buen eye linner resistente al agua.
Claramente yo soy la que m´as pinta de inadaptada social tiene.


Si sales en la foto y no quieres aparecer en este blog,
dímelo y en un momento te pongo un tomate en la cara.

martes, 14 de abril de 2009

una traidora


Ella no sabía que aquella joven estaba allí para matarla. Ella era yo y aquella joven tenía el pelo azul. El mío era rojo, nada nuevo, pero muy corto. El suyo también. Parecíamos sacadas de La Movida. ¿Cuánto pudo durar aquello? ¿Cuarenta y cinco minutos? Al despertar hubiera jurado conocerla de toda la vida. Haber realizado con ella aquel viaje desde siempre. El viaje, eso… sí, fue un viaje, pero no recuerdo qué nos llevó a realizarlo. Puede que en un principio me fuera yo sola y que ella estuviera merodeando, espiándome, porque es lo que tenía que hacer. Yo había sido una traidora, pero no recuerdo a quién, ni qué había hecho, pero desperté con aquella palabra grabada en mi mente: traidora. Y gris. Todo era gris. Todo era rocas, piedras, todo gris. No recuerdo que hiciera frío, pero tampoco calor. Lo recuerdo todo como un tráiler o un videoclip. Seguramente porque, como todas las mañanas, no logré despertarme con la radio. Como todas las mañanas, la primera canción del día se introdujo en mí, como la cucharilla, y mi subconsciente dejó que narrara la historia.

En una ocasión nos herimos. Sólo recuerdo la sangre. Con la sangre de sus dedos dibujaba círculos en mi cara, y lo recuerdo como un gesto de cariño.

No recuerdo la canción, pero desperté con una terrible sensación de vértigo. Ese hormigueo que sentía cuando de niña me montaba en El Martillo. Yo nunca me quería montar sola, y mi padre siempre decía que esas cosas podían producirle un ataque al corazón. Ponía cara de pena y yo incluso llegaba a creerle, pero siempre conseguía que se montara conmigo. Me desperté con esa sensación, y me miré en el espejo pensando que tenía mi cara manchada de sangre.
Cuando ella me miró supe perfectamente lo que iba a hacer. Corrió hacia mí, se aferró a mi cintura y me empujó con ella hacia el precipicio.





La foto la pillé de aquí.

lunes, 13 de abril de 2009

La noche que viniste. Quique con Q




tus palabras son más fuertes en papel
tu voz es insegura
y tu aspecto de pin up del rock n’ roll
seduce sin mesura



Sábado 18 de abril, 22:00h
Bar Milano
(C/Cigüeña 16, Valladolid)


Más en su Myspace.

domingo, 12 de abril de 2009

y me olvido

Me cuentas estupideces al amanecer. Chistes malísimos y no dejas de reírte y de hacerme cosquillas. Nos reímos por chorradas sin querer salir de la­ cama y me olvido de la razón por la cual vine a tu casa. He olvidado que te prometí venir con bombones y una botella de lambrusco. He olvidado que el lambrusco lo has puesto tú y que sobre la mesilla de noche aún queda media tableta del chocolate que me ofreciste anoche. Me preguntas si me duele el cuello. Anoche me clavaste los dientes y casi lloro de dolor. Había olvidado que te dije que me gustaban los mordiscos. Y te digo que me voy, y lo hago, olvidándome de que había venido para quedarme contigo.


Este texto esta´ publicado en el número 15 del fanzine El Elefante Rosa


Días de fiesta (los chicos y chicas, radiantes de felicidad...)

En primer lugar quiero agradecer a todos esos votantes anónimos que prefieren que publique fotos mías desnuda a que escriba poesía. Esto me ha hecho plantearme muchas cuestiones y replantearme, de paso, mi vida. Gracias.

En segundo lugar, quiero agradecer a todos esos chicos encantadores que quieren follarme. Gracias, de verdad, pero hoy sólo quiero dance with somebody.

Nah, dejémoslo. Quiero decir que estos días de vacaciones en Logroño han resultado ser, sin duda, mis mejores vacaciones de Semana Santa. Cuando vuelva a estar triste y por ende inspirada, volveré con nuevas gilipolleces, pero hasta entonces voy a ponerme en serio con la carrera. En serio, tengo veintiún años recién cumplidos, considero que pese a medir uno setenta (por mucho que os molen más las bajitas) estoy bastante buena y encima estoy en tercero de filosofía. Venga ya, voy a dejar ahora la carrera sólo porque un cobarde de mierda no haya sido capaz de valorarme lo suficiente.

Así que nada chicos, hasta más ver. De momento podéis veros esa pedazo de animación que he colgado de la sirenita. Una auténtica maravilla.

Otra cosa que me propongo: dejar de fumar. No podéis imaginaros lo amarillo que tengo el dedo índice de la mano derecha. Mejor dejarlo antes de que el amarillo se traspase a mi encantadora sonrisa.

Un beso amigos, y ya sabéis: los setenta nunca se fueron.

sábado, 11 de abril de 2009

La pequeña sirena



Involución

No me gusta lo que he sido antes. No me recuerdo con cariño, no quisiera volver a ser lo mismo. No quisiera encontrarme otra vez tan sola. No quisiera volver a Logroño del mismo modo que no quiero quedarme en Valladolid. No quiero volver a ser lo mismo. Quiero pensar que nunca lo he sido. Que acabo de nacer. No me gusta lo que he sido antes. No me gusta que la gente siga viéndome como lo que fui hace cinco años. Quiero borrar mi antigua existencia para renacer. Quiero convencerles de que ella y yo no somos la misma. El problema es que alrededor todo quedó estancado en el tiempo y pasar página es una opción nada viable.

He estado en diversos colegios, en distintas localidades. Tengo la suerte de haber conocido a bastante gente a lo largo de mi vida. He tenido la suerte de perder el rastro a gente con la que me he vuelto a encontr­ar después de los años y volver a conocerla. He tenido la suerte de saber que la gente cambia. Si cambian a mejor o a peor es lo de menos. Pero he tenido la suerte de saber que puedo tener una conversación con gente que en otra época no me hubiera querido dirigir la palabra. He tenido la suerte y la esperanza de llegar a pensar que la gente cambia. Sera´ que soy una idealista, pero también confié en vuestro cambio porque confié en que el mío había sido para mejor.

jueves, 9 de abril de 2009

como en London

Necesitaba un cambio de imagen y una conversación con un desconocido.
No necesitaba más, sólo un cambio.
Nueva gente, nuevo ambiente, nuevo pelo y volver a pintarme las uñas de negro.

De pronto me encuentro como en London (Oscura obsesión), encerrada en el baño con alguien que acabo de conocer, mientras fuera sigue la fiesta, hablando de las fases de las rupturas. Hablando de los ex y todas esas penurias típicas de veinteañeros primermundistas.

Y luego a ver cómo le explicas a los dema´s que efectivamente sólo estuvimos hablando… ¡y lo bien que me vino!



martes, 7 de abril de 2009

Ángel (Espíritu Libre)

El pasado viernes (3 de abril) estuve en Madrid, principalmente por el concierto de Franz Ferdinand… y hablaría del concierto, porque sinceramente fue uno de los mejores conciertos que he vivido, pero hay cosas que es mejor no contarlas. Y que no tengo ganas tampoco.

Pero voy a hablaros de Ángel (Espíritu Libre), un hombre de unos cincuenta y tantos, de aspecto hippievagabundesco que se nos acercó a las mil de la madrugada con un carrito y una pregunta: ¿Os gusta la poesía?

Como esta´ comprobado que cuando estoy borracha no me sé callar, dije que sí, y él me dejó un ejemplar de su libro Tras el telón… el arte, y me pidió que no se lo comprara por comprar, que le echara un vistazo y sólo me lo comprara si realmente me gustaba. Como parece que cuando estoy borracha no soy capaz de mantener la cartera cerrada, se lo compré sin apenas mirarlo...

Yo ya le admiro por el mero hecho de haber autoeditado su libro, pero los poemas no son nada del otro mundo, la verdad... hay algunos que se salvan, eso sí, pero duele ver faltas de ortografía y de puntuación...

Os dejo con uno de mis preferidos:

Ya es tarde para salir.

Me encuentro desnudo en mi habitación,

Casi no puedo seguir;

Quemaron mi alma en algún rincón.

Vuelve la historia hacia mí.

Intenta asustarme con su razón;

No lo podra´conseguir,

Estoy versado en lo peor.

Quise ser el mejor

Pero algo falló.

Mi ilusión se ahoga en el pozo

De los deseos.

No sé qué pasó

Pues mi rumbo cambió

Y ahora mi espíritu vaga

Entre sombras oscuras.

Es imposible dormir,

Los sueños atacan mi inspiración.

Quiero por fin decidir

El viento que sople a mi alrededor.

Yo no me voy a morir

Siendo el payaso vencedor.

Sólo deseo vivir

Al ritmo que toque mi corazón.

Civilización

Fue mi perdición.

Siempre escuchando lamentos

En el desierto.

Todo terminó

Nada tiene valor,

Soy un emisario

De cuentas perdidas.

El emisario de las cuentas perdidas. Incluido en Tras el telón… el arte.

Ángel (Espíritu libre)

viernes, 3 de abril de 2009

Le Punk


Dos personas solas, ¿hacen dos soledades o ninguna?

Pongamos por caso que una de mis mejores amigas y compañera de piso se

encuentra mal físicamente y no quiere venir. Pongamos por caso que el chico, al que tanto gusto y me dio la entrada, se encuentra mal sensiblemente (por cuestiones sentimentales, se entiende, no por cuestiones banales, como podría entenderse) tampoco quiere venir. Pongamos por caso que la amiga que me estuvo casi suplicando durante una semana salir con ella aquel sábado tenga planes con otras amigas. Pongamos por caso que el amigo que quiere una Guinness no quiere quedar conmigo porque no sabe si le va a gustar ese tipo de música. Pongamos por caso, definitivamente, que tengo que ir sola al concierto de Le Punk.

Y no me siento mal, porque es un grupo que me encanta. Me siento mal porque gracias al Facebook sé que mi ex novio (sí, el de los dibujitos, el que hasta hace un mes quería volver conmigo) ha sido tan cínico de ir el domingo a follarse a su nuevo chocho con la cara de llegar a su casa y aparcar en la mesilla (o en la mesa del salón) las cosas que tenía que devolverme, para después del (o los) polvo(s) ir a casa de mi madre a depositar las susodichas. Pongamos por caso entonces que no quiero quedarme en casa llorando por la decepción que produce saber que el único tío al que he llegado a querer (y confiar) en mi puta vida de veinteañera ha resultado ser tal y como creí que eran los hombres cuando tenía dieciséis.

Así que me pongo lo más mona posible (que si el pelo bien puesto –con este rojo teñido que tanto favorece a mis grandes ojos verdes-, eye liner negro, rímel waterproof a prueba lacrimal y los labios tintados de gloss rosa que realza la belleza de los mismos – porque sí, tengo unos labios irresistibles -, pantalones pitillo negros y botines de tacón, para realzar estas largas y finas piernas que Dios y gimnasio me dio, camiseta larga y ceñida que realce mi cintura de avispa a tiempo que disimule mis caderas anchas e inconmensurablemente femeninas; cinturón ancho y negro, que baile al son de la Virgen de la Soledad y un collar largo, también negro, que grite: quién se acuerda de mí y quién coño podría realmente vivir así) y salgo hacia el urbano (aunque mis agujetas me pidan ir andando) hacia la sala Mambo.

Son las ocho y media de la tarde. Lo bueno de esto es que aún es de día, y me pongo a la fila, aún siendo la única persona que va sin compañía. Quiero ver a Le Punk y lo haré paseándome por cada tumba que haga falta.

Entro, tengo poco dinero, pero bastante para un botellín de cerveza y un paquete de Winston (aparcando a un lado el Lucky con el que empecé a fumar y el Pal Mall con el que Sara me conoció aquella noche en el Joe). Soy una tía alta, peli-roja y atractiva, sola en la barra, fumando un pitillo y sorbiendo con seguridad de un botellín de Mahou. Si habéis venido solos también y no os atrevéis a hablarme es vuestro puto problema. Nunca dije que no quisiera estar sola.

Apoyado contra una columna, frente al escenario aún vacío, un tipo al estilo Thom Yorke (de los que me encantan a la primera mirada de reojo), también solo, bebiendo una Heineken. Por timidez, o porque ya me estoy mareando por llevar siete horas sin comer, me aferro al botellín y me acerco, pero no reacciona. No tengo ganas de arrastrarme por nadie, así que damos por resultado dos soledades, que siempre sera´n mejor que una.

Comienza el concierto. Hay bastante poca gente y un tío que esta´ a mi lado susurra: Estos en Madrid llenan, pero se ve que en Valladolid son un poco gilipollas. Y pienso inminentemente en mi amiga indispuesta, mi amigo maldeamoresado, mi otra amiga que ha quedado y el otro que sólo quiere escuchar algo de Anathema o derivados. Sonrío. No digo nada, sólo quiero escuchar a Alfredo Fernández hasta ahogarme en un orgasmo disimulado cuando cante Fulana de Tal. Porque, niño, no me importa que me apaguen la luz: ya he vivido entre las sombras antes de que llegaras tú.

Y he de confesar que al principio, antes de empezar el concierto, me sentí como una mierda porque pusieron el disco de Vetusta Morla y, aunque dijera que te parecieras al cantante (aunque eres bastante más feo que él) aún las canciones me recuerdan a ti. Y he de confesar, si he de confesar alguna cosa, que nunca te vi como un novio tanto como te vi como amigo. El sexo y los te quiero enlagrimados tampoco fueron poco ficticios. La verdad es que tenemos mucho que agradecernos por estos casi dos años. Si he de decir algo es que el recuerdo de lo nuestro tampoco podra´ ser borrado como tampoco podré negar que lo dejé para dejar de hacerte daño. Así que ahora que eres feliz debería estar orgullosa de mí misma.

Pero, si he de destacar algo de este concierto, me quedo con que He Vuelto a amanecer, aunque haya estado a punto de explotar de tanto pensar en ti y la chica de delante y su novio no dejaran de empujarme cada vez que extasiados del placer y toda esa tontería que deriva del amor, se pusieran a bailar como energúmenos. Y si me he de quedar con una peculariedad, mencionaré que la chica de detrás me diera golpecitos en la espalda y, al volverme, amablemente me dijera: Es que eres tan alta…

Pero tocaron La Noria y recordé la primera vez que la escuché. Fue en el Actual 07 (Logroño). Convencí a Marta para ir porque yo a esta gente la escuché una vez en un programa que presentaba Gurruchaga en Localia. Aquellla vez me quedé paralizada frente al televisor como una gilipollas (que, a fin y al cabo es lo que fui y lo que sigo siendo), pero no tenía Internet para buscarles y en ninguna tienda de discos de Logroño conocían a este grupo.

Ay… amor… se alimenta de escombros…

Marta también se enamoró en aquel concierto y quise besarla aunque el segurata de turno detrás de la valla quisiera arrebatármela. (Quién pudiera resistirse a aquella rubia de gesto ingenuo tan maravillosa).

Recuero que quise verte por aquel entonces y no pude. Aún no eras un aspirante a artista engreído y pedante, pero sí uno de mis mejores amigos con diferencia. Hubiera querido besarte hasta desgastarte, como cada día de frío. Simple, y llanamente, mi amor, porque te quiero con locura.

Pero este concierto fue mucho mejor, aunque para llegar al centro tuviera que buscar entre el naufragio de las avenidas. Porque, niña, soy de las que van con las verbenas y vuelven con las romerías…

Un pequeño peluche que lanza besos y dice I love You me recuerda a aquel muñeco que dice tonterías sobre la pantalla de tu ordenador cada vez que lo enciendes, y el culo casi al descubierto cuando se agacha del cantante, me grita que nunca encontraré uno como el tuyo. Y si lo encuentro no sera´ el mismo, y si no es el mismo, niño, no me sirve.

Pero de lo que sí estoy segura es de cuán orgullosa estoy de haber ido a este concierto sola y sentirme la protagonista del nombre de aquel dúo femenino español de los noventa...

My love is dead


Me situo en un principio pensando que esto va a parar en alguna puta parte, y sé que no. Pero qué más da si sé que esto ha terminado muchísimo antes de empezar. Sé que quieres pensar que aún estoy dispuesta a arrodillarme como Avril Lavigne en alguna de sus putas canciones ñoñas. Pero, ¿sabes? todo me da completamente igual.
Porque ya se ha terminado hasta el punto de ser... PURA MIERDA.

miércoles, 1 de abril de 2009

La Cosecha


Porque el tiempo no tiene importancia si tenemos un parche para curar las heridas. No importa el tiempo si la caída hacia el vacío se hace en compañía. Porque las vestiduras se desgarran con dardos de metal que desvían su camino hacia el ras, del ras, del ras, del ras, y sólo quedan heridas. Heridas que sangran, pero que no duelen. Heridas limpias, como líneas, difíciles de trazar y de seguir con la vista. Heridas que se desdibujan hacia el centro y se funden en blanco como el final de un espacio de tiempo. Se funden como muertes, como el agua dulce llega al mar. Se funden. Y se confunden con dolor, pero sólo es rabia. Y se confunde con dolor, pero sólo es melancolía. Y se confunden con sangre, pero sólo hay blanco. Tan claro, tan limpio, tan amargo, tan primigenio. Sólo son semillas esparcidas por los surcos de nuestra impaciencia. Sólo son etapas pasadas esclarecidas por la gestación de nuevas semillas.

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