En esa casa de insectos
las moscas hacían fuerte en el corredor. La basura contaba las semanas no marcadas en el cuadro de convivencia – las moscas
bajaban las escaleras con Diana hasta el contenedor. Las moscas con Diana en chándal y coleta -
Diana con sus miles de taras y defectos rodando con las moscas y la basura por las escaleras. Diana
mañana de domingo
y la última modelo de pub con el rímel por los suelos y el eco de sus tacones trasnochados
por el techo
indiferente a su lado dejando el olor aún a sexo y perfume dulce –sello que compulsa la última mala copia- pasa por encima de las bolsas y de su dignidad con la indiferencia altanera del triunfo.
Esa fue la primera vez que Diana vio a María y la primera vez que María pasó la noche en el piso. Desde el suelo, Diana sólo alcanzó a ver sus tacones y el minivestido que bailaba alejándose por el portal del edificio.
Cuando Diana volvió de tirar la basura, despertó a gritos a los tres inquilinos y dijo firmemente Estoy harta, me voy de aquí.
Y no volvió.