martes, 30 de octubre de 2012

24 hour party people. Madrid Day.

Fijaos qué sensación tan extraña causa la posición de sus brazos.


En Agosto volví a Logroño. Tras seis años de idas y venidas, aventuras de la pobreza en Valladolid y un año de Warum Nicht en Alemania, me vi de vuelta a casa de la mamma. La casa de la mamma tiene sus cosas buenas, pero sigue siendo la casa de la mamma. Aquí una no puede vivir el insomnio tranquilamente, ni beber entre semana Martini blanco porque sí. Ni cantar a gritos. Ni llevar una vida alimenticia caótica y a deshoras. También hay que recordar que una es una paria de la literatura. Que escribo poesía, para más inri. Que quiero dedicarme a esto. Tú estás loca, niña. Y que en Logroño las opciones se reducen a ser una poeta de provincias que lee para sus amigos en los mismos sitios y aparece alguna vez en el periódico regional.

Por eso, si la Editorial Origami me dice que van a presentar en Madrid, y que si quiero que vaya, pero que me pague yo los gastos del viaje y me busque la vida con el alojamiento, voy. 
Si Alfonso López me invita al Tren Vertical para presentar mi último libro, voy. Si la Fundación Jorge Guillén me dice que si quiero llevar libros tengo que comprarlos y que no me perdonan ni los diez euros de los gastos de envío, me jodo, pago y compro, y voy con libros a Madrid. 

Ser una paria de provincias que publica con editoriales pequeñas supone un gasto de:

Autobús. PLM, ida y vuelta: 28,48€
Bono del metro: 12,20€
10 ejemplares de Engaño Progresivo: 40€
Otros gastos, como comida, cañas y café: Digamos que unos 20€.
Total: Digamos que unos 100€. 

Teniendo en cuenta que soy una paria que vive con su madre y no tiene oficio ni beneficio, os podéis imaginar lo que supone este desembolso para mí. Podéis aplaudir aquí.

PERO DEJEMOS A UN LADO EL TEMA ECONÓMICO.

Vayamos a lo que nos interesa. 

Hija, ¿Qué hiciste en Madrid?

Salí de Logroño a las 7 y llegué a Avenida América, la estación más triste de la historia de las estaciones tristes de autobús, a eso de las 11, y de ahí fui hacia Príncipe Pío, a esperar a Cristina Selene Porres, una de mis chicas preferidas, que se prestó a acompañarme en mi jornada intensiva madrileña. Cris es de Logroño, aunque vino desde Segovia, donde estudia RR.PP. 

- ¿Tienes idea de cómo llegar a El dinosaurio todavía estaba allí?
- No.

Pero llegamos, claro que sí, y además bastante pronto. Yo estoy nerviosa vestido pop imitación al inspiración Mondrian de Yves Saint Laurent y manoletinas negras. Aún no han venido todos los autores, aunque sí están Jorge M. Molinero con una camiseta de Bowie Ziggy Stardust, José Ángel Barrueco, Antonio Huerta, Ángel Fernández Fernández... Bueno, la verdad es que no recuerdo bien quiénes estaban y quiénes no, pero lo que sí sé es que los de León aún no. Los de León: Vicente Muñoz Álvarez, Alfonso Xen y Julia D. Velázquez, que se hicieron también un ida y vuelta de locura. El resto de autores: Antonio Sánchez -Fernández, Jacob Iglesias y Dolors Alberola.  La sorpresa: Vera Zieland no existe. Manos tan pequeñas es de Daniel Mobymelville. Seguro que era un secreto a voces, pero hasta llegado el momento de la presentación de su libro no tenía ni idea.

Las fotos que cuelgo a continuación las he robado deliberadamente del Facebook. Algunas son de Naveiras, otras de Barrueco, otras de Huerta...


José Ángel Barrueco presentando Te escribiré una novela.
Foto de José Naveiras


Vicente Muñoz Álvarez lee poemas de
Canciones de la gran deriva.

Foto por el Naveiras.
Jacob Iglesias presentando Horas de Lobo.
By Naveiras.
Ángel Fernández Fernández presentando
Las lágrimas del Pato Donald.

Foto de Barrueco.


Antonio J. Sánchez y Leyenda Urbana.
By Naveiras.


Heme aquí rodeada de la masa enfurecida,
mientras leo el relato que abre La Involución Cítrica:
CyberPunk.

Foto de Antonio Huerta.

Vera Zieland aka Daniel Mobymelville o viceversa
presentando Manos tan Pequeñas.

La foto es de Barrueco.


Antonio Huerta, editor de Origami y artífice del evento,
presenta Doce y Cuarto.

By Barrueco
Es una pena que no haya encontrado
 una foto mejor de Dolors Alberola presentando
 Todos los trenes mueren en línea recta.
By Naveiras.
Y para terminar, Alfonso Xen dando caña con
El tiempo del hombre muerto.

Foto de Barrueco

He de confesar que cuando Antonio Huerta me dijo que la presentación sería un sábado a la una del mediodía no hubiera dado nada por el evento. Que no iba a ir nadie, que blah, blah, tan agolera yo. Sin embargo, y afortunadamente, mis predicciones fallaron. No solo vino mucha gente, sino que entre el público se encontraba gente excepcional. El ya citado Jorge M. Molinero, que vino desde Valladolid; Antonio DíezAlberto Haj-Saleh, El Cable Azul, Naveiras, Esteban Gutiérrez "Baco", Marcos Antón y, oh, un momento, qué es ese pelo que veo entrar por la puerta: El amigo de los guays, el ingeniero, el poeta, el fichaje más joven de El Butano: Enrique Rey.

Enrique me dice que si la gente nos pregunta de qué nos conocemos, no digamos la verdad. "La gente normal no se conoce por Internet". La verdad es que a la mayoría de la gente que conozco en Madrid, que está en este evento, la conocí por Internet. En realidad creo que a todos, salvo a Cristina, a quien conocí hace años en Logroño, a Marcos, a quien nos une COLMO de nuestros años en la Universidad de Valladolid, y a Antonio, al que conocí en el Destroyer en 2010.

Por eso no me importa decir que a Enrique solo lo conocía por el Facebook. Internet en general, primero gracias a este blog, y después a Facebook, me ha servido para conocer  gente estupenda e interesantísima; también para darme a conocer en esto de las letras y, por supuesto y por ende, para publicar. Así que no seré yo quien se avergüence de todo esto. Si no hubiera sido por Internet ¿Cómo hubiera conectado con todo el movimiento literario underground que se mueve en Madrid?


Underground, me da mucha risa esa palabra, dice Cristina. La verdad es que a mí también. Y nos reímos las dos.


Gracias a Facebook conozco también a la escritora María Paz Ruiz, que viene con una propuesta muy interesante para futuro proyecto, stop.

Otro proyecto surge con Julia D. Velázquez, la diseñadora gráfica, artista, en fin, Julia, la responsable de las últimas e increíbles portadas de Origami. Me va a hacer fotos (viaje a León a la vista) y las dos estamos muy ilusionadas.

Y en esto que aparece una chica muy maja y me dice "Soy Laura", y yo no caigo en un principio. Coño, El Megáfono. Otra de esas personas interesantes y molonas que solo conocía de Internet. Laura viene con dos compañeros de la carrera. Estudian periodismo y van a hacer un trabajo sobre Literatura e Internet. Inevitable pensar en ti. "Preguntas cortas y después, si no te importa, nos gustaría que leyeras Mi vida antes de Google". A mí no me importa, yo encantada, claro que sí, pero no deja de ser -cuanto menos- simpático el protagonismo que está teniendo esta mañana Engaño Progresivo, cuando debería estar promocionando La Involución Cítrica, que es de Origami, y a eso estamos aquí, a promocionar Origami. Le firmo un Engaño a Alberto Haj Saleh (que ya le firmé en su día porque me lo compró hace unos meses, vía Correos), y Barrueco me compra otro, y también Marcos... y María Paz, que me dice "Es intolerable que le tengas que comprar tus propios libros a la editorial" y etcétera. Es todo como un poco clandestino porque no deja de ser un poco guarro estar vendiendo libros de una editorial en la presentación de otra. El clímax de todo esto llega cuando Laura y sus colegas me dicen que: "no podemos grabarte dentro porque hay poca luz ni tampoco fuera porque hay mucho ruido, así que lo mejor será hacerlo en los baños". Cris me acompaña. Cris no lo dice, pero seguro que piensa que los escritores estamos todos locos, y los poetas ni te cuento, cuando empiezo a recitar Mi vida antes de Google ante una cámara mientras la peña entra y sale de los baños con cara de WTF .

Como ya adelantaba en el pie de foto, a la hora de leer pasé de la poesía y me arranqué a leer CyberPunk. No suelo leer relatos y me daba un poco de miedo dar la chapa demasiado, pero me pareció la mejor opción porque
a) Ya había muchos poetas en la sala.
b) CyberPunk es mi texto favorito ever de La Involución Cítrica. 

Al terminar el sarao, se me acerca una señora mayor y me dice que le ha encantado mi relato de Peter Pan, y que por eso se va a comprar mi libro. Vuelve al rato con Todos los trenes mueren en línea recta, de Dolors Alberola, para que se lo firme. Por un momento estoy a punto de caer en la tentación de firmarlo y hacer la adrianada del día, pero vence mi parte cabal y le hago saber su confusión, aunque no le digo que el relato se titula CyberPunk y que no tiene nada que ver con Peter Pan.

Enrique está todo el rato entrando y saliendo del local. Dice que lo hace porque fuera está una amiga suya con quien está bebiendo cervezas a tutiplén que les vende un paquistaní. Cristina y yo dudamos de que exista tal amiga. 

Pero la chica existe, y se llama Andrea y es muy guapa y tiene la voz súper bonita. Se parece mil a Olaia Pazos y ha combinado un vestido ajustado verde de manga francesa con unos botines marrones planos con cordones, lo cual me parece más que bien.

Enrique insiste en irnos a comer a un griego. Nos vamos Antonio Díez, su chica (ponga aquí su nombre, no recuerdo, perdón), Enrique, Andrea, un amigo ingeniero de Enrique, Cristina y yo. Hace frío pero hace sol, nos quedamos en la terraza. Me pido una ensalada de tomate con cosas verdes. Algo barato y ligero. Enrique me saca fotos y se las envía a un miembro de Forocoches que ya habló de mí en dicho foro alguna vez. El amigo le dice algo así como que no me tocaría ni con un palo. Enrique ríe. Las cervezas que nos han servido están literalmente congeladas. Bebo.

Tomamos café en algún sitio. Enrique se pide un carajillo que en realidad es solo brandy caliente. Enrique me recuerda a mí porque quiere estar borracho continuamente. Habla mucho y se emociona con las cosas que le gustan. Repito: Borracho habla mucho y muy intenso de las cosas que le gustan, y yo me pregunto si soy así cuando me emborracho. Decido que sí, al menos parecida. Pero yo hoy no estoy borracha. Voy a cañas y estoy bien. El mayor problema está siendo el frío inesperado e invernal. Y los putos nervios.

Tras el café, Antonio y la chica (ponga aquí el nombre) se van hasta más ver y la chavalería nos vamos al Lukánicos porque las cañas son a un euro. Pero cuando vamos nos dicen que el grifo está roto, que solo tercios, y nos resignamos. Suena Zaz y Enrique quiere hacer planes para después de la lectura en el Malatesta. Él vota por ir a Tribunal. Me voy al baño y me cambio de vestido. Vuelvo. Llevo el Vestido Inspiración Sixtie Mod Retro Chic dos tonos y medias tupidas negras, que adelgazan las piernas, al contrario que las blancas, que las engordan. A Andrea le gusta. Me dice que tiene uno parecido. Me dice que vayamos por la noche a una fiesta sixtie mod retro chic en la Moby Dick. Hay una discusión sobre los pros y contras de ir a Tribunal o ir a Moby Dick. Dan las ocho. Nos vamos al Malatesta.




En el Malatesta nos pedimos más cañas y yo me pongo los tacones de 14cm. Y de repente, ¡oh, sorpresa! Entran por la puerta Mikel y Toni, dos chicos con quienes hice el Erasmus en Bayreuth, y que sin duda ya se conocían bien el poemario de las veces que recité borracha peluca rosa mediante en aquellas barbacoas que hacíamos en el Hofgarten.

También: Rebeca Álvarez Casal del Rey (a quien saludo efusivamente con un "¡Raquel!" Epic Fail supremo), Paz Hernández Páramo, y El Cable y Antonio que repiten, y mucha más gente que seguro que conozco aunque sea solo del Facebook, y dos Pirris. Los Pirris son un grupo de Logroño a quienes nunca he visto en directo porque
a) no me ha pillado en Logroño cuando han tocado o
b) porque no tenía con quien ir y, a contrario que en cualquier otra parte del mundo, en Logroño no me gusta salir sola.

Así que, agradecida y emocionada, me sitúo con el libro en la mano, preparada para darlo todo, mientras Alfonso López dice unas palabras sobre mí (¿quién es esta chica de provincias que viene a leer al Tren Vertical?) y yo me emociono un poco más, y más me vale hacerlo bien después de todo esto.

Me levanto. Mini Vestido Inspiración Sixtie Mod Retro Chic dos tonos y medias tupidas negras y zapatos de tacón 14 cm haciendo un total de un metro noventa.


Hola, soy solo piernas.

Creo que me siento más segura que en toda mi vida, que en cualquier otra lectura. Tampoco hace tanto desde que empecé con todo esto. Recuerdo que mi primera lectura en Madrid fue en Febrero de 2010. Y, oh, casualidad: aquella vez también viajé en el asiento 13 del bus, y como aquella vez, "no por superstición, sino porque dio la casualidad de que me tocara esa plaza" . 

Un amigo de los dos Pirris, que no sé si es Pirri también, en ocasiones suelta un "Olé" o un "Aupa" cuando termino algún poema. Me encanta esa efusividad porque la noto sincera. Me suelto muchísimo. Digo cosas de los poemas que no he dicho ni me he atrevido a decir antes y que ni siquiera me atrevo a comentar hoy aquí. Termino santiguándome y dando la absolución a todos los presentes. Me parece la mejor manera de terminar, pero al bajar, Alfonso me dice que a la gente se le ha hecho corto, y me pasa el ejemplar de La Involución Cítrica que me acaba de comprar, para que lea algo de ese libro también. Leo 240 y Subalterna. Me parece increíble que a la gente se le haga corta una lectura de poesía. 

Cuando salgo del bar me aplauden. Menudo corte paso, y seguro que paso por borde porque no digo nada, solo salgo corriendo tan rápido como me permiten los taconazos. 

Enrique sigue queriendo ir a Tribunal. El resto no sé. Los Pirris proponen litronas en casa y concierto improvisado y yo voto porque sí, porque me gusta lo barato y porque hace un frío de tres cojones. El caso es que entre pitos y gaitas perdemos a todos y Cris y yo terminamos en casa de los Pirris. El ambiente me mola porque me recuerda mucho a los días del Paseo Renacimiento, con la guitarra desafinada de Pat, o aquella mía que me hacía tanto daño, y el humo del hachís que lo inundaba todo y Jaime que siempre venía con cervezas. Así que estoy guay, porque aunque sea tímida y gilipollas me siento bien cuando estoy con gente. Que en realidad soy una persona social, me dice mi madre. Ay. Qué sé yo. Pero pronto, entre el humo y el apalanque del sofá que nos atrapa, Cris y yo empezamos a temer caer en coma y decimos bye bye, baby, bye bye, vamos a buscar fiesta.

Pero no hay fiesta.

Chubi Pirri se presta a bajar con nosotras y llevarnos a algún bar de la zona (no nos hemos movido de Lavapiés en todo el día). Nos metemos a La Aguja y me parece todo muy bien y los vinilos me recuerdan a J., pero me aburro. Estoy con la regla, y cuando estoy con la regla caigo en coma de vez en cuando. Me tomaría una Coca Cola, pero tomarme una Coca Cola a las 2 y media de la mañana me parece una traición a mis principios. Van a cerrar el bar en breves, como casi todos los bares de la zona. No hay opción de ir a Tribunal ahora si no hay metro. No puedo permitirme un taxi. Va a ser la misma mierda, eso también. Y a las tres serán las dos, pero no habrá nada abierto. Así que aceptamos la hospitalidad de Chubi y pasamos la noche en una habitación sin luz porque el anterior inquilino se llevó todas las bombillas. 

A mí me sale el bus a las siete. A ella a las ocho. Salimos de casa a las 5. Gracias chicos, muchas muchas gracias. Pero no contamos con que el metro no abre hasta las 6. Vaya mierda de capital de país que cierra bares y metro por las noches. Madrid nos decepciona. Vaya mierda Madrid. Bla bla, ahí echando pestes de Madrid, las logroñesas. Pero ha merecido la pena.

Me despido de Cris en Príncipe Pío. Me compra un libro. Yo se lo quiero regalar, pero no me deja. No me ha dejado regalar ninguno. Hazte valer, no regales, y menos si los has tenido que pagar antes. Ya seré yo millonaria alguna vez y seré tu mecenas, pero de momento no regales.

:)

En el metro, ya sola, de camino a Avda. América, suena Madness de Muse. Muse siempre me recuerda a Madrid, por la primera vez que salí de fiesta allí, cuando fuimos a ARCO en 1º de Bachillerato y me enamoré de tres modernos a los que les flipaban Muse.

Me voy contenta por todo. Por la gente, el cariño, mi seguridad, los proyectos que están por venir, y porque, qué cojones, he vendido todos los ejemplares que traje de Engaño Progresivo

Llego al bus por los pelos. Soy la única viajera. Me voy atrás del todo como una paria, con el mp4 a tope y me recuesto sobre el bolso a dormir como una indigente. 

Logroño me espera a las 11. Llevo el vestido mod aún, el rímel por los suelos y las manoletinas con las suelas despegadas. Por una parte me alegro de que no haya nadie esperándome en la estación. 






Muchas gracias a todos, de verdad, qué bonita es la vida con días como éste.
A Cristina, por supuesto, por su compañía incondicional en todo momento. A Enrique y Andrea, por lo mismo, realmente :)
Y a Antonio, y al amigo ingeniero de Enrique y a la chica de Antonio, por majos,
y los Pirris por el buen rollo y acogernos,
y a todos, he dicho,
a los que os prestasteis desde primera hora a dejarnos un huequecito a Cris y a mí, aunque  declináramos las ofertas porque no somos de hacer planes con antelación,
a Alfonso por invitarme al Tren Vertical y a las cañas,
y a todos los que vinisteis a verme cuando seguro que teníais algo mejor que hacer,
y que muchos besos y muchos abrazos
mis bendiciones
y buenas noches.

:*

viernes, 26 de octubre de 2012

Mañana (27 de Octubre) estaré en El Tren Vertical



Dice Alfonso López:


El próximo sábado tendremos a Adriana Bañares en nuestro espacio de poesía y acción llamado El Tren Vertical, a la hora acostumbrada, en el lugar acostumbrado y el día también acostumbrado. Y ahora vendría de puta madre decir aquello de "pero a lo que no se acostumbra uno es a recibir a una gran poeta y gran prosista que por su juventud..." y bla, bla, bla, pero en este caso es totalmente cierto... El día aquel en que oí por primera vez en Fuenlabrada (¿hace un par de años?) aquella voz delicada y dulce leyendo unos textos de una fuerza inusitada, textos que se nutrían de ciertos mitos y narraciones infantiles o de la adolescencia, con una exquisitez endiablada y con la necesaria libertad de una persona que utiliza una navaja de barbero para perfilar de nuevo aquellas historias o, también, sí, además, hablar de ella misma (¿pero quién es Adriana?), me dio la vuelta como un guante de esos de látex, de los que se utilizan en los hospitales o en las morgues. 
Pues eso, como ella misma escribe: «Tengo millones de personalidades que se cruzan, que se alían contra mí. Tengo una camada de pequeños bichejos amarillos que se aferran a mis uñas y me sacan la piel que hay debajo de mis huellas dactilares. Tengo muchísimos defectos que rebotan contra el espejo del baño y un rímel barato que se corre cuando hace frío. Así, literalmente». 
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¿Os vais a perder esto?

miércoles, 24 de octubre de 2012

Parálisis del sueño, insomnio y dos bolos en Madrid


¿Tú dónde estás? Yo morí y empecé a hacer cosas. Siempre para que tú me recordases. Hoy es otoño. Fui al hospital y me dijeron Sonríe, has perdido tus últimas horas blandas. Llegué tarde. Tú ya no estás aquí porque no te (he) visto. Quítate las bragas y sube a la camilla. He vuelto y yo quería algo real pero ha desaparecido. Enhorabuena, usted está aquí. Yo quería si acaso una razón para el miedo. Enhorabuena, te mueres. Pero no se puede morir dos veces, y menos aún en el mismo sitio. Así que se trata de subirse las bragas, bajar a por papel higiénico, dar las monedas a la cajera y no devolver el saludo a los mendigos. Se trata de vivir en la estación. Yo era turista, señor, pero se hace uno sin darse cuenta al limbo. Usted nunca estuvo aquí. Que nadie nos devuelva el saludo. Por qué se nos trata igual a los fantasmas. Por qué se empeñan en mantenernos vivos. Yo aún no he despertado de un mal sueño. Me quedé paralizada cuando traté de volver en mí y solo conseguí abrir los ojos. Tú seguías a mi lado. Notaba el pulso en mi espalda. Vi la habitación, yo estaba aquí, pero mi cuerpo despertó muerto. Y, aunque logré levantarme de la cama, mi carne era ya cadáver. Me arrancaba el pelo a puñados. Mira, no me duele. Yo no estoy aquí. Y tú decías Un yo no estuve aquí como yo lo estuve en todo. Camino desde entonces arrastrando una coraza de órganos muertos como la niña que, negándose a admitir que ya no sirve, arrastraba un globo roto

Supongo que es difícil de creer, pero a veces dudo de mi existencia. No sé si soy virtual o soy palpable. Pero usted está de suerte: el próximo 27 de octubre, sábado, tendrá dos oportunidades de comprobarlo en Madrid:


La primera será a la una del mediodía en El dinosaurio todavía estaba allí. Iré con la Editorial Origami y varios compañeros, y leeré poemas de La Involución Cítrica


La segunda, a las ocho y media de la tarde en el Malatesta, donde estaré leyendo poemas de Engaño Progresivo:


Mi diseño, minimal collective
El del bar.



Compartan al gusto. Vengan. 

jueves, 18 de octubre de 2012

Ricard Millás habla de Engaño Progresivo

Reseña publicada en El Librepensador y en Yamelosé


La poesía de Adriana Bañares es un cuchillo en un campo de rosas rojas, su lírica arremete contra todo lo establecido, incluso contra ella misma con palabras usadas a modo de súplica y condena. La educación que recibió de joven le sirvió para afilar una espada que no cesa en su empeño de cercenar conciencias en este mundo plagado de publicidad e insultos hacia el ciudadano de a pie.
Qué menos que zambullirse en la poesía de esta joven poeta que carga con dos libros más a sus espaldas, La niña de las naranjas (Ediciones Emilianenses, 2010) y La involución cítrica (Origami, 2011), para darse perfecta cuenta de que el talento y la experiencia no siempre van cogidos de la mano. En su tercer trabajo, Engaño Progresivo (Fundación Jorge Guillén, 2012), Adriana vuelve a la carga combinando la prosa con la poesía convirtiéndolas en una joya de 60 páginas que se lee del tirón, pero que no deja indiferente. Algunas de sus frases son verdaderos estandartes poéticos que enarbola una joven poeta que ha sabido aprender de la vida y de las palabras.

Saber conjugar la poesía junto a los miedos más ocultos, los recuerdos de infancia y el, en algunos casos, desafortunado amor, no es tarea fácil y menos para una poeta que ha querido hallar la absolución en la literatura. Redimirse mediante la poesía nunca ha sido tarea fácil. En el poema ‘La primera piedra’ nos podemos dar perfecta cuenta de ello; ‘El cielo hoy…Se adentra en mis ojos, solo veo frío; se clava en mis uñas, todo tacto es amargo; se posa en mis zapatos, pesado, hasta hundirme en el suelo, hasta la cintura, esperando a que alguien lance la primera piedra”. Se puede apreciar en estas palabras un ansia de revelación y un profundo deseo de renovación, espoleado por unas palabras extremadamente duras pero bellas a su manera, que esperan el impacto de la primera piedra que golpee sin remedio a aquellos que se hunden lenta y sosegadamente en la charca del conformismo.

Engaño progresivo es un alzamiento en pro de todas aquellas mentes aletargadas que no se atreven a levantar la vista y a su vez es también un grito de libertad y rebeldía con el que muchos podrán sentir una cierta afinidad. Sin duda, su autora, da buena cuenta de ello.

miércoles, 17 de octubre de 2012

José Luis Merino habla de Engaño Progresivo

Entrada original en Desde este otro lado


Engaño progresivo

Conozco a awixumayita antes de conocer a Adriana, antes de ver su timidez, esos ojos que nunca buscan los ojos del otro y escuchar el tenue hilo de voz que sale de su garganta. Y aunque hace un par de años que no coincidimos cuando supe que iba a presentar su último poemario, Engaño progresivo (Fundación Jorge Guillén, 2012) y supe que podía escaparme de Madrid para apenas 24 horas no dudé en organizar mi agenda e ir para allá.

C., D., E. y un servidor fuimos a la librería A pie de página de Valladolid (C/ Librería 13) y allí estaba Adriana, con altos tacones y un sobrio vestido negro y el libro rojo de Adri entre sus manos para leernos -algo nerviosa- algunos de sus poemas.





Creo que Engaño progresivo es lo mejor que he leído de Adriana, tal vez porque detrás está Eduardo Fraile realizando la tarea de editor, diciendo “esto sí, esto no Awi, no todo lo que uno escribe vale para ser publicado” o quizá porque Adriana, como el buen vino (de la Rioja), gana con los años.

martes, 16 de octubre de 2012

Jorge M. Molinero habla de Engaño Progresivo

Entrada original en La Juventud del Otro.



Detrás de una portada insulsa se esconde un poemario vertiginoso de la riojana Adriana Bañares, editado por la fundación Jorge Guillén.
Adriana retoma temas recurrentes en su escritura como los miedos, los muñecos, la música y el sexo con una prosa rápida, inquietante, que engulle al lector y a veces le abruma, con poemas como siempre muy viscerales, a veces oscuros y martilleantes y otras con un humor ácido y desconcertante.

Un recorrido por los engaños que la vida va desvelando con los años que la autora deja aparcados según los va viviendo, con un deje de conformismo, pero no sin rabia y cierto dolor.

Muy buen libro de Adriana, en el cual conjuga mejor incluso que en su libro La niña de las naranjas, la persona con el personaje creado, Awixumayita, recreando un universo paralelo con continuas convergencias en sus letras.

Una muestra:

MI VIDA ANTES DE GOOGLE

Marie se tira por la ventana y minutos después alguien sale del cine. Es mil novecientos noventa y ocho y yo tengo diez años y quien nace hoy tiene trece, como los que tenía yo cuando empecé mi primer diario. Aún sin Internet. Avergonzada tanto por  jugar –aún- con barbies. Nunca lo escribí. Que no lo sepa nadie. Mis barbies no sobrevivieron a Internet. No sobrevivieron a la literatura. No sobrevivieron a la adolescencia No hace mucho de mi vida antes de Google. Dos mil seis. Verano. Noche. Chat de Terra. Sala de autor en la categoría cine del chat de Terra. Madrugada. Una cuadrilla de freaks con niks pedantes improvisando guiones de madrugada. Antes de eso, la n­ada. Nadie sabía qué escuchaba si no le pasaba mix tapes. Qué retro te pones a finales de los noventa principio de los cien. Qué sientes ni qué me importa tu ruptura emocional tus versos gilipollas en blog. Tus estados de Facebook tus Tweets o tu estado civil. Mi vida antes de Google no rimaba/ ni siquiera conocía/ la poesía contemporánea. Mi vida antes de Google tenía sus noches, sus licores, sus despertares post virginales aún inexpertos sin foto Tuenti del día después como píldora anticonceptiva. Tenía libros de biblioteca; trabajos donde sí se citaba una fuente que no fuera la jodida Wikipedia. Mi vida antes de Google aspiraba a un futuro pero no a un presente. Sacar dinero de hasta debajo de los cojines del sofa´ para el último disco de los Red Hot o la súplica del “bájatelo de Internet” al colega friki que ya tenía novia por Internet y que aún sigue siendo virgen. Mi vida pre-Google conocía la intimidad sin necesidad de buscarla o evitarla. Mi vida antes de Google no necesitaba seudónimo porque era anónima con mi propio nombre. Mi vida antes de Google era menor de edad y no necesitaba Adsl para escribir mi intimidad de ficción bajo llave. 








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978-84-15046-15-8
FUNDACION JORGE GUILLEN   

lunes, 15 de octubre de 2012

Ícaro Incombustible Independent Arts Magazine: L´Érotisme

Tengo el gran honor de participar en el número 14 de Ícaro Incombustible con un pequeño relato breve-poema-anuncio por palabras. El texto ha sido traducido al inglés por Marta Anguita.

Disfruten, queridos:


sábado, 13 de octubre de 2012

Ciudades a escala



Aquí está Claudia. Son las tres de la madrugada en la estación central de tren de Frankfurt. Lleva una boina, el pelo sucio y claros signos de deshidratación (ver también: resaca). Su tren no sale hasta las cinco.
En el otro extremo de la estación está Kevin. Le acompañan un vaso de café vacío y una mochila bastante destrozada.
Kevin ha perdido la cuenta de las veces que Claudia ha cruzado la estación. Cuando vuelve a pasar por su lado él la para con un Hey!
Claudia le mira con un no sé hablar alemán (ni me apetece hablar con desconocidos), pero él se adelanta y le pregunta si quiere un café en inglés. Que a dónde va. De dónde viene. Es de esa clase de gente que sonríe mientras habla. Claudia hace una mueca. Trata de ser simpática pero solo consigue ponerse roja y decir España, Nuremberg.

- Me ll
amo Kevin. 
- Claudia.

Kevin es francés. Le dice que ha venido en tren desde París. Ella tomó un vuelo low cost que la dejó en un aeropuerto de juguete muy alejado de Frankfurt, de modo que su viaje también ha sido una odisea. Claudia no le dice que ya tuvo que pasar cuatro horas de autobús desde su ciudad hasta el aeropuerto, ni que casi pierde el avión. Tampoco le comenta que en el autobús que le ha traído a la estación ha venido sentada con un señor que olía a puro, ni que ha tenido su cabeza bastante parte del trayecto apoyada sobre su hombro. Claudia no le describe el asco que ha sentido, ni el miedo irracional que le produce la arquitectura extraterrestre de Frankfurt. Pero él le cuenta que es el sexto de diez hermanos, y que tres de ellos ya están muertos. Kevin le dice que aún le cuesta hablar en alemán aunque viaja mucho a este país. También le habla de unas vacaciones que pasó hace unos años en Mallorca. Le dice que lo poco que aprendió de español se lo debe a la hija pequeña de los dueños del hotel.

- Si quieres aprender alemán, rodéate de niños.

A Claudia no le suena muy bien eso que acaba de decir Kevin, pero no le da tiempo a reaccionar de ninguna manera porque a su lado ha aparecido un hombre de unos cincuenta años que huele a whiskey barato y canta a gritos New York de Frank Sinatra. De hecho solo dice, con un marcadísimo acento alemán:

- Frank Sinatra New York, ja, Frank Sinatra.

Kevin ya no sonríe. Mira fijamente al mendigo y éste responde tendiéndole la mano. Agitan las muñecas sin dejar de mirarse a los ojos, serios, desafiantes. El mendigo le dice: Frank Sinatra, New York. Pero a él no le interesa Kevin y al segundo se dirige a Claudia: Woher kommst du?
Clase básica de alemán. Aus Spanien, a lo que él responde, no solo con su acento alemán, sino con el deje propio del borracho: ah, yo de Madrid, de Madrid, Frank Sinatra, New York, ja.

Claudia recuerda entonces otra madrugada que pasó en aquella misma estación. Aquella vez, un mendigo se le acercó pidiéndole dinero y ella se hizo la loca respondiéndole en castellano, a lo que él reaccionó con un efusivo abrazo al tiempo que decía Ay, amiga, yo soy de Córboba, de Córdoba, chiquilla. No eran pocos los españoles que emigraron a Alemania persiguiendo el nuevo american dream y terminaron pasando las noches como turistas de paso en estaciones. Aquella vez Claudia se separó del mendigo con repelús, le dio cinco euros en monedas, y se refugió fuera de la estación, al frío, ante la abrumadora arquitectura de Frankfurt. Claudia no dirá que áquel fue el primer abrazo que recibía en meses.
Frank Sinatra, a pesar del intenso olor a alcohol y sudor impregnado en su ropa, no causa en ella ese rechazo. Al contrario: le hace gracia. Frank Sinatra repite la cantinela y Claudia ríe. Ante el éxito, él se crece y amplía el repertorio. Claudia tararea con él Strangers in the night, elevan el tono, rompen en carcajadas. Cuando llegan a Love was just a glance away, a warm embracing dance away, Frank Sinatra se deja llevar y la estruja entre sus brazos. El impacto es tan repentino que la boina de Claudia cae como un pájaro que ha sufrido un paro cardiáco en pleno vuelo. Ella se desabraza con brusquedad y se agacha para recogerla. Es en ese momento, aprovechando el hueco que ha dejado la mitad superior de la chica, cuando Kevin proyecta su puño hacia el rostro colorado de Sinatra, que cae a cámara lenta contra el suelo mientras ambos gritan cosas que Claudia aún no ha aprendido en su clase de alemán.
La chica decide que es el momento de, como en una película francesa, ponerse la boina y desaparecer.
Cuando llega al final de la estación, se queda mirando la maqueta de la ciudad. Hay maquetas de ciudades en varias estaciones de Alemania. A Claudia le parecen viejas, aunque a decir verdad todo lo que ve en Alemania le parece retro. Ella se fija más en el cristal que protege la maqueta que en la maqueta en sí. Se da cuenta de que no ha salido de la estación en las casi dos horas que lleva en Frankfurt. Kevin se acerca, pero ella no se da cuenta. Él introduce una moneda y al poco tiempo comienza a nevar dentro de la ciudad. Se quedan mirando como dos niños, como dos ancianos ante un edificio en construcción, sin hablarse. Llega con eco New York, Frank Sinatra, como si no hubiera pasado nada. Llega el tren de Claudia. Kevin aún mira la nieve artificial cuando ella sube a su vagón.

martes, 9 de octubre de 2012

Pesadilla. (Casa de Insectos, frag)




A María le despierta un zumbido horroroso. Su primera impresión, aún sin abrir los ojos, es que en la habitación ha entrado un abejorro, grande y gordo, que se está dando golpes contra el cristal de la ventana. Porque sobre el zumbido se escucha un ruido crujiente.
Un sonido crujiente.
Cuando pasan unos segundos y María está más consciente, se asusta. El zumbido es suave, pero no cesa. El crujido es continuo y más intenso. Todo es irregular. Viene del suelo. Se lo imagina infestado de cucarachas. Cucarachas apelotonadas unas sobre otras, haciendo sonar sus cáscaras, cas, ca, ras, cas, ca, ras.
Pero las cucarachas no zumban.
María se tranquiliza y pone los pies en el suelo y escucha un crack que le revuelve el vientre aún vacío. CRACK.
Y mira al suelo.
Hay unos insectos desconocidos poblando el suelo de su habitación.
Parecen semicírculos negros, como gambas, pero negros, del tamaño de su pulgar.
Todos ellos tumbados en el suelo de perfil [posición fetal], incapaces de alzar el vuelo.
Abren y cierran las alas [parece que hace daño] y mueven sus múltiples y minúsculas patitas, rozando el lomo del otro, que se abre y despliega unas alas negras que vuelve a esconder y pillar las patas del otro y todo
parece
tan doloroso.
María ve el ojo que ve de cada uno
un solo ojo enorme y redondo
en cada insecto.
María
cree ver en todo esto una alegoría al mito de los andróginos.
Con todo, no puede evitar la arcada y vomita sobre el suelo.
Cuando termina, el ruido ha cesado y no hay rastro de los insectos en la habitación. 

jueves, 4 de octubre de 2012

Humor Vítreo (Casa de Insectos, frag.)




No entiendo por qué os estoy viendo desde fuera. No sé dónde estoy ni por qué os estoy viendo. En 
cualquier caso no me pregunto por qué vosotros no me veis a mí. Y nieva tanto como si fuera pleno invierno, como si fuerais de esa clase de gente cómodamente feliz que celebra hasta la navidad con ganas. Aunque estamos dentro de casa, veo caer los copos, enormes, ante mis ojos. Como un filtro que no me deja ver del todo bien. Como un gadget estúpido animado en un blog. Todo está blanco.

Y estás tú. Con tu chica y con otra chica. No conozco a ninguna pero tengo claro que ninguna de ellas soy yo.

Tú sales. Me parece absurdo que salgas con la que está cayendo, y llevas en tus manos un bote de spray rojo. Te has propuesto pintar todos los pinos de alrededor de rojo. Esos pinos que están blancos y parecen plástico, todos, con el bote de spray, vas a pintarlos de rojo. Me da todo mucho miedo. Tú no me ves. El paisaje es muy limpio. Me ciega. Se acaba el spray. Deja de nevar. Esto debe de ser la muerte. Entras.

Estoy condenada a veros. A ti,

en este paisaje de muerte tan limpio tan blanco tan rojo,
tras esos copos que no dejan de caer de mis ojos y que no son sino esa parte de mí que no quiere
aceptar la verdad
que ya no me quieres ni me deseas como sí deseas a ellas
a todas las que no son yo.

Tú les dices las dos palabras mágicas. Tengo hambre.
Y ellas se dejan comer. Se despojan de la ropa como si fueran crisálidas. Quien quiera un poco
de sangre que levante la mano y dadme
de beber.

Quien quiera un poco de piel que se la quite.

Tus otras desnudas en el sofá, pálidas talla cuarenta y pelo sucio, sin maquillar. Tus otras sudor,
dentadura imperfecta, no fumadoras, cejas sin perfilar. Mis ojos,
fríos en almíbar, están a punto de desbordarse.

Tienes las manos manchadas de rojo y las tocas. Es otro paisaje de muerte. Marcar así la carne antes de llevarlas al matadero.

Vamos a hablar del orgasmo como muerte. Vamos a hablar del sexo como despiece. Y estos tres se
comen así, por partes.

Empieza a oler a cámara frigorífica. Empieza a oler a carne congelada. Pero veo bombear la sangre a través de sus pieles casi transparentes. Veo el deseo en tus ojos -ese que nunca tuviste por mí- y su disposición a compartirte. Se comen las bocas para ti. Bordean los labios de la otra con la lengua. Se tocan la una a la otra como si se tocaran a sí mismas. Son tan parecidas, tan pequeñas, tan poca cosa, tan iguales, que se funden hasta hacerse siamesas. Ahora ya no hay más que un coño, pero es un monstruo de dos cabezas, como una mujer partida por un espejo. Tú hombre sable. Tú corte transversal. Tú estaca -que me parte el alma, corazón-
que mata al monstruo y lo separa
que mata al monstruo y lo hace humano.

Yo te hubiera dado más pese a mi simetría simple. Pese a mi carácter inacabado.

Todo mi cuerpo es una herida mal curada. Soy un miembro amputado,
soy esa parte despreciable de ti que cayó al nacer.

Yo no hubiera muerto porque nunca termino [mujer inacabada]. Hubiera permanecido cruda para ti,
sangrante y tierna, yo
me hubiera conservado en frío
hubiera podido saciar tu hambre.

Sin embargo, nos quedamos a distancia, atrapados
con el estómago vacío,
entre cuerpos inertes,
y barreras de humor vítreo.





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