- ¿He parecido muy borde?
- No, parecías decepcionada, que es lo que estabas. Y que les den. - Me dice Marta.
El jueves por la noche pude no haberme chupado seis horas y media de autobús por unas carreteras nevadísimas. Pude haberme buscado la vida para quedarme en Madrid hasta esta mañana y así anoche hubiera podido ver a
Ada,
Voltios,
Gsús Bonilla y
Javier Belinchón entre otros, en los
Diablos Azules. En lugar de eso, me vine a este
puto pueblo, a Logroño, para leer con
Aitor en un bar.
Logroño me tiene hasta las pelotas. Si no fuera por mi gato, mi madre, Marta, Elena y Leticia, iba a venir aquí el Kiko. EL KIKO IBA A VOLVER A ESTE PUTO PUEBLO.
Me comenta Aitor que el día 13, dígase ayer, a las diez de la noche, leemos en el bar de una amiga suya, el bar De.Vicio, un pequeño y cuco bar al que recomiendo ir, - porque además suelen poner a los Red Hot y eso siempre se agradece - ubicado en Duquesa de la Victoria. Justo en frente del colegio del mismo nombre. No De.Vicio, Duquesa de la Victoria. No sé el número, pero es cuestión de pillar el Concept e ir bajando hasta encontrarte con un colegio. En Logroño está todo cerca, no os estreseis.
Total, que yo me veo el percal. Aitor no ha hecho eventos ni en Tuenti ni en Facebook, lo cual me parece un poco raro. Faltan dos días para la lectura, y no sé ni la hora de la misma. Es un bar en el barrio de Aitor, a cargo de unas amigas de Aitor, y en el cual se reúnen los amigos de Aitor. Aitor escribe una poesía que nada tiene que ver con lo que escribo yo. Versifica, rima, mide, critica y satiriza y, aunque últimamente haya prestado mucha atención al amor y el desamor, su poesía siempre está ligada a sus ideas políticas. Evidentemente, quien le lee y quien le escucha espera encontrarse con poemas como
Todos A Cien, sus
versos de amor a José Mari, y otras perlas anticlericales o que evidencien su pasión hacia las ideas marxistas y leninistas.
Mi opinión política, sobre el comunismo, el capitalismo, los de un bando, otro, etc. cada vez la tengo menos clara. En mi tierno corazoncito siempre he sido anarquista, simplemente porque, si os digo la verdad, me importa tres cojones la política y si soy algo, soy individualista (¿solitaria, single, independiente, antisocial, huyo de la gente?). La época de Amar en Tiempos Revueltos ya pasó, y si quiero ayudar a Palestina, salir de la crisis o luchar contra las injusticias sociales, no necesito una bandera tricolor, ni una hoz y un martillo, ni una esvástica, ni una A de Anarquía, ni la gaviota del PP ni su puta madre.
Y mucho menos necesito simbología, ni ideología cuando lo que voy a hacer es leer poemas o relatos.
Llegados a este punto, situémonos en el día de ayer:
A media tarde vinieron mis tíos con mi primo de seis años al que quiero una jarta y media, a verme. Salimos a tomar un café (mi tercer café solo de la tarde) y mi primo me regaló una cadena de los Rolling. Qué majo mi primo. Hablando de etiquetas, para él soy una heavy. Cosas de mi tía, supongo, que no entiende por qué no visto como una maniquí de Mango. Pero ese rollo se lo llevó todo m
i prima Beatriz que, por cierto, ha resultado
Miss Rioja y su próximo destino será el certamen de Miss España. Yo puedo estar más o menos en contra (en contra, sí, acertasteis), de esa clase de certámenes, sobre todo teniendo en cuenta lo que ha supuesto siempre para mí el físico y los problemas más o menos importantes que he tenido cuando se trataba de comer lo más mínimo (naranjas) temiendo que mis caderas llegaran a tener su propia órbita. Pero bueno, me alegro por mi prima, porque es lo que quiere y lo está consiguiendo, así que ale, a tope y
enhorabuena Beatriz.
Total, que me tuve que tomar el café a todo correr y despedirme de mis tíos y mi primo, porque eran casi las nueve y me quería arreglar para la lectura, y esperar a Marta, claro, que iba a venir conmigo pese a tener un bombo de seis meses. Y Leticia, que me llamó desde el coche, que venía a paso burro desde Vitoria, donde estudia, por la nieve.
Aitor me comentó que a las diez menos cuarto estarían cenando en el bar porque les invitaba Elena, la encargada del bar, su amiga. Yo pasaba, porque a mediodía me había comido un kebab con el que había suplido todas mis carencias calóricas de los próximos diez años, y porque después de tres cafés solos, el hambre se va a años luz y un poco más allá. Así que nos encaminamos hacia el bar a eso de las diez para estar allí sobre las diez y cuarto, suponiendo que la lectura comenzaría a y media.
Un consejo: nunca supongais, porque siempre va a ocurrir lo contrario a vuestras hipótesis.
El bar estaba lleno de humo. Primera incomodidad para Marta. Aitor iba disfrazado del Che. Su amigo, Gallego, de otro revolucionario que desconozco. El resto de la gente, lo que me esperaba. El entorno de Aitor, y chicos que me sonaban
de aquella época punk en la que me ponía como el kiko a vodkas y tequilas en el Galicia. Al poco rato, aparece Leticia. Elena no viene porque ha quedado con las chicas de su chamizo para disfrazarse de Eduardo Manostijeras. Tampoco va a venir nadie del piso del Parlamento, como tampoco vinieran a l
a última lectura en La Gota de Leche. No espero a nadie conocido. Ni siquiera contaba con Marta o Leticia, que tampoco vinieron a La Gota de Leche.
Son ya las once. Marta está hasta las pelotas, Leticia está tirando de chistes malos, la gente ya está demasiado borracha y Aitor y Gallego me piden que les saque fotos:
Al entrar, la encargada del bar, que está guapísima disfrazada de
Morticia, se acerca a nosotros y nos dice que la lectura es mañana (hoy), que habrá micrófonos y más gente. Que hoy (ayer) leamos un poema cada uno y animemos a la gente a venir mañana (hoy).
Que no entiende por qué han tenido que juntar Carnaval con San Valentín, porque han jodido a la hostelería y Aitor me repite pero no te chines, no te chines, no te chines. No me chino, no me chino, no me chino.
Sólo me molesta que podría haberme ido a cenar con mis tíos y mi primo, a los que no veía desde hace un mes, y después haber quedado con Leticia y Marta en cualquier cafetería tranquilamente donde a parte de poder hablar, Marta hubiera estado cómoda con su niña dándole patadas, y Leticia y yo, con nuestras manos en su barriga, gritando como pavas ¡¡lo he notado!!
A las doce, un par de chavales más borrachos que el Kiko (ver la foto que hay sobre estas líneas) que no se sabían ni nuestros nombres, nos presentaron al resto del bar. Salió Aitor, leyó Todos a Cien, Leti me dijo: Coño, Adri, como el Chivi, qué no.
Para Leti y para mí, el Chivi es un personaje muy importante porque la primera conversación que tuvimos fue sobre él.
Fue a finales de 2003. Nosotras íbamos juntas a clase, en el Duques de Nájera, aunque no habíamos hablado nunca. El profesor de matemáticas me sacó a la pizarra a hacer un ejercicio. La pesadilla antropófaga de la otra noche no es nada comparada con lo que suponía para mí salir a evidenciar mi nula capacidad para con los números en el instituto. Al volver al sitio, Leti, que se sentaba detrás de mí, me dio en la espalda y me dijo: ¡¡Se te ve un cacho de braga así - separa las manos veinte cm - de graaaaaaaaaaaaaaande!! A lo que Marta, que se sentaba a su lado le respondió con un codazo seguido de ¡Pero no le digas eso! ¿No ves que es muy cortada? Elena, que se sentaba a mi lado, se volvió y añadió algo así como Marta, no digas eso, que se va a poner roja. Y para salir del embrollo, me fijé en la carpeta de Leti, que tenía cosas escritas como "y qué le voy a hacer si el abuelo es gay", "se la meten gorda y la sacan blanda", "chochos con pelo, chochos que saben a caramelo" y, en grande, EL CHIVI. ¿El chivi? pregunté, y Leti emocionada respondió ¡¡¡Siiiiiii!!! ¿también te gusta?
Al día siguiente Leti apareció con discos del Chivi para dejarme y a partir de entonces convertimos las horas de matemáticas en las tertulias de la mañana. En junio, ni sumando nuestras notas alcanzábamos un cinco, pero siete años después podemos presumir de ser tan amiguísimas pese a lo mucho que hemos cambiado.
Yo viendo lo que me espera.
Marta, Leti y yo
Después de Aitor, a quien aplaudieron con fervor, me levanté y traté de leer pese a que los dos chicos que nos presentaron hablaban y reían tirados en el suelo. Si os callais igual puedo leer. Me sale la vena borde... uf... Leo Redención, un poema que para mí significa mucho, como todo lo que escribo, - porque cuando escribo me desnudo y vomito las cosas tal cual las siento - con la sensación de que me estoy humillando mostrándome de esa manera a gente a la que le importan tres cojones mis poemas y los de San Pedro. Así que decepcionada y triste me pongo el abrigo, Aitor me da un abrazo y me pide perdón, y me dice que mañana (hoy) a las ocho es la lectura, y que si quiero salir por la Mayor a emborracharme le llame, que tiene pensado quedarse hasta las ocho de la mañana como mínimo. Y que no me chine.
No me chino, Aitor. No me chino.
Marta, Leti y yo nos vamos al Beso, una cafetería muy cuca que hay en la Plaza del Mercado, y, antes de entrar, nos fijamos con tristeza en La Musa, que está cerrada esperando que derriben el edificio. Ellas café, que no es café porque es descafeinado de sobre y con leche, y yo una caña porque si me tomo otro café me explota la aorta. Nos despachamos a gusto, nos lo pasamos como enananas marujeando y tocando la barriga de Marta. Echaba de menos estar así. Las echaba de menos.
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Marta y yo en nuestra línea, dando el cante en el Biribay |
De allí al Biribay. Canciones de
Linda Mirada, fotos estúpidas, Los Ramones (
hey little girl, I wanna be your boyfriend....) muchos chicos y todos con pareja, Álvaro, el novio de Marta, disfrazado de
Carod Rovira con una lanza...
Así que eso, chicos, esta tarde a las 20,00h, lectura de poemas con Aitor en el De.Vicio.
Si no va a venir nadie interesado mínimamente en lo que escribo, desde aquí lo digo, no voy.
* Otra entrada sobre decepciones y desorden
aquí.