Mi perplejidad alcanzó las estrellas, o más bien descendió hacia el infierno de mi retorcida imaginación, y colisionó contra mis ojos. Para hacerle frente protegí con las manos mi rostro. Ocurrió el día veintitrés del décimo mes.
Al finalizar las clases siempre suelo coger el autobús urbano. Por desgracia suelo coincidir con la profesora de francés. Se le nota a la legua ese complejo que acompaña a los profesores de clases optativas. Aunque a veces envidio su puesto: tiene pocos alumnos y los pocos que tiene parecen interesarse por la asignatura, aunque sólo sea por ese viaje a París exclusivo, si bien únicamente van a su asignatura para poder terminar el bachillerato follando con une petit illusionne . Los jóvenes hacen aviones de papel con los textos de Gasset.Mientras me hablaba de lo incómodo que resulta, ahora que han estrechado los autobuses, sentarse al lado de una persona eufemísticamente llamada “ancha”, el conductor de autobús me sorprendió al soltar tal exclamación: ¡cuidado con la puerta, rubia!
Acababa de subir una chica distraída con un teléfono móvil. Ella dijo y yo a ti y colgó. Creí ver a Vega en su rostro, pero no podía ser ella pese a tener todas sus facciones, su abrigo, su pelo y sus zapatos. No podía ser ella, aunque llevara su mismo pequeño bolso de Louis Vuitton. No podía ser Vega diciendo y yo a ti a un te quiero que no hubiera salido de mi boca. Esa no era mi canela.
Pues parece que se ha quedado un buen día, dijo la profesora de francés al no encontrar más razones para criticar el transporte urbano. Cualquier cosa con tal de no callar. Será porque es primavera, le dije, en primavera suele hacer este tiempo. Es raro que haga este tiempo en marzo, continuó, demostrando no haberme escuchado. Como el árbol que está en el bosque y nadie ve, no existe; si a mí nadie me escucha, ¿no existo?
Me vio y ocultó la mirada, volviéndose hacia la ventana, de pie en el reservado para minusválidos. Quería hacer un círculo en el cristal con un diamante y saltar con el autobús en marcha. El dolor que supone verme parece más dañino que cualquier magulladura física.
Dos o tres paradas más tarde, su piel se tornó gris y escamosa. Escurridiza zarcilleta colándose entre la gente hacia la puerta de salida.
- Vega – le grité. Pero ella echó a correr. Ella me ignoró y en mi ignorancia intenté alcanzarla, pero esta vez no lograría cortarle la cola e introducirla en mi tarro de cristal, piano y vodka.
Una vez más se adelantó, y en lugar de encontrarla yo a ella, Vega reapareció en mi vida para volver a desaparecer. Tamaño patetismo mostraba mi rostro.
Canción: My beautiful Leah
Intérprete: PJ Harvey
álbum: Is this desire? 1998
* Lo de la foto es el metro, lo sé, pero no he encontrado fotos de autobuses urbanos medianamente decentes.
Hola naranjita..
ResponderEliminarNo vale cambiar naranjas por votos jajajajaja
Besitos nobeles
No es para menos la perpejidad, el dolor despertando de nuevo entre el pecho...
ResponderEliminarEse descenso no solicitado hacia el infierno (vía express), al ver entre los vivos y cara a cara a los que creíamos muertos...a los que teníamos por espectros merodeando, ahora de nuevo embistiendo sin piedad (sin saberlo, o sabiéndolo) contra nuestra fragilidad mental y anímica...
Excelente continuación...
...eso nos pasa por intentar atrapar sirenas en un bote de cristal...infinitos besos de bolsillo...
ResponderEliminarLa de aventuras inesperadas e indeseables que pasan en los autobuses urbanos.
ResponderEliminarInteresante continuación en un espacio tan reducido y paradójicamente tan inmenso, donde volver a perder el alma en un suspiro.
Besos.
texto exquisito, y real como la vida mismo. Un beso. J.J.
ResponderEliminarUna canción muy bien elegida, para un relato bien explicado.
ResponderEliminarEntiendase, como un que me ha gustado vaya.
a lo mejoer el "... y yo a ti" era la respuesta a un "te odio más que a nadie"
ResponderEliminarEstá muy bien escrito, pero me parece también muy pedante.
ResponderEliminarNo importa metro o bus...
ResponderEliminarEn realidad me importan tus mordiscos.
Besos.
Ya decía yo que le faltaba música a este mordisco... ;-)
ResponderEliminarCuando le leí la primera vez me vino a la mente "I feel you" de Depeche Mode, la voz de Dave Gahan desgarrando cada palabra...
¿"Une petitE illusionnÉ"? No lo entendemos, no tiene mucho sentido. Pronta explicación...
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