miércoles, 2 de mayo de 2007

Informar no es comunicar

Mundialización: Referido a las técnicas comunicativas que crearon la sensación de aldea global.
Globalización: Se refiere a un campo económico, al ideal “capitalista libérrimo de 6500 millones de consumidores”.
Universalismo: Remite al ideal de comunidad internacional (simbolizado por la ONU), defendiendo el principio de igualdad de los hombres. Al contrario de los otros dos términos, el universalismo no suprime las fronteras, poniendo por delante el respeto.

Diversidad y convivencia cultural competen a la problemática política de la universalidad.


1. Informar no es comunicar.

El mundo social de nuestros días puede compararse con el actual modo de la vida en pareja. A pesar de que el índice anual de bodas es bastante alto, lo que cada vez se estila más es el “yo en mi casa y tú en la tuya”. Aquello de pensar en pareja, el “nosotros queremos, nosotros pensamos que”, poco a poco se va extinguiendo. Pareja sí, pero cada uno en su espacio, en su vida.
En la sociedad actual, también ocurre algo similar: querer la libertad individual sin dejar de ser social. Como Wolton dice: “Sociedad individualista de masas”. Y es que no porque más gente haya más gente más relación existe. Precisamente parece ocurrir lo contrario. Ahora que estamos conviviendo con diversidad de culturas y somos conscientes de lo que nos diferencia del resto, la clave para relacionarnos está en el respeto y en el continuo intento por entender el modo de vida del “otro”. Y la clave para entender esto, se resolvería abandonando las falsas evidencias y conceptos trampa. Es cierto que vivimos en la era planetaria, donde los medios de comunicación en sus muchas vertientes nos llena de información, pero aunque veamos más el mundo, no tenemos comunicación. Tenemos más información, sí, pero ello nos aporta contradicciones sobre el mundo y sobre nosotros mismos.
Vivimos en la era de la información, donde lo que más difícil nos resulta es precisamente comunicarnos.
Pero acercarse no resulta tan fácil. Entre la identidad del uno y la del otro hay un muro que no se quiere quebrar.
Esto me recuerda al comienzo de la película “Crash”, de Paul Haggins, cuando uno de los protagonistas dice:
“It's the sense of touch. In any real city, you walk, you know? You brush past people, people bump into you. In L.A., nobody touches you. We're always behind this metal and glass..”
“Es la sensación de contacto. En cualquier ciudad, por donde caminas, pasas muy cerca de la gente, y ésta choca contigo. En Los Ángeles nadie se toca. Estamos tras este metal y cristal.”
En la siguiente escena, dos hombres negros caminan por un barrio blanco y elitista, y se percatan de que una mujer blanca, al verlos, se aferra a su marido.
Es sólo una película, pero lo cierto es que no es difícil sentirse así, tal y como dice Graham (Don Cheadle) en los primeros segundos del film, ni presenciar escenas como la que acabo de mencionar. Pasear por cualquier ciudad y cambiarse de acera si a punto se está de cruzar con un grupo de marroquíes, por ejemplo. Como si lo único que moviese el mundo en nuestros días fuese el prejuicio y la hostilidad.
¿Es la era planetaria la era del dolor? ¿La diversidad de culturas ha generado la diversidad de individuos?
El concepto de igualdad se ha perdido (si es que alguna vez llegó a existir), siendo incluso la tolerancia como un acto de superioridad, tratando al otro de una manera más patética que respetuosa al verle como un ser inferior. Tolerancia debería ser el hecho de dar la capacidad al otro de reconocerse tan individuo como es el uno. Respetar su conducta aunque no se comparta. Comprender aunque no se esté de acuerdo. Siendo el fin del diálogo no imponerse al otro, independientemente de llegar o no a un acuerdo. Reconocer entonces el subjetivismo de cada uno, fundamentando las bases del pluralismo. Lamentablemente, no estamos en igualdad de condiciones y eso es un hecho más que palpable, llegando incluso al extremo de informar en la superioridad. Y si el emisor se comporta como un ser superior y se encierra en sí mismo, la comunicación, indudablemente, es imposible.
Pero parece que aún no nos hemos dado cuenta de que la comunicación sólo es posible a partir de la diversidad, del intercambio de información. ¿Acaso es este un mundo de megalómanos, donde las críticas y el debate nos hieren el orgullo propio como a niños que les aterra lo desconocido?
¿Nos negamos a aceptar que dependemos del otro para fundamentar nuestra identidad? ¿Somos tan individualistas, tan egoístas (o egocéntricos) que nos negamos a aceptar que somos incapaces de vernos a nosotros mismos? Que necesitamos al otro más que un espejo, pues es a partir de la visión que los demás tienen de ti desde donde podemos hacer autocrítica. Nos “obliga” a ello.
Aquello de que los polos opuestos se atraen parece haberse quedado sólo en el mundo de los imanes, pues en esta era no dejamos de repudiarnos. En este mundo que habitamos, la soledad se ha convertido en un modo de vida.
Quizás la solución a este enfriamiento esté en unas lógicas que se pudieran complementar y contrariar.
Quizá el problema esté en que cuando logramos conocer al otro, más que interaccionar con él, pretendemos “domesticarlo”, llevarlo a nuestro terreno. De ahí que el mundo islámico no deje de reivindicarnos (de formas no siempre adecuadas) dignidad y reconocimiento. Porque en una sociedad multicultural nadie ha de asimilarse a los otros, porque no hay un mejor grupo, religión, etc al que los otros deban aspirar.
Muchas veces los medios de comunicación informan bajo un punto de vista poco o nada relativista, pretendiendo más una homogeneidad o universalidad, en lugar de reconocer al otro. Pero en un mundo donde uno ya no es capaz de reconocerse a sí mismo, ¿cómo podría ser capaz de comprender al otro?
Eso sí, una cosa es el reconocimiento y otra la ética del respeto; y no creo que fuera muy difícil deducir que si uno es capaz de respetarse a sí mismo, también lo es de respetar al otro, fundamentando entonces la base de la convivencia.
Wolton parece referirse al 11 de Septiembre como el día en que Occidente despertó, al ver cómo hay países que no comparten un mismo ideal de cultura democrática, y que cuanto más integrados estos países de Oriente Medio en el mercado mundial de las telecomunicaciones, se reafirman las diferencias y, según Wolton, su hostilidad hacia Occidente. Pero no creo que se trate sólo de hostilidad. Los atentados del 11 de septiembre fueron la resulta de otros sucesos más o menos terribles que anteriormente acontecieron. Pero eso ya es harina de otro costal. Volviendo al tema de la comunicación, el caso es que aquel día todos los medios de comunicación se olvidaron de comunicar y bombardearon al mundo con una cantidad desmesurada de información que, al fin y al cabo, no sirvió de nada, ya que hasta pasados unos días no se logró despejar ciertas dudas y comunicar la noticia de forma coherente.
Sin embargo, toda noticia que recibimos fue enfocada desde un punto de vista occidental, algo que cambiaría con la aparición del canal televisivo Al Jazeera.
Episodios como la Guerra del Golfo en 1991, el 11 de Septiembre de 2001 o la Guerra de Afganistán, convertidos por la CNN en noticias caricaturescas bajo un punto de vista descaradamente estadounidense, contrarrestados ahora con ese nuevo canal: Al Jazeera.
Pero el monopolio de las telecomunicaciones aún lo tiene Estados Unidos.
Tras el 11 de Septiembre, el canal de televisión Al Jazeera, - fundado en 1996 por el gobierno de Qatar, aunque actualmente afirma ser el único canal de televisión políticamente independiente en Cercano Oriente – obtuvo fama mundial al convertirse en el difusor de los mensajes de Osama Bin Laden y otros miembros de Al Qaeda; cosa que la CNN no tardó en desaprovechar, ofreciendo a Al Jazeera un contrato de exclusividad en Occidente. Contrato que cayó meses más tarde tras una disputa. Y, repito, el monopolio de las comunicaciones sigue estando en Estados Unidos, ya que tras la guerra de Iraq de 2003, el gobierno local, sostenido por Estados Unidos, ha censurado a Al Jazeera en varias ocasiones.

2 comentarios:

  1. Wolton... menudo individuo.
    Terminar su trabajo me costó más que culaquier otro, especialmente en neuronas y cordura.
    Entre las millones de cosas parecidas que dice (porque en poco más de cien páginas se raya más que un mal disco)hace una diminuta referencia a algo que tu aludes y que me parece mucho más interesante que todo el libro entero. Sí, es cuando habla de "la sociedad individualista de masas".
    Me hizó darle unas 500 vueltas en menos de dos segundos, porque estaba evocando un problema mucho más profundo. Estaba evocando el problema de la naturaleza del ser humano. ¿Nacimos "diseñados" para convivir? ¿O por el contrario somos solitarios crónicos que no aguantan el contacto con otros "semejantes"? ¿Sociedad o AT Field*? ¿Yo o nosotros? Esta cuestión que Wolton deja por completo de lado, cuando es el auténtico problema, es mucho más interesante y muuuuuuuucho más filosófica que el resto del libro y sin duda a mi me fascina. Sería para hablar largo y tendido sobre ella, pero baste una opinión: Yo creo que tenemos esos dos impulsos integrados en nuestra alma. Si sólo existiera uno de ellos...
    Las cosas serían muy diferentes
    *(El AT Field, o Absolute Terror Field, es un término del psicoanálisis de Freud que traducido significaría "El campo de terror absoluto", es la barrera que separa nuestro auténtico "yo" del resto de los individuos, el terreno sagrado e inviolable del subconsciente de cada uno. Es también la representación patológica del dilema del erizo, que, si no me equivoco, es cuando una persona se aisla pensando que así no hará ni le hará daño nadie)

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  2. Por cierto, mil gracias por tu comentario en mi space. De verdad.
    Seguiré sacando cosas. ¡Mil gracias por pasarte por ahí!

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