A veces lo más importante no es sentir ni pensar, a veces simplemente todo se basa en experimentar con las cosas que nos rodean, empezando por uno mismo. De este modo aparece la vida como algo poético sin un ápice de libertad. Y la poesía, encadenada como el artista que pinta en su habitación, se viste de seda, se decanta por un estilo pobre que da miedo. Tan frío, que mis dedos no pueden acariciarlo. Tan frío, que mi corazón empequeñece al escuchar… lo que tus palabras dicen.
¡Me encanta! Hace tiempo que la vida no tiene porque tener un sentido, ¡pero sí que es un sentido más! Y al igual que el ojo perdería los placeres de su función si pensase en el sentido de su existencia, con la vida pasa lo mismo. Nos la perdemos buscando un sentido.
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