Cherry estaba empezando a plantearse su vida, la forma de vida que el reino en el que habitada le había mostrado como el más adecuado.
No me gusta ninguno y me gustan todos. Una niña buena que, cansada de esperar a su príncipe azul, se empeña en seguir besando sapos que sabe que nunca jamás podrán convertirse en príncipes azules. Porque no existe el amor... ¡Y mucho menos los príncipes azules! Ni azules, ni verdes, ni amarillos...
Pero, a pocos kilómetros, en otro reino, la envidiosa bruja, soberbia, orgullosa y muy, muy dañina, una chica bajita y bastante monina, odiada por unos muchos y amada por otros tantos; andaba desquiciada porque su escudera más leal se había dignado a conocer a Cherry y le había llegado a caer bastante bien.
La bruja enana no podía entender cómo su querida amiga podía llevarse bien con esa... Pero no pasa nada... Ella creía saber cómo vengarse: En su mismo reino habitaba una gran amiga de su odiada y envidiada enemiga. Ella era la compañera más leal de Cherry, su mejor amiga. Entre ellas dos no había secretos ni mentiras. Pero la bruja, gracias a la proximidad situacional que había entre ambas, la veía más a menudo que Cherry, con lo cual podía ganar puntos.
Pero no pasa nada, porque la leal escudera de la malvada bruja estaba ubicada en el mismo reino en el cual habitaba Cherry. Y ésta había conseguido, sin planteamientos ni estrategias, caer bien a la amiga de la enana envidiosa. Algo que la bruja, ni con el mayor encantamiento del mundo, podría hacer sobre la incondicional amiga de su eterna rival.
Y, la verdad, empezar por esta repentina frase, no le había llevado por el buen camino:
- Ya sé que Cherry se acostó con Kenny: Primero en lo profundo del bosque y después en los aposentos de Kenny.
- En realidad fue al revés, pero bueno... – Le contestó Leonor con indiferencia.
Pero, al caer la tarde, Leo no lo pudo evitar y le contó la extraña noticia a su querida amiga Cherry mediante el maravilloso arte de la comunicación a distancia:
- ¿Y a ella qué más le da, si cortó con Kenny hace unos meses...? Además, lo que haya hecho él antes de estar con ella no es de su incumbencia... ¡y menos aún lo que haga yo! Por favor, si ni siquiera me conoce...
- También me ha dicho que Selene se lleva bastante bien contigo. Yo le he contestado que tú también me has hablado muy bien de ella.
-Esa lo que tiene es envidia porque me llevo bien con su amiga. Pues sí, Selene es muy maja. Pero Magnarella... la verdad es que con lo que me ha contado Selene de ella me basta para saber que es una malísima persona: metía cizaña entre Selene y su amiga Tréyax, coqueteó con su antiguo novio cuando ella estuvo ausente... si eso es ser amiga que baje la mismísima Afrodita, diosa del deseo y me lo diga personalmente.
- ¿Esa no era la diosa del amor?
- ¡Buf! El amor, querida amiga, no existe...
Cherry, que no os engañe su modo de hablar, era una chica muy independiente que, por encima de todo tenía un lema: No al compromiso. Debido a sus experiencias respecto al tema del amor, llegó a la terrible conclusión de que el amor no existe y, por eso, decidió no comerse nunca el tarro por un chico. Optó por el camino fácil, ¿Para qué comprometerse? ¿Para sufrir? Por favor, no. Prefiero pasarlo bien un rato y después c’est fini: no quiero volverte a ver. Se veía demasiado joven como para atarse a alguien. Solo quería vivir la vida al máximo y pasárselo bien con sus amigos.
Magnarella había durado con Kenny poco más de un mes, ya que ella, después de serle infiel con un apuesto soldado americano que en su tiempo libre formaba parte de un grupo de hip-hop, cortó con él.
Magnarella está loca, pensó Cherry, ¿Cómo si no iba a darle tantas vueltas a la aventura que mantuve con Kenny hacía ya casi un año? Desde entonces, y hasta que Kenny y Magnarella comenzaran su relación sentimental, Cherry había estado con otros chicos y Kenny había estado saliendo con Nicolette Van Wolf, la más zorra de las cortesanas del reino de Axtrimiorum, en el cual vivían también Magnarella y Leonor.
Cherry había olvidado por completo a Kenny, ese repugnante engendro descendiente putativo del Chivi. Él la había hecho sentir como una muñeca. Como una puta, sin más: había jugado con sus sentimientos y se había aprovechado de las circunstancias para acostarse con ella. Cherry estaba convencida de que nunca alguien se enamoraría de ella y se veía carne de cañón para la soltería. No quería terminar casada con alguien como último recurso, tener hijos insoportables que le amargaran la existencia, una boda floripondiosa y con ella vestida de blanco, vivir el resto de su vida como una triste maruja dependiente de su asqueroso marido, (porque con el tiempo a las cosas se les acaban cogiendo asco) con las tetas caídas y una tripa blanda y oronda, viendo fotos de su juventud y recordando lo loca que estaba por la vida a los dieciséis años, cuando mezclaba la amargura, la tristeza, el positivismo y el negativismo existencial con tanta facilidad... y pensar ¿cómo he llegado hasta aquí?
Se sentó sobre la cama mientras escuchaba a Green Day y se preguntaba ¿punk, rock, punk-rock...? Se subió sobre la mesa, que estaba junto a la ventana, y, colocada de rodillas , la abrió de par en par para respirar el denso y contaminado aire de la calle, que de repente le pareció ligero y tan agradable... y pronto comenzó a llover y el agua comenzó a entrar en la habitación. Se sentía como en estado de éxtasis, como si nada le importara más que sentir el aire sobre su cara. No tenía miedo, se sentía con fuerzas para hacer lo que quisiera y, por eso, se asomó más aún a la ventana, de manera que ahora sus rodillas estaban pegadas a la pequeña verja de la ventana, que mediría unos quince centímetros. Abrió los brazos y echó la cabeza hacia atrás. Su cuerpo se empapó de agua de lluvia y se sentía purificada, limpia y llena de vitalidad. Y pensó, que si se moría en ese mismo instante, le daría completamente igual. Y al resto de la gente, más aún.
- Cuando te des cuenta de que te quiero más que a mi vida y que todo lo demás me da completamente igual, cuando me mires a los ojos y veas algo más que un loco por la música de Depeche Mode que mira a través de la ventana para divisar el mar lejano del oeste y me quieras más y más, cuando sea algo para ti, dímelo por favor porque no sabes lo que me duele tener que verte cada día en este inmenso reino de felicidad y perversión donde lo único que importa es la felicidad física. Un mundo cínico y liberal, un mundo tan loco como este no se merece a alguien como yo. Por favor, hazme feliz para sentirme integrado en este universo paralelo a mi existencia, quiéreme por favor, que sin amor no se es nada.
- Cápiesem, ¿Cuándo te darás cuenta de que el amor no existe y que lo que tú ves no es más que un reflejo platónico de la realidad...? que yo no te quiero porque soy incapaz de querer a nadie y menos a ti, romántico paranoico con aires de poeta fracasado- Le dijo Cherry a su amigo Cápiesem, un chico de rostro agradable, con unos ojos verdes que cautivarían hasta al más incauto, un pelo castaño claro corto, cortito. Su estilo de vestir, entre hippie y post-punk atraía al noventa por ciento de las doncellas del reino Merfixomin. Pero Cherry solo quería ser su amiga y Cápiesem solo la quería a ella. Como él mismo decía, no encajaba muy bien en ese reino, ya que en un reino en el cual predomina la lujuria y la perversión por encima del amor ¿qué pintaba él, romántico empedernido que veía a las mujeres como diosas cuando en realidad podrían ser simples putas? Eso le pasaba con Cherry: Cherry, imagen del liberalismo por excelencia, era para Cápiesem una princesa pura y misteriosa... ¿pero tan lejos de la realidad se encontraba el chaval?
Cherry quería hacer creer a todos y a ella misma que todo le daba igual. En apenas nueve meses se había liado con unos trece tíos y con ninguno había mantenido nada serio. Lo de siempre: pasarlo bien un rato y después c’est fini: no quiero volverte a ver. La verdad es que en el fondo Cherry estaba bastante harta de esa actitud, ya que aquello no le aportaba nada... sentía deseos de ser querida por alguien, de ser feliz con una persona durante mucho tiempo... pero sabía que eso no podía ser porque el amor no existe. No había esperanza, no había alternativa, ella estaba condenada a aquello porque nadie sabía amarla. Y ella ya no era capaz de amar a nadie, ni siquiera a ella misma.
En Merfixomin todo era así: un día con uno, otro con otra... y tan felices. Menos Cápiesem, que el pobre estaba condenado a vivir en un mundo que no era el suyo. Aunque la verdad es que nadie se merece vivir en este mundo tan insignificante, frente a ese infinito universo que nos hace ver de vez en cuando que no somos nada.
En Axtrimiorum, era algo así como: ojos que no ven, corazón que no siente. Allí se valoraban más las relaciones serias. Lo malo era que si se daba una infidelidad acababa sabiéndolo todo el reino menos el cornudo. En Axtrimiorum reinaba la hipocresía: un día súper amigo de uno, enemigo de otro, al día siguiente al revés... al final todos acababan poniéndose verdes los unos a los otros a las espaldas y, al mismo tiempo, eran todos amigos de todos y tan felices. Pero Leonor era diferente: ella valoraba mucho la amistad y por eso no soportaba a la gente de su reino, que nunca sabía si estaban con ella o en contra.
Anoche salí con Nicram y nos encontramos con unos amigos. Entre ellos estaba Jifahib, con el que me lié hace un mes o así y Ropin, con el cual me lié unas semanas antes. Lo de Ropin fue de pena, porque una semana de liarme con él, se lió con Nicram. Fue de pena porque a mí me entró una duda existencial de esas tipo: Como siga así voy a quedarme sola durante toda la vida... Lo de Jifahib también es deprimente, ya que anoche se lió con su ex novia delante de mis narices y se comportó como si yo le diese asco, ignorándome durante todo el tiempo. Me sentí tan insignificante allí, viendo como tonteaban Nicram y Ropin y como se enrollaban Jifahib y la cerda de su ex. Bueno, la verdad es que es bastante maja y además es guapísima. Qué insignificante es la existencia, ¿por qué coño me preocupo por eso? Ya vendrán tiempos mejores... digo yo. ¡Que la vida es tan corta y yo soy tan gilipollas! Debería darme cuenta de una vez de que solo soy un comodín: cuando falta una rubia ahí estoy yo, me he convertido en una puta. ¿Qué habría ocurrido si no me hubiese enrollado con Kenny? Desde aquella puta noche me he liado con una docena de tíos y no he logrado sentir nada con ninguno de ellos. Y encima ahora aparece la Magnarella esa, a tocarme la moral... mira que me da igual, que no quiero saber nada, que quiero irme de aquí y empezar de nuevo. Seguro que habrá otro reino por allí lejos en el que no todo sea lujuria e hipocresía. Un lugar en el cual exista algo llamado amor y que exista para mí. Aunque yo no valgo para nada porque no soy capaz de transmitir nada. Doy asco. Me doy asco a mí misma. No soporto todo esto... quiero volar lejos, sentirme bien conmigo misma y olvidarme de todo... el mundo es tan grande y tan loco que da miedo pensar que nunca podrás salir de él... y yo estoy aquí pensando en paranoias que no van a ninguna parte mientras mi vida poco a poco se va yendo a pique, mis amigas me odiarán... y yo las envidiaré cuando las vea felices con sus novios, y yo me moriré de asco en un antro al que llamaré “mi pisito de alquiler”. Viviré sola y amargada para el resto de mi vida y recordaré con asco toda esta fatídica etapa de mi vida.
Cherry se odiaba a sí misma casi tanto como la odiaba Magnarella. Se daba asco a sí misma y deseaba escapar de aquel reino tan superficial. Sin embargo se empeñaba en demostrar a la gente que ese estilo de vida era el que deseaba llevar. Tal vez lo hacía para auto-convencerse de que el amor no existe y que todo se basa en la lujuria y en la perversión. Pero a veces creía que con aquello lo único que conseguía ser era una puta.
Por el contrario, Magnarella era una persona muy segura de sí misma que se quería a sí misma sobre todas las cosas. Se sentó en el comodín y se miró fijamente en el espejo. ¿Qué es lo que ves? Es lo que hay. Una pija engreída que se creía alguien importante y era nadie. Nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie...
A veces pienso que estoy loca, que tengo demasiado odio en mi interior y no debería ser así. Soy una persona normal como los demás, ¿por qué me empeño en hacerme creer que es diferente? Si al fin y al cabo soy tan insignificante... veo como me mira con desprecio cierto sector del reino, veo que Leo nunca podría querer ser amiga mía, ni siquiera quiere darme un poco de confianza... Esa ramera de Merfixomin tiente tanta suerte... Pero me da igual. Yo soy mejor que ella, y se lo voy a demostrar: Por las buenas o por las malas.
- ¡Cherry! ¡Ábreme, sé que estás ahí dentro!
Cherry cerró la ventana y suspiró con resignación mientras iba hacia la puerta.
-¿Qué...?- Le preguntó a Cápiesem tras la puerta.
- Déjame entrar, paranoica.
Le hizo caso y Cápiesem entró, prestando especial atención al agua que había en el suelo.
- No me di cuenta de cerrar la ventana, comenzó a llover y... ¿Pero qué coño hago yo dándote explicaciones de nada...? ¿A qué has venido?
-No seas tan borde, pequeña oruga de monte, solo venía a decirte que la Bruja Enana viene a por ti. Llega con un comando estelar proveniente de Axtrimorum. No sé cómo lo ha conseguido, pero esa pava a conseguido reunir a casi un centenar de personas.
- ¿A por mí?
- A por Merfixomin. Se le ha debido ir la olla del todo y dice que quiere acabar con este reino de lujuria. Dice que parece un antro, que es antiestético y que está harta de que vistamos sin estilo y que, además, no soporta que prefiramos la música underground post-punk, con toques góticos antes que la música comercial sudamericana. Nos acusan de pro-abortistas y ¡Raros! Ja ja ja ¡Raros! Y lo dice una loca...
Cápiesem seguía hablando mientras Cherry caminaba de un lado a otro de la habitación murmurando: Nosotras parimos, nosotras decidimos.
- ¿Qué haces?- Le preguntó Cápiesem.
- ¡Te quiero!- Y después de decir esto empezó a reirse estrepitosamente.
- ¡Cherry! ¡Que nos matan! Parece que todo te da igual...
- Ay, por Dios, que no pasa nada... esto es algo entre Maganarella y yo. Ya me encargo yo.
Salió de la habitación con un portazo y se encaminó hacia la plaza principal, en la cual se encontraba todo el regimiento, encabezado por la bruja enana.
- ¡Jelou Magnarella! Por fin nos conocemos en persona. Tenía tantas ganas...- Dijo esto, se acercó a la chica y le dio dos besos. – Me han contado que te pica que me tirase a tu ex antes que tú: Que pena. Lo siento, pero como no tengo telepatía ni preveo el futuro, pues nada chica... fíjate que ignorante soy: ¡No darme cuenta entonces de la que se iba a montar un año después...! en fin, yo y mis defectos. ¿Por qué no le dices a toda esta jarcia de pijos sin personalidad que se vayan de aquí y solucionamos esto como personas racionales, reales y enteras que somos?
Magnarella se estaba poniendo de los nervios. ¿Es que todo el mundo en ese reino estaba loco?
- Diles que se vayan. No hay motivos suficientes para perpetrar una batalla entre reinos. ¡Que se vayan! ¡Iros!- Comenzó a gritar Cherry, mientras el resto de los habitantes de Merfixomin la seguían en coro.
- ¡Panda de hippies...! El mundo ahora es de los pijos. ¡Es nuestro! Vosotros ni siquiera sabéis vestir. – Y pasó la ITV a Cherry, que iba con una falda asimétrica negra, una camiseta escotada granate muy Ethnic y unas medias negras repletas de carreras.
- ¿Qué vas a hacer, chica, cuando tus pensamientos se disipen lentamente? Cuando tus pensamientos estén moviéndose lentamente, buscarán otro camino para mostrarte a dónde ir. Estarás buscando ese tren y lo verás. ¿Qué vas a hacer, chica, cuando lo bueno se acabe?. Cuando te quedes sin tu tarjeta de crédito, y no seas nada. Que los pocos que te quieren te quieren por las conveniencias. ¡Pija! Ahora vete y no me hagas perder más tiempo.
Cherry comenzó a llorar sin importarle nada más. ¿Qué estaba haciendo? Aquello era de locos. El mundo estaba loco: dominado por la lujuria y la hipocresía ¿En qué bando se suponía que estaba la respuesta? En ninguno de los dos había amor, todo era mentira. ¡Era cuestión de vivir una mentira! Y ella no quería vivir en un mundo así.
Todo era tan absurdo: la envidia sin sentido que le tenía Maganarella a ella y a todo su reino; y todo el reino en sí era tan absurdo... ¿Pijos contra hippies, punks y góticos? Menuda pedazo de paranoia. Cherry estaba harta de todo eso: ¡Ella no había elegido aquella vida! Y es que el ser humano no es libre por naturaleza. Desde antes de nacer ya estás dependiendo de lo que decidan los demás. ¿O acaso hay alguien que le pregunte al pobre óvulo si quiere ser fecundado? ¿Acaso el desgraciado espermatozoide que es elegido de entre un millón ha sido anteriormente consultado? A lo mejor a la pregunta ¿Quiere usted ser un ser humano? Él hubiera preferido contestar ¡¡¡No!!!
Salió corriendo del reino como las cobardes mientras allí se daba la mayor batalla entre reinos que se hubiera dado en años.
Cápiesem corrió hacia ella. Ella corría tras su libertad perdida. Su libertad había escapado hacía tanto tiempo...
Y corriendo llegó a un puente. Un puente alto bajo el cual bajaba un río caudaloso, rápido, frío, violento, oscuro...
Cherry volvió la cabeza y miró a Cápiesem sin decir nada.
- Cherry...
- Qué maravillosa indecisión. Quién podría llegar a sentir lástima de mí. Tomando otra pastilla simplemente para calmarme. Ponerme de rodillas y sentir que estuve yendo a la deriva. Quiero salir hacia la luz del sol, quiero llegar hasta allí, pero estoy atada a una cuerda. Mírame, soy una marioneta enredada entre sus cuerdas... Puede que esté confusa, pero estoy segura de que puedo sobrevivir. Me veo a mí misma despertándome contando los días tristes. 1-2-3, esto es demasiado para mí. Mírame, soy una marioneta enredada entre sus cuerdas... Puede que esté confusa, pero estoy segura de que puedo sobrevivir. Pero he escapado de él fingiendo morir. O algo así...-Dicho esto, bajó la cabeza y se rió.
- Drifting, de 4 non blondes. – Le respondió Cápiesem.
- Quiero tirarme... -
- Anda, deja de hacer tantas mariconadas. Los suicidios solo tienen efecto en las películas... Ven anda, vayámonos lejos de aquí, seguro que hay algún lugar menos loco que éste.
No me gusta ninguno y me gustan todos. Una niña buena que, cansada de esperar a su príncipe azul, se empeña en seguir besando sapos que sabe que nunca jamás podrán convertirse en príncipes azules. Porque no existe el amor... ¡Y mucho menos los príncipes azules! Ni azules, ni verdes, ni amarillos...
Pero, a pocos kilómetros, en otro reino, la envidiosa bruja, soberbia, orgullosa y muy, muy dañina, una chica bajita y bastante monina, odiada por unos muchos y amada por otros tantos; andaba desquiciada porque su escudera más leal se había dignado a conocer a Cherry y le había llegado a caer bastante bien.
La bruja enana no podía entender cómo su querida amiga podía llevarse bien con esa... Pero no pasa nada... Ella creía saber cómo vengarse: En su mismo reino habitaba una gran amiga de su odiada y envidiada enemiga. Ella era la compañera más leal de Cherry, su mejor amiga. Entre ellas dos no había secretos ni mentiras. Pero la bruja, gracias a la proximidad situacional que había entre ambas, la veía más a menudo que Cherry, con lo cual podía ganar puntos.
Pero no pasa nada, porque la leal escudera de la malvada bruja estaba ubicada en el mismo reino en el cual habitaba Cherry. Y ésta había conseguido, sin planteamientos ni estrategias, caer bien a la amiga de la enana envidiosa. Algo que la bruja, ni con el mayor encantamiento del mundo, podría hacer sobre la incondicional amiga de su eterna rival.
Y, la verdad, empezar por esta repentina frase, no le había llevado por el buen camino:
- Ya sé que Cherry se acostó con Kenny: Primero en lo profundo del bosque y después en los aposentos de Kenny.
- En realidad fue al revés, pero bueno... – Le contestó Leonor con indiferencia.
Pero, al caer la tarde, Leo no lo pudo evitar y le contó la extraña noticia a su querida amiga Cherry mediante el maravilloso arte de la comunicación a distancia:
- ¿Y a ella qué más le da, si cortó con Kenny hace unos meses...? Además, lo que haya hecho él antes de estar con ella no es de su incumbencia... ¡y menos aún lo que haga yo! Por favor, si ni siquiera me conoce...
- También me ha dicho que Selene se lleva bastante bien contigo. Yo le he contestado que tú también me has hablado muy bien de ella.
-Esa lo que tiene es envidia porque me llevo bien con su amiga. Pues sí, Selene es muy maja. Pero Magnarella... la verdad es que con lo que me ha contado Selene de ella me basta para saber que es una malísima persona: metía cizaña entre Selene y su amiga Tréyax, coqueteó con su antiguo novio cuando ella estuvo ausente... si eso es ser amiga que baje la mismísima Afrodita, diosa del deseo y me lo diga personalmente.
- ¿Esa no era la diosa del amor?
- ¡Buf! El amor, querida amiga, no existe...
Cherry, que no os engañe su modo de hablar, era una chica muy independiente que, por encima de todo tenía un lema: No al compromiso. Debido a sus experiencias respecto al tema del amor, llegó a la terrible conclusión de que el amor no existe y, por eso, decidió no comerse nunca el tarro por un chico. Optó por el camino fácil, ¿Para qué comprometerse? ¿Para sufrir? Por favor, no. Prefiero pasarlo bien un rato y después c’est fini: no quiero volverte a ver. Se veía demasiado joven como para atarse a alguien. Solo quería vivir la vida al máximo y pasárselo bien con sus amigos.
Magnarella había durado con Kenny poco más de un mes, ya que ella, después de serle infiel con un apuesto soldado americano que en su tiempo libre formaba parte de un grupo de hip-hop, cortó con él.
Magnarella está loca, pensó Cherry, ¿Cómo si no iba a darle tantas vueltas a la aventura que mantuve con Kenny hacía ya casi un año? Desde entonces, y hasta que Kenny y Magnarella comenzaran su relación sentimental, Cherry había estado con otros chicos y Kenny había estado saliendo con Nicolette Van Wolf, la más zorra de las cortesanas del reino de Axtrimiorum, en el cual vivían también Magnarella y Leonor.
Cherry había olvidado por completo a Kenny, ese repugnante engendro descendiente putativo del Chivi. Él la había hecho sentir como una muñeca. Como una puta, sin más: había jugado con sus sentimientos y se había aprovechado de las circunstancias para acostarse con ella. Cherry estaba convencida de que nunca alguien se enamoraría de ella y se veía carne de cañón para la soltería. No quería terminar casada con alguien como último recurso, tener hijos insoportables que le amargaran la existencia, una boda floripondiosa y con ella vestida de blanco, vivir el resto de su vida como una triste maruja dependiente de su asqueroso marido, (porque con el tiempo a las cosas se les acaban cogiendo asco) con las tetas caídas y una tripa blanda y oronda, viendo fotos de su juventud y recordando lo loca que estaba por la vida a los dieciséis años, cuando mezclaba la amargura, la tristeza, el positivismo y el negativismo existencial con tanta facilidad... y pensar ¿cómo he llegado hasta aquí?
Se sentó sobre la cama mientras escuchaba a Green Day y se preguntaba ¿punk, rock, punk-rock...? Se subió sobre la mesa, que estaba junto a la ventana, y, colocada de rodillas , la abrió de par en par para respirar el denso y contaminado aire de la calle, que de repente le pareció ligero y tan agradable... y pronto comenzó a llover y el agua comenzó a entrar en la habitación. Se sentía como en estado de éxtasis, como si nada le importara más que sentir el aire sobre su cara. No tenía miedo, se sentía con fuerzas para hacer lo que quisiera y, por eso, se asomó más aún a la ventana, de manera que ahora sus rodillas estaban pegadas a la pequeña verja de la ventana, que mediría unos quince centímetros. Abrió los brazos y echó la cabeza hacia atrás. Su cuerpo se empapó de agua de lluvia y se sentía purificada, limpia y llena de vitalidad. Y pensó, que si se moría en ese mismo instante, le daría completamente igual. Y al resto de la gente, más aún.
- Cuando te des cuenta de que te quiero más que a mi vida y que todo lo demás me da completamente igual, cuando me mires a los ojos y veas algo más que un loco por la música de Depeche Mode que mira a través de la ventana para divisar el mar lejano del oeste y me quieras más y más, cuando sea algo para ti, dímelo por favor porque no sabes lo que me duele tener que verte cada día en este inmenso reino de felicidad y perversión donde lo único que importa es la felicidad física. Un mundo cínico y liberal, un mundo tan loco como este no se merece a alguien como yo. Por favor, hazme feliz para sentirme integrado en este universo paralelo a mi existencia, quiéreme por favor, que sin amor no se es nada.
- Cápiesem, ¿Cuándo te darás cuenta de que el amor no existe y que lo que tú ves no es más que un reflejo platónico de la realidad...? que yo no te quiero porque soy incapaz de querer a nadie y menos a ti, romántico paranoico con aires de poeta fracasado- Le dijo Cherry a su amigo Cápiesem, un chico de rostro agradable, con unos ojos verdes que cautivarían hasta al más incauto, un pelo castaño claro corto, cortito. Su estilo de vestir, entre hippie y post-punk atraía al noventa por ciento de las doncellas del reino Merfixomin. Pero Cherry solo quería ser su amiga y Cápiesem solo la quería a ella. Como él mismo decía, no encajaba muy bien en ese reino, ya que en un reino en el cual predomina la lujuria y la perversión por encima del amor ¿qué pintaba él, romántico empedernido que veía a las mujeres como diosas cuando en realidad podrían ser simples putas? Eso le pasaba con Cherry: Cherry, imagen del liberalismo por excelencia, era para Cápiesem una princesa pura y misteriosa... ¿pero tan lejos de la realidad se encontraba el chaval?
Cherry quería hacer creer a todos y a ella misma que todo le daba igual. En apenas nueve meses se había liado con unos trece tíos y con ninguno había mantenido nada serio. Lo de siempre: pasarlo bien un rato y después c’est fini: no quiero volverte a ver. La verdad es que en el fondo Cherry estaba bastante harta de esa actitud, ya que aquello no le aportaba nada... sentía deseos de ser querida por alguien, de ser feliz con una persona durante mucho tiempo... pero sabía que eso no podía ser porque el amor no existe. No había esperanza, no había alternativa, ella estaba condenada a aquello porque nadie sabía amarla. Y ella ya no era capaz de amar a nadie, ni siquiera a ella misma.
En Merfixomin todo era así: un día con uno, otro con otra... y tan felices. Menos Cápiesem, que el pobre estaba condenado a vivir en un mundo que no era el suyo. Aunque la verdad es que nadie se merece vivir en este mundo tan insignificante, frente a ese infinito universo que nos hace ver de vez en cuando que no somos nada.
En Axtrimiorum, era algo así como: ojos que no ven, corazón que no siente. Allí se valoraban más las relaciones serias. Lo malo era que si se daba una infidelidad acababa sabiéndolo todo el reino menos el cornudo. En Axtrimiorum reinaba la hipocresía: un día súper amigo de uno, enemigo de otro, al día siguiente al revés... al final todos acababan poniéndose verdes los unos a los otros a las espaldas y, al mismo tiempo, eran todos amigos de todos y tan felices. Pero Leonor era diferente: ella valoraba mucho la amistad y por eso no soportaba a la gente de su reino, que nunca sabía si estaban con ella o en contra.
Anoche salí con Nicram y nos encontramos con unos amigos. Entre ellos estaba Jifahib, con el que me lié hace un mes o así y Ropin, con el cual me lié unas semanas antes. Lo de Ropin fue de pena, porque una semana de liarme con él, se lió con Nicram. Fue de pena porque a mí me entró una duda existencial de esas tipo: Como siga así voy a quedarme sola durante toda la vida... Lo de Jifahib también es deprimente, ya que anoche se lió con su ex novia delante de mis narices y se comportó como si yo le diese asco, ignorándome durante todo el tiempo. Me sentí tan insignificante allí, viendo como tonteaban Nicram y Ropin y como se enrollaban Jifahib y la cerda de su ex. Bueno, la verdad es que es bastante maja y además es guapísima. Qué insignificante es la existencia, ¿por qué coño me preocupo por eso? Ya vendrán tiempos mejores... digo yo. ¡Que la vida es tan corta y yo soy tan gilipollas! Debería darme cuenta de una vez de que solo soy un comodín: cuando falta una rubia ahí estoy yo, me he convertido en una puta. ¿Qué habría ocurrido si no me hubiese enrollado con Kenny? Desde aquella puta noche me he liado con una docena de tíos y no he logrado sentir nada con ninguno de ellos. Y encima ahora aparece la Magnarella esa, a tocarme la moral... mira que me da igual, que no quiero saber nada, que quiero irme de aquí y empezar de nuevo. Seguro que habrá otro reino por allí lejos en el que no todo sea lujuria e hipocresía. Un lugar en el cual exista algo llamado amor y que exista para mí. Aunque yo no valgo para nada porque no soy capaz de transmitir nada. Doy asco. Me doy asco a mí misma. No soporto todo esto... quiero volar lejos, sentirme bien conmigo misma y olvidarme de todo... el mundo es tan grande y tan loco que da miedo pensar que nunca podrás salir de él... y yo estoy aquí pensando en paranoias que no van a ninguna parte mientras mi vida poco a poco se va yendo a pique, mis amigas me odiarán... y yo las envidiaré cuando las vea felices con sus novios, y yo me moriré de asco en un antro al que llamaré “mi pisito de alquiler”. Viviré sola y amargada para el resto de mi vida y recordaré con asco toda esta fatídica etapa de mi vida.
Cherry se odiaba a sí misma casi tanto como la odiaba Magnarella. Se daba asco a sí misma y deseaba escapar de aquel reino tan superficial. Sin embargo se empeñaba en demostrar a la gente que ese estilo de vida era el que deseaba llevar. Tal vez lo hacía para auto-convencerse de que el amor no existe y que todo se basa en la lujuria y en la perversión. Pero a veces creía que con aquello lo único que conseguía ser era una puta.
Por el contrario, Magnarella era una persona muy segura de sí misma que se quería a sí misma sobre todas las cosas. Se sentó en el comodín y se miró fijamente en el espejo. ¿Qué es lo que ves? Es lo que hay. Una pija engreída que se creía alguien importante y era nadie. Nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie, nadie...
A veces pienso que estoy loca, que tengo demasiado odio en mi interior y no debería ser así. Soy una persona normal como los demás, ¿por qué me empeño en hacerme creer que es diferente? Si al fin y al cabo soy tan insignificante... veo como me mira con desprecio cierto sector del reino, veo que Leo nunca podría querer ser amiga mía, ni siquiera quiere darme un poco de confianza... Esa ramera de Merfixomin tiente tanta suerte... Pero me da igual. Yo soy mejor que ella, y se lo voy a demostrar: Por las buenas o por las malas.
- ¡Cherry! ¡Ábreme, sé que estás ahí dentro!
Cherry cerró la ventana y suspiró con resignación mientras iba hacia la puerta.
-¿Qué...?- Le preguntó a Cápiesem tras la puerta.
- Déjame entrar, paranoica.
Le hizo caso y Cápiesem entró, prestando especial atención al agua que había en el suelo.
- No me di cuenta de cerrar la ventana, comenzó a llover y... ¿Pero qué coño hago yo dándote explicaciones de nada...? ¿A qué has venido?
-No seas tan borde, pequeña oruga de monte, solo venía a decirte que la Bruja Enana viene a por ti. Llega con un comando estelar proveniente de Axtrimorum. No sé cómo lo ha conseguido, pero esa pava a conseguido reunir a casi un centenar de personas.
- ¿A por mí?
- A por Merfixomin. Se le ha debido ir la olla del todo y dice que quiere acabar con este reino de lujuria. Dice que parece un antro, que es antiestético y que está harta de que vistamos sin estilo y que, además, no soporta que prefiramos la música underground post-punk, con toques góticos antes que la música comercial sudamericana. Nos acusan de pro-abortistas y ¡Raros! Ja ja ja ¡Raros! Y lo dice una loca...
Cápiesem seguía hablando mientras Cherry caminaba de un lado a otro de la habitación murmurando: Nosotras parimos, nosotras decidimos.
- ¿Qué haces?- Le preguntó Cápiesem.
- ¡Te quiero!- Y después de decir esto empezó a reirse estrepitosamente.
- ¡Cherry! ¡Que nos matan! Parece que todo te da igual...
- Ay, por Dios, que no pasa nada... esto es algo entre Maganarella y yo. Ya me encargo yo.
Salió de la habitación con un portazo y se encaminó hacia la plaza principal, en la cual se encontraba todo el regimiento, encabezado por la bruja enana.
- ¡Jelou Magnarella! Por fin nos conocemos en persona. Tenía tantas ganas...- Dijo esto, se acercó a la chica y le dio dos besos. – Me han contado que te pica que me tirase a tu ex antes que tú: Que pena. Lo siento, pero como no tengo telepatía ni preveo el futuro, pues nada chica... fíjate que ignorante soy: ¡No darme cuenta entonces de la que se iba a montar un año después...! en fin, yo y mis defectos. ¿Por qué no le dices a toda esta jarcia de pijos sin personalidad que se vayan de aquí y solucionamos esto como personas racionales, reales y enteras que somos?
Magnarella se estaba poniendo de los nervios. ¿Es que todo el mundo en ese reino estaba loco?
- Diles que se vayan. No hay motivos suficientes para perpetrar una batalla entre reinos. ¡Que se vayan! ¡Iros!- Comenzó a gritar Cherry, mientras el resto de los habitantes de Merfixomin la seguían en coro.
- ¡Panda de hippies...! El mundo ahora es de los pijos. ¡Es nuestro! Vosotros ni siquiera sabéis vestir. – Y pasó la ITV a Cherry, que iba con una falda asimétrica negra, una camiseta escotada granate muy Ethnic y unas medias negras repletas de carreras.
- ¿Qué vas a hacer, chica, cuando tus pensamientos se disipen lentamente? Cuando tus pensamientos estén moviéndose lentamente, buscarán otro camino para mostrarte a dónde ir. Estarás buscando ese tren y lo verás. ¿Qué vas a hacer, chica, cuando lo bueno se acabe?. Cuando te quedes sin tu tarjeta de crédito, y no seas nada. Que los pocos que te quieren te quieren por las conveniencias. ¡Pija! Ahora vete y no me hagas perder más tiempo.
Cherry comenzó a llorar sin importarle nada más. ¿Qué estaba haciendo? Aquello era de locos. El mundo estaba loco: dominado por la lujuria y la hipocresía ¿En qué bando se suponía que estaba la respuesta? En ninguno de los dos había amor, todo era mentira. ¡Era cuestión de vivir una mentira! Y ella no quería vivir en un mundo así.
Todo era tan absurdo: la envidia sin sentido que le tenía Maganarella a ella y a todo su reino; y todo el reino en sí era tan absurdo... ¿Pijos contra hippies, punks y góticos? Menuda pedazo de paranoia. Cherry estaba harta de todo eso: ¡Ella no había elegido aquella vida! Y es que el ser humano no es libre por naturaleza. Desde antes de nacer ya estás dependiendo de lo que decidan los demás. ¿O acaso hay alguien que le pregunte al pobre óvulo si quiere ser fecundado? ¿Acaso el desgraciado espermatozoide que es elegido de entre un millón ha sido anteriormente consultado? A lo mejor a la pregunta ¿Quiere usted ser un ser humano? Él hubiera preferido contestar ¡¡¡No!!!
Salió corriendo del reino como las cobardes mientras allí se daba la mayor batalla entre reinos que se hubiera dado en años.
Cápiesem corrió hacia ella. Ella corría tras su libertad perdida. Su libertad había escapado hacía tanto tiempo...
Y corriendo llegó a un puente. Un puente alto bajo el cual bajaba un río caudaloso, rápido, frío, violento, oscuro...
Cherry volvió la cabeza y miró a Cápiesem sin decir nada.
- Cherry...
- Qué maravillosa indecisión. Quién podría llegar a sentir lástima de mí. Tomando otra pastilla simplemente para calmarme. Ponerme de rodillas y sentir que estuve yendo a la deriva. Quiero salir hacia la luz del sol, quiero llegar hasta allí, pero estoy atada a una cuerda. Mírame, soy una marioneta enredada entre sus cuerdas... Puede que esté confusa, pero estoy segura de que puedo sobrevivir. Me veo a mí misma despertándome contando los días tristes. 1-2-3, esto es demasiado para mí. Mírame, soy una marioneta enredada entre sus cuerdas... Puede que esté confusa, pero estoy segura de que puedo sobrevivir. Pero he escapado de él fingiendo morir. O algo así...-Dicho esto, bajó la cabeza y se rió.
- Drifting, de 4 non blondes. – Le respondió Cápiesem.
- Quiero tirarme... -
- Anda, deja de hacer tantas mariconadas. Los suicidios solo tienen efecto en las películas... Ven anda, vayámonos lejos de aquí, seguro que hay algún lugar menos loco que éste.
chupi guay!!!!
ResponderEliminarYa que estoy yendo desde el comienzo hasta hoy, supongo que iré viendo una evolución. Al menos en algunos detalles.
ResponderEliminar¡La verdad es que este mundo que describes es un tormento magnético! Los príncipes, lo son sólo de nombre, las princesas y las brujas huelen a nicotina rancia. Y a uno le da la sensación de viajar a bordo de un barco que navega sobre miasmas. ¡Y aún así, es un mundo tan chocantemente interesante!