viernes, 5 de enero de 2007

Halloween 2006

You could be my unintended choice to life my life extended, you could be the one I always love...
Sólo ha pasado un mes desde mi llegada a Valladolid. Llegué tarde, como siempre. Si la presentación fue un sábado, mi madre y yo llegamos el domingo.
Recuerdo que la imagen que se dibujó en mi mente, cuando vi a todas las “niñas de la Resi Monferrant” desayunando en el comedor, fue de un grupo de niñas de papá. Me parecieron todas pijísimas y estrechísimas (de caderas, se sobreentiende) y se me puso la piel de gallina. Todos y cada uno de los poros de mi piel se abrieron, y en mi mente sólo rondaba una cuestión: “¿Podría llegar a integrarme en esta residencia?” Si a todo esto le añadimos que la residencia, además de femenina – lo cual, en cierta manera, es un alivio -, es de la Compañía de María. Simplemente, de monjas… me encontraba más perdida que nunca. Una nueva ciudad, una forma de vida completamente diferente a la que haya ido llevando hasta ahora… Todo, hasta el más mínimo detalle, se presentaba como algo inusual.
Yo, una atea innata pero bautizada y comulgada. Una vida que es una paradoja. Una “leedora” de Nietzsche, loca, estudiante de filosofía. ¿Quién es capaz de abandonar todo, de desaparecer, para venir a Valladolid a estudiar filosofía?
Quizás fui mala y lo sigo siendo. Quizás estuve loca, y lo sigo estando... lo sé. Pero qué más da. Ahora todo da igual porque yo estoy aquí, en una ciudad donde la revolución hierve silenciosamente. Estoy aquí, rodeada de ideas, de vidas, de gente perdida pero ilusionada. Estoy aquí, donde cada cual es uno mismo aun guardando las apariencias. Estoy aquí, rodeada de amigas, como dice Carmela. Rodeada de gente dispar, entre dos mundos, pero dentro de un mundo que está lejos de mi hogar.
Pero tal vez nunca he tenido un hogar.
Siempre me sentí perdida... Nunca encontré mi lugar. Siempre me sentí aislada. Nuca me supe integrar.
¿Por qué iba a ser ahora diferente?
Comparto habitación con una chica a la que hacía nueve años que no veía. Nueve años tenía yo por aquel entonces... Y era una imbécil integral. Ahora no digo que no, seguramente lo seguiré siendo. Probablemente lo sea incluso más que por aquel entonces... Pero no importa, ya todo da igual, porque ninguna de las dos somos ya aquellas chiquillas. No somos las mismas. Aquello es historia, un sueño que se fue desvaneciendo con el paso del tiempo...
Y ahora no podemos mantener una conversación. Estamos aisladas por un telón de acero transparente. Estamos bloqueadas...
Y escribo, ella se entretiene con sudokus.
Y leo a Eurípedes, y suelto alguna exclamación mientras leo Medea... y ella pasa apuntes a limpio, rodeada de fórmulas que son la complicación máxima para mí.
Y escucho a Muse, y ella tararea canciones de Bisbal.
Y el fondo de mi escritorio es un dibujo de Luis Royo, ella tiene la luna.
Y tomo café solo, ella café con leche y azúcar.
Y mientras fumo, sola en el baño, ella sigue con sus apuntes, su Bisbal y los sudokus.
Y así pasan los días... Ausentes la una de la otra, intentando crear un vínculo imposible.
Porque nos acabamos de conocer y somos completamente opuestas.
Y me ahogo, me ahogo en esta asfixiante residencia femenina, intentando mantener la calma frente a una autoritaria Bernarda Alba casada con Dios.
Aceptando que restrinjan mi libertad, teniendo que comer a una hora determinada, regresando, como la Cenicienta, antes de que termine el baile.
Aceptando que mi ordenador este pinchado, aceptando que mi mísero portátil esté condenado al control.
Condenada a dar explicaciones por todo lo que hago o dejo de hacer. Soportando que ella, la católica apóstolica, empresaria y autoritaria, se lleve siempre el gato al agua aun sin tener razón. Encontrando la salvación en mis horas de clase.
Soy atea, estudio filosofía y vivo en una residencia de monjas.
Soy atea, estudio filosofía y vivo en una residencia de monjas.
Soy atea, estudio filosofía y comparto habitacíón con una fan de Bisbal que estudia Ingeniería Química.
... Y dejo que los poros de mi piel se vuelvan locos, que el vello se me erice, mientras escucho una música que no se escucha, se siente: Mars Volta.
Pero ahora ya ha cambiado todo. Ya no soy esa joven confusa y totalmente desubicada del primer día. Y, entre otras cosas, -y no me canso de repetirlo, aunque ya esté rozando el peloteo máximo – gracias a vosotras. Y mientras todos creen que me he vuelto loca, yo me siento más cuerda que nunca. Por fin he encontrado mi lugar, y aunque a veces me oprima la melancolía y me ponga a llorar mientras veo el alocado blog de Nacho, Tudel, Choche y Kimbo, siento que con vosotras puedo ser realmente yo.
Esta semana, cargada de un aura espiritual gracias a la tradición popular que, desde niñas, nos impuso un día para venerar a los muertos. Y para temerlos, para temer nuestra propia muerte bajo la esperanza difusa de que existe la eternidad. Algún día, cuando Alba sea una importante empresaria, Judith una enfermera al estilo “House”, Sara esté motivando a los niños en una vida musical y yo, sin parar de fumar y rodeada de libros, sea una profesora de filosofía o, mejor aún, una escritora… recordaremos esta noche, cuando en nuestro primer año de carrera intentamos invocar a las fuerzas oscuras desde la azotea de una residencia católica.

3 comentarios:

  1. ¿Oye? ¿Ya pasado el tiempo...? ¿Qué fue de Alba?

    Un abrazo, y aunque tampoco soy católico, felices fiestas, Año Nuevo y Cuesta de Enero

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  2. A día de hoy no mantengo relación con ninguna de ellas. La última noticia que tengo de Alba fue hace un año, cuando pregunté por ella a una amiga común y ésta me dijo: no quiere verte, para ella eres una puta. Judith creo que trabaja como enfermera, y Sara, después de terminar magisterio musical se matriculó en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Hace poco más de un año que no nos hablamos, pero puedes leer, como yo hago a veces, su blog: http://nolloressola.blogspot.com

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  3. ¡Pues caramba con Alba! ¡En fin! Visitaré la página que me dices.
    Un beso.

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