Hoy había una comida asquerosa: coliflor con bechamel de primero, y de segundo unos filetes de una pinta horrible. No he podido adivinar de qué eran, sólo que eran muy finos y estaban acompañados de una repulsiva salsa color teja y unas patatas fritas en forma de cubo. Dado que no había comido primer plato, me he servido un filete. Pero tal ha sido el asco que he sentido, al notar el filete frío, que he tenido que dejar de comer. Me he servido cuatro patatas fritas y he esperado a que llegara el plato con el postre para comerme una mandarina.
He subido a la habitación y me he tomado una tacita de té verde.
Hay cosas que odio, como todo el mundo, pero hay sólo una que no puedo tolerar. Que me traten como si fuera tonta.
Ayer, después de ver Marie Antoniette con Sara y Judith en la habitación de la segunda, Mónica (mi compañera de habitación) me dice que ha estado Estela para preguntarle si me estaba bajando algo.
Estela lleva en esta residencia unos cuantos años, y ya está terminando la carrera de telecomunicaciones. El hecho de que sea veteranísima y que esté estudiando tal carrera, la hace digna de tener bajo su control EL PROGRAMA.
El Programa es un programa informático, por llamarlo de una manera, que controla el uso que hace de internet cada chica de la residencia. Es un programa muy simpático, ya que, al parecer, dice lo que le da la gana.
Es muy gracioso, EL PROGRAMA DIVINO, porque juega conmigo.
¿Recuerdas, querido PROGRAMA, el día que me compré el portátil y lo subí a la habitación? Ay... que felicidad tenía yo, ¿te acuerdas? ¡Cómo no te vas a acordar, si dos días después afirmaste que me estaba “chupando el 50% del filtro de red de la residencia”! Ay... que simpático... Teniendo en cuenta que, por aquel entonces, ni siquiera tenía el Office para escribir. ¿Te acuerdas? Apenas podía hacer nada con el ordenador, porque curiosamente me lo acaba de comprar, pero según tú yo le estaba dando un mal uso y perjudicaba a las demás. J
¿Recuerdas entonces lo que ocurrió, querido PROGRAMA? Engañaste a Carmela, la manda más de la residencia, induciéndola a que me quitara la conexión, a que llamara al técnico y a que se diera un canto en los dientes (tanto ella como el “técnico”) al ver que, efectivamente, no tenía ni un solo programa de descarga.
Que broma tan graciosa, ¿verdad, querido PROGRAMA?
Supongo que también recordarás aquella mañana de diciembre, cuando Carmela me cogió por banda en el desayuno y me comentó:
- Hemos cambiado el sistema de control de internet. Ahora el PROGRAMA no lo tengo yo, lo tiene Estela, y anoche me comunicó que estabas acaparando un gran porcentaje del filtro descargándote cosas.
¿Recuerdas la gracia que me hizo, teniendo en cuenta que el día anterior a mí tampoco me funcionaba internet? Fue tan gracioso que, queriendo evitar un espectáculo como el de la vez anterior, acepté la reprimenda de la monja y me confesé culpable.
- Está bien. Esta vez no te he quitado la conexión, pero si hay una próxima vez, te la quitaré para siempre.
Y después me felicitaste el año nuevo, ¿recuerdas, querido PROGRAMA?
Yo acababa de llegar de clase y me conecté a internet... Bueno, lo intenté, porque no funcionaba. Enseguida Carmela me llamó echa un basilisco: Según tú, una vez más, me estaba descargando la vida por internet.
¡Menuda tontería, si no tengo programas de descarga, ni carpetas para compartir! ¡qué estupidez, si ni siquiera a mí me está funcionando internet!
Pero Carmela no entraba en razones, ¿y sabes por qué? Porque yo soy humana, y como ser humano sensible que soy puedo fallar, pero tú, adorado PROGRAMA INFORMÁTICO, no puedes fallar.
Y anoche llego a la habitación, después de ver Marie Antoniette con Sara y Judith, y vuelvo a ver que tú has querido reírte de mí. Le dijiste a Estela que me estaba bajando cosas. Ella bajó a la habitación y vio a mi pequeño portátil dormir plácidamente, luego, una vez más, aquella información no era cierta.
Cuatro veces, PROGRAMA, cuatro veces has querido reírte de mí. Cuatro veces me has tachado de CHUPA FILTROS.
Y esta vez, HIJO DE LA GRAN PUTA, te has salido con la tuya.
Este blog se acaba, amigos míos... Porque estas grandes CABRONAZAS me han quitado la conexión.
PUTAS MENTIROSAS!!!! GRRRRRRRRRRRRRRRR
Al año que viene, a piso y olé.
He subido a la habitación y me he tomado una tacita de té verde.
Hay cosas que odio, como todo el mundo, pero hay sólo una que no puedo tolerar. Que me traten como si fuera tonta.
Ayer, después de ver Marie Antoniette con Sara y Judith en la habitación de la segunda, Mónica (mi compañera de habitación) me dice que ha estado Estela para preguntarle si me estaba bajando algo.
Estela lleva en esta residencia unos cuantos años, y ya está terminando la carrera de telecomunicaciones. El hecho de que sea veteranísima y que esté estudiando tal carrera, la hace digna de tener bajo su control EL PROGRAMA.
El Programa es un programa informático, por llamarlo de una manera, que controla el uso que hace de internet cada chica de la residencia. Es un programa muy simpático, ya que, al parecer, dice lo que le da la gana.
Es muy gracioso, EL PROGRAMA DIVINO, porque juega conmigo.
¿Recuerdas, querido PROGRAMA, el día que me compré el portátil y lo subí a la habitación? Ay... que felicidad tenía yo, ¿te acuerdas? ¡Cómo no te vas a acordar, si dos días después afirmaste que me estaba “chupando el 50% del filtro de red de la residencia”! Ay... que simpático... Teniendo en cuenta que, por aquel entonces, ni siquiera tenía el Office para escribir. ¿Te acuerdas? Apenas podía hacer nada con el ordenador, porque curiosamente me lo acaba de comprar, pero según tú yo le estaba dando un mal uso y perjudicaba a las demás. J
¿Recuerdas entonces lo que ocurrió, querido PROGRAMA? Engañaste a Carmela, la manda más de la residencia, induciéndola a que me quitara la conexión, a que llamara al técnico y a que se diera un canto en los dientes (tanto ella como el “técnico”) al ver que, efectivamente, no tenía ni un solo programa de descarga.
Que broma tan graciosa, ¿verdad, querido PROGRAMA?
Supongo que también recordarás aquella mañana de diciembre, cuando Carmela me cogió por banda en el desayuno y me comentó:
- Hemos cambiado el sistema de control de internet. Ahora el PROGRAMA no lo tengo yo, lo tiene Estela, y anoche me comunicó que estabas acaparando un gran porcentaje del filtro descargándote cosas.
¿Recuerdas la gracia que me hizo, teniendo en cuenta que el día anterior a mí tampoco me funcionaba internet? Fue tan gracioso que, queriendo evitar un espectáculo como el de la vez anterior, acepté la reprimenda de la monja y me confesé culpable.
- Está bien. Esta vez no te he quitado la conexión, pero si hay una próxima vez, te la quitaré para siempre.
Y después me felicitaste el año nuevo, ¿recuerdas, querido PROGRAMA?
Yo acababa de llegar de clase y me conecté a internet... Bueno, lo intenté, porque no funcionaba. Enseguida Carmela me llamó echa un basilisco: Según tú, una vez más, me estaba descargando la vida por internet.
¡Menuda tontería, si no tengo programas de descarga, ni carpetas para compartir! ¡qué estupidez, si ni siquiera a mí me está funcionando internet!
Pero Carmela no entraba en razones, ¿y sabes por qué? Porque yo soy humana, y como ser humano sensible que soy puedo fallar, pero tú, adorado PROGRAMA INFORMÁTICO, no puedes fallar.
Y anoche llego a la habitación, después de ver Marie Antoniette con Sara y Judith, y vuelvo a ver que tú has querido reírte de mí. Le dijiste a Estela que me estaba bajando cosas. Ella bajó a la habitación y vio a mi pequeño portátil dormir plácidamente, luego, una vez más, aquella información no era cierta.
Cuatro veces, PROGRAMA, cuatro veces has querido reírte de mí. Cuatro veces me has tachado de CHUPA FILTROS.
Y esta vez, HIJO DE LA GRAN PUTA, te has salido con la tuya.
Este blog se acaba, amigos míos... Porque estas grandes CABRONAZAS me han quitado la conexión.
PUTAS MENTIROSAS!!!! GRRRRRRRRRRRRRRRR
Al año que viene, a piso y olé.
Ánimo, yo he estado un año y medio en residencia, y sé lo que es tener un internet de aunténtica pena, de no poder bajar nada, de estar la red colapsada y fallando todo el rato, y aun con todo eso, robándome 20 euros todos los meses, por una conexión que en ocasiones era peor que un módem de 56 ks.
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